Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche

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astaroth1
view post Posted on 28/10/2008, 19:04




Del hijo y del matrimonio

Tengo una pregunta para ti solo, hermano mío: como una sonda lanzo esta pregunta a tu
alma, para saber lo profunda que es.
Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre
al que le sea lícito desear para sí un hijo?
¿Eres tú el victorioso, el domeñador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor
de tus virtudes? Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la
soledad? ¿O la insatisfacción contigo mismo?
Yo quiero que tu victoria y tu libertad anhelen un hijo. Monumentos vivientes debes
erigir a tu victoria y a tu liberación Por encima de ti debes construir. Pero antes tienes que
estar construido tú mismo, cuadrado114 de cuerpo y de alma.
¡No debes propagarte sólo al mismo nivel, sino hacia arriba! ¡Ayúdete para ello el jardín
del matrimonio!115
Un cuerpo más elevado debes crear, un primer movimiento, una rueda que gire por sí
misma, - un creador debes tú crear.
Matrimonio: así llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea más que quienes lo
crearon. Respeto recíproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso.
Sea ése el sentido y la verdad de tu matrimonio. Pero lo que llaman matrimonio los demasiados,
esos superfluos, - ay, ¿cómo lo llamo yo?
¡Ay, esa pobreza de alma entre dos! ¡Ay, esa suciedad de alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable
bienestar entre dos!116
Matrimonio llaman ellos a todo eso; y dicen que sus matrimonios han sido contraídos
en el cielo.
¡No, a mí no me gusta ese cielo de los superfluos! ¡No, a mí no me gustan esos animales
trabados en la red celestial!
¡Permanezca lejos de mí también el dios que se acerca cojeando a bendecir lo que él no
ha unido!117
¡No me os riáis de tales matrimonios! ¿Qué hijo no tendría motivo para llorar sobre sus
padres?
Digno me parecía a mí ese varón, y maduro para el sentido de la tierra: mas cuando vi a
su mujer, la tierra me pareció una casa de insensatos.
Sí, yo quisiera que la tierra temblase en convulsiones cuando un santo y una gansa se
aparean.
Éste marchó como un héroe a buscar verdades, y acabó trayendo como botín una pequeña
mentira engalanada118. Su matrimonio lo llama.
Aquél era esquivo en sus relaciones con otros, y seleccionaba al elegir. Pero de una sola
vez se estropeó su compañía para siempre: su matrimonio lo llama.
Aquél otro buscaba una criada que tuviese las virtudes de un ángel. Pero de una sola
vez se convirtió él en criada de una mujer, y ahora sería necesario que, además, se transformase
en ángel119.
He encontrado que ahora todos los compradores andan con cuidado y que todos tienen
ojos astutos. Pero incluso el más astuto se compra su mujer a ciegas.
Muchas breves tonterías - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone
fin a muchas breves tonterías en la forma de una sola y prolongada estupidez.
Vuestro amor a la mujer, y el amor de la mujer al varón: ¡ay, ojalá fuera compasión por
dioses sufrientes y encubiertos! Pero casi siempre dos animales se adivinan recíprocamente.
E incluso vuestro mejor amor no es más que un símbolo extático y un dolorido ardor.
Es una antorcha que debe iluminaros hacia caminos más elevados.
¡Por encima de vosotros mismos debéis amar alguna vez! ¡Por ello, aprended primero a
amar! Y para ello tenéis que beber el amargo cáliz de vuestro amor120.
Amargura hay en el cáliz incluso del mejor amor: ¡por eso produce anhelo del superhombre,
por eso te da sed a ti, creador!
Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el superhombre: di, hermano mío, ¿es ésta tu
voluntad de matrimonio? Santos son entonces para mí tal voluntad y tal matrimonio.

Así habló Zaratustra.

114 Véase la nota 54.
115 En la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 24, repetirá Zaratustra este consejo con las mismas palabras.
116 Zaratustra aplica ahora al matrimonio el mismo estribillo «pobreza, suciedad y un lamentable bienestar
» que antes había aplicado al alma, la felicidad, la razón y la virtud. Véase el Prólogo de Zaratustra, 3.
117 Antítesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 19, 6: «... lo que Dios ha unido». El «dios cojo» es
una alusión al dios griego Hefesto, que, como se dice en el párrafo anterior, «traba en una red celestial» a
su esposa Afrodita y a Ares, al sorprenderlos en adulterio.
118 Cita irónica de una conocida frase de Goethe al final de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister.
«Saúl, hijo de Quis, salió a buscar las pollinas de su padre y encontró un reino». La frase de Goethe es una
síntesis de lo narrado en la Biblia, capítulos 9 y 10 de 1 Samuel.
119 Algunos comentaristas han querido ver en estas cuatro sarcásticas viñetas otras tantas alusiones a cuatro
matrimonios amigos de Nietzsche. La identificación es peligrosa e insegura. Es posible que las «vivencias
» de Nietzsche al contemplar ciertos matrimonios se expresasen en esos mismos enunciados. Mas,
como ocurre en toda esta obra, Nietzsche transpone sus vivencias a un plano general.
120 «Beber el cáliz» es expresión bíblica. Véase el Evangelio de Mateo, 26,27-29.
 
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nubarus
view post Posted on 28/10/2008, 19:10




De la muerte libre

Muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena
extraña esta doctrina: «¡Muere a tiempo!»
Morir a tiempo: eso es lo que Zaratustra enseña.
En verdad, quien no vive nunca a tiempo, ¿cómo va a morir a tiempo? ¡Ojalá no hubiera
nacido jamás! - Esto es lo que aconsejo a los superfluos.
Pero también los superfluos se dan importancia con su muerte, y también la nuez más
vacía de todas quiere ser cascada.
Todos dan importancia al morir: pero la muerte no es todavía una fiesta. Los hombres
no han aprendido aún cómo se celebran las fiestas más bellas.
Yo os muestro la muerte consumadora, que es para los vivos un aguijón121 y una promesa.
El consumador muere su muerte victoriosamente, rodeado de personas que esperan y
prometen.
Así se debería aprender a morir; ¡y no debería haber fiesta alguna en que uno de esos
moribundos no santificase los juramentos de los vivos!
Morir así es lo mejor; pero lo segundo es: morir en la lucha y prodigar un alma grande.
Tanto al combatiente como al victorioso les resulta odiosa esa vuestra gesticuladora
muerte que se acerca furtiva como un ladrón - y que, sin embargo, viene como señor122.
Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero.
¿Y cuándo querré? - Quien tiene una meta y un heredero quiere la muerte en el momento
justo para la meta y para el heredero.
Y por respeto a la meta y al heredero ya no colgará coronas marchitas en el santuario de
la vida.
En verdad, yo no quiero parecerme a los cordeleros: estiran sus cuerdas y, al hacerlo,
van siempre hacia atrás.
Más de uno se vuelve demasiado viejo incluso para sus verdades y sus victorias; una
boca desdentada no tiene ya derecho a todas las verdades.
Y todo el que quiera tener fama tiene que despedirse a tiempo del honor y ejercer el difícil
arte de - irse a tiempo.
Hay que poner fin al dejarse comer en el momento en que mejor sabemos: esto lo conocen
quienes desean ser amados durante mucho tiempo.
Hay, ciertamente, manzanas agrias, cuyo destino quiere aguardar hasta el último día del
otoño: a un mismo tiempo se ponen maduras, amarillas y arrugadas.
En unos envejece primero el corazón, y en otros, el espíritu. Y algunos son ancianos en
su juventud: pero una juventud tardía mantiene joven durante mucho tiempo.
A algunos el vivir se les malogra: un gusano venenoso les roe el corazón. Por ello, cuiden
tanto más de que no se les malogre el morir.
Algunos no llegan nunca a estar dulces, se pudren ya en el verano. La cobardía es lo
que los retiene en su rama.
Demasiados son los que viven, y durante demasiado tiempo penden de sus ramas. ¡Ojalá
viniera una tempestad que hiciese caer del árbol a todos esos podridos y comidos de
gusanos!
¡Ojalá viniesen predicadores de la muerte rápida! ¡Éstos serían para mí las oportunas
tempestades que sacudirían los árboles de la vida! Pero yo oigo predicar tan sólo la muerte
lenta y paciencia con todo lo «terreno».
Ay, ¿vosotros predicáis paciencia con las cosas terrenas? ¡Esas cosas terrenas son las
que tienen demasiada paciencia con vosotros, hocicos blasfemos!
En verdad, demasiado pronto murió aquel hebreo a quien honran los predicadores de la
muerte lenta: y para muchos se ha vuelto desde entonces una fatalidad el que él muriese
demasiado pronto.
No conocía aún más que lágrimas y la melancolía propia del hebreo, junto con el odio
de los buenos y justos, - el hebreo Jesús123: y entonces lo acometió el anhelo de la muerte.
¡Ojalá hubiera permanecido en el desierto, y lejos de los buenos y justos! ¡Tal vez
habría aprendido a vivir y a amar la tierra - y, además, a reír!124
¡Creedme, hermanos míos! Murió demasiado pronto; ¡él mismo se habría retractado de
su doctrina si hubiera alcanzado mi edad! ¡Era bastante noble para retractarse!
Pero todavía estaba inmaduro. De manera inmadura ama el joven, y de manera inmadura
odia también al hombre y a la tierra. Tiene aún atados y torpes el ánimo y las alas del
espíritu.
Pero en el adulto hay más niño que en el joven, y menos melancolía: entiende mejor de
muerte y de vida.
Libre para la muerte y libre en la muerte, un santo que dice no cuando ya no es tiempo
de decir sí: así es como él entiende de vida y de muerte.
Que vuestro morir no sea una blasfemia contra el hombre y contra la tierra, amigos míos:
esto es lo que yo le pido a la miel de vuestra alma.
En vuestro morir deben seguir brillando vuestro espíritu y vuestra virtud, cual luz vespertina
en torno a la tierra: de lo contrario, se os habrá malogrado el morir.
Así quiero morir yo también, para que vosotros, amigos, améis más la tierra, por amor a
mí; y quiero volver a ser tierra, para reposar en aquella que me dio a luz.
En verdad, una meta tenía Zaratustra, lanzó su pelota: ahora, amigos, sois vosotros
herederos de mi meta, a vosotros os lanzo la pelota de oro125.
¡Más que nada prefiero, amigos míos, veros lanzar la pelota de oro! Y por ello me demoro
aún un poco en la tierra: ¡perdonádmelo!

