El Anticristo, Nietzsche

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samael69
view post Posted on 27/10/2008, 02:42




30

El odio instintivo contra la realidad es consecuencia de una
extrema incapacidad de sufrimiento y de irritación, que no quiere ya ser
en general tocada, porque de todo contacto recibe una impresión
demasiado profunda.
La exclusión instintiva de todo lo que nos repugna, de toda
enemistad, de todo límite y distancia en el sentimiento, es consecuencia
de una extrema incapacidad de sufrimiento y de irritación, que siente ya
como un dolor intolerable (o sea como nocivo, como desaconsejado por
el instinto de conservación) toda resistencia, toda necesidad de resistir,
y sólo conoce la beatitud (el placer) en no oponerse ya a nada, ni al
alma ni al bien, y considerar el amor como la única, como la última
posibilidad de vida.
Estas son las dos realidades fisiológicas sobre las cuales y de las
cuales ha crecido la doctrina de la redención.
La llamo un sublime ulterior desarrollo del hedonismo sobre bases
completamente morbosas. Contiguo a éste, si bien con fuerte adición de
vitalidad y fuerza nerviosa griega, está el epicureismo, la doctrina
pagana de la redención. Epicuro fue un decadente típico: yo fui el
primero en reconocerle como tal. El miedo al dolor, hasta de lo que en el
dolor hay de infinitamente pequeño, no puede fundar otra cosa que una
religión del amor.
 
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leviathan1
view post Posted on 27/10/2008, 02:43




31

Por anticipado he dado mi respuesta al problema. Su premisa es
ésta: que el tipo del Redentor nos ha sido transmitido de un modo
completamente desfigurado. Esta desfiguración tiene en si mucha
verosimilitud: semejante tipo no podía, por muchas razones, subsistir
puro, entero. El ambiente en que se movió esta extraña figura debió
dejar huellas en él, y aún más la historia, la índole de las primeras
comunidades cristianas: esta índole, reaccionando sobre el tipo, lo
enriqueció con rasgos que se deben interpretar como motivados por el
proselitismo y con fines de propaganda. Aquel mundo extraño y
enfermizo en que nos introducen los Evangelios, un mundo que parece
salido de una novela rusa, en que los desechos de la sociedad, las
enfermedades nerviosas y un pueril idiotismo parecen darse cita, debe
en todo caso haber formado el tipo más grosero: particularmente los
primeros discípulos traducen en su propia crudeza un ser ondulante
constantemente entre símbolos y cosas incomprensibles, para poder
comprender de ellos alguna cosa; para ellos, el tipo no existió hasta que
pudo ser adaptado a otras formas más conocidas. El profeta, el Mesías,
el futuro juez, el maestro de moral, el taumaturgo, Juan Bautista,
fueron otras tantas ocasiones para hacer que variase el tipo...
Finalmente, no despreciemos lo que es propio de toda gran
veneración, especialmente de una veneración sectaria; ésta borra en la
criatura venerada los rasgos originales, a menudo penosamente
extraños y las idiosincrasias: ni los ve siquiera. Habría que lamentar que
un Dostoyevsky no hubiera vivido cerca de este interesantísimo
decadente, o sea un hombre que supiera sentir precisamente el encanto
irresistible de semejante mezcla de sublimidad, de enfermedad y de
puerilidad. Un último punto de vista: el tipo podría, en calidad de tipo de
decadencia, haber sido efectivamente múltiple y contradictorio de modo
particular: no se puede excluir totalmente tal posibilidad. Sin embargo,
todo nos induce a negarla; precisamente en este caso la tradición
debería ser notablemente fiel y objetiva; pero nosotros tenemos para
admitir lo contrario de esto. Entretanto, es manifiesta una contradicción
entre el predicador de la montaña del lago y de las campos, cuya
aparición exige una especie de Buda sobre un terreno mucho menos
indio, y aquel fanático del ataque, aquel enemigo mortal da los teólogos
y de los sacerdotes, que la malignidad de Renan glorificó como le grand
maître en ironie. Yo mismo no dudo que una cantidad copiosa de bilis (y
hasta de esprit) se haya vertido sobre el tipo del maestro por el estado
de ánimo excitado de la propaganda cristiana: se conoce muy bien la
falta de escrúpulos de todos los sectarios cuando hacen la propia
apología partiendo de su maestro. Cuando la primera comunidad
necesitó de un teólogo judicante, litigante, furioso, malignamente sutil,
contra los teólogos, se creó su Dios según sus necesidades: y sin
ambages puso en su boca aquellos conceptos totalmente no evangélicos
de que no podía prescindir, los del retorno, del juicio final, de toda clase
de expectaciones y promesas temporales...
 
