Dios y el Estado, Mijail Bakunin

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nubarus
view post Posted on 15/10/2008, 16:16




El gobiemo de la ciencia y de los hombres de ciencia aunque se
llamen positivistas, discípulos de Auguste Comte, o discípulos de
la escuela
doctrinaria del comunismo alemán, no puede ser sino impotente,
ridículo, inhumano y cruel, opresivo, explotador, malhechor. Se
puede decir
que los hombres de ciencia, como tales, lo que he dicho de los
teólogos y de los metafísicos: no tienen ni sentido ni corazón para
los seres
índividuales y vivientes. No se les puede hacer siquiera un
reproche por ello, porque es la consecuencia natural de su oficio.
En tanto que
hombres de ciencia no se preocupan, no pueden interesarse más
que por las generalídades, por las leyes...
[Faltan tres páginas del mantíscrito de Bakunin]
... no son exclusivamente hombres de ciencia, son también más o
menos hombres de la vida.
Pero no hay que fiarse demasiado, y si se puede estar seguro poco
más o menos de que ningún sabio se atreverá a tratar hoy a un
hombre como se trata a un conejo, es de temer siempre que el gobiemo de
los sabios, si se le deja hacer, querrá someter a los hombres vivos
a
experiencias científicas, sin duda menos crueles pero que no
serían menos desastrosas para sus víctimas humanas. Si los sabios
no pueden
hacer experiencias sobre el cuerpo de los hombres, no querrán
nada mejor que hacerlas sobre el cuerpo social, y he ahí lo que
hay que
impedir a toda cosa.
En su organización actual, monopolistas de la ciencia y que
quedan, como tales, fuera de la vida social, los sabios forman
ciertamente una
casta aparte que ofrece mucha analogía con la casta de los
sacerdotes. La abstracción científica es su Dios, las
individualidades vivientes y
reales son las víctimas, y ellos son los inmoladores consagrados y
patentados.
La ciencia no puede salir de la esfera de las abstracciones. Bajo
este aspecto, es infinitamente inferior al arte, -el cual tampoco
tiene
propiamente que ver más que con los tipos generales y las
situaciones generales, pero que, por un artificio que le es propio,
sabe encarnar en
formas que aunque no sean vivas, en el sentido de la vida real, no
provocan menos en nuestra imaginación el sentimiento o el
recuerdo de esa
vida; individualiza en cierto modo los tipos y las aciones que
concibe y, por esas individualidades sin carne y sin hueso, y como
tales
permanentes e inmortales, que tiene el poder de crear, nos
recuerda las individualidades vivientes, reales, que aparecen y que
desaparecen
ante nuestros ojos. El arte es, pues, en cierto modo la vuelta de la
abstracción a la vida. La ciencia es, al contrario, la inmolación
perpetua de la vida fugitiva, pasajera, pero real, sobre el altar de las
abstracciones eternas.
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 16:22




La ciencia es tan poco capaz de aprehender la individualidad de
un hombre como la de un conejo. Es decir, es tan indiferente para
una como
para otra. No es que ignore el principio de la individualidad. La
concibe perfectamente como principio, pero no como hecho. Sabe
muy bien
que todas las especies animales, comprendida la especie humana,
no tienen existencia real más que en un número indefinido de
individuos
que nacen y que mueren, haciendo lugar a individuos nuevos
igualmente pasajeros. Sabe que a medida que se eleva de las
especies
animales a las especies superiores, el principio de la
individualidad se determina más, los individuos aparecen más
completos y más libres.
Sabe en fin que el hombre, el último y el más perfecto animal de
esta tierra, presenta la individualidad más completa y más digna
de
consideración, a causa de su capacidad de concebir y de
concretar, de personificar en cierto modo en sí mismo, y en su
existencia tanto
social como privada, la ley universal. Sabe, cuando no está
viciada por el doctrinalismo teológico, metafísico, político o
jurídico, o aun por un
orgullo estrictamente científico, y cuando no es sorda a los
instintos y a las aspiraciones espontáneas de la vida, sabe (y ésa
es su última
palabra), que el respeto al hombre es la ley suprema de la
humanidad, y que el grande, el verdadero fin de la historia, el
único legítimo, es la
humanización y la emancipación, es la libertad , la prosperidad
real, la felicidad de cada individuo que vive en sociedad. Porque,
al fin de cuentas, a menos de volver a caer en la ficción liberticida del bien
público representado por el Estado, ficción fundada siempre sobre
la
inmolación sistemática de las masas populares, es preciso
reconocer que la libertad y la prosperidad colectivas no son reales
más que
cuando representan la suma de las libertades y de las
prosperidades individuales.
La ciencia sabe todo eso, pero no va, no puede ir más allá. Al
constituir la abstracción su propia naturaleza, puede muy bien
concebir el
principio de la individualidad real y viva, pero no puede tener
nada que ver con individuos reales y vivientes. Se ocupa de los
individuos en
general, pero no de Pedro o de Santiago, no de tal o cual otro
individuo, que no existen, que no pueden existir para ella. Sus
individuos no son,
digámoslo aún, más que abstracciones.
Por consiguiente, no son esas individualidades abstractas, sino los
individuos reales, vivientes, pasajeros, los que hacen la historia.
Las
abstracciones no tienen piernas para marchar, no marchan más
que cuando son llevadas por hombres reales. Para esos seres
reales,
compuestos no sólo de ideas sino realmente de carne y sangre, la
ciencia no tiene corazón. Los considera a lo sumo como carne de
desenvolvimiento intelectual y social. ¿Qué le importan las
condicíones particulares y la suerte fortuita de Pedro y de
Santiago? Se haría
ridícula, abdicaría, se aniquilaría si quisiese ocuparse de ellas de
otro modo que como de un ejemplo en apoyo de sus teorías
eternas. Y sería
ridículo querer que lo hiciera, porque no es ésa su misión. No
puede percibir lo concreto; no puede moverse más que en
abstracciones. Su misión es ocuparse de la situación y de las condiciones generales
de la existencia y del desenvolvimiento, sea de la especie humana
en
general, sea de tal raza, de tal pueblo, de tal clase o categoría de
individuos; de las causas generales de su prosperidad o de su
decadencia, y
de los medios generales para hacerlos avanzar en toda suerte de
progresos. Siempre que realice amplia y racionalmente esa labor,
habrá
cumplido todo su deber, y sería verdaderamente ridículo e injusto
exigirle más.
 
