| (El HERALDO anuncia a diversos poetas: poetas de la naturaleza, cantantes de la corte y la caballería tanto sentimentales como entusiastas. Con el tumulto que forman al intentar competir entre sí, no hay ninguno que pueda tomar la palabra. Uno consigue hacerse oír.)
SATÍRICO ¿Sabéis qué me gustaría conseguir como poeta? Poder decir y cantar lo que nadie quiere oír.
(Los poetas de la noche y de los sepulcros se disculpan porque acaban de meterse en una interesantísima conversación con un vampiro recién creado, de la que podría resultar un nuevo estilo poético; el HERALDO tiene que dejarlos a su aire e invocar a la mitología griega, que aun con su moderno disfraz no pierde carácter ni encanto.)
(Las GRACIAS.)
AGLAIA Le damos gracia a la vida. Poned gracia cuando deis. HEGEMONE Recibid también con gracia. Obtener algo es muy grato. EUFROSINE Durante un día sereno tenga la gratitud gracia.
(Las PARCAS.)
ATROPOS A hilar me han invitado hoy a mí, que soy la más vieja: hay mucho que reflexionar al hilo sutil de la vida. Para que resulte flexible, este hilo he desbastado: fino, alisado e igual lo pusieron mis diestros dedos. Si durante el placer y el baile no contuvierais los excesos, no olvidaos del fin del hilo y ¡cuidaos!: puede romperse. CLOTO Sabed que durante estos días, las tijeras se me confiaron, pues no era ejemplar el obrar de mi vieja compañera. Tenía tejidos inútiles mucho tiempo al aire y la luz y esperanzas de grandes logros eran cortadas y enterradas. Por su parte la juventud hizo que perdiera mi rumbo, hoy, para no extralimitarme, en mi costurero hay tijeras. Y así con gusto estoy sujeta contemplando alegre el lugar, vosotros, contando con tiempo, no dejáis de fantasear. LAQUESIS A mí, la única sensata, me han encargado del orden. Mi siempre accionada tortera nunca se apresura en exceso. Los hilos se van devanando y ninguno dejo perderse. Envío todos a donde deben, para que se teja la trama. Si alguna vez me distrajera, el mundo se estremecería; pasen las horas, pasen los años y que el tejedor los recoja. HERALDO Aunque estéis versados en viejas escrituras, no conoceréis a las que ahora vienen. A pesar de los daños que ocasionan, al ver su aspecto las tendréis por las más esperadas huéspedes. Es posible que nadie nos crea, pero estas, tan guapas, con tan buena figura, tan amigables y jóvenes, son las Furias. Eso sí, entablad relaciones con ellas y veréis cómo estas palomas dan mordeduras de serpiente. Es cierto que son astutas, pero hoy en día, cuando todos los locos se jactan de sus carencias, ellas no pretenden tener fama de ángeles y reconocen ser la desolación de las ciudades y los campos.
(Las FURIAS.)