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astaroth1
view post Posted on 27/10/2008, 02:44




32

Insisto que no admito que se introduzca el fanático en el tipo del
redentor: la palabra impérieux, de que se sirve Renan, ya basta por si
sola para anular el tipo. La buena nueva es precisamente ésta, que ya
no hay contradicciones; el reino de los cielos pertenece a los niños: la fe
que se hace sentir no es una fe conquistada, existe, es desde el
principio, es por decirlo así, una puerilidad referida al campo espiritual.
El caso de la pubertad retrasada y no desarrollada en el organismo,
como lógica consecuencia de la degeneración, es familiar por lo menos a
los fisiólogos.
Semejante fe no se encoleriza, no censura, no se defiende, no
empuña la espada, no sospecha siquiera en qué medida podría un día
dividir a los hombres. No se demuestra ní con los milagros, ni con
premios. ni con promesas, y mucho menos con la escritura: ella misma
es en todo momento su milagro, su premio, su demostración, su reino
de Dios. Esta fe no se formula siquiera, vive y se guarda de las
fórmulas. Ciertamente, el caso del ambiente, de la lengua, de la
educación, determina cierto círculo de ideas: el cristianismo primitivo
manipula únicamente ideas semítico-judaicas (el comer y beber en la
Santa Cena forma parte de tales ideas; de esta idea abusó malamente
la Iglesia, como de todo lo Judaico). Pero cuidémonos de ver en esto
más que un lenguaje figurado, una semiótica, una ocasión de crear
símbolos. Para este antirrealista el hecho de que ninguna palabra fuera
tomada a la letra era la condición preliminar para poder hablar en
general. Entre los indios se habría servido de las ideas de Sankhyam,
entre los chinos, de las de Laotse, sin encontrar diferencias entre éstas.
Con una cierta tolerancia en la expresión, podríamos decir de Jesús que
era un espíritu libre, rechazaba todo lo dogmático: la letra mata, todo lo
que es dogmático mata. El concepto, la experiencia, la vida, como sólo
él la conoce, se opone para él a toda especie de palabra, de fórmula, de
ley, de fe, de dogma. Sólo habla de lo más entrañable: vida, o verdad, o
luz son las palabras de que se sirve para indicar las cosas más íntimas;
todo lo demás, toda la realidad, toda la naturaleza, la lengua misma,
sólo tiene para él el valor de un signo, de un símbolo
En este punto no debemos engañarnos, por grande que sea la
seducción que existe en el prejuicio cristiano, o mejor, eclesiástico:
semejante simbolista por excelencia está fuera de toda religión, de toda
idea de culto, de toda historia, de toda ciencia natural, de toda
experiencia del mundo, de toda ciencia, de toda política, de toda
sicología, de todos los libros y de todas las artes; su sabiduría consiste
precisamente en que creer que existan cosas de este género es pura
locura. La cultura no le es conocida ni de oídas, no tiene necesidad de
luchar contra ella, no la niega... Lo mismo se puede decir del Estado, de
toda organización y de la sociedad burguesa, del trabajo, de la guerra;
no tuvo nunca motivo para negar el mundo, ni siquiera sospechó el
concepto eclesiástico del mundo...; precisamente lo que no puede hacer
es negar.
También falta la dialéctica, falta la idea de que una fe, una verdad,
puede ser demostrada con argumentos (sus pruebas son luces internas,
sentimientos internos de placer y afirmaciones internas de si mismo,
simples pruebas de Fuerza).
Semejante doctrina no puede ni siquiera contradecir: no
comprende que haya otras doctrinas, que pueda haberlas; no sabe
imaginar un criterio opuesto... Cuando lo encuentra se entristece, por
íntima compasión, de la ceguera – porque ve la luz –, pero no hace
objeciones.
 
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belzebuth666
view post Posted on 27/10/2008, 02:45




33

En toda la sicología del Evangelio falta el concepto de culpa y
castigo y asimismo el de recompensa. El pecado, cualquier relación de
distancia entre Dios y el hombre, es abolido: precisamente ésta es la
buena nueva. La felicidad no es prometida, no está sujeta a condiciones,
es la única realidad; lo demás son signos que sirven para hablar de
ella...
La consecuencia de tal estado de ánimo se proyecta en una nueva
práctica, en la verdadera práctica evangélica. Lo que distingue al
cristiano no es una fe: el cristiano obra, se distingue, por otro modo de
obrar. Se distingue en que no ofrece resistencia, ni con sus palabras ni
con su corazón, a quien le hace daño; no hace diferencia entre
extranjero y conciudadano, entre hebreos y no hebreos (el prójimo es
realmente el compañero de fe, el hebreo); el que no se encoleriza
contra nadie ni desprecia a nadie; el que no se deja ver en los en los
tribunales ni reclama cosa alguna (no jurar ); el que en ningún caso, ni
siquiera cuando esta demostrada la infidelidad de la mujer, se separa
de su mujer. Todo esto en el fondo es un solo principio, es consecuencia
de un solo instinto.
La vida del redentor no fue otra cosa que esta práctica, su misma
muerte no fue nada más... No tenía ya necesidad de formulas ni de ritos
en sus relaciones para con Dios, ni siquiera de la oración. (Quiso
prescindir de toda la doctrina judaica, de la penitencia y de la
reconciliación: sabe que únicamente la práctica de la vida es la que hace
que el hombre se sienta divino, bienaventurado, evangélico, en todo
tiempo hijo de Dios. No penitencia, no la "oración" para obtener el
"perdón" son las vías que conducen a Dios: únicamente la práctica
evangélica conduce a Dios, ¡ella es precisamente "Dios"!
Lo que suprimió el evangelio fue el judaísmo de las ideas de
pecado, perdón de pecado, fe, salvación mediante la fe; toda la doctrina
eclesiástica judía fue negada en la buena nueva.
El profundo instinto del modo como se debe vivir para sentirse en
el cielo, para sentirse eterno, mientras que con toda otra actitud no se
siente uno en el cielo: esta únicamente es la realidad psicológica de la
redención. Una nueva conducta, no una nueva fe...
 