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nubarus
view post Posted on 15/10/2008, 16:27




Pero sería igualmente ridículo, sería desastroso confiarle una
misión que es incapaz de ejecutar. Puesto que su propia naturaleza
la obliga a
ignorar la existencia y la suerte de Pedro y de Santiago, no hay
que permitirle, ni a ella ni a nadie en su nombre, gobernar a Pedro
y a
Santiago. Porque sería muy capaz de tratarlos poco más o menos
que como trata a los conejos. O más bien, continuaría
ignorándolos; pero
sus representantes patentados, hombres de ningún modo
abstractos, sino al contrario muy vivientes, que tienen intereses
muy reales,
cediendo a la influencia perniciosa que ejerce fatalmente el
privilegio sobre los hombres, acabarían por esquilmarlos en
nombre de la ciencia
como los han esquilmado hasta aquí los sacerdotes, los políticos
de todos los colores y los abogados, en nombre de Dios, del
estado y del
derecho jurídico.
Lo que predico es, pues, hasta un cierto punto, la rebelión de la
vida contra la ciencia, o más bien contra el gobierno de la ciencia.
No para
destruir la ciencia -eso sería un crimen de lesa humanidad-, sino
para ponerla en su puesto, de manera que no pueda volver a salir
de él. Hasta el presente toda la historia humana no ha sido más que una
inmolación perpetua y sangrienta de millones de pobres seres
humanos a una
abstracción despiadada cualquiera: Dios, patria, poder el estado,
honor nacional, derechos hístóricos, derechos jurídicos, libertad
política, bien
público. Tal ha sido hasta hoy el movimiento natural, espontáneo
y fatal de las sociedades humanas. No podemos hacer nada ahí,
debemos
aceptarlo en cuanto al pasado, como aceptamos todas las
fatalidades naturales. Es preciso creer que, ésa era la única ruta
posible para la
educación de la especie humana. Porque no hay que engañarse:
aun cediendo la parte más grande a los artificios maquiavélicos de
las
clases gobernantes, debemos reconocer que ninguna minoría
hubiese sido bastante poderosa para imponer todos esos terribles
sacrificios a
las masas, si no hubiese habido en esas masas mismas un
movimiento vertiginoso, espontáneo, que las llevase a sacrificarse
siempre de
nuevo a una de esas abstracciones devoradoras que, como los
vampiros de la historia, se alimentaron siempre de sangre
humana.
Que los teólogos, los políticos y los juristas hallen eso muy bien,
se concibe. Sacerdotes de esas abstraeciones, no viven más que de
esa
continua inmolación de las masas populares. Que la metafísica dé
también su consentimiento a ello, no debe asombramos tampoco.
No tiene
otra misión que la de legitimar y racionalizar todo lo posible lo
que es inicuo y absurdo. Pero que la ciencia positiva misma haya
mostrado
hasta aquí idénticas tendencias, he ahí lo que debemos constatar y
deplorar. No ha podido hacerlo más que por dos razones: primero,
porque, constituida al margen de la vida popular, está representada por un
cuerpo privilegiado; y además porque se ha colocado ella mísma,
hasta
aquí, como el fin absoluto y último de todo desenvolvimiento
humano; mientras que, mediante una crítica juiciosa, de que es
capaz y que en
última instancia se verá forzada a ejecutar contra sí misma, habría
debido comprender que es realmente un medio necesario para la
realización de un fin mucho más elevado: el de la completa
humanización de la situación real de todos los individuos reales
que nacen, viven y
mueren sobre la tierra.
 
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leviathan1
view post Posted on 15/10/2008, 16:29




La inmensa ventaja de la ciencia positiva sobre la teología, la
metafísica, la política y el derecho jurídico, consiste en esto: que
en lugar de las
abstracciones mentirosas y funestas predicadas por esas doctrinas,
plantea abstracciones verdaderas que experimentan la naturaleza
general
o la lógica misma de las cosas, sus relaciones generales y las leyes
generales de su desenvolvimiento. He ahí lo que la separa
profundamente
de todas las doctrinas precedentes y lo que le asegurará siempre
una gran posición en la sociedad humana. Constituirá en cierto
modo su
conciencia colectiva. Pero hay un aspecto por el que se asocia
absolutamente a todas esas doctrinas: que no tiene y no puede
tener por
objeto más que las abstracciones, y es forzada, por su naturaleza
misma, a ignorar los individuos reales, al margen de los cuales,
aun las
abstracciones más verdaderas no tienen existencia real. Para
remediar este defecto radical, he aquí la diferencia que deberá
establecerse
entre la acción práctica de las doctrinas precedentes y la ciencia
positiva. Las primeras se han prevalido de la ignorancia de las
masas para sacrificarlas con voluptuosidad a sus abstracciones, por lo demás
siempre muy lucrativas para sus representantes corporales. La
segunda,
reconociendo su incapacidad absoluta para concebir los
individuos reales e interesarse en su suerte, debe definitiva y
absolutamente,
renunciar al gobierno de la sociedad; porque, si se mezclase en él,
no podría obrar de otro modo que sacrificando siempre los
hombres
vivientes, que ignora, a sus abstracciones que forman el único
objeto de sus preocupaciones legítimas.
La verdadera ciencia de la historia, por ejemplo, no existe todavía,
y apenas si se comienzan hoy a entrever las condiciones
inmensamente
complicadas de esa ciencia. Pero supongámosla en fin realizada:
¿qué podrá darnos? Reproducirá el cuadro razonado y fiel del
desenvolvimiento natural de las condiciones generales, tanto
materiales como ideales, tanto cconómicas como políticas, de las
sociedades
que han tenido una historia. Pero ese cuadro universal de la
civilización, por detallado que sea, no podrá nunca contener más
que
apreciaciones generales y por consiguiente abstractas. En este
sentido, los millares de millones de individuos que han formado
la materia viva
y sufriente de esa historia -a la vez triunfal y lúgubre desde el
punto de vista de la inmensa hecatombe de víctimas "aplastadas
bajo su carro",
los millares de millones de individuos oscuros, pero sin los cuales
no habría sido obtenido ninguno de los grandes resultados
abstractos de la
historia -y que, notadlo bien, no aprovecharon jamás ninguno de
esos resultados- esos individuos no encontrarán la más humilde
plaza en la
historia. Han vivido, han sido inmolados, en bien de la humanidad
abstracta; he ahí todo.
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 16:30