Así habló Zaratustra.

121 «El aguijón de la muerte» es expresión bíblica. Véase 1 Corintios, 15, 55: «Muerte, ¿dónde está tu
aguijón?» Por contraposición a él, Zaratustra hablará en la tercera parte del «aguijón de la libertad»; véase
De tablas viejas, y nuevas.
122 Véase la nota 11.
123 La alusión a «el hebreo Jesús» como un personaje ya fallecido y, por lo tanto, anterior a Zaratustra, es
un anacronismo voluntario. No es el único en esta obra.
124 Alusión a lo que se dice en el Evangelio de Lucas, 6, 25: «¡Ay de los que ahora reís, porque vais a lamentaron
y llorar». En la cuarta parte, Del hombre superior, 16, vuelve Zaratustra a tratar este tema.
125 La «pelota de oro» es aquí símbolo de la doctrina de Zaratustra. Zaratustra la lanza a sus discípulos
para que éstos la recojan y continúen.
 
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nubarus
view post Posted on 29/10/2008, 17:53




De la virtud que hace regalos

Cuando Zaratustra se hubo despedido de la ciudad que su corazón amaba y cuyo nombre
es: «La Vaca Multicolor» - le siguieron muchos que se llamaban sus discípulos y le
hacían compañía126. Llegaron así a una encrucijada: allí Zaratustra les dijo que desde
aquel momento quería marchar solo, pues era amigo de caminar en soledad. Y sus discípulos
le entregaron como despedida un bastón en cuyo puño de oro se enroscaba en torno
al sol una serpiente127. Zaratustra se alegró del bastón y se apoyó en él; luego habló así a
sus discípulos.
Decidme: ¿cómo llegó el oro a ser el valor supremo? Porque es raro, e inútil, y resplandeciente,
y suave en su brillo; siempre hace don de sí mismo.
Sólo en cuanto efigie de la virtud más alta llegó el oro a ser el valor supremo. Semejante
al oro resplandece la mirada del que hace regalos. Brillo de oro sella paz entre luna y
sol.
Rara es la virtud más alta, e inútil, y resplandeciente, y suave en su brillo: una virtud
que hace regalos es la virtud más alta.
En verdad, yo os adivino, discípulos míos: vosotros aspiráis, como yo, a la virtud que
hace regalos. ¿Qué tendríais vosotros en común con gatos y lobos?
Ésta es vuestra sed, el llegar vosotros mismos a ser ofrendas y regalos: y por ello tenéis
sed de acumular todas las riquezas en vuestra alma.
Insaciable anhela vuestra alma tesoros y joyas, porque vuestra virtud es insaciable en su
voluntad de hacer regalos. Forzáis a todas las cosas a acudir a vosotros y a entrar en vosotros,
para que vuelvan a fluir de vuestro manantial como los dones de vuestro amor.
En verdad, semejante amor que hace regalos tiene que convertirse en ladrón de todos
los valores; pero yo llamo sano y sagrado a ese egoísmo128.
Existe otro egoísmo, demasiado pobre, un egoísmo hambriento que siempre quiere hurtar,
el egoísmo de los enfermos, el egoísmo enfermo.
Con ojos de ladrón mira ése egoísmo todo lo que brilla; con la avidez del hambre mira
hacia quien tiene de comer en abundancia; y siempre se desliza a hurtadillas en torno a la
mesa de quienes hacen regalos.
Enfermedad habla en tal codicia, y degeneración invisible; desde el cuerpo enfermo
habla la ladrona codicia de ese egoísmo. Decidme, hermanos míos: ¿qué es para nosotros
lo malo y lo peor? ¿No es la degeneración? - Y siempre adivinamos degeneración allí
donde falta el alma que hace regalos.
Hacia arriba va nuestro camino, desde la especie asciende a la super-especie. Pero un
horror es para nosotros el sentido degenerante que dice: «Todo para mí».
Hacia arriba vuela nuestro sentido: de este modo es un símbolo de nuestro cuerpo, símbolo
de una elevación. Símbolos de tales elevaciones son los nombres de las virtudes.
Así atraviesa el cuerpo la historia, como algo que deviene y lucha. Y el espíritu - ¿qué
es el espíritu para el cuerpo? Heraldo de sus luchas y victorias, compañero y eco.
Símbolos son todos los nombres del bien y del mal: no declaran, sólo hacen señas.
¡Tonto es quien de ellos quiere sacar saber!
Prestad atención, hermanos míos, a todas las horas en que vuestro espíritu quiere hablar
por símbolos: allí está el origen de vuestra virtud.
Elevado está entonces vuestro cuerpo, y resucitado; con sus delicias cautiva al espíritu,
para que éste se convierta en creador y en apreciador y en amante y en benefactor de todas
las cosas.
Cuando vuestro corazón hierve, ancho y lleno, igual que el río, siendo una bendición y
un peligro para quienes habitan a su orilla: allí está el origen de vuestra virtud.
Cuando estáis por encima de la alabanza y de la censura, y vuestra voluntad quiere dar
órdenes a todas las cosas, como voluntad que es de un amante: allí está el origen de vuestra
virtud.
Cuando despreciáis lo agradable y la cama blanda, y no podéis acostaros a suficiente
distancia de los comodones: allí está el origen de vuestra virtud.
Cuando no tenéis más que una sola voluntad, y ese viraje de toda necesidad se llama
para vosotros necesidad129: allí está el origen de vuestra virtud.
¡En verdad, ella es un nuevo bien y un nuevo mal! ¡En verdad, es un nuevo y profundo
murmullo, y la voz de un nuevo manantial!
Poder es ésa nueva virtud; un pensamiento dominante es, y, en torno a él, un alma inteligente:
un sol de oro y, en torno a él, la serpiente del conocimiento.
 