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satanas1
view post Posted on 27/10/2008, 02:46




34

Si yo entiendo algo de este gran simbolista, es el hecho de que
tomó como realidades, como verdades, únicamente las realidades
interiores, que comprendió todo lo demás, todo lo que es natural: el
tiempo, el espacio, la historia, como signos, como ocasiones para
imágenes. La idea de hijo del hombre no es la de una persona concreta,
perteneciente a la historia, algo de singular, de único, sino un hecho
eterno, un símbolo psicológico separado de la noción de tiempo. Lo
mismo puedo decir, y en el más alto sentido, del Dios de este simbolista
típico, del reino de Dios, del reino de los cielos; de la cualidad de hijos
de Dios. Nada menos cristiano que la crudeza de la iglesia, que imagina
un Dios como una persona, un reino de Dios que viene, un reino de los
cielos puesto más allá, un hijo de Dios que es la segunda persona de la
trinidad. Todo esto es – perdóneseme la expresión – un puñetazo en los
ojos ( ¡oh, y sobre qué ojos!) del Evangelio: un cinismo histórico
mundial en la irrisión del símbolo... Y, sin embargo, es evidente lo
indicado con los signos de padre y de hijo (no es evidente para todos, lo
admito); con la palabra hijo se expresa la introducción en un
sentimiento de transfiguración de todas las cosas (la beatitud); con la
palabra padre se expresa este mismo sentimiento: el sentimiento de la
eternidad y de la perfección. Me avergüenzo de pensar lo que la Iglesia
ha hecho de este símbolo: ¿No ha puesto en el umbral de la fe cristiana
una historia de Anfitrión? ¿Y no ha añadido un dogma de la inmaculada
concepción? Pero de este modo ha maculado la concepción...
El reino de los cielos es un estado del corazón, no una cosa que
advierte en la tierra o después de la muerte. Todo el concepto de la
muerte natural falta en el Evangelio; la muerte no es un puente, un
paso; falta porque es propia de un mundo completamente diverso,
puramente aparente, útil sólo para fabricar signos con que expresarnos.
La hora de la muerte no es un concepto cristiano: la hora, el tiempo, la
vida física y sus crisis no existen para el maestro de la buena nueva... El
reino de Dios no es cose esperada: no tiene un ayer ni un mañana, no
llegará dentro de mil años, es una esperanza de un corazón, está en
todas partes y en ninguna...
 
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samael69
view post Posted on 27/10/2008, 02:47




35

Este dulce mensajero murió como vivió, como enseñó; no para
redimir a los hombres, sino para mostrar cómo se debe vivir. Lo que
dejó como legado a la humanidad es una práctica: su actitud frente a
los jueces, esbirros, acusadores y cualquier clase de calumnia y de
escarnio, su actitud en la cruz. No resiste, no defiende su derecho, no
da un paso para alejar de si la ruda suerte, antes por el contrario, la
provoca... Y ruega, sufre, ama con aquello, en aquellos que hacen el
mal... No defenderse, no indignarse, no atribuir responsabilidad... Pero
igualmente no resistir al mal amarlo...
 
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nubarus
view post Posted on 27/10/2008, 02:48




36

Sólo nosotros, espíritus libres, poseemos las condiciones
necesarias para comprender una cosa que diecinueve siglos no han
comprendido: aquella probidad convertida en instinto y pasión que hace
la guerra a la santa mentira, aún mas que a toda otra mentira... Se
estaba infinitamente lejos de nuestra neutralidad amorosa y prudente,
de aquella disciplina del espíritu que únicamente hace posible adivinar
cosas tan extrañas a nosotros, tan delicadas: se quiere siempre, con
desvergonzado egoísmo, ver en aquellas cosas únicamente el propio
provecho: se ha fundado la Iglesia sobre lo contrario del Evangelio...
El que buscara indicios de este hecho, de que detrás del gran
teatro de los mundos hay una divinidad irónica que maneja los hilos, no
encontraría confirmación alguna en aquel prodigioso punto de
interrogación que se llama cristianismo. En vano se busca una forma
muy grande de ironía en la historia mundial que ésta: que la humanidad
se arrodilla ante lo contrario de lo que fue el origen, el sentido, el
derecho del Evangelio; que en el concepto de Iglesia ha santificado
precisamente lo que el dulce mensajero considera por bajo de sí, detrás
de si.
 