¿Habrá que reprocharle eso a la ciencia de la historia? Sería
ridículo e injusto. Los individuos son inapercibibles por el
pensamiento, por la
reflexión, aun por la palabra humana, que no es capaz de expresar
más que abstracciones; inapercibibles en el presente lo mismo que
en el
pasado. Por tanto, la ciencia social misma, la ciencia del porvenir,
continuará ignorándolos forzosamente. Todo lo que tenemos el
derecho a
exigir de ella es que nos indique, con una mano firme y fiel, las
causas generales de los sufrimientos individuales; entre esas
causas no
olvidará, sin duda, la inmolación y la subordinación, demasiado
habituales todavía, de los individuos vivientes a las generalidades
abstractas; y
que al mismo tiempo nos muestre las condiciones generales
necesarias para la emancipación real de los individudos que viven
en la
sociedad. He ahí su misión, he ahí también sus límites, más allá
de los cuales la acción de la ciencia social no podría ser sino
impotente y
funesta. Porque más allá de esos límites comienzan las
pretensiones doctrinarias y gubenanentales de sus representantes
patentados, de sus
sacerdotes. Y es tiempo de acabar con todos los papas y todos los
sacerdotes: no los queremos ya aunque se llamen demócratassocialistas.
Otra vez más, la única misión de la cienca es iluminar la ruta.
Pero sólo la vida, liberada de todos los obstáculos
gubernamentales y
doctrinarios y devuelta a la plenitud de su acción espontánea,
puede crear.
¿Cómo resolver esta antinomia?
Por una parte la ciencia es indispensable a la organización
racional de la sociedad; por otra, incapaz de interesarse por lo que
es real y
viviente, no debe mezclarse en la organización real o práctica de
la sociedad. Esta contradicción no puede ser resuelta más que de
un solo
modo: la liquidación de la ciencia como ser moral existente al
margen de la vida social de todo el mundo, y representada, como
tal, por un
cuerpo de patentados, y su difusión entre las masas popuares.
Estando llamada la ciencia en lo sucesivo a representar la
conciencia colectiva
de la sociedad, debe almente convertirse en propiedad de todo el
mundo. Por eso, sin perder nada de su carácter universal -del que
no podrá
jamás apartarse, bajo pena de cesar de ser ciencia, y aun
continuando ocupándose exclusivamente de las causas generales,
de las
condiciones reales y de las relaciones generales,de los individuos
y de las cosas-, se fundirá en la realidad con la vida inmediata y
real de
todos los individuos humanos. Este erá un movimiento análogo a
aquél que ha hecho decir a los protestantes, al comienzo de la
Reforma
religiosa, que no había necesidad de sacerdotes, pues el hombre se
convertiría en adelante en su propio sacerdote y gracias a la
intervención
invisible, única, de Jesucristo, había llegado a tragarse en fin su
propio Dios. Pero no se trata aquí ya ni de nuestro señor
Jesucristo, ni del
buen Dios, ni de la libertad política, ni del derecho jurídico, todas
cosas reveladas, sea teológica, sea metafísicamente, y todas
igualmente
indigestas, como se sabe. El mundo de las abstracciones
científicas no es revelado; es inherente al mundo real, del cual no
es más que la expresión y la representación general o abstracta. En tanto que
forma una región separada, representada especialmente por el
cuerpo de los
sabios, ese mundo ideal nos amenaza con ocupar, frente al mundo
real, el puesto del buen Dios y con reservar a sus representantes
patentados el oficio de sacerdotes. Por esa razón, por la
instrucción general, igual para todos y para todas, hay que
disolver la organización
social separada de la ciencia, a fin de que las masas, cesando de
ser rebaños dirigidos y esquilmados por los pastores
privilegiados, puedan
tomar en sus manos sus propios destinos históricos.
 
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nubarus
view post Posted on 15/10/2008, 16:39