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astaroth1
view post Posted on 29/10/2008, 17:56




2

Aquí Zaratustra calló un rato y contempló con amor a sus discípulos. Después continuó
hablando así: - y su voz se había cambiado.
¡Permanecedme fieles a la tierra, hermanos míos, con el poder de vuestra virtud! ¡Vuestro
amor que hace regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra! Esto os
ruego y a ello os conjuro.
¡No dejéis que vuestra virtud huya de las cosas terrenas y bata las alas hacia paredes
eternas! ¡Ay, ha habido siempre tanta virtud que se ha perdido volando!
Conducid de nuevo a la tierra, como hago yo, a la virtud que se ha perdido volando - sí,
conducidla de nuevo al cuerpo y a la vida: ¡para que dé a la tierra su sentido, un sentido
humano!
De cien maneras se han perdido volando y se han extraviado hasta ahora tanto el espíritu
como la virtud. Ay, en nuestro cuerpo habita ahora todo ese delirio y error: en cuerpo y
voluntad se han convertido.
De cien maneras han hecho ensayos y se han extraviado hasta ahora tanto el espíritu
como la virtud. Sí, un ensayo ha sido el hombre. ¡Ay, mucha ignorancia y mucho error se
han vuelto cuerpo en nosotros!
No sólo la razón de milenios - también su demencia hace erupción en nosotros. Peligroso
es ser heredero.
Todavía combatimos paso a paso con el gigante Azar, y sobre la humanidad entera ha
dominado hasta ahora el absurdo, el sinsentido.
Vuestro espíritu y vuestra virtud sirvan al sentido de la tierra, hermanos míos: ¡y el valor
de todas las cosas sea establecido de nuevo por vosotros! ¡Por eso debéis ser luchadores!
¡Por eso debéis ser creadores!
Por el saber se purifica el cuerpo; haciendo ensayos con el saber se eleva; al hombre del
conocimiento todos los instintos se le santifican; al hombre elevado su alma se le vuelve
alegre.
Médico, ayúdate a ti mismo130: así ayudas también a tu enfermo. Sea tu mejor ayuda
que él vea con sus ojos a quien se sana a sí mismo.
Mil senderos existen que aún no han sido nunca recorridos; mil formas de salud y mil
ocultas islas de la vida. Inagotados y no descubiertos continúan siendo siempre para mí el
hombre y la tierra del hombre.
¡Vigilad y escuchad, solitarios! Del futuro llegan vientos con secretos aleteos; y a oídos
delicados se dirige la buena nueva.
Vosotros los solitarios de hoy, vosotros los apartados, un día debéis ser un pueblo: de
vosotros, que os habéis elegido a vosotros mismos, debe surgir un día un pueblo elegido131:
- y de él, el superhombre.
¡En verdad, en un lugar de curación debe transformarse todavía la tierra! ¡Y ya la envuelve
un nuevo aroma, que trae salud, - y una nueva esperanza!
 
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nubarus
view post Posted on 29/10/2008, 18:01




3

Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras calló como quien no ha dicho aún su última
palabra; largo tiempo sopesó, dudando, el bastón en su mano. Por fin habló así: - y su
voz se había cambiado.
¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo
quiero yo.
En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor:
¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado.
El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también
que poder odiar a sus amigos132.
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais
a deshojar vosotros mi corona?
Vosotros me veneráis: pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba?
¡Cuidad de que no os aplaste una estatua!133
¿Decís que creéis en Zaratustra? ¡Mas qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes,
¡mas qué importan todos los creyentes!
No os habíais buscado aún a vosotros: entonces me encontrasteis. Así hacen todos los
creyentes: por eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos
hayáis renegado de mí134 volveré entre vosotros135.
En verdad, con otros ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amaré entonces 136.
Y todavía una vez debéis llegar a ser para mí amigos e hijos de una sola esperanza: entonces
quiero estar con vosotros por tercera vez, para celebrar con vosotros el gran mediodía137.
Y el gran mediodía es la hora en que el hombre se encuentra a mitad de su camino entre
el animal y el superhombre y celebra su camino hacia el atardecer como su más alta esperanza:
pues es el camino hacia una nueva mañana.
Entonces el que se hunde en su ocaso se bendecirá a sí mismo por ser uno que pasa al
otro lado; y el sol de su conocimiento estará para él en el mediodía.
«Muertos están todos los dioses: ahora queremos que viva el superhombre.»138 - ¡sea
ésta alguna vez, en el gran mediodía, nuestra última voluntad!

Así habló Zaratustra.

126 Nietzsche presenta aquí a Zaratustra seguido por sus discípulos en una situación parecida a la que los
Evangelios narran de Jesús. Véase, por ejemplo, el Evangelio de Lucas, 8, 1: «Jesús iba recorriendo una
tras otra las ciudades y aldeas, predicando y anunciando la buena nueva del reino de Dios; y con él iban los
Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y enfermedades».
127 Este bastón, con su simbolismo de la serpiente, alude al cetro de Esculapio, dios de la medicina en la
Antigüedad griega. Zaratustra es el médico de las enfermedades de este mundo. Todo este, 1 es un comentario
del símbolo del bastón, como puede verse en el párrafo final: «Poder es esa nueva virtud; un pensamiento
dominante es, y, en torno a él, un alma inteligente: un sol de oro y, en torno a él, la serpiente del
conocimiento». La «serpiente del conocimiento» es concepto que deriva de la Biblia. Véase Génesis, 3, 5.
128 En la tercera parte, De los tres males, 2 se alude directamente a esta enseñanza.
129 La palabra alemana Notwendigkeit (necesidad) está compuesta de Not (necesidad, en el sentido de
menesterosidad, «necesidades») y Wende (viraje). Nietzsche separa estos dos componentes y reali za un
juego de palabras muy difícil de verter al castellano. Se trata, sin embargo, de un concepto central de
Nietzsche. El texto alemán dice así: Wenn Ihr Eines Willens Wollende seid, und diese Wende aller Not euch
Notwendigkeit heisst. Como acaba de decirse, la palabra Not significa: necesidad, menesterosidad; y
Wende, viraje, en el sentido de dar la vuelta, volver una cosa hacia atrás, rechazarla y apartarla haciéndola
girar. De aquí que a aquello que (ab)wendet (aparta) una Not (necesidad) se lo empezase a llamar en alemán,
en el siglo XVI, notwendig (necesario). Se da, pues, la paradoja de que se llama necesario
(notwendig) a lo que aleja de nosotros (wenden) la necesidad (Not). Seguramente ahora podrá comprenderse
mejor la frase de Nietzsche. Zaratustra dice: vuestra «necesidad» (Notwendigkeit) debe consistir en que
vuestra voluntad (Wille), siendo una sola voluntad, constituya el viraje (Wende) de la necesidad, de la menesterosidad
(Not). Lo que el hombre necesita es rechazar la necesidad, lo cual se realiza teniendo una sola
voluntad. Lutero no conoce aún la palabra Notwendigkeit, cuya historia en el idioma alemán es bastante
complicada.
130 Cita del Evangelio de Lucas, 4, 23: «Seguro que me diréis este proverbio: Médico, cúrate a ti mismo»
(palabras de Jesús a sus interlocutores en la sinagoga de Cafarnaum).
131 «Pueblo elegido»: concepto bíblico para designar a Israel. Véase el Salmo 105, 43. Zaratustra establece
aquí una antítesis entre «los que se han elegido a sí mismos» y «los elegidos por Dios».
132 Paráfrasis, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Mateo, 5, 43-44. «Habéis oído que fue dicho:
Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos.»
133 Alusión a la fábula narrada por Aristóteles en su Poética (1452 s 7-10): «También lo fortuito nos maravilla
más cuando parece hecho de intento, por ejemplo cuando la estatua de Mitis, en Argos, mató al
culpable de la muerte de Mitis, cayendo sobre él mientras asistía a un espectáculo».
134 Paráfrasis, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Mateo, 10, 33: «A todo el que me negase delante
de los hombres yo le negaré también delante de mi Padre.»
135 En Ecce homo, cita Nietzsche el pasaje que va desde «Ahora yo me voy solo...» hasta aquí para indicar
que Zaratustra no es un «sabio», ni un «santo», ni un «redentor del mundo» a la manera usual.
136 Estos dos últimos párrafos, desde «y solo...» hasta aquí, fueron colocados por Nietzsche como motto
al frente de la segunda parte de esta obra.
137 «El gran mediodía»: primera aparición de este importante concepto en esta obra. Zaratustra lo describe
a grandes rasgos en el párrafo siguiente. Véase también, en la tercera parte, De la virtud empequeñecedora,
3, Del pasar de largo, De los tres males, 2, De tablas viejas y nuevas, 3, y 30; y en la cuarta
parte, Del hombre superior, 2, y El signo.
138 En la cuarta parte, Del hombre superior, 2, se repite esta frase.
 