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leviathan1
view post Posted on 27/10/2008, 02:50




37

Nuestra época blasona de su sentido histórico: ¿cómo ha podido
imponerse el absurdo de que en los comienzos del cristianismo se
encuentre la grosera fábula de un taumaturgo y de un redentor, y que
todo el elemento espiritual y simbólico sea sólo un desarrollo más
tardío? Y a la inversa, la historia del cristianismo – a partir de la muerte
en la cruz – es la historia del error, cada vez más grosero, de un
simbolismo originario. Con la difusión del cristianismo sobre masas aún
más vastas, aún más rudas, a las que les faltaban siempre las premisas
de que el cristianismo partió, se hizo cada vez más necesario vulgarizar,
barbarizar el cristianismo: éste absorbió en si doctrinas y ritos de todos
los cultos subterráneos del imperium romanum, los absurdos de todas
las razones e imaginaciones enfermas. El destino del cristianismo
consiste en la necesidad de que su fe se contaminara de esta
enfermedad, se hiciera baja, vulgar, como enfermizas, bajas y vulgares
eran las necesidades que se pretendía satisfacer con ella. Finalmente, la
barbarie enfermiza se adicionó para formar el poder en calidad de
Iglesia: de Iglesia, que es la forma de la enemistad formal contra toda
probidad, contra toda alteza de ánima, contra toda disciplina del
espíritu, contra toda generosa y buena humanidad. Los valores
cristianos por una parte, los nobles por otra: ¡nosotros los primeros,
nosotros espíritus libres, hemos restablecido este contraste de valores,
el mayor que existe!
 
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astaroth1
view post Posted on 27/10/2008, 02:51




38

Al llegar aquí no puedo contener un suspiro. Hay días en que
anida en mi en sentimiento más negro que la más negra melancolía: el
desprecio de los hombres. Y para que no quede duda sobre lo que yo
desprecio y a quién desprecio, diré que desprecio al hombre moderno, al
hombre del cual yo soy desgraciadamente contemporáneo. El hombre
de hoy... Su impura respiración me ahoga. Contra el pasado, yo, como
todos los estudiosos, alimento una gran tolerancia, es decir, me hago
generosamente violencia a mi mismo: yo atravieso el mundo-manicomio
de milenios enteros con prudencia tétrica, ya se llame cristianismo, o fe
cristiana o Iglesia cristiana; me guardo mucho de hacer a la humanidad
responsable de las enfermedades que han afligido su espíritu. Pero mi
sentimiento se rebela apenas me interno en los tiempos modernos, en
nuestro tiempo.
Nuestro tiempo es sabio... Lo que en otro tiempo era simplemente
malsano, hoy es indecente, es indecente ser hoy cristiano. Y aquí
comienza mi náusea. Yo miro en torno a mi: ya no queda una palabra
de todo lo que en otro tiempo se llamaba verdad; nosotros no podemos
ya soportar que un sacerdote pronuncie solamente la palabra verdad.
Aun teniendo las más modestas pretensiones a la probidad, hoy se debe
saber que un teólogo, un sacerdote, un Papa, con cualquier frase que
pronuncia no sólo se equivoca, sino que miente, y que no es ya libre de
mentir por inocencia, por ignorante. También sabe el sacerdote, como lo
sabe cualquiera, que no hay Dios, ni pecado, ni redentor; que libre
albedrío y orden moral del mundo son mentiras: la seriedad, la profunda
victoria del espíritu sobre si mismo no permiten ya a nadie que sea
ignorante sobre estas cosas... Todas las concepciones de la Iglesia son
reconocidas por lo que son, como la más triste acuñación de moneda
falsa que ha existido hecha con el fin de desvalorizar la Naturaleza y los
valores naturales: el sacerdote mismo es reconocido como lo que es,
como la más peligrosa especie de parásito, como la verdadera araña
venenosa de la vida... Nosotros sabemos, nuestra conciencia sabe hoy,
qué valen en general aquellas funestas ínvenciones de los sacerdotes y
de la iglesia, de qué servirán, esto es, para conseguir aquel estado de
damnificación de la humanidad, cuyo espectáculo produce náuseas, los
conceptos de más allá, juicio final, inmortalidad del alma, el alma
misma, sin instrumentos de tortura y sistemas de crueldad, en virtud de
los cuales el sacerdote se hizo el amo y siguió siendo el amo... Todos
saben esto, y sin embargo todo sigue igual. Donde ha ido a parar el
último sentimiento del decoro, del respeto de si mismo, si hasta
nuestros hombres de Estado – por lo demás, una especie de hombres y
de anticristianos bastante descocada en la práctica – se llamean aun hoy
cristianos y toman la comunión?
¡Un joven príncipe a la cabeza de sus regimientos, espléndido
como expresión del egoísmo y de la elevación de su pueblo, profesa sin
pudor el cristianismo! Pero ¿que es lo que niega el cristianismo? ¿Qué es
lo que llama mundo? El hecho de ser soldado, de ser juez, de ser
patriota; el de defenderse, de atenerse al propio honor, de querer el
propio provecho, de ser orgulloso... Toda práctica de cada momento,
todo instinto, toda valoración que se convierte en hecho es hoy
anticristiana; ¿qué aborto de falsedad debe ser el hombre moderno para
no avergonzarse todavía de llamarse cristiano!
 