ALECTO No podréis nada contra nosotras. Os inspiraremos confianza, pues somos jóvenes, guapas y zalameras. Si alguno de vosotros tiene una amada a la que valora como un tesoro, murmuraremos de ella a vuestro oído. Y luego os diremos a la cara que ella le hace guiños a ese o a aquel, que es tonta, jorobada, cojea y que, además, sería una mala esposa. También sabremos acosar a la novia; le diremos que hace pocas semanas su novio habló despectivamente de ella. Aunque se reconcilien, siempre de la calumnia algo queda. MEGERA Eso no será nada, pues, cuando se casen, me ocuparé de ellos y sabré agriar la mayor felicidad con las manías. Ya se sabe que los humanos, lo mismo que las horas, son de ánimo desigual. Nadie abraza firmemente lo deseado, pues siempre estúpidamente deseará otra cosa con más fuerza dejando de gozar de aquello a lo que se ha acostumbrado. Es como aquel que huyendo del sol pretende calentar la escarcha. Me manejo muy bien en estos asuntos y envío a Asmodeo, mi fiel servidor, para esparcir a tiempo la desgracia. Así arruino a la especie humana por parejas. TISÍFONE Ofrezco, en lugar de malas lenguas, puñal y veneno contra el malhechor. Si amas a otro, antes o después, la perdición se hará dueña de ti. Lo más dulce que tenga aquel instante se transformará en amarga hiel. Aquí se actúa sin ninguna indulgencia: lo que se cometió debe expiarse. Que nadie le haga cantos al perdón, yo elevo mis quejas ante las rocas, y mira que dice el eco: ¡Venganza! El adúltero no debe vivir. HERALDO Tened la amabilidad de apartaros, pues lo que viene no es de vuestra especie. Observad cómo avanza una montaña que tiene las laderas cubiertas con alfombras de muchos colores, tiene una cabeza con muchos colmillos y una trompa que serpentea. Si esto os resulta enigmático, yo os daré la solución. Sobre su nuca hay una mujer tierna y hermosa que la guía con precisión con una fina vara. La otra que arriba va en lucido orgullo, está rodeada de un brillante halo que me deslumbra. A su lado andan dos mujeres encadenadas, una tiene miedo y la otra está contenta. Aquella desea y la otra se siente libre. ¡Que cada cual revele quién es!. TEMOR Humeantes antorchas, luces, lámparas, fulgen tenues en la confusa fiesta. En medio de estos rostros engañosos, las cadenas me mantienen sujeta. Seguid con vuestras ridículas risas, vuestras muecas me hacen sospechar. Parece que todos mis enemigos han decidido acecharme esta noche. Un amigo se ha hecho mi enemigo, su máscara ya me lo revelaba. Aquel otro quería asesinarme; y ahora, descubierto, se ha escapado. ¡Ay, con cuánto gusto me escaparía, tomando cualquier rumbo, por el mundo! Mas la perdición allí amenaza y entre horror y tiniebla me retiene. ESPERANZA Queridas hermanas, sed saludadas: ayer y hoy os habéis divertido con vuestras máscaras y con disfraces. Mas mañana todas con seguridad quedaréis al fin desenmascaradas. Y si, alumbrados por estas antorchas, no nos halláramos bastante a gusto, aprovechando días más alegres, a nuestra voluntad completamente, ya sea en soledad o en compañía, andaremos por hermosas praderas descansando cuando lo deseemos. Y en una vida exenta de cuidados, sin renuncias a todo aspiraremos. PRUDENCIA A dos enemigos de los humanos, temor y esperanza, encadené. Los he apartado de todos vosotros. Abridme paso, que ya estáis salvados. Ved cómo guío a este gigante, ved cómo va cargado con su torre y va caminando sin tropezar por el sendero abrupto paso a paso. Ahí en todo lo alto de la torre se halla la diosa de ágiles alas que extiende para ir a cualquier lugar donde se pueda encontrar la ganancia. Nos va llenando de esplendor y gloria, su brillo se extiende a todas partes, ante todos se hace llamar Victoria, la diosa de toda actividad. ZOILO-TERSITES Uh, uh, vengo aquí, precisamente, a criticar a todos sin piedad. Sin embargo, hoy tengo como escogido objetivo a doña Victoria, que está ahí arriba. Con ese par de alas blancas se cree un águila y, a donde quiera que acuda, son suyas las naciones y las tierras. Pero siempre que se consigue algo glorioso, nace la furia en mí. ¡Arriba lo que está en las