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astaroth1
view post Posted on 29/10/2008, 18:06




Segunda parte de:

Así habló Zaratustra


y sólo cuando todos hayáis renegado de mí
volveré entre vosotros.
En verdad, con otros ojos, hermanos míos,
buscaré yo entonces a mis perdidos; con un
amor distinto os amaré entonces.

Zaratustra, De la virtud que hace
regalos


El niño del espejo 139

Zaratustra volvió a continuación a las montañas y a la soledad de su caverna y se apartó
de los hombres: aguardando como un sembrador que ha lanzado su semilla140. Mas su
alma se llenó de impaciencia y de deseos de aquellos a quienes amaba: pues aún tenía
muchas cosas que darles. Esto es, en efecto, lo más difícil, el cerrar por amor la mano
abierta y el conservar el pudor al hacer regalos141.
Así transcurrieron para el solitario meses y años; mas su sabiduría crecía y le causaba
dolores por su abundancia.
Una mañana se despertó antes de la aurora, estuvo meditando largo tiempo en su lecho
y dijo por fin a su corazón:
«¿De qué me he asustado tanto en mis sueños, que me he despertado? ¿No se acercó a
mí un niño que llevaba un espejo?
“Oh Zaratustra - me dijo el niño -, ¡mírate en el espejo!”
Y al mirar yo al espejo lancé un grito, y mi corazón quedó aterrado: pues no era a mí a
quien veía en él, sino la mueca y la risa burlona de un demonio.
En verdad, demasiado bien comprendo el signo y la advertencia del sueño: ¡mi doctrina
está en peligro, la cizaña quiere llamarse trigo!142
Mis enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de mi doctrina, de
modo que los más queridos por mí tuvieron que avergonzarse de los dones que yo les
había entregado.
¡He perdido a mis amigos; me ha llegado la hora de buscar a los que he perdido! »143 -
Al decir estas palabras Zaratustra se levantó de un salto, pero no como un angustiado
que busca aire, sino más bien como un vidente y cantor de quien se apodera el espíritu.
Extrañados miraron hacia él su águila y su serpiente: pues, semejante a la aurora, sobre su
rostro yacía una felicidad cercana.
¿Qué me ha sucedido, pues, animales míos? - dijo Zaratustra. ¿No estoy transformado?
¿No vino a mí la bienaventuranza como un viento tempestuoso?
Loca es mi felicidad, y cosas locas dirá: es demasiado joven todavía - ¡tened, pues, paciencia
con ella!
Herido estoy por mi felicidad144: ¡todos los que sufren deben ser médicos para mí!
¡De nuevo me es lícito bajar a mis amigos y también a mis enemigos! ¡De nuevo le es
lícito a Zaratustra hablar y hacer regalos y dar lo mejor a los amados!
Mi impaciente amor se desborda en ríos que bajan hacia levante y hacia poniente145.
¡Desde silenciosas montañas y tempestades de dolor desciende mi alma con estruendo a
los valles!
Demasiado tiempo he estado anhelando y mirando a lo lejos. Demasiado tiempo he pertenecido
a la soledad: así he olvidado el callar.
Me he convertido todo yo en una boca, y en estruendo de arroyo que cae de elevados
peñascos: quiero despeñar mis palabras a los valles.
¡Y lo haré aunque el río de mi amor se precipite en lo infranqueable! ¡Cómo no va a
acabar encontrando tal río el camino hacia el mar!
Sin duda hay en mí un lago, un lago eremítico, que se basta a sí mismo; mas el río de
mi amor lo arrastra hacia abajo consigo - ¡al mar!
Nuevos caminos recorro, un nuevo modo de hablar llega a mí; me he cansado, como
todos los creadores, de las viejas lenguas. Mi espíritu no quiere ya caminar sobre sandalias
usadas.
Con demasiada lentitud corre para mí todo hablar: - ¡a tu carro salto, tempestad! ¡E incluso
a ti quiero arrearte con el látigo de mi maldad!
Como un grito y una exclamación jubilosa quiero correr sobre anchos mares, hasta encontrar
las islas afortunadas146 donde moran mis amigos: -
¡Y mis enemigos entre ellos! ¡Cómo amo ahora a todo aquel a quien me sea lícito
hablarle! También mis enemigos forman parte de mi bienaventuranza.
Y si quiero montar en mi caballo salvaje, lo que mejor me ayuda siempre a subir es mi
lanza: ella es el servidor constantemente dispuesto de mi pie: -
¡La lanza que arrojo contra mis enemigos! ¡Cómo les agradezco a mis enemigos el que
por fin se me permita arrojarla!
Demasiado grande era la tensión de mi nube: entre carcajadas de rayos quiero lanzar
granizadas a la profundidad.
Poderoso se hinchará entonces mi pecho, poderoso exhalará su tempestad por encima
de los montes: así quedará aliviado.
¡En verdad, semejantes a una tempestad llegan mi felicidad y mi libertad! Pero mis
enemigos deben creer que es el Maligno147 el que se enfurece sobre sus cabezas.
Sí, también os asustaréis vosotros, amigos míos, a causa de mi sabiduría salvaje148; y tal
vez huyáis de ella juntamente con mis enemigos.
¡Ay, si yo supiese atraeros con flautas pastoriles a volver atrás! ¡Ay, si mi leona Sabiduría
aprendiese a rugir con dulzura! ¡Y muchas cosas hemos ya aprendido juntos!
Mi sabiduría salvaje quedó preñada en montañas solitarias; sobre ásperos peñascos parió
su nueva, última cría. Ahora corre enloquecida por el duro desierto y busca y busca
blando césped - ¡mi vieja sabiduría salvaje!
¡Sobre el blando césped de vuestros corazones, amigos míos! - ¡sobre vuestro amor le
gustaría acostar lo más querido para ella!

Así habló Zaratustra.