Pero en tanto que las masas no hayan llegado a ese grado de
instrucción, ¿será necesario que se dejen gobernar por los
hombres de
ciencia? ¡No lo quiera Dios! Sería mejor que vivieran sin la
ciencia antes de dejarse gobernar por los sabios. El gobiemo de
los sabios tendría
por primera consecuencia hacer inaccesible al pueblo la ciencia y
sería necesariamente un gobierno aristocrático, porque la
institución actual
de la ciencia es una institución aristocrática. ¡La aristocracia de la
inteligencia! Desde el punto de vista práctico la más implacable,
desde el
punto de vista social la más arrogante y la más insultante: tal sería
el poder constituido en nombre de la ciencia. Ese régimen sería
capaz de
paralizar la vida y el movimiento la sociedad. Los sabios, siempre
presuntuosos, siempre llenos de suficiencia, y siempre
impotentes, querrían
mezclarse en todo, y todas las fuentes de la vida se secarían bajo
su soplo abstracto y sabio.
Una vez más, la vida, no la ciencia, crea la vida; la acción
expontánea del pueblo mismo es la única que puede crear la
libertad popular. Sin duda, sería muy bueno que la ciencia pudiese, desde hoy, iluminar
la marcha espontánea del pueblo hacia su emancipación pero más
vale la
ausencia de luz que una luz vertida con parsimonia desde afuera
con el fin evidente de extraviar al pueblo. Por otra parte, el pueblo
no carecerá
absolutamente de luz. No en vano ha recorrido la larga carrera
histórica y ha pagado sus errores con siglos de sufrimientos
horribles. El
resumen práctico de esas dolorosas experiencias constituye una
specie de ciencia tradicional que, bajo ciertos aspectos, equivale
perfectamente a la ciencia teórica. En fin, una parte de la juventud
estudiosa, aquellos de entre los burgueses estudiosos que sienten
bastante
odio contra la mentira, contra la hipocresía, contra la iniquidad y
contra la cobardía de la burguesía, para encontrar en sí el valor de
volverle las
espaldas, y bastante pasión para abrazar sin reservas la causa justa
y humana del proletariado, esos serán, como lo he dicho ya, los
instructores fraternales del pueblo; aportándole conocimientos
que le faltan aún, harán perfectamente inútil el gobierno de los
sabios.
Si el pueblo debe preservarse del gobierno de los sabios, con
mayor razón debe premunirse contra el de los idealistas
inspirados. Cuanto
más sinceros son esos creyentes y esos poetas del cielo, más
peligrosos se vuelven. La abstracción científica, lo he dicho ya, es
una
abstracción racional, verdadera en su esencia, necesaria a la vida
de la que es representación teórica, conciencia. Puede, debe ser
absorbida y digerida por la vida. La abstracción idealista, Dios, es
un veneno corrosivo que destruye y descompone la vida, que la
falsea y la
mata. El orgullo de los idealistas, no siendo personal, sino un
orgullo divino, es invencible e implacable. Puede, debe morir,
pero no cederá nunca, y en tanto que le quede un soplo, tratará de someter el
mundo al talón de su Dios, como los lugartenientes de Prusia,
esos idealistas
prácticos de Alemania, quisieran verlo aplastado bajo la bota con
espuelas de su rey. Es la misma fe -los objetivos no son siquiera y
diferentes- y el mismo resultado de la fe: la esclavitud.
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 16:53




Es al mismo tiempo el triunfo del materialismo más craso y más
brutal: no hay necesidad de demostrarlo por lo que se refiere a
Alemania,
porque habría que estar verdaderamente ciego para no verlo, en
los tiempos que corren. Pero creo necesario aun demostrarlo con
relación al
idealismo divino.
El hombre, como todo el resto del mundo, es un ser
completamente material. El espíritu, la facultad de pensar, de
recibir y de reflejar las
diversas sensaciones, tanto exteriores como interiores, de
recordarlas después de haber pasado y de reproducirlas por la
imaginación, de
compararlas y distinguirlas, de abstraer determinaciones comunes
y de crear por eso mismo generales o abstractas, a fin de formar
las ideas
agrupando y combinando las nociones según modos diferentes, la
inteligencia en una palabra, el único creador de todo nuestro
mundo ideal,
es una propiedad del cuerpo animal y principalmente de la
organización completamente material del cerebro.
Lo sabemos de una manera muy segura, por la expencia universal,
que no ha desmentido nunca hecho alguno y que todo hombre
puede
verificar a cada instante de su vida. En todos los animales, sin
exceptuar las especies más inferiores, encontramos un cierto
grado de
inteligencia y vemos que en la serie de las especies la inteligencia
animal se desarrolla tanto más cuanto más la organización de una
especie
se aproxima a la del hombre; pero que en el hombre solamente
llega a esa potencia de abstracción que constituye propiamente el
pensamiento.
La experiencia universal, que en definitiva es el único origen, la
fuente de todos nuestros conocimientos, nos demuestra, pues: 1º),
que toda
inteligencia está siempre asociada a un cuerpo animal cualquiera,
y 2º), que la intensidad, la potencia de esa función animal
depende de la
perfección relativa de la organización animal. Este segundo
resultado de la experiencia universal no es aplicable solamente a
las diferentes
especies animales; lo comprobamos igualmente en los hombres,
cuyo poder intelectual y moral depende, de una manera
demasiado evidente,
de la mayor o menor perfección de su organismo, como raza,
como nación, como clase y como individuos, para que sea
necesario insistir
demasiado sobre este punto.
Por otra parte, es cierto que ningún hombre ha visto nunca ni
podido ver el espíritu puro, separado de toda forma material,
existiendo
independientemente de un cuerpo animal cualquiera. Pero si nadie
lo ha visto, ¿cómo han podido los hombres llegar a creer en su
existencia?
Porque el hecho de esa creencia es notorio y, si no universal,
como lo pretenden los idealistas, al menos es muy general; y
como tal es digno
de nuestra atención respetuosa, porque una creencia general, por
tonta que sea, ejerce siempre una influencia demasiado poderosa
sobre los
destinos humanos para que esté permitido ignorarla o hacer
abstracción de ella.
 
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leviathan1
view post Posted on 15/10/2008, 16:54




