La Filosofía de La Libertad, Rudolf Steiner

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nubarus
view post Posted on 13/10/2008, 23:39




Segundo suplemento para la nueva edición. (1918)

La exposición de este libro está basada en el pensar intuitivo puro vivenciable puramente a nivel
espiritual, por el cual toda percepción adquiere realidad en el acto de conocer. En este libro no se
ha querido exponer más que aquello que puede describirse a partir de la experiencia del pensar
intuitivo. Pero también se ha querido subrayar qué clase de configuración de pensamiento exige
este pensar vivo. Y exige que no se niegue que éste constituye en el proceso de conocimiento una
experiencia basada en sí misma. Exige que se le reconozca que este pensar conjuntamente con lo
percibido, es capaz de experimentar la realidad, en vez de tener que buscarla en un mundo
inferido que se apoya más allá de dicha experiencia, en contraste con la cual, la actividad del
pensar humano, sería algo puramente subjetivo.

Con ello se caracteriza aquel elemento en el pensar, por el cual el hombre penetra
espiritualmente en la realidad. (Y de hecho nadie debería confundir esta concepción del mundo
basada en la experiencia del pensar con un mero racionalismo). Por otra parte, se desprende del
espíritu de estas consideraciones que, para el conocimiento humano, el elemento perceptual sólo
adquiere valor determinante para la realidad cuando es aprehendido en el pensar. No puede
quedar fuera del pensar lo que se caracteriza como realidad. Por lo tanto, no se puede pensar que
la percepción sensorial garantice la única realidad. Lo que en el curso de la vida aparece como
percepción, el hombre debe tomarlo como algo natural. Podría preguntarse: ¿estaría justificado
esperar, desde el punto de vista que aporta el pensar intuitivo vivenciado, que el hombre pudiera
percibir aparte de lo sensible, también lo espiritual? Si estaría justificado. Pues si bien por un
lado el pensar intuitivo vivenciado es un proceso activo que se realiza en el espíritu humano, es,
por otro lado, al mismo tiempo, una percepción espiritual que se capta sin un órgano sensorio.
Es una percepción en la que el mismo que percibe está activo, y es una actividad de sí mismo que
a la vez es percibida.

En el pensar intuitivo vivenciado se encuentra el hombre en un mundo espiritual también como
perceptor. Lo que se le presenta dentro de este mundo como percepción, lo mismo que es mundo
espiritual de su propio pensar, lo reconoce el hombre como mundo de percepción espiritual. Este
mundo de percepción tendría la misma relación con el pensar que el mundo de percepción
sensorial con los sentidos. El mundo de percepción espiritual no le puede ser extraño al hombre,
cuando lo vivencia, puesto que en el pensar intuitivo tiene ya una experiencia que es de carácter
puramente espiritual. Sobre este mundo de percepción espiritual tratan un número de obras
publicadas por mí después de este libro. Esta “Filosofía de la Libertad”, es el fundamento
filosófico de mis escritos posteriores. Pues en este libro se intenta mostrar que la experiencia del
pensar bien entendida es ya una experiencia espiritual. Por lo tanto al autor le parece que, quien
con toda seriedad acepte el punto de vista de esta “Filosofía de la Libertad”, no vacilará en
penetrar en el mundo de percepción espiritual. En cualquier caso, no se puede derivar
lógicamente del contenido de este libro _por medio de conclusiones_ lo que el autor expone en
libros posteriores. Pero una comprensión viva de lo que en este libro se llama pensar intuitivo
aportará de manera natural un acceso posterior lleno de vida al mundo de percepción espiritual.
 
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samael69
view post Posted on 13/10/2008, 23:41




APENDICE

(Suplemento para la edición de 1918)


Las objeciones que desde el punto de vista filosófico se me han hecho inmediatamente después
de la publicación de este libro, me induce a añadir a esta nueva edición, las siguientes breves
consideraciones. Puedo bien comprender que habrá lectores a quienes les interese lo demás de
este libro, pero que consideren lo que sigue como una trama superficial de conceptos abstractos y
lejanos. Pueden dejar de leer esta breve exposición. Pero dentro del mundo filosófico surgen
problemas que tienen su origen más en prejuicios específicos de los pensadores que en el
desarrollo natural de pensar humano. Por lo demás, de lo que se trata en este libro, me parece que
es una cuestión que le incumbe a todo hombre que busca la comprensión sobre la naturaleza del
ser humano y su relación con el mundo. Pero lo que sigue es más un problema que ciertos
filósofos exigen que sea tratado cuando se habla de los temas expuestos en este libro, porque
debido a su modo de pensar, ellos se han creado dificultades que en general no existen. Si se
pasan por alto esos problemas, algunas personas le reprocharían a uno inmediatamente de
diletantismo y cosas similares. Y surge entonces la opinión de que el autor de posturas como las
expuestas en este libro no se ha enfrentado a aquellos otros puntos de vista de los que no ha
tratado en el libro mismo.