139 En los borradores Nietzsche había previsto para este capítulo el título de La segunda aurora.
140 «El sembrador» es imagen evangélica. Véase Evangelio de Mateo, 13, 3 ss.
141 Nietzsche desarrolla con detalle esta idea en esta misma segunda parte, La canción de la noche.
142 Sobre la cizaña y el trigo véase el Evangelio de mateo, 13, 24 y ss. (parábola de la cizaña). También
aquí son los «enemigos» del sembrador los que plantan cizaña entre el trigo.
143 La imagen de «salir en busca de los perdidos» es asimismo reminiscencia evangélica. Véase Evangelio
de Lucas, 15,4 y ss. (parábola de la oveja perdida).
144 Esta frase es, incluso por su estructura verbal (verwundet bin ich von meinem Glücke), reminiscencia
de las muy conocidas, entre wagnerianos, palabras de Brunilda en el tercer acto del Sigfrido:
«Herido me ha quien me despertó» (verwundet hat mich der mich erweckt). Nietzsche cuenta que, cuando
fue a visitar por vez primera a Wagner en Tribschen, estuvo «largo tiempo en silencio ante la casa y
escuchaba un acorde doloroso, continuamente repetido». Ese acorde correspondía al tema del «despertar de
Brunilda».
145 Expresión bíblica. Véase el Salmo 50, 1: «Desde el poniente hasta el levante...»
146 Anticipación del título del apartado siguiente. Véase la nota 149.
147 Expresión bíblica para designar al demonio.
148 El tema de la «sabiduría salvaje» tiene gran importancia como caracterización del saber propio de Zaratustra.
Véase, en el párrafo siguiente, «leona Sabiduría». Véase también, en esta misma se gunda parte,
De los sabios famosos, donde Zaratustra contrapone esta sabiduría suya al saber de los «sabios famosos»
que aparecen como «animales de carga». Véase asimismo, en la tercer parte, De tablas viejas y nuevas, 2.
 
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nubarus
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En las islas afortunadas 149

Los higos caen de los árboles, son buenos y dulces; y, conforme caen, su roja piel se
abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros.
Así, cual higos, caen estas enseñanzas hasta vosotros, amigos míos: ¡bebed su jugo y su
dulce carne! Nos rodea el otoño, y el cielo puro, y la tarde150.
¡Ved qué plenitud hay en torno a nosotros! Y es bello mirar, desde la sobreabundancia,
hacia mares lejanos.
En otro tiempo decíase Dios cuando se miraba hacia mares lejanos; pero ahora yo os he
enseñado a decir: superhombre.
Dios es una suposición; pero yo quiero que vuestro suponer no vaya más lejos que
vuestra voluntad creadora.
¿Podríais vosotros crear un Dios? - ¡Pues entonces no me habléis de dioses! Mas el superhombre
sí podríais crearlo. ¡Acaso no vosotros mismos, hermanos míos! Pero podríais
transformaros en padres y antepasados del superhombre: ¡y sea éste vuestro mejor crear!-
Dios es una suposición: mas yo quiero que vuestro suponer se mantenga dentro de los
límites de lo pensable.
¿Podríais vosotros pensar un Dios? - Mas la voluntad de verdad signifique para vosotros
esto, ¡que todo sea transformado en algo pensable para el hombre, visible para el
hombre, sensible para el hombre! ¡Vuestros propios sentidos debéis pensarlos hasta el
final!
Y eso a lo que habéis dado el nombre de mundo, eso debe ser creado primero por vosotros:
¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir ese
mundo! ¡Y, en verdad, para vuestra bienaventuranza, hombres del conocimiento!
¿Y cómo ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conocéis? No os
ha sido lícito estableceros por nacimiento en lo incomprensible, ni tampoco en lo irracional.
Mas para revelaros totalmente mi corazón a vosotros, amigos: si hubiera dioses, ¡cómo
soportaría yo el no ser Dios! Por lo tanto, no hay dioses.
Es cierto que yo he sacado esa conclusión; pero ahora ella me saca a mí151. -
Dios es una suposición: mas ¿quién bebería todo el tormento de esa suposición sin morir?
¿Su fe le debe ser quitada al creador, y al águila su cernerse en lejanías aquilinas?
Dios es un pensamiento que vuelve torcido todo lo derecho y que hace voltearse a todo
lo que está de pie. ¿Cómo? ¿Estaría abolido el tiempo, y todo lo perecedero sería únicamente
mentira?
Pensar esto es remolino y vértigo para osamentas humanas, y hasta un vómito para el
estómago: en verdad, la enfermedad mareante llamo yo a suponer tal cosa.
¡Malvadas llamo, y enemigas del hombre, a todas esas doctrinas de lo Uno y lo Lleno y
lo Inmóvil y lo Saciado y lo Imperecedero!
¡Todo lo imperecedero - no es más que un símbolo!152 Y los poetas mienten demasiado153.
-
De tiempo y de devenir es de lo que deben hablar los mejores símbolos; ¡una alabanza
deben ser y una justificación de todo lo perecedero!
Crear - ésa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida.
Mas para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformaciones.
¡Sí, muchos amargos morires tiene que haber en nuestra vida, creadores! De ese modo
sois defensores y justificadores de todo lo perecedero.
Para ser el hijo que vuelve a nacer, para ser eso el creador mismo tiene que querer ser
también la parturienta y los dolores de la parturienta.
En verdad, a través de cien almas he recorrido mi camino, y a través de cien cunas y
dolores de parto. Muchas son las veces que me he despedido, conozco las horas finales
que desgarran el corazón.
Pero así lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para decíroslo con mayor honestidad:
justo tal destino - es el que mi voluntad quiere.
Todo lo sensible en mí sufre y se encuentra en prisiones: pero mi querer viene siempre
a mí como mi liberador y portador de alegría.
El querer hace libres154: ésta es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad
- así os lo enseña Zaratustra.
¡No-querer-ya y no-estimar-ya y no-crear-ya! ¡Ay, que ese gran cansancio permanezca
siempre alejado de mí!
También en el conocer yo siento únicamente el placer de mi voluntad de engendrar y
devenir; y si hay inocencia en mi conocimiento, esto ocurre porque en él hay voluntad de
engendrar.
Lejos de Dios y de los dioses me ha atraído esa voluntad; ¡qué habría que crear si los
dioses - existiesen!
Pero hacia el hombre vuelve siempre a empujarme mi ardiente voluntad de crear; así se
siente impulsado el martillo hacia la piedra.
¡Ay, hombres, en la piedra dormita para mí una imagen, la imagen de mis imágenes!
¡Ay, que ella tenga que dormir en la piedra más dura, más fea!
Ahora mi martillo se enfurece cruelmente contra su prisión. De la piedra saltan pedazos:
¿qué me importa?
Quiero acabarlo: pues una sombra155 ha llegado hasta mí -¡la más silenciosa y más ligera
de todas las cosas vino una vez a mí!
La belleza del superhombre llegó hasta mí como una sombra. ¡Ay, hermanos míos!
¡Qué me importan ya - los dioses!

Así habló Zaratustra.

149 En los borradores Nietzsche había previsto para este capítulo el título De los dioses. A pesar de la designación
de «afortunadas», Nietzsche no se refiere ciertamente a las islas Canarias ni a unas «islas afortunadas
» concretas. Si acaso, Nietzsche las situaba junto a Nápoles y aludiría a Ischia y Capri, muy conocidas
y amadas por él desde su estancia en Sorrento. En una carta a Peter Gast (12 de agosto de 1883) dice
Nietzsche lo siguiente: «Esta isla (Ischia) me obsesiona; cuando usted haya leído Así habló Zaratustra II
hasta el final comprenderá con claridad dónde he situado yo mis “islas afortunadas”».
150 Palabras citadas por Nietzsche en Ecce homo para subrayar lo que él llama el tempo delicadamente
lento de estos discursos.
151 El verbo alemán ziehen, que significa «sacar» (una conclusión, por ejemplo), «extraer», «arrastrar»,
permite a Nietzsche este juego de palabras, que, desarrollado, diría lo siguiente: Es cierto que yo he «sacado
» la conclusión de la inexistencia de Dios; pero a la vez esa inexistencia de Dios me «saca», como conclusión
suya, a mí. O lo que es lo mismo: Yo sólo existo en cuanto conclusión de la inexistencia de Dios.
152 Inversión de la frase de Goethe, que dice exactamente lo contrario: «Todo lo perecedero no es más
que un símbolo» (Fausto, final, verso 12104). Véase, en esta misma parte, De los poetas, así como la nota
223.
153 En La gaya ciencia, aforismo 84, al final, dice Nietzsche: «¡Para una verdad es más peligroso que un
poeta esté de acuerdo con ella que no que la contradiga! Pues como dice Homero: “Mucho mienten los
poetas.”» Aristóteles, que cita esta misma frase, afirma que se trata de un «proverbio» (Metafísica, 983 a
3). Véase Solón, fragmento 26 (Hiller). Véase también, en esta misma parte, De los poetas, donde, en diálogo
con uno de sus discípulos, Zaratustra desarrolla este «proverbio».
154 Esta misma frase se repite y amplifica en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 16. Es antitética
de la frase evangélica: «La verdad os hará libres» (Evangelio de Juan, 8, 32).
155 A esta sombra, llamada más tarde «la sombra de Zaratustra», le estará dedicado en la parte tercera, todo
un capítulo.
 