El hecho de esa creencia histórica se explica, por otra parte, de
una manera natural y racional. El ejemlo que nos ofrecen los
niños y los
adolescentes, inluso muchos hombres que han pasado la edad de
la mayoría, nos prueba que el hombre puede ejercer largo tiempo
sus
facultades mentales antes de darse cuenta la manera cómo las
ejerce, antes de llegar a la conciencia clara de ese ejercicio. En
ese período
del funcionamiento del espíritu inconsciente de sí mismo, de esa
acción de la inteligencia ingenua o creyente, el hombre,
obsesionado por el
mundo exterior e impulsado por ese aguijón interior que se llama
la vida, crea cantidad de imaginaciones, de nociones y de ideas,
necesariamente muy imperfectas al principio, muy poco
conformes a la realidad de las cosas y de los hechos que se
esfuerzan por expresar. Y
como no tiene la onciencia de su propia acción inteligente, como
no sabe todavía que es él mismo el que ha producido y el que
continúa
produciendo esas imaginaciones, esas nociones, esas ideas, como
ignora su origen subjetivo, es decir, humano, las considera
naturalmente,
necesariamente, como seres objetivos, como seres reales, en
aboluto independientes de él, que existen por sí y en sí. Es así
cómo los
pueblos primitivos, al salir lentamente de su inocencia animal,
han creado sus dioses habiéndolos creado, no pensando que
fuesen ellos
mismos los creadores únicos, los han adorado; considerándolos
como seres reales, infinitamente superiores ellos mismos, les han
atribuido la
omnipotencia y se han reconocido sus criaturas, sus esclavos. A
medida e las ideas humanas se desenvolvían más, los dioses, que
como hice
observar ya, no fueron nunca más que la reverberación fantástica,
ideal, poética o la imagen trastornada, se idealizaban también.
Primero
fetiches groseros, se hicieron poco a poco espíritus puros, con
existencia fuera del mundo visible, y en fin, a continuación de un
largo
desenvolvimiento histórico, acabaron por confundirse en un solo
ser divino, espíritu puro, eterno, absoluto, creador y amo de los
mundos.
En todo desenvolvimiento, justo o falso, real o imaginario,
colectivo o individual, es siempre el primer paso el que cuesta, el
primer acto el más
difícil. Una vez franqueado ese paso y realizado ese primer acto,
el resto transcurre naturalmente, como una consecuena necesaria.
Lo que era
difícil en el desenvolvimiento histórico de esa terrible locura
religiosa que continúa obsesionándonos y aplastándonos, era
poner un mundo
divino tal cual, fuera del mundo real. Ese primer acto de locura,
tan natural desde el punto de vista fisiológico y por consiguiente
necesario en la
historia la humanidad, no se realiza de un solo golpe. Han sido
necesarios no sé cuántos siglos para desarrollar y para hacer
penetrar esa
creencia en los hábitos mentales de los hombres. Pero, una vez
establecida, se ha vuelto omnipotente, como lo es necesariamente
toda cura
que se apodera del cerebro humano. Considerad un loco:
cualquiera que sea el objeto especial de su locura, hallaréis que la
idea oscura y fija
que le obsesiona le parece la más natural del mundo, y al
contrario, las cosas naturales y reales que están en contradicción
con esa idea, le
parecerán locuras ridículas y odiosas. Y bien, la religión es una
locura colectiva, tanto más poderosa cuanto que es una locura
tradicional y que
su origen se pierde en una antigüedad excesivamente lejana.
Como locura colectiva, ha penetrado en todos los detalles, tanto
públicos como
privados de la existencia social de un pueblo, se ha encarnado en
la sociedad, se ha convertido por decirlo así en el alma el
pensamiento
colectivos. Todo hombre es envuelto desde su nacimiento en ella,
la mama con la leche de la madre, la absorbe con todo lo que oye,
en todo lo
ve. Ha sido tan alimentado, tan envenenado, tan penetrado en todo
su ser por ella, que más tarde, por poderoso que sea su espíritu
natural,
tiene necesidad de hacer esfuerzos inauditos para libertarse y no
lo consigue nunca de una manera completa. Nuestros idealistas
modernos
son una demostración de esto y nuestros materialistas
doctrinarios, los comunistas alemanes, son otra. No han sabido
deshacerse de la
religión del Estado.
 
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nubarus
view post Posted on 15/10/2008, 17:01




Una vez bien establecido el mundo sobrenatural, el mundo divino
en la imaginación tradicional de los pueblos, el desenvolvimiento
de los
diversos sistemas religiosos ha seguido su curso natural y lógico,
siempre conforme, por otra parte, al desenvolvimiento
contemporáneo y real
de las relaciones económicas y políticas que han sido en todo
tiempo, en el mundo de la fantasía religiosa, la reproducción fiel y
la consagraión
divina. Es así como la locura colectiva e histórica que se llama
religión se ha desarrollado desde el fetichismo, pasando por todos
los grados
del politeísmo, basta el monoteísmo cristiano.
El segundo paso, en el desenvolvimiento de las creencias
religiosas y el más difícil sin duda después del establecimiento de
un mundo divino separado, fue precisamente esa transición del politeísmo al
monoteísmo, del materialismo religioso de los paganos a la fe
espiritualista de los
cristianos. Los dioses paganos -y éste fue su carácter principal-,
eran ante todo dioses exclusivamente nacionales. Después, como
eran
numerosos, conservaron necesariamente, más o menos, un
carácter material o, más bien, es porque eran materiales por lo que
fueron tan
numerosos, pues la diversidad es uno de los atributos principales
del mundo real. Los dioses paganos no eran aún propiamente la
negación
de las cosas reales: no eran más que su exageración fantástica.
Hemos visto cuánto costó esa transición al pueblo judío, del que
constituyó, por decirlo así, toda la historia. Moisés y los profetas
se
complacían en predicarle el Dios único; el pueblo volvía a caer en
su idolatría primitiva, en la fe antigua, comparativamente mucho
más natural,
más cómoda en muchos buenos dioses, más materiales, más
humanos, más palpables. Jehová mismo, su dios único, el dios de
Moisés y de
los profetas, era un dios excesivamente nacional aún,.que no se
servía, para recompensar y castigar a sus fieles, a su pueblo
elegido, más que
de argumentos materiales, a menudo estúpidos y siempre brutales
y feroces. No parece que la fe en su existencia haya implicado la
negación
de la existencia de los dioses primitivos.
El dios judío no renegaba de la existencia de esos rivales, sólo
que no quería que su pueblo los adorase a su lado, porque ante
todo Jehová
era un dios muy envidioso y su primer mandamiento fue éste:
"Soy el señor tu Dios y no adorarás a otros dioses más que a mí."
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 17:03