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belzebuth666
view post Posted on 27/10/2008, 02:52




39

Retrocedamos y contemos la verdadera historia del cristianismo.
Ya la palabra cristiano es un equivoco: en el fondo no hubo más que un
cristiano, y éste murió en la cruz. El Evangelio murió en la cruz. Lo que
a partir de aquel momento se llamó evangelio era lo contrario de lo que
él vivió; una mala nueva, un Dysangelium. Es falso hasta el absurdo ver
la característica del cristiano en una fe, por ejemplo, en la fe de le
redención por medio de Cristo; únicamente la práctica cristiana, el vivir
como vivió el que murió en la cruz es lo cristiano... Aun hoy, tal vida es
posible para ciertos hombres, y hasta necesaria: el verdadero, el
originario cristianismo será posible en todos los tiempos. No una
creencia, sino un obrar, sobre todo, un no hacer muchas cosas, un ser
de otro modo... Los estados de conciencia, por ejemplo, una fe, un tener
por verdadero – toda sicología sobre este punto – son perfectamente
indiferentes y de quinto orden, comparados con los valores de los
instintos; hablando más rigurosamente, toda la noción de causalidad
espiritual es falsa. Reducir el hecho de ser cristianos, la cristiandad, al
hecho de tener una cosa por verdadera, a un simple fenomenalismo de
la conciencia, significa negar el cristianismo. En realidad, jamás hubo
cristianos. El cristiano es simplemente una psicológica incomprensión de
sí mismo. Si mira mejor en él verá que, a despecho de toda fe, dominan
simplemente los instintos, ¡y qué instintos!
La fe fue en todos los tiempos, por ejemplo, en Lutero, sólo una
capa, un pretexto, un telón, detrás del cual los instintos desarrollaban
su juego; una hábil ceguera sobre la dominación de ciertos instintos... le
fe – ya la he llamado yo la verdadera habilidad cristiana –: se habló
siempre de fe, se obró siempre por sólo el instinto... En el mundo
cristiano de las ideas no se presenta nada que tanto desflore la realidad;
por el contrario, en el odio instintivo contra toda realidad reconocemos
el único elemento impelente en la raíz del cristianismo. ¿Qué es lo que
se sigue de aquí? Se sigue que también in psychologysis el error es
radical, o sea determinante de la esencia, o sea de la sustancia. Quítese
aquí una sola idea, póngase en su puesto una sola realidad, y todo el
cristianismo se precipita en la nada. Mirando desde lo alto, este hecho
insólito entre todos los hechos, una religión no sólo plagada de errores,
sino sólo creadora de errores nocivos, que envenenan la vida y el
corazón, y hasta genial en inventarlos, es un espectáculo para los
dioses, para divinidades, que lo son también los filósofos, y que yo, por
ejemplo, he hallado en aquellos famosos diálogos de Naxos. En el
momento en que la náusea abandona a estas divinidades (¡y nos
abandona a nosotros!) se hacen agradecidas al espectáculo que ofrecen
los cristianos; aquella miserable pequeña estrella que se llama Tierra,
merece acaso únicamente en gracia a este curioso caso una mirada
divina, un interés divino... Nosotros estimamos muy poco el
cristianismo: el cristiano falso hasta la inocencia deja atrás a los monos;
respecto de los cristianos, una conocida teoría de la descendencia es
una pura amabilidad...
 
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satanas1
view post Posted on 27/10/2008, 02:52