profundidades!, ¡abajo lo que está arriba!, enderezo lo curvo y curvo lo recto. Esto es lo único que me hace estar a gusto y lo hago por toda la faz de la Tierra. HERALDO ¡Perro andrajoso!, que te golpee con un toque magistral la santa vara, te encorvarás y te retorcerás al momento. Esta doble figura enana pronto se convierte en una bola, en un bulto asqueroso. Pero, ¡oh prodigio!, el bulto se convierte en un huevo que se hincha y se divide en dos mitades de las que salen una pareja de mellizos, son la víbora y el murciélago; una avanza arrastrándose por el polvo, el otro vuela negro por los tejados; salen rápidos para unirse. En esa unión yo no querría ser el tercero. MURMULLO ¡Pronto!, ya bailan allí atrás... ¡No!, preferiría alejarme... ¿Sientes cómo nos rodea con su vuelo esa raza espectral? Noto un roce por el pelo, no siento suelo firme bajo mis pies... Ninguno de nosotros está herido, pero todos estamos aterrados... Se echó a perder el ambiente festivo, esto es lo que querían estas bestias. HERALDO Desde que se me encomendaron las funciones de heraldo, vigilo estrictamente la entrada para que nada malo se cuele en este lugar de diversión. Nunca he vacilado, ni he cedido. Pero me temo que por las ventanas han entrado fantasmas aéreos y no sabría libraros ni de encantos ni de hechizos. El enano se ha hecho sospechoso y ahora atrás hay fuerzas en torrente. Como heraldo me gustaría desvelaros el significado de estas figuras. Pero lo que no logro comprender no sé explicarlo tampoco: ¡ayudadme a entenderlo! ¿Lo veis abrirse paso entre la gente? En lujosa cuadriga va avanzando entre todos; pero el gentío no le abre camino, ni veo en ningún sitio que se agolpen. Lejos hay centelleos de colores, mientras brillan errantes vistosas estrellas como en una linterna mágica y todo avanza resoplando con la fuerza de una tempestad. ¡Paso, sitio! ¡Me siento estremecer! MUCHACHO COCHERO ¡Alto!, ¡plegad vuestras alas, corceles!, sentid el acostumbrado tirón de riendas, dominaos igual que yo os domino e id rápido cuando os impulse. ¡Honremos estos sitios! Mirad cómo aumenta alrededor el número de los que contemplan, círculo tras círculo. ¡Vamos, Heraldo! Antes de que nos vayamos de vuestra presencia, empieza a nombrarnos y a describirnos a tu manera, pues somos alegorías y, como tales, nos debes conocer. HERALDO No sabría cómo llamaros, pero sí que podría describirte. MUCHACHO COCHERO Pues inténtalo. HERALDO Por lo pronto hay que reconocer que eres joven y hermoso. Aunque eres un mozo a medio crecer, a las mujeres les gustaría verte ya hecho. Veo que en el futuro vas a ser un galán, un auténtico seductor. MUCHACHO COCHERO ¡Puede ser! Sigue y averigua la linda solución del acertijo. HERALDO El brillo negro de los ojos, la noche de los rizos alegrada por una diadema. ¡Qué hermoso ropaje fluye y cae desde los hombros hasta los tobillos con un espléndido borde de púrpura! Se podría pensar que eres una muchacha, pero para tu suerte o tu desgracia, lo pasarás bien entre muchachas y ellas te enseñarán el ABC. MUCHACHO COCHERO ¿Y aquel que, con espléndida figura, va en el trono del coche, luciéndose? HERALDO Parece un soberano magnánimo y rico; ¡dichoso aquel que obtenga su favor! No tendrá ya nada por lo que porfiar; si algo falta lo advierte su mirada y la pura alegría que siente al regalar es para él más importante que la posesión y la fortuna. MUCHACHO COCHERO No puedes quedarte ahí, tienes que seguir describiéndolo. HERALDO Lo digno no se puede describir. ¡Qué rostro más sano, con forma de luna llena, con esa boca gruesa y esas mejillas sonrosadas que relucen bajo las joyas del turbante; qué riqueza en los pliegues de su manto! Y ¿qué voy a decir de su elegancia? Me parece reconocer que es un rey. MUCHACHO COCHERO Se llama Pluto, es el dios de la riqueza. Viene en persona con todo lujo porque el Emperador desea verlo. HERALDO ¡Di tú mismo el cómo y el porqué! MUCHACHO COCHERO Yo soy el derroche, yo soy la poesía, soy el poeta que llega a la plenitud al derrochar su propia posesión. Yo soy también inmensamente rico y me considero en esto igual a Pluto; yo le