Jehová no fue más que un esbozo primero, muy material, muy
grosero del idealismo moderno. No era, por lo demás, sino un
dios nacional,
como el dios ruso que adoran los generales rusos súbditos del zar
y patriotas del imperio de todas las Rusias, como el dios alemán
que, sin
duda, van a proclamar bien pronto los pietistas y los generales
alemanes súbditos de Guillemio I, en Berlín. El ser supremo no
puede ser un
Dios nacional, debe ser el de la humanidad entera. El ser supremo
no puede ser tampoco un ser material, debe ser la negación de
toda
materia, el espíritu puro. Para la realización del culto del ser
supremo han sido necesarias dos cosas: 1º) una realización de la
humanidad por
la negación de las nacionalidades y de los cultos nacionales; 2º)
un desenvolvimiento ya muy avanzado de las ideas metafísicas
para
espiritualizar al Jehová tan grosero de los judíos.
La primera condición fue cumplida por los romanos de una
manera muy negativa, sin duda: por la conquista de la mayor
parte de los países
conocidos de los antiguos y por la destrucción de sus instituciones
nacionales. Gracias a ellos el altar de un dios único y supremo
pudo
establecerse sobre las ruinas de otros millares de altares
nacionales. Los dioses de todas las naciones vencidas, reunidos en
el Panteón, se
anularon mutuamente. Ese fue el primer esbozo, muy tosco y por
completo negativo, de la humanidad. En cuanto a la segunda
condición, la
espiritualización de Jehová, fue realizada por los griegos mucho
antes de la conquista de su país por los romanos. Ellos fueron los
creadores
de la metafísica. Grecia, en su cuna histórica, había encontrado un
mundo divino que se estableció definitivamente en la fe
tradicional de sus pueblos; ese mundo le había sido legado y materialmente
aportado por el Oriente. En su período instintivo, anterior a su
historia política, lo
había desarrollado y humanizado prodigiosamente por sus poetas,
y cuando comenzó propiamente su historia tenía una religión
hecha, la más
simpática y la más noble de todas las religiones que hayan
existido jamás, en cuanto una religión, es decir, una mentira,
pueda ser noble y
simpática. Sus grandes pensadores -y ningún pueblo los tuvo
mayores que Grecia- al encontrar el mundo divino establecido, no
sólo fuera del
pueblo, sino también en él mismo como hábito de sentir y de
pensar, lo tomaron necesariamente por punto de partida. Fue ya
mucho que no
hicieran teología, es decir, que no perdieran el tiempo en
reconciliar la razón naciente con los absurdos de tal o cual otro
Dios, como lo
hicieron en la Edad Media los escolásticos. Dejaron a los dioses
fuera de sus especulaciones y se asociaron directamente a la idea
divina,
una, invisible, omnipotente, eterna y absolutamente espiritualista,
pero no personal. Desde el punto de vista del espiritualismo, los
metafísicos
griegos fueron, mucho más que los judíos, los creadores del dios
cristiano. Los judíos no han añadido más que la brutal
personalidad de su
Jehová.
Que un genio sublime como el gran Platón haya podido estar
absolutamente convencido de la realidad de la idea divina, eso nos
demuestra
cuán contagiosa es, cuán omnipotente es la tradición de la locura
religiosa, aun en relación con los más grandes espíritus. Por lo
demás, no
hay que, asombrarse, pues aún en nuestros días, el mayor genio
que ha existido después de Aristóteles y Platón, Hegel, a pesar de
la crítica por lo demás imperfecta y muy metafísica de Kant, que había
demolido la objetividad o la realidad de las ideas divinas, se ha
esforzado por
reinstaurarlas de nuevo sobre su trono trascendente o celeste. Es
verdad que procedió de una manera tan poco cortés que ha
matado
definitivamente al buen dios, ha quitado a esas ideas su corona
divina, mostrando a quien supo leerlo que no fueron nunca más
que una pura
creación del espíritu humano que recorrió la historia en busca de
sí mismo. Para poner fin a todas las locuras religiosas y al milagro
divino, no
le hacía falta más que pronunciar una gran definición que fue
dicha después de él, casi al mismo tiempo, por otros dos grandes
espíritus, sin
ningún acuerdo mutuo y sin que hubiesen nunca oído hablar uno
del otro: por Ludwig Feuerbach, el discípulo y el demoledor de
Hegel, en
Alemania, y por August Comte, el fundador de la fisoiofía
positiva, en Francia. He aquí esa definición:
"La metafísica se reduce a la psicología."
 
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leviathan1
view post Posted on 15/10/2008, 17:05




Todos los sistemas de metafísica no han sido más que la
psicología humana que se desarrolla en la historia.
Ahora ya no nos es difícil comprender cómo han nacido las ideas
divinas, cómo han sido creadas sucesivamente por la facultad
abstractiva del
hombre. Pero en la época de Platón ese conocimiento era
imposible. El espíritu colectivo, y por consiguiente también el
espíritu individual, aun
el del mayor genio, no estaba maduro para eso. Apenas había
dicho con Sócrates: "Conócete a ti mismo". Ese conocimiento de
sí mismo no
existía más que en el estado de intuición; en realidad era nulo. Era
imposible que el espíritu humano imaginase que era él el único
creador del mundo divino. Lo encontró ante él, lo encontró como historia,
como sentimiento, como hábito de pensar, e hizo necesariamente
de él un objeto
de sus más elevadas especulaciones. Así es como nació la
metafísica y como las ideas divinas, bases del espiritualismo,
fueron desarrolladas
y perfeccionadas.
Es verdad que después de Platón hubo en el desenvolvimiento del
espíritu como un movimiento inverso. Aristóteles, el verdadero
padre de la
ciencia y de la filosofía positiva, no negó el mundo divino, sino
que se ocupó de él lo menos posible. Fue el primero que estudió
como un
analista y un experimentador que era, la lógica, las leyes del
pensamiento humano, y al mismo tiempo el mundo físico, no en
su esencia ideal,
ilusoria, sino en su aspecto real. Sus seguidores, los griegos de
Alejandría, establecieron la primera escuela de científicos
positivos. Fueron
ateos. Pero su ateísmo quedó sin influencia en sus
contemporáneos. La ciencia tendió más y más a aislarse de la
vida. Después de Platón la
idea divina fue rechazada de la metafísica misma; eso hicieron los
epícúreos y los escépticos, dos sectas que contribuyeron mucho a
depravar
la aristocracia humana pero que permanecieron sin influencia
alguna sobre las masas.
Otra escuela infinitamente más influyente sobre las asas se formó
en Alejandría. Fue la escuela de los neoplatónicos. Confundiendo
en una
mezcolanza impura las imaginaciones monstruosas de Oriente con
las ideas e Platón, ellos fueron los verdaderos preparadores y más
tarde
los elaboradores de los dogmas cristianos.
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 17:06