El problema al que me refiero es el siguiente. Hay pensadores que opinan que surge una
dificultad específica cuando se quiere comprender cómo la vida anímica de otra persona puede
influenciar la propia (la del observador). Ellos dicen: mi mundo consciente está encerrado en mí
mismo; otro mundo consciente lo está del mismo modo en sí. No puedo ver en el mundo de la
conciencia de otra persona. ¿Cómo llego a saberme en un mismo mundo con él? Aquella
concepción del mundo que considera posible inducir de un mundo consciente uno inconsciente
—que nunca puede llegar a hacerse consciente— intenta superar esta dificultad de la manera
siguiente: el mundo que tengo en mi conciencia es la representación de un mundo real del que
nunca llego a ser consciente. En este mundo real se hallan las causas, para mí desconocidas, del
mundo de mi conciencia. En él se halla también mi verdadera entidad, de la cual, de igual
manera, sólo tengo en mi conciencia un representante. Pero en ese mismo mundo se halla
también la entidad de la otra persona que me sale al encuentro. Lo que se experimenta de esa otra
persona en la conciencia, tiene en su entidad esencial inconsciente, en la esfera que no puede
llegar a hacerse consciente, y con ello se crea en mi conciencia una representación de algo que
existe en una conciencia y que es totalmente independiente de mis experiencias conscientes.
Vemos pues que al mundo asequible a mi conciencia se añade aquí hipotéticamente otro
inasequible a la experiencia, porque de lo contrario se estaría obligado a afirmar que todo el
mundo exterior que creo tener ante mí es meramente el mundo de mi conciencia, y de ello
resultaría el absurdo de que las demás personas sólo vivirían en mi conciencia.

Este problema creado por corrientes modernas relacionadas con la teoría del conocimiento puede
comprenderse si se le considera desde el punto de vista de la observación espiritual adoptado en
la exposición de este libro. ¿Qué es lo primero que aparece ante mí cuando me encuentro frente a
otra persona? Veo lo más inmediato. Percibo la apariencia sensible del cuerpo de la otra persona;
después, quizás la percepción auditiva de lo que ella dice, etc. Todo esto no lo miro simplemente,
sino que pone en movimiento mi actividad pensante. Al encontrarme con el pensar ante otra
persona, mi percepción con el pensar tengo que decirme que no es lo que les parece a los
sentidos externos. En lo que la apariencia sensible presenta de forma directa, se revela algo
distinto indirectamente. Su presencia ante mí la hace a la vez desvanecerse como simple
apariencia sensible. Pero lo que surge debido a este desvanecerse me obliga, como ser pensante,
a prescindir de mi pensar durante el tiempo en que ella actúa, y a colocar su pensar en el lugar
del mío. Pero este pensar suyo lo aprehendo en el mío, como si fuera el mío propio. Realmente
percibo el pensar del otro. Mi pensar capta la percepción directa que como apariencia sensible se
extingue, y es un proceso que se halla totalmente en mi conciencia y que consiste en que el
pensar de la otra persona se coloca en el lugar del mío. Por la extinción de la apariencia sensible
se suprime efectivamente la separación entre ambas esferas de conciencia. Esto se presenta en mi
conciencia por el hecho de que, en la vivencia del contenido de la conciencia de la otra persona,
dejo de vivenciar la mía propia, como ocurre cuando duermo profundamente sin sueños. Así
como por éste se borra mi conciencia diurna, por la percepción del contenido de la conciencia
ajena, se borra el de la propia. La ilusión de que no es así se debe primero, a que, al percibir a la
otra persona, la extinción del contenido de la propia conciencia no trae consigo la inconsciencia
como en el sueño, sino el contenido de la conciencia del otro; y en segundo lugar, que los estados
alternantes de extinción y reaparición de la propia conciencia se suceden demasiado rápidamente
como para poder advertirlo normalmente.
 
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nubarus
view post Posted on 13/10/2008, 23:43




Todo este problema no se resuelve con construcciones conceptuales artificiales, deduciendo de lo
consciente cosas que nunca pueden llegar a ser conscientes, sino por la experiencia que
verdaderamente produce la unión del pensar con la percepción. Este es el caso de muchos
problemas que aparecen en la literatura filosófica. Los pensadores deberían buscar el camino de
la observación libre de prejuicios y apropiada al espíritu; en vez de ello interponen una
construcción conceptual artificial frente a la realidad.