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astaroth1
view post Posted on 29/10/2008, 18:10




De los compasivos

Amigos míos, han llegado unas palabras de mofa hasta vuestro amigo: «¡Ved a Zaratustra!
¿No camina entre nosotros como si fuésemos animales?»
Pero está mejor dicho así: «¡El que conoce camina entre los hombres como entre animales
que son!».
Mas, para el que conoce, el hombre mismo se llama: el animal que tiene mejillas rojas.
¿Cómo le ha ocurrido eso? ¿No es porque ha tenido que avergonzarse con demasiada
frecuencia?
¡Oh, amigos míos! Así habla el que conoce: Vergüenza, vergüenza, vergüenza - ¡ésa es
la historia del hombre!
Y por ello el noble se ordena a sí mismo no causar vergüenza: se exige a sí mismo tener
pudor ante todo lo que sufre.
En verdad, yo no soporto a ésos, a los misericordiosos que son bienaventurados en su
compasión156: les falta demasiado el pudor.
Si tengo que ser compasivo, no quiero, sin embargo, ser llamado así; y si lo soy, entonces
prefiero serlo desde lejos.
Con gusto escondo también la cabeza y me marcho de allí antes de ser reconocido: ¡y
así os mando obrar a vosotros, amigos míos!
¡Quiera mi destino poner siempre en mi senda a gentes sin sufrimiento, como vosotros,
y a gentes con quienes me sea lícito tener en común la esperanza y la comida y la miel!
En verdad, yo he hecho sin duda esto y aquello en favor de los que sufren: pero siempre
me parecía que yo obraba mejor cuando aprendía a alegrarme mejor.
Desde que hay hombres el hombre se ha alegrado demasiado poco: ¡tan sólo esto, hermanos
míos, es nuestro pecado original!
Y aprendiendo a alegrarnos mejor es como mejor nos olvidamos de hacer daño a otros
y de imaginar daños.
Por eso yo me lavo la mano que ha ayudado al que sufre, por eso me limpio incluso el
alma.
Pues me he avergonzado de haber visto sufrir al que sufre, a causa de la vergüenza de
él157; y cuando le ayudé, ofendí duramente su orgullo.
Los grandes favores no vuelven agradecidos a los hombres, sino vengativos; y si el pequeño
beneficio no es olvidado acaba convirtiéndose en un gusano roedor.
«¡Sed reacios en el aceptar! ¡Honrad por el hecho de aceptar!» - esto aconsejo a quienes
nada tienen que regalar.
Pero yo soy uno que regala: me gusta regalar, como amigo a los amigos. Los extraños,
en cambio, y los pobres, que ellos mismos cojan el fruto de mi árbol: eso avergüenza
menos.
¡Mas a los mendigos se los debería suprimir totalmente!158 En verdad, molesta el darles
y molesta el no darles.
¡E igualmente a los pecadores, y a las conciencias malvadas! Creedme, amigos míos:
los remordimientos de conciencia enseñan a morder.
Lo peor, sin embargo, son los pensamientos mezquinos. ¡En verdad, es mejor haber
obrado con maldad que haber pensado con mezquindad!
Es cierto que vosotros decís: «El placer obtenido en maldades pequeñas nos ahorra más
de una acción malvada grande». Pero aquí no se debería querer ahorrar.
Como una llaga es la acción malvada: escuece e irrita y revienta, - habla sinceramente.
«Mira, yo soy enfermedad» - así habla la acción malvada; ésa es su sinceridad.
Mas el pensamiento mezquino es igual que el hongo: se arrastra y se agacha y no quiere
estar en ninguna parte - hasta que el cuerpo entero queda podrido y mustio por los pequeños
hongos.
A quien, sin embargo, está poseído por el diablo yo le digo al oído esta frase: «¡Es mejor
que cebes a tu diablo! ¡También para ti sigue habiendo un camino de grandeza!» -
¡Ay, hermanos míos! ¡Se sabe de cada uno algo de más! Y muchos se nos vuelven
transparentes, mas aun así estamos muy lejos todavía de poder penetrar a través de ellos.
Es difícil vivir con hombres, porque callar es muy difícil159.
Y con quien más inicuos somos no es con aquel que nos repugna, sino con quien nada
en absoluto nos importa.
Si tú tienes, sin embargo, un amigo que sufre, sé para su sufrimiento un lugar de descanso,
mas, por así decirlo, un lecho duro, un lecho de campaña: así es como más útil le
serás.
Y si un amigo te hace mal, di: «Te perdono lo que me has hecho a mí; pero el que te
hayas hecho eso a ti - ¡cómo podría yo perdonarlo!»
Así habla todo amor grande: él supera incluso el perdón y la compasión.
Debemos sujetar nuestro corazón; pues si lo dejamos ir, ¡qué pronto se nos va entonces
la cabeza!
Ay, ¿en qué lugar del mundo se han cometido tonterías mayores que entre los compasivos?
iY qué cosa en el mundo ha provocado más sufrimiento que las tonterías de los
compasivos?
¡Ay de todos aquellos que aman y que no tienen todavía una altura que esté por encima
de su compasión!
Así me dijo el demonio una vez: «También Dios tiene su infierno: es su amor a los
hombres.»
Y hace poco le oí decir esta frase: «Dios ha muerto; a causa de su compasión por los
hombres ha muerto Dios»160. -
Por ello, estad prevenidos contra la compasión: ¡de ella continúa viniendo a los hombres
una nube! ¡En verdad, yo entiendo de señales del tiempo!
Mas recordad también esta frase: todo gran amor está por encima incluso de toda su
compasión: pues él quiere además - ¡crear lo amado!
«De mí mismo hago ofrecimiento a mi amor, y de mi prójimo igual que de mí»- éste es
el lenguaje de todos los creadores.
Mas todos los creadores son duros.

Así habló Zaratustra.

156 Cita de la bienaventuranza de Jesús (Evangelio de Mateo, 5, 7): «Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.»
157 Véase, en la cuarta parte, El más feo de los hombres, cómo el propio Zaratustra practica esta doctrina
al encontrarse con el más feo de los hombres.
158 En la cuarta parte, La Cena, el mendigo voluntario recordará a Zaratustra esta frase.
159 Véase, en esta segunda parte, De la redención, donde Zaratustra aplica irónicamente esta doctrina a sí
mismo.
160 Los cuatro párrafos que van desde «Ay, ¿en qué lugar? ...» hasta aquí fueron colocados por Nietzsche
como motto al frente de la cuarta parte de esta obra. Y en el capítulo de esa misma parte titulado Jubilado,
Zaratustra pregunta con curiosidad al viejo papa si es cierto que Dios murió de esa manera: «de compasión
».
 