40

El hecho del Evangelio se decide con la muerte, está suspendido
de la Cruz... Precisamente la muerte, aquella muerte inesperada y
vergonzosa; precisamente la cruz, que en general estaba reservada
solamente a la canalla, sólo esta horrible paradoja puso a los discípulos
frente al verdadero enigma: ¿quién era éste?, ¿qué era esto? El
sentimiento sacudido y profundamente ofendido, la sospecha de que
semejante muerte pudiera ser la refutación de su causa, el terrible signo
de interrogación ¿por que precisamente así?, este estado de ánimo se
comprende harto fácilmente. Aquí todo debía ser necesario, tenía un
sentido, una razón, una altísima razón; el amor de un discípulo no
conoce e! azar. Sólo entonces se abrió el abismo: ¿quién lo abrió?,
¿quién fue su enemigo natural? Esta pregunta fue lanzada como un
relámpago. Respuesta: el judaísmo "dominante", su clase más alta.
Desde aquel momento los hombres se sintieron en rebelión contra el
orden social, al punto se sintió a Jesús como en rebelión contra el orden
social. Hasta entonces faltaba en su figura este rasgo belicoso, negador,
por la palabra y la acción; aún es más: era todo lo contrario.
Evidentemente, la pequeña comunidad no comprendió justamente lo
principal, lo que constituía un modelo en este modo de morir: la
libertad, la superioridad sobre todo sentimiento de rencor; ¡signo de
cuán poco se comprendía de él en general! En sí, Jesús, con su muerte,
no pudo querer otra cosa que dar públicamente la prueba, la
demostración poderosa de su doctrina... Pero sus discípulos estaban
muy lejos de perdonar su muerte, lo que habría sido evangélico en el
más alto sentido, o de "ofrecerse" a semejante muerte con dulce y
amable tranquilidad de corazón... Prevaleció el sentimiento menos
evangélico: la venganza. Era imposible que la causa concluyese con esa
muerte: hubo necesidad de represalias, de juicio (y, sin embargo, ¿qué
cosa menos evangélica que la represalia; el castigo, el juzgar?) Una vez
más pasó al primer término la expectación popular de un Mesías; se
tomó en consideración un momento histórico: el reino de Dios había de
venir para juzgar a sus enemigos... Pero con esto se confundió todo: ¡el
reino de Dios considerado como acto final, como promesa! El Evangelio,
sin embargo, había sido precisamente la existencia, el cumplimiento, la
realidad de este reino de. Dios. Entonces precisamente se introdujo en
el tipo del maestro todo el desprecio y la amargura contra los fariseos y
los teólogos, ¡y con este se hizo de él un fariseo y un teólogo! Por otra
parte, la salvaje veneración de estas almas salidas completamente de
sus quicios no toleró ya la igualdad de todos los hombres como hijos de
Dios, igualdad evangélica que Jesús había predicado: su venganza
consistió en levantar en alto a Jesús de un modo extravagante, en
separarlo de ellos: lo mismo que en otro tiempo los hebreos, para
vengarse de sus enemigos, separaron de ellos a su propio Dios y lo
elevaron en alto. El Dios único, el único hijo de Dios; ambos son
productos del rencor...
 
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samael69
view post Posted on 27/10/2008, 02:54




41

Entonces surgió un absurdo problema: ¿cómo pudo Dios permitir
esto? A esta pregunta, la razón de la pequeña comunidad perturbada
encontró una respuesta terriblemente absurda: Dios dio su hijo para la
remisión de los pecados, como víctima. ¡De este modo se concluyó de
un golpe con el Evangelio! ¡El sacrificio expiatorio, en su forma más
repugnante y bárbara, el sacrifico del inocente por los pecados de los
pecadores! ¿Qué horrible paganismo! Jesús había abolido el mismo
concepto de culpa; negado todo abismo entre Dios y el hombre; había
concebido esta unidad entre Dios y el hombre como su buena nueva...
¡Y no como privilegio! ¡Desde aquel momento se llegó, gradualmente, a
crear el tipo de redentor: la doctrina del Juicio y del retorno, la doctrina
de la muerte como una muerte expiatoria, la doctrina de la resurrección,
con la que es anulado todo el concepto de bienaventuranza, la única y
total realidad del Evangelio, en provecho de un estado subsiguiente a la
muerte... Pablo logificó luego sobre esta concepción, sobre esta
imprudente concepción, con aquella desfachatez rabínica que le
distinguía en todas las ocasiones: “si Cristo no resucitó después de la
muerte, nuestra fe es vana”. Y de golpe se hizo del Evangelio la más
despreciable de todas las promesas irrealizables: la impúdica doctrina
de la inmortalidad personal...! ¡Pablo mismo la predicó como una
recompensa!...
 
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nubarus
view post Posted on 27/10/2008, 02:55