animo y adorno sus festines y le sé procurar lo que le falta. HERALDO La presunción te queda muy bien, pero muéstranos tus artes. MUCHACHO COCHERO Me basta un chasquear de los dedos para que el coche brille y en torno a él surja un fulgor. ¡Mirad, de ahí sale un collar de perlas! (Sigue chasqueando los dedos a un lado y a otro.) ¡Tomad broches de oro para el cuello y las orejas!, ¡también tengo diademas y peinetas sin defectos y valiosas joyas en forma de anillo! De vez en cuando lanzo algunas llamas aguardando que prendan en alguien. HERALDO Cómo se afana la buena gente por cogerlas. Casi aplastan al mismo que las da. Lanza joyas como quien chasquea los dedos, parece un sueño, y en la amplia sala todos se pelean. Pero estoy viendo ya otro nuevo truco: lo que con tanta avidez agarraron les reporta una mala recompensa, el regalo se disuelve y se deshace. Aquel collar de perlas se convierte en escarabajos que pululan por la mano. El pobre necio se los sacude y ahora le zumban por la cabeza. Y los demás, en vez de cosas sólidas, atrapan pérfidas mariposas. El pícaro que tanto prometía sólo concede brillo de oropel. MUCHACHO COCHERO Veo que sabes anunciar las máscaras, pero explorar la esencia que hay tras lo externo no es cosa de heraldos de la corte, eso exige una vista más aguda. Pero no quiero entrar en discusiones; a ti, señor, dirigiré mis palabras y mis preguntas. (Volviéndose hacia PLUTO.) ¿No me encomendaste tú la borrasca que es esta cuadriga? ¿No la guío felizmente como tú mandas? ¿No estoy allí donde tú indicas? ¿Y no supe hallar con impulsos audaces la palma para ti? Siempre que luché por ti me sonrió la suerte. Cuando adornó el laurel tu frente, ¿acaso no lo trencé con sentido y destreza? PLUTO Si es necesario dar testimonio de ti, lo daré con gusto: tú eres espíritu de mi espíritu. Actúas constantemente conforme a mi sentir. Eres más rico que yo. Aprecio, como paga de tus méritos, la rama verde más que todas mis coronas. En verdad os digo a todos: hijo amado, en ti me complazco. MUCHACHO COCHERO (A la multitud.) Los mayores regalos de mi mano, ¡mirad!, están esparcidos a mi alrededor. En esta o aquella cabeza ha prendido una llamita que he encendido yo. Esta salta de una a otra, se para en una, salta luego a aquella y raramente prende y sube a lo alto, ardiendo rauda en breve florecer; pero, en cambio, se les extingue a muchos antes de darse cuenta, tristemente. CHARLOTEO DE MUJERES El que está en el coche de caballos es sin duda alguna un charlatán, lleva un mamarracho a sus espaldas que parece padecer sed y hambre. Como nunca lo llegó a ver nadie, le da igual aunque lo pellizquen. EL ENTECO Apartaos de mi cuerpo, asqueroso mujerío. Sé que nunca me entenderé con vosotras. Cuando aún se ocupaba la mujer del hogar, yo me llamaba Avaricia, entonces todo andaba bien en nuestra casa, entraba mucho y no salía nada. Yo me ocupaba con celo de las arcas y los armarios; ¡que a esto se le llame pecado! Pero como en los tiempos más recientes, las mujeres no suelen ahorrar y, como toda mala pagadora, tiene más deseos que dinero; al hombre le falta mucho por aguantar; allá donde mira encuentra deudas. Lo que puede reunir, ella lo gasta, en su cuerpo o en su amante; y también come mejor y bebe más con el miserable ejército de galanteadores. Esto aumenta en mí el ansia de oro: soy masculino, soy el afán. CORIFEA DE LAS MUJERES Que el dragón sea avaro con los dragones. Al fin todo es mentira y engaño. Este viene a excitar a los hombres y ya son suficientemente molestos. MUJERES EN MASA Dadle una bofetada a ese espantapájaros. ¿Por qué nos amenaza con la cruz del martirio? Él es tan sólo una caricatura espantosa. Esos dragones son de madera y de cartón. Adelante, golpeadle con toda la fuerza. HERALDO ¡Obedeced mi vara!, ¡estaos quietas! Pero ya veo que apenas necesitáis de mi ayuda; mirad cómo los monstruos llenos de ira han conseguido hacerse sitio y despliegan sus dos parejas de alas. Enfurecidos se agitan los dragones,. llenos de escamas y escupiendo fuego; la multitud huye y queda libre el sitio.
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