Por consiguiente, el egoísmo personal y grosero de Jehová, la
dominación no menos brutal y grosera de los romanos y la ideal
especulación
metafísica de los griegos, materializada por el contacto del
Oriente, tales fueron los tres elementos históricos que
constituyeron a religión
espiritualista de los cristianos.
Para establecer sobre las ruinas de sus altares tan numerosos el
altar de un dios único y supremo, amo del mundo, ha sido preciso
que fuera
destruida primero la existencia autónoma de las diferentes
naciones que imponían el mundo pagano o antiguo. Es lo que
hicieron brutalmente
los romanos que, al conquistar la mayor parte del mundo
conocido de los antiguos, crean en cierto modo el primer esbozo,
sin duda por
completo negativo y burdo, de la humanidad.
Un dios que se levantaba así por encima de todas las diferencias
nacionales, tanto materiales como sociales, de todos los países,
que era
como su negación directa debía ser necesariamente un ser
inmaterial y abstracto. Pero la fe tan difícil en la existencia de un
ser semejante no
ha podido nacer de un solo golpe. Por tanto, como lo he
demostrado en el mencionado Apéndice Consideracíones
filosóficas, fue largamente
preparada y desarrollada por la metafísica griega, la primera en
establecer de una manera filosófica la noción de la idea divina,
modelo
eternamente creador y siempre reproducido por el mundo visible.
Pero la divinidad concebida y creada por la filosofía griega era
una divínidad
impersonal, pues ninguna metafísica, si es consecuente y seria, se
podía elevar, o más bien rebajar, a la idea de un dios personal. Ha
sido preciso encontrar, pues, un dios que fuese único y que fuese muy
personal a la vez. Se encontró en la persona, muy brutal, muy
egoísta, muy
cruel de Jehová, el dios nacional de los judíos. Pero los judíos, a
pesar de ese espíritu nacional exclusivo que los distingue aún hoy,
se habían
convertido de hecho, mucho antes del nacimiento de Cristo, en el
pueblo más internacional del mundo. Arrastrados en parte como
cautivos,
pero mucho más aún por esa pasión mercantil que constituye uno
de los rasgos principales de su carácter nacional, se habían
esparcido por
todos los países, llevando a todas partes el culto a Jehová, al que
se volvían tanto más fieles cuanto más los abandonaba.
En Alejandría, ese Dios terrible de los judíos conoció
personalmente la divinidad metafísica de Platón, ya muy
corrompida por el contacto con
el Oriente y que se corrompió más aún después por el suyo. A
pesar de su exclusivismo nacional, envidioso y feroz, no pudo
resistir a la larga
los encantos de esa divinidad ideal e impersonal de los griegos. Se
casó con ella, y de ese matrimonio nació el dios espiritualista -no
espiritual- de los cristianos. Se sabe que los neoplatónicos de
Alejandría fueron los principales creadores de la teología
cristiana.
 
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leviathan1
view post Posted on 15/10/2008, 17:07




Pero la teología no constituye todavía la religión, como los
elementos históricos no bastan para crear la historia. Yo llamo
elementos históricos
a las disposiciones y condiciones generales de un
desenvolvimiento real cualquiera: por ejemplo, en este caso, la
conquista de los romanos y
el encuentro del dios de los judíos con la divinidad ideal de los
griegos. Para fecundar los elementos históricos, para hacerles
producir una serie de transformaciones históricas nuevas, es preciso un hecho
vivo, espontáneo, sin el cual harían podido quedar muchos siglos
aún en
estado de elementos, sin producir nada. Este hecho no faltó al
cristianismo: fue la propaganda, el martirio y la muerte de Jesús.
No sabemos casi nada de ese grande y santo personaje; todo lo
que los evangelios nos dicen es tan contradictorio y tan fabuloso
que apenas
podemos tomar de allí algunos rasgos reales y vivientes. Lo que
es cierto es que fue el predicador del pobre pueblo, el amigo, el
consolador
de los miserables, de los ignorantes, de los esclavos y de las
mujeres, y que fue muy amado por éstas. Prometió a todos los que
eran
oprimidos, a todos los que sufrían aquí abajo -y el número es
inmenso-, la vida eterna. Fue, como es natural, crucificado por los
representantes
de la moral oficial y del orden público de la época. Sus discípulos,
y los discípulos de sus discípulos, pudieron esparcirse, gracias a la
conquista de los romanos, que habían destruido las barreras
nacionales y llevaron, en efecto, la propaganda del evangelio a
todos los países
conocidos de los antiguos. En todas partes fueron recibidos con
los brazos abiertos por los esclavos y por las mujeres, las dos
clases más
oprimidas, las que más sufrían y naturalrnente también las más
ignorantes del mundo antíguo. Si hicieron algunos prosélitos en el
mundo
priviegiado e instruido, no lo debieron, en gran parte, mas que a la
influencia de las mujeres. Su propaganda más amplia se ejerció
casi
exclusivamente en el pueblo, tan desgraciado como embrutecido
por la esclavitud. Ese fue el primer despertar, la primera rebelión
del
proletariado.
 
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nubarus
view post Posted on 15/10/2008, 17:09