42

Se ve lo que acaba con la muerte en la Cruz: una disposición
nueva y completamente original para un movimiento budístico de paz,
para una efectiva y no sólo prometida felicidad en la tierra. Porque ésta
sigue siendo – ya lo he puesto de relieve – la diferencia fundamental
entre las dos religiones de decadencia: 'el budismo no promete, sino
que cumple; el cristianismo lo promete todo, pero no cumple nada.
A la buena nueva siguió de cerca la pésima nueva: la de Pablo. En
Pablo se encarna el tipo opuesto al de buen mensajero, el genio del
odio, de la inexorable lógica del odio. ¿Qué ha sacrificado al odio este
disangelista? Ante todo, el redentor: le clavó en la cruz. La vida, el
ejemplo, la doctrina, la muerte, el sentido y el derecho de todo el
Evangelio, nada existió ya cuando este monedero falso, movido por el
odio, comprendió qué era lo que únicamente necesitaba. ¡No la realidad,
no la verdad histórica! Y una vez más el instinto sacerdotal de los
hebreos cometió el mismo gran delito contra la Historia: borró
simplemente el ayer, el antes de ayer del cristianismo: inventó por si
una historia del primer cristianismo. Aún más: fabricó una vez más la
historia de Israel, para que apareciera como la prehistoria de su obra:
todos los profetas pan hablado de ese redentor... La Iglesia falsificó más
tarde hasta la historia de la Humanidad, haciendo de ella la prehistoria
del cristianismo... El tipo del redentor, su doctrina, su práctica, su
muerte, el sentido de la muerte, hasta lo que sucede después de la
muerte, nada permaneció intacto, nada permaneció ni siquiera
semejante a la realidad. Lo que hizo Pablo fue simplemente transferir el
centro de gravedad de toda aquella existencia detrás de tal existencia,
en la mentira del Jesús resucitado. En el fondo, tuvo necesidad de la
muerte en la Cruz y de algo más... Crecer sincero a Pablo, que tenía su
patria en la sede principal de la luminosa filosofía estoica, cuando con
una alucinación se dispone la prueba de la supervivencia del redentor, o
bien prestar fe a su relación de haber él mismo tenido esta alucinación,
sería, por parte de un filósofo, una verdadera necedad: Pablo quiere el
fin, por consiguiente, quiere los medios... Lo que él mismo no creía, lo
creyeron los idiotas entre los cuales sembró él su doctrina.
Su necesidad era el poder: con Pablo, el sacerdote quiere una vez
más el poder; sólo podía servirse de ideas, teorías, símbolos con los que
se tiraniza a las masas y se forman los rebaños. ¿Qué es lo que Mahoma
únicamente tomó a préstamo, más tarde, del cristianismo? La invención
de Pablo, su medio para llegar a la tiranía del sacerdote: la creencia en
la inmortalidad, o sea la doctrina del juicio...
 
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astaroth1
view post Posted on 27/10/2008, 02:57




43

Si se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en
el más allá – en la nada –, se ha arrebatado el centro de gravedad a la
vida en general. La gran mentira de la inmortalidad personal destruye
toda razón, toda naturaleza en el instinto; todo lo que en los instintos es
benéfico, favorable a la vida; todo lo que garantiza el porvenir despierta
desde entonces desconfianza. Vivir de modo que la vida no tenga ningún
sentido, es ahora el sentido de la vida... ¿A qué fin solidaridad, a qué fin
gratitud por el origen y por los antepasados, a que fin colaborar con
confianza, promover y proponerse un bien común?... Estas son otras
tantas tentaciones, otras tantas desviaciones del justo camino: una sola
cosa es necesaria... No se puede mirar con bastante desprecio la
doctrina según la cual cada uno de nosotros, en calidad de alma
inmortal, tiene igual categoría que los demás: y en la colectividad de
todas las criaturas la salvación de cada individuo puede pretender una
importancia eterna, y todos los hipócritas y semilocos (Dreiviertes-
Verrückte) pueden imaginar que por su amor las leyes de la Naturaleza
serán constantemente infringidas; no se puede mirar con bastante
desprecia semejante elevación de toda clase de egoísmos que llega al
infinito, a la impudicia...
Y, sin embargo, el cristianismo debe su victoria a esta miserable
adulación de la vanidad personal; con esto precisamente ha convertido a
si todo lo que está mal formado, lo que tiene intenciones de revuelta, lo
que se encuentra mal, todo el desecho y la hez de la Humanidad. La
salvación del alma significa que el mundo gira en torno a mi... El veneno
de la doctrina de la igualdad de derechos para todos fue vertido y
difundido por el cristianismo; partiendo de los rincones más ocultos de
los malos instintos, ha movido una guerra mortal a todo sentimiento de
respeto y de distancia entre hombre y hombre, es decir, a la premisa de
toda elevación, de todo aumento de cultura: del rencor de las masas
hizo su arma principal contra nosotros, contra todo lo que es noble,
alegre, generoso, en la tierra, contra nuestra felicidad en la tierra...
Conceder la inmortalidad a cualquiera fue hasta ahora el mayor y más
pérfido atentado contra la humanidad noble.
¡Y no demos poca importancia al hecho de que el cristianismo se
ha insinuado aun en la política! Nadie tiene hoy ya el valor de los
privilegios, de los derechos patronales, de experimentar sentimientos de
respeto de sí mismo y de sus semejantes; de sentir el pathos de la
distancia... ¡Nuestra política está enferma de esta falta de valor!
La aristocracia de la mentalidad fue más subterráneamente
minada por la mentira de la igualdad de las almas: y si la creencia en el
privilegio de la mayoría hace revoluciones y las seguirá haciendo, el
cristianismo es, no se dude, las valoraciones cristianas: ¡son las que
convierten en sangre y delitos toda revolución! El cristianismo es una
insurrección de todo lo que se arrastra a ras de la tierra contra lo que
está arriba: el Evangelio de los humildes hace humildes...
 