En un ensayo de Eduard von Hartmann “Los problemas últimos de la teoría del conocimiento y
de la metafísica” se incluye mi “Filosofía de la Libertad” en la corriente filosófica que se basa
en un “monismo de la teoría del conocimiento”. Eduard von Hartmann rechaza ese punto de vista
por considerarlo imposible. Lo fundamenta de la manera siguiente. De acuerdo con el
pensamiento expresado en el mencionado ensayo, existen solamente tres posiciones posibles
dentro de la teoría del conocimiento. Bien se adopta el punto de vista ingenuo que considera los
fenómenos percibidos como objetos reales fuera de la conciencia humana. Esto implica falta de
conocimiento crítico. No se da uno cuenta de que con el contenido de su conciencia uno se queda
solamente dentro de la propia conciencia. No se percata de que no se trata de una “mesa en sí”,
sino sólo del objeto de la propia conciencia. Quien se limite a ese punto de vista, o vuelva a él
por cualquier otra consideración, es realista ingenuo. Pero este punto de vista es precisamente
insostenible porque desconoce que la conciencia sólo tiene sus propios objetos. O se percibe esta
situación y se admite totalmente, en cuyo caso uno sería idealista trascendental. Pero tendría que
rechazar totalmente que algo de un “ente en sí” pudiera aparecer en la conciencia humana. Pero
con ello no escapa del ilusionismo absoluto, si se es consecuente. Pues el mundo que confronta al
hombre se convierte en una mera suma de objetos de la conciencia, y precisamente sólo de
objetos de la propia conciencia —lo cual es absurdo—. Sólo el tercer punto de vista sería
posible, el realismo trascendental. Este propone que existen “entes en sí”, pero que la conciencia
no puede en modo alguno tener una experiencia directa de ellos. Actúan más allá de la
conciencia humana de una manera que ésta no percibe, y que hacen surgir los contenidos de
nuestra conciencia. Sólo podemos llegar a estos “entes en sí” por deducción del contenido de la
conciencia experimentado, pero que precisamente es un contenido meramente representado.
Eduard von Hartmann sostiene en el mencionado ensayo que una “teoría del conocimiento
monista” —como califica mi punto de vista— tendría en realidad que aceptar uno de los tres
puntos de vista; no lo hace porque no saca las consecuencias lógicas de sus presupuestos.
Después dice:

“Si se quiere descubrir a qué punto de vista pertenece un presunto monista de la teoría del
conocimiento, no hay más que plantearle algunas preguntas y obligarle a responderlas.
Pues este tipo de persona no da ninguna explicación por sí mismo, e incluso tratará de
eludir la respuesta a preguntas directas, porque toda contestación pondrá de manifiesto
que la teoría del conocimiento monista no difiere de alguno de los tres criterios
mencionados. Estas preguntas son las siguientes:


1. ¿Son las cosas, en cuanto a su existencia, continuas o intermitentes?
Si se responde que son continuas, nos encontramos ante alguna forma de realismo
ingenuo. Si se contesta que son intermitentes, estamos ante idealismo trascendental. Pero
si se dice que por un lado (como contenido de la conciencia absoluta, o como
representaciones inconscientes, o bien, como posibilidades de percepción) son continuas;
pero que por otro lado (como contenido de la conciencia limitada) son discontinuas,
demuestra que es realismo trascendental.
1. Cuando tres personas están sentadas a una mesa ¿cuántos ejemplares de la mesa
existen? El que responda: una, es realista ingenuo; el que conteste: tres, es
idealista trascendental, pero quien responda que cuatro, es realista trascendental.
Pues esto presupone que algo tan distinto como una mesa en sí y las tres mesas
como objetos de percepción en las tres conciencias, pueden abarcarse bajo la
denominación de “ejemplares de la mesa”. A quien esto le parezca una libertad
excesiva, tendrá que responder “una y tres”, en lugar de “cuatro”.
2. Si dos personas están juntas en una habitación, ¿cuántos ejemplares de estas
personas existen? El que responda: dos, es realista ingenuo; el que conteste: cuatro
(o sea, en cada una de las dos conciencias, un yo y otra persona), es idealista
trascendental; pero el que conteste: seis (o sea, dos personas como entes en sí, y
cuatro objetos representados de personas, en las dos conciencias), es realista
trascendental. Quien quisiera demostrar que la teoría del conocimiento monista
difiere de estos tres criterios, tendría que dar una contestación distinta a cada una
de las tres preguntas; pero yo no sabría que podría decir”.
 