El gran honor del cristianismo, su mérito incontestable y todo el
secreto de su triunfo inaudito y por otra parte en absoluto
legítimo, fue el de
haberse dirigido a ese público doliente e inmenso, a quien el
mundo antiguo, que constituía una aristocracia intelectual y
política estrecha y
feroz, negaba hasta los últimos atributos y los derechos más
elementales de la humanidad. De otro modo no habría podido
nunca difundirse.
La doctrina que enseñaban los apóstoles de Cristo, por
consoladora que haya podido aparecer a los desgraciados, era
demasiado repulsiva,
demasiado absurda desde el punto de vista de la razón humana,
para que los hombres ilustrados hubieran podido aceptarla. ¡Con
qué triunfo
habla el apóstol San Pablo del escándalo de la fe y del triunfo de
esa divina locura rechazada por los poderosos y los sabios del
siglo, pero
tanto más apasionadamente aceptada por los sencillos, por los
ignorantes y por los pobres de espíritu!
En efecto, era preciso un profundo descontento de la vida, una
gran sed del corazón y una pobreza poco menos que absoluta de
espíritu para
aceptar el absurdo cristiano, el más atrevido y monstruoso de
todos los absurdos religiosos.
No era sólo la negación de todas las instituciones políticas,
sociales y religiosas de la antigüedad: era el derrumbamiento
absoluto del sentido
común y de toda razón humana. El ser efectivamente existente, el
mundo real, fue considerado en lo sucesivo como la nada;
producto de la
facultad abstracta del hombre, la última, la suprema abstracción,
en la que esa facultad, habiendo superado todas las cosas
existentes y hasta las determinaciones más generales del ser real, tales como las
ideas del espacio y del tiempo, no teniendo nada que superar ya,
se reposa en
la contemplación de su vacío y de la inmovilidad absoluta; esta
abstracción, este caput mortuum absolutamente vacío de todo
contenido, el
verdadero nada, Dios, es proclamado el único real, eterno,
omnipotente. El Todo real es declarado nulo, y el nulo absoluto,
es declarado el
Todo. La sombra se convierte en el cuerpo y el cuerpo se
desvanece como una sombra.
Eso fue de una audacia y un absurdo inauditos, el verdadero
escándalo de la fe, el triunfo de la tontería creyente sobre el
espíritu, para las
masas; y para algunos, la ironía triunfante de un espíritu fatigado,
corrompido, desilusionado y disgustado de la investigación
honesta y seria
de la verdad; la necesidad de aturdirse y de embrutecerse,
necesidad que se encuentra a menudo en los espíritus extenuados:
Credo quod
absurdum.
Creo lo absurdo; y no creo sólo lo absurdo; creo precisamente y
sobre todo en ello porque es absurdo. Es así como muchos
espíritus
distinguidos y esclarecidos de nuestros días creen en el
magnetismo animal, en el espiritismo, en las mesas móviles -y
¿por qué ir tan lejos?-:
creen en el cristianismo, en el idealismo, en Dios.
La creencia del proletariado antiguo, lo mismo que la de las
masas modernas después, era más robusta, de gusto menos
elevado y más
sencillo. La propaganda cristiana se había dirigido a su corazón,
no a su espítu; a sus aspiraciones eternas, a sus sufrimientos, a su
esclavitud, no a su corazón que dormía aún y para la cual las contradicciones
lógicas, la evidencia del absurdo, no podían existir, por
consiguiente. La sola
cuestión que le interesaba era saber cuándo sonaría la hora de la
liberación prometida, cuándo llegaría el reino de Dios. En cuanto
a los
dogmas teológicos, no se preocupaba de ellos, porque no los
comprendía de ningún modo. El proletariado convertido al
cristiamo constituía la
potencia material ascendente, no el pensamiento teórico.
 
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samael69
view post Posted on 15/10/2008, 17:12




En cuanto a los dogmas cristianos, fueron elaborados, como se
sabe, en una serie de trabajos teológicos, literarios, y en los
concilios,
principalmente por los neoplatónicos convertidos del Oriente. El
espíritu griego había caído tan bajo que en el cuarto siglo de la
Era Cristiana,
época del primer concilio, ya encontramos la idea de un Dios
personal, espíritu puro, eterno absoluto, creador y señor supremo
del mundo, con
existencia fuera del mundo, unánimemente aceptada por todos los
padres de la Iglesia; y como consecuena lógica de este absurdo
absoluto,
la creencia desde entonces natural y necesaria en la inmaterialidad
y en la inmortalidad del alma humana, alojada y aprisionada en un
cuerpo
mortal, pero mortal sólo en parte; porque en ese cuerpo mismo
hay una parte que, aun siendo corporal, es inmortal como el alma
y debe
reucitar como el alma. ¡Tan difícil ha sido, aun para los padres de
la Iglesia, representarse el espíritu puro al margen de toda forma
corporal!
Es preciso observar que, en general, el carácter de o razonamiento
teológico y metafísico también, es tratar de explicar un absurdo
por otro.
Ha sido una dicha para el cristianismo haber hallado el mundo de
los esclavos. Tuvo otra dicha: la invasión de los bárbaros. ¡Los
bárbaros
eran buenas gentes, llenas de fuerza natural y sobre todo animadas
e impulsadas por una gran necesidad y por una gran capacidad de
vivir;
bandidos a toda prueba, capaces de devastarlo todo y de arrasarlo
todo, lo mismo que sus sucesores, los alemanes actuales; mucho
menos
sistemáticos y pedantes en su bandolerismo que estos últimos,
mucho menos morales, menos sabios; pero por el contrario,
mucho más
independientes y más altivos, capaces de ciencia y no incapaces
de libertad, como los burgueses de la Alemania moderna. Pero
con todas
estas grandes cualidades, no eran nada más que bárbaros, es decir,
tan indiferentes como los esclavos antiguos -de los cuales
muchos, por lo
demás, pertenecían a su raza- con respecto a todas las cuestiones
de la teología y de la metafísica. De suerte que una vez rota su
repugnancia
práctica, no fue difícil convertirlos teóricamente al cristianismo.
Durante diez siglos consecutivos, el cristianismo, armado de la
omnipotencia de la Iglesia y del Estado, y sin concurrencia alguna
de parte de
unos o de otros, pudo depravar, bastardear y falsear el espíritu de
Europa. No tuvo concurrentes, puesto que fuera de la Iglesia no
había
pensadores, ni aun gentes instruidas. Si se levantaron herejías en
su seno, no atacaron nunca más que los desenvolvimientos
teológicos
prácticos del dogma fundamental, no el dogma mismo. La
creencia en Dios, espíritu puro y creador del mundo, y la creencia
en la
inmaterialidad del alma permanecieron intactas. Esta doble
creencia se convirtió en la base ideal de toda la civilización
occidental y oriental de Europa, y penetró, se encarnó en todas las instituciones, en todos
los detalles de la vida, tanto pública como privada de todas las
clases como
de las masas.
 
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50 replies since 14/10/2008, 12:29   1192 views
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