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nubarus
view post Posted on 29/10/2008, 18:12




De los sacerdotes

Y una vez Zaratustra hizo una señal a sus discípulos y les dijo estas palabras:
«Ahí hay sacerdotes: y aunque son mis enemigos, ¡pasad a su lado en silencio y con la
espada dormida!161
También entre ellos hay héroes; muchos de ellos han sufrido demasiado - : por esto
quieren hacer sufrir a otros.
Son enemigos malvados: nada es más vengativo que su humildad. Y fácilmente se ensucia
quien los ataca.
Pero mi sangre está emparentada con la suya; y yo quiero que mi sangre sea honrada
incluso en la de ellos». -
Y cuando hubieron pasado a su lado le acometió a Zaratustra el dolor; y no había luchado
mucho tiempo con el dolor cuando empezó a hablar así:
Me da pena de estos sacerdotes. También repugnan a mi gusto; mas esto es para mí lo
de menos desde que estoy entre hombres.
Pero yo sufro y he sufrido con ellos: prisioneros son para mí, y marcados. Aquel a
quien ellos llaman redentor los arrojó en cadenas: -
¡En cadenas de falsos valores y de palabras ilusas! ¡Ay, si alguien los redimiese de su
redentor!162
En una isla creyeron desembarcar en otro tiempo, cuando el mar los arrastró lejos; pero
mira, ¡era un monstruo dormido!163
Falsos valores y palabras ilusas: ésos son los peores monstruos para los mortales, - largo
tiempo duerme y aguarda en ellos la fatalidad.
Mas al fin ésta llega y vigila y devora y se traga aquello que construyó tiendas para sí
encima de ella.
¡Oh, contemplad esas tiendas que esos sacerdotes se han construido! Iglesias llaman
ellos a sus cavernas de dulzona fragancia.
¡Oh, esa luz falsa, ese aire que huele a moho! ¡Aquí donde al alma no le es lícito - elevarse
volando hacia su altura!
Su fe, por el contrario, ordena esto: «¡De rodillas subid la escalera, pecadores!»164
¡En verdad, prefiero ver incluso al hombre carente de pudor que los torcidos ojos de su
pudor y devoción!
¿Quién creó para sí tales cavernas y escaleras de penitencia? ¿No fueron aquellos que
querían esconderse y se avergonzaban del cielo puro?
Y sólo cuando el cielo puro vuelva a mirar a través de techos derruidos y llegue hasta la
hierba y la roja amapola crecidas junto a muros derruidos165, - sólo entonces quiero yo
volver a dirigir mi corazón hacia los lugares de ese Dios.
Ellos llamaron Dios a lo que les contradecía y causaba dolor: y en verdad, ¡mucho
heroísmo había en su adoración! ¡Y no supieron amar a su Dios de otro modo que clavando
al hombre en la cruz!
Como cadáveres pensaron vivir, de negro vistieron su cadáver; también en sus discursos
huelo yo todavía el desagradable aroma de cámaras mortuorias.
Y quien vive cerca de ellos, cerca de negros estanques vive, desde los cuales canta el
sapo su canción con dulce melancolía.
Mejores canciones tendrían que cantarme para que yo aprendiese a creer en su redentor:
¡más redimidos tendrían que parecerme los discípulos de ese redentor!
Desnudos quisiera verlos: pues únicamente la belleza debiera predicar penitencia. ¡Mas
a quién persuade esa tribulación embozada!166
¡En verdad, sus mismos redentores no vinieron de la libertad y del séptimo cielo de la
libertad! ¡En verdad, ellos mismos no caminaron nunca sobre las alfombras del conocimiento!
De huecos se componía el espíritu de esos redentores; mas en cada hueco habían colocado
su ilusión, su tapahuecos, al que ellos llamaban Dios.
En su compasión se había ahogado su espíritu, y cuando se hinchaban y desbordaban de
compasión, siempre nadaba en la superficie una gran tontería.
Celosamente y a gritos conducían su rebaño por su vereda: ¡como si hacia el futuro no
hubiera más que una sola vereda! ¡En verdad, también estos pastores continuaban formando
parte de las ovejasl167
Espíritus pequeños y almas voluminosas tenían estos pastores: pero, hermanos míos,
¡qué comarcas tan pequeñas han sido hasta ahora incluso las almas más voluminosas!
Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron, y su tontería enseñaba
que con sangre se demuestra la verdad168.
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad; la sangre envenena incluso la doctrina
más pura, convirtiéndola en ilusión y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina, - ¡qué demuestra eso!
¡Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina!
Corazón tórrido y cabeza fría: cuando estas cosas coinciden surge el viento impetuoso,
el «redentor».
¡Ha habido, en verdad, hombres más grandes y de nacimiento más elevado que aquellos
a quienes el pueblo llama redentores, esos arrebatadores vientos impetuosos!
¡Y vosotros, hermanos míos, tenéis que ser redimidos por hombres aún más grandes
que todos los redentores, si queréis encontrar el camino que lleva a la libertad!
Nunca ha habido todavía un superhombre. Desnudos he visto yo a ambos, al hombre
más grande y al más pequeño: -
Demasiado semejantes son todavía entre sí. En verdad, también al más grande lo he encontrado
- ¡demasiado humano! -

Así habló Zaratustra.

161 «La espada dormida» es imagen que Nietzsche vuelve a usar en la tercera parte, De tablas viejas y
nuevas, 21.
162 Alusión irónica al último verso de la ópera Parsifal: «Erlösung dem Erlóser» (redención para el Redentor).
163 Reminiscencia de lo que, en Las mil y una noches, le ocurre a Sindbad el marino en su primer viaje:
desembarca sobre el lomo de un pez enorme, creyendo que se trata de una isla.
164 Estos tres últimos párrafos transparentan la vivencia nietzscheana de las iglesias católicas de Italia y,
en general, de todo templo. Nietzsche había visto en Roma cómo los peregrinos subían de rodillas la Santa
Scala; véase carta escrita desde Roma, en mayo de 1883, a F. Overbeck, donde cuenta esto. A este «subir
de rodillas» contrapone Zaratustra el «subir volando».
165 Véase, en la tercera parte, Los siete sellos, 2, donde Zaratustra repite esta misma descripción.
166 «Tribulación embozada» es calificación que Zaratustra volverá a aplicar al sacerdote en la cuarta parte,
Jubilado.
167 Sobre el sacerdote como pastor véase la explicación de Nietzsche en La genealogía de la moral.
168 Sobre la sangre como demostración de la verdad puede verse el 53 de El Anticristo.
 
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leviathan1
view post Posted on 29/10/2008, 18:14