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astaroth1
view post Posted on 19/1/2016, 02:49




Las respuestas de la “Filosofía de la libertad” tendrían que ser:

1. Quien, de las cosas sólo capta el contenido de las percepciones y lo toma por realidad,
es realista ingenuo, y no se da cuenta de que de hecho sólo debería considerar los
contenidos de las percepciones como existentes, mientras esté mirando las cosas; de
manera que tendría que considerar como discontinuo lo que tiene ante sí. Pero tan
pronto como llegue a comprender que la realidad sólo existe en el acto de la percepción
permeada por el pensar, comprenderá que el contenido perceptual que aparece como
discontinuo se revela como continuo cuando es permeado por el pensar elaborado. Por
consiguiente, ha de considerarse como continuo el contenido perceptual aprehendido
por el pensar vivo, del cual, aquello que solamente es percibido, tendría que
considerarse como intermitente, si —lo que no es el caso— fuera real.
2. Si hay tres personas sentadas a una mesa, ¿cuántos ejemplares de la mesa existen?
Sólo existe una mesa; pero en tanto las tres personas quisieran limitarse a las
imágenes de su percepción, tendrían que decir: estas imágenes perceptuales no son en
absoluto la realidad. Tan pronto como pasan a la mesa captada por su pensar, se les
revela la única realidad de la mesa; se unen, con sus tres contenidos de conciencia, en
esta realidad.
3. Si hay dos personas juntas en una habitación, ¿cuántos ejemplares de estas personas
existen? Desde luego no seis ejemplares —ni siquiera en el sentido del realista
trascendental—, sino solamente dos. Sólo que cada una de las personas tiene en
primer lugar, tanto de sí misma como de la otra, solamente la imagen perceptual irreal.
De estas imágenes existen cuatro, y por su presencia en la actividad pensante de las dos
personas tiene lugar la captación de la realidad. Cada una de las personas trasciende
en esta actividad pensante la esfera de su conciencia; en ella vivencia la conciencia de
la otra persona y la propia. En los instantes de esta vivencia, como durante el sueño,
las personas no se quedan limitadas dentro de su conciencia. Pero en los demás
momentos vuelve a surgir la conciencia de esta identificación con la otra persona, de
manera que la conciencia de cada una de ellas se aprehende, en la experiencia del
pensar, tanto a sí misma como a la otra persona. Sé que el realista trascendental
considera esto como una vuelta al realismo ingenuo. Pero ya he indicado en este
trabajo que para el pensar vivo el realismo ingenuo está justificado. El realista
trascendental no entra a considerar la cuestión principal en el proceso del
conocimiento; se aparta de ello en una maraña de pensamientos en los que queda
enredado. Tampoco debería llamarse monismo de la teoría del conocimiento al que
aparece en la “Filosofía de la Libertad”, sino —si se le quiere dar un calificativo—
monismo del pensamiento. Todo esto ha sido mal interpretado por Eduard von
Hartmann. No abordó lo específico de la exposición en la “Filosofía de la Libertad”,
sino que afirmó que he tratado de relacionar el panlogismo universalista de Hegel con
el fenomenalismo individualista de Hume, mientras que de hecho la “Filosofía de la
Libertad” no tiene nada que ver con esos dos puntos de vista que presuntamente
intenta unir. (Esta es también la razón por la que no me pareció necesario ocuparme
de, por ejemplo, el “monismo de la teoría del conocimiento” de Johannes Rehmke. El
punto de vista de la “Filosofía de la Libertad” es, precisamente, totalmente distinto de
lo que Eduard von Hartmann y otros llaman “monismo de la teoría del conocimiento”.


La exposición de este libro está basada en el pensar intuitivo puro vivenciable puramente a nivel
espiritual, por el cual toda percepción adquiere realidad en el acto de conocer. En este libro no
se ha querido exponer más que aquello que puede describirse a partir de la experiencia del
pensar intuitivo. Pero también se ha querido subrayar qué clase de configuración de
pensamiento exige este pensar vivo. Y exige que no se niegue que éste constituye en el proceso
de conocimiento una experiencia basada en sí misma. Exige que se reconozca que este pensar
conjuntamente con lo percibido, es capaz de experimentar la realidad, en vez de tener que
buscarla en un mundo inferido que se apoya más allá de dicha experiencia, en contraste con la
cual, la actividad del pensar humano, sería algo puramente subjetivo.
 
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93 replies since 12/10/2008, 22:07   1298 views
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