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leviathan1
view post Posted on 27/10/2008, 02:59




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Los Evangelios son inestimables como testimonios de la
corrupción, ya intolerable, que existía en el seno de las primeras
comunidades cristianas. Aquello que más tarde condujo Pablo a feliz
término con el cinismo lógico de un rabino, no fue más que un proceso
de decadencia que comenzó con la muerte del Redentor. Hay que leer
los Evangelios con grandísimas precauciones: detrás de cada palabra
hay una dificultad. Yo admito, y de esto se me deberá gratitud, que
precisamente por eso son para un psicólogo una diversión de primer
orden: como lo contrario de toda corrupción ingenua, como sofisticación
por excelencia, como una obra maestra de corrupción psicológica. Los
Evangelios tienen sustancialidad propia. La Biblia, en general, no resiste
ningún parangón. Estamos entre hebreos: primer punto de vista para no
perder por completo el hilo conductor. La transferencia de si mismo a la
santidad, transferencia que precisamente se convierte en genio y que no
fue nunca alcanzada en otra parte por hombres ni por libros, esta
acuñación de moneda falsa, no es un caso de dotes especiales de un
individuo, de un temperamento de excepción. Para esto es necesaria la
raza. En el cristianismo, entendido como el arte de mentir santamente,
el judaísmo entero, una preparación y una técnica judaica muy seria,
que duró muchos siglos, consigue la maestría. El cristiano, esta última
ratio de la mentira, es una vez más el hebreo; mejor tres veces más...
La voluntad sistemática de emplear solamente conceptos, símbolos,
gestos, que es demostrada por la práctica del sacerdote; la instintiva
repugnancia a cualquier otra práctica, a cualquier otro género de
perspectiva de valor y de utilidad, todo esto no es sólo tradición, es
"herencia"; sólo en calidad de herencia obra como naturaleza. Toda la
Humanidad, y hasta los mejores testigos de los mejores tiempos
(exceptuando uno sólo, el cual acaso es sencillamente un superhombre),
se dejaron engañar. Se leyó el Evangelio como el libro de la inocencia...;
nadie indicó con que maestría se recita en el Evangelio una comedia.
Ciertamente, si llegásemos a verla, aunque sólo fuera de pasada,
todos estos maravillosos hipócritas y santos artificiales, toda esta
comedia, terminarían; y precisamente porque no leo una palabra sin ver
gestos, acabo por dejarla... Yo no puedo soportar su modo de elevar sus
ojos al cielo ... Afortunadamente, para los más los libros son mera
literatura. No debemos dejarnos engañar; ellos dicen: no juzguéis, pero
mandan al infierno a todo lo que constituye un obstáculo en su camino.
Haciendo juzgar a Dios, juzgan ellos mismo; glorificando a Dios se
glorifican ellos mismos: exigiendo la virtud de que ellos mismos son
capaces – es decir, la virtud de que tienen necesidad para conservar la
dominación –, se dan grandes aires de luchar por la virtud, de combatir
por el predominio de la virtud. "Nosotros vivimos, nosotros morimos,
nosotros nos sacrificamos por el bien" (esto es, por la verdad, por la luz,
por el reino de Dios); en realidad, hacen lo que no pueden menos de
hacer. Mientras que, a modo de hipócritas, se muestran humildes, se
ocultan en los rincones, viven como sombras en la sombra, hacen de
esto un deber: su vida de humildad aparece como un deber, y como
deber es una prueba más de piedad hacia Dios... ¡Ah, que humilde,
casto, misericordioso modo de impostura! ¡La virtud misma es
confiscada por esa gentecilla; ellos saben cuál es la importancia de la
moral!
La realidad es que aquí la más consciente presunción de elegidos
desempeña el papel de modestia; desde entonces se han formado dos
partidos: el partido de la verdad, o sea ellos mismos, la comunidad, los
buenos y los justos, y, de otra parte, el resto del mundo... Este fue el
más funesto delirio de grandezas que hasta ahora existió en la tierra:
pequeños abortos de hipócritas y mentirosos comenzaron a reivindicar
para si los conceptos de Dios, verdad, luz, espíritu, amor, sabiduría,
vida, casi como sinónimos de ellos mismos, para establecer así un limite
entre ellos y el mundo; pequeños superlativos de hebreos, maduros
para toda clase de manicomio, hicieron girar en torno a ellos mismos
todo valor, como si precisamente el cristiano fuese el sentido, la sal, la
medida y también el último tribunal de todo lo demás...
Este funesto acontecimiento sólo se hizo posible por el hecho de
que ya había en el mundo un género afín de delirio de grandeza, afín
por raza: el judaico; apenas se abre el abismo entre hebreos y hebreocristianos,
a estos , últimos no les quedó otra elección que emplear
contra ellos mismos, contra los hebreos, los mismos procedimientos de
conservación que el instinto judaico aconsejaba, mientras que hasta
entonces los hebreos lo habían empleada contra todo lo que no era
hebreo. El cristiano es sólo un hebreo de confesión más libre.
 
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62 replies since 24/10/2008, 21:13   2668 views
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