De los virtuosos

Con truenos y con celestes fuegos artificiales hay que hablar a los sentidos flojos y
dormidos.
Pero la voz de la belleza habla quedo: sólo se desliza en las almas más despiertas.
Suavemente vibró y rió hoy mi escudo; éste es el sagrado reír y vibrar de la belleza.
De vosotros, virtuosos, se rió hoy mi belleza. Y así llegó la voz de ésta hasta mí:
«¡Ellos quieren además - ser pagados!»
¡Vosotros queréis ser pagados además, virtuosos! ¿Queréis tener una recompensa a
cambio de la virtud, y el cielo a cambio de la tierra, y la eternidad a cambio de vuestro
hoy?
¿Y os irritáis conmigo porque enseño que no existe ni remunerador ni pagador? Y en
verdad, ni siquiera enseño que la virtud sea su propia recompensa.
Ay, esto es lo que me aflige: mentirosamente se ha situado en el fondo de las cosas recompensa
y castigo - ¡y ahora también en el fondo de vuestras almas, virtuosos!
Mas, semejante al hocico del jabalí, mi palabra debe desgarrar el fondo de vuestras almas;
reja de arado169 quiero ser para vosotros.
Todos los secretos de vuestro fondo deben salir a luz; y cuando vosotros yazgáis al sol
hozados y destrozados, entonces también vuestra mentira estará separada de vuestra verdad.
Pues ésta es vuestra verdad: sois demasiado limpios para la suciedad de estas palabras:
venganza, castigo, recompensa, retribución.
Vosotros amáis vuestra virtud como la madre a su hijo; pero ¿cuándo se ha oído decir
que una madre quisiera ser pagada por su amor?
Vuestro sí-mismo más querido es vuestra virtud. Sed de anillo hay en vosotros: para
volver a alcanzarse a sí mismo lucha y gira todo anillo.
Y semejante a la estrella que se extingue es toda obra de vuestra virtud: su luz continúa
estando siempre en camino y en marcha - ¿y cuándo dejará de estar en camino?
Así la luz de vuestra virtud continúa estando en camino aunque ya la obra esté hecha.
Ésta puede estar olvidada y muerta: su rayo de luz vive todavía y camina.
Que vuestra virtud sea vuestro sí-mismo, y no algo extraño, una piel, un manto: ¡ésa es
la verdad que brota del fondo de vuestra alma, virtuosos! -
Mas recientemente hay algunos para quienes la virtud significa convulsiones bajo un látigo:
¡y, para mí, vosotros habéis escuchado demasiado los gritos de ellos!
Y hay otros que llaman virtud al hecho de que sus vicios se vuelvan perezosos; y cuando
su odio y sus celos estiran alguna vez los miembros, entonces su «justicia» se despabila
y se restriega los adormilados ojos.
Y hay otros que son arrastrados hacia abajo: sus demonios los arrastran. Pero cuanto
más se hunden, tanto más ardientes relucen sus ojos y el ansia de su Dios.
Ay, también los gritos de éstos llegaron hasta vuestros oídos, virtuosos: «lo que yo no
soy, ¡eso, eso son para mí Dios y virtud!
Y hay otros que llevan mucho peso y por ello rechinan, igual que carros que conducen
piedras cuesta abajo: hablan mucho de dignidad y de virtud - ¡a su freno llámanlo virtud!
Y hay otros que son semejantes a relojes a los que se les ha dado cuerda; producen su
tic-tac, y quieren que al tic-tac - se lo llame virtud.
En verdad, con éstos me divierto: cuando yo encuentre tales relojes les daré cuerda con
mi mofa; ¡y ellos deberán encima ronronear!170
Y otros están orgullosos de su puñado de justicia y a causa de ella cometen crímenes
contra todas las cosas: de tal manera que el mundo se ahoga en su injusticia.
¡Ay, qué desagradablemente les sale de la boca la palabra «virtud»! Y cuando dicen:
«Yo soy justo», esto suena siempre igual que: «¡yo estoy vengado!171»
Con su virtud quieren sacar los ojos a sus enemigos; y se elevan tan sólo para humillar
a otros172.
Y también hay quienes se sientan en su charca y hablan así desde el cañaveral: «Virtud
- es sentarse en silencio en la charca.
Nosotros no mordemos a nadie y nos apartamos del camino de quien quiere morder; y
en todo tenemos la opinión que se nos da.»
Y también hay quienes aman los gestos y piensan: la virtud es una especie de gesto.
Sus rodillas adoran siempre, y sus manos son alabanzas de la virtud, pero su corazón
nada sabe de ello.
Y también hay quienes consideran virtud el decir: «La virtud es necesaria»; pero en el
fondo creen únicamente que la policía es necesaria.
Y muchos que son incapaces de ver lo elevado en los hombres llaman virtud a ver ellos
muy de cerca su bajeza: así llaman virtud a su malvada mirada173.
Y algunos quieren ser edificados y elevados, y llaman a eso virtud; y otros quieren ser
derribados - y también lo llaman virtud.
Y de este modo casi todos creen participar de la virtud; y al menos quiere cada uno ser
experto en «bien» y «mal»174.
Mas Zaratustra no ha venido para decir a todos estos mentirosos y necios: «¡Qué sabéis
vosotros de virtud! ¡Qué podríais vosotros saber de virtud!»
Sino para que vosotros, amigos míos, os canséis de las viejas palabras que habéis
aprendido de los necios y mentirosos: Os canséis de las palabras «recompensa», «retribución
», «castigo», «venganza en la justicia» -
Os canséis de decir: «Una acción es buena si es desinteresada».
¡Ay, amigos míos! Que vuestro sí-mismo esté en la acción como la madre está en el
hijo: ¡sea ésa vuestra palabra acerca de la virtud!
En verdad, os he quitado sin duda cien palabras y los juguetes más queridos a vuestra
virtud; y ahora os enfadáis conmigo como se enfadan los niños.
Estaban ellos jugando a orillas del mar, - entonces vino la ola y arrastró su juguete al
fondo: ahora lloran.
¡Pero la misma ola debe traerles nuevos juguetes y arrojar ante ellos nuevas conchas
multicolores!
Así serán consolados; e igual que ellos, también vosotros, amigos míos, tendréis vuestros
consuelos - ¡y nuevas conchas multicolores! -

Así habló Zaratustra.

169 La reja del arado es el título que Nietzsche pensó dar en un principio a su obra Aurora.
170 En esta misma segunda parte, De los doctos, repetirá Zaratustra esta irónica metáfora de los relojes,
aplicándola allí a los «doctos».
171 Nietzsche puede afirmar que, en alemán, «yo soy justo» suena igual que «yo soy vengado», valiéndose
de la semejanza fonética existente en aquella lengua entre ambas expresiones: ich bin gerecht (yo soy
justo), ich bin gerácht (yo estoy vengado).
172 Paráfrasis del Evangelio de Mateo, 23, 12: «Pues el que se ensalce será humillado; y el que se humille
será ensalzado.»
173 En Más allá del bien y del mal hace Nietzsche la siguiente variación sobre este pensamiento: «Quien
no quiere ver lo elevado de un hombre fija su vista de un modo tanto más penetrante en aquello que en él es
bajo y superficial -traicionándose a sí mismo con ello.» La variación fundamental está en el paso de «no ser
capaz de ver» (aquí) a «no querer ver» (allí).
174 Véase, en la parte tercera, De tablas viejas y nuevas, 2, donde Zaratustra volverá a reprobar la vieja
presunción de los hombres de saber ya hace mucho tiempo qué es el bien y el mal para ellos.
 
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sargatanas
view post Posted on 29/10/2008, 18:15




De la chusma

La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los demás, allí
todos los pozos quedan envenenados.
Por todo lo limpio siento inclinación; pero no soporto ver los hocicos de mofa y la sed
de los impuros.
Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su repugnante
sonrisa.
El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus sucios
sueños, han envenenado incluso las palabras.
Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus húmedos corazones; también el espíritu
borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.
Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al árbol frutal su mirada
lo vuelve fácil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.
Y más de uno que se apartó de la vida, se apartó tan sólo de la chusma: no quería compartir
pozo y llama y fruta con la chusma.
Y más de uno que se marchó al desierto y padeció sed con los animales rapaces, únicamente
quería no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.
Y más de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de
frutos, sólo quería meter su pie en la boca de la chusma y así tapar su gaznate.
Y el bocado que más se me ha atragantado no es saber que la vida misma necesita enemistad
y muerte y cruces de tortura: -
Sino que una vez pregunté, y casi me asfixié con mi pregunta: ¿Cómo? ¿La vida tiene
necesidad también de la chusma? ¿Se necesitan pozos envenenados, y fuegos malolientes,
y sueños ensuciados, y gusanos en el pan de la vida?
¡No mi odio, sino mi náusea es la que se ha cebado insaciablemente en mi vida! ¡Ay, a
menudo me cansé del espíritu cuando encontré que también la chusma es rica de espíritu!
Y a los que dominan les di la espalda cuando vi lo que ellos llaman ahora dominar: chalanear
y regatear por el poder - ¡con la chusma!
Entre pueblos de lengua extraña he habitado con los oídos cerrados: para que la lengua
de su chalaneo permaneciese extraña a mí, y su regatear por el poder.
Y tapándome la nariz he pasado con disgusto a través de todo ayer y todo hoy: ¡en verdad,
todo ayer y todo hoy hiede a chusma que escribe!
Igual que un lisiado que se hubiera quedado sordo y ciego y mudo: así viví yo largo
tiempo, para no vivir con la chusma del poder, de la pluma y de los placeres.
Fatigosamente subía escaleras mi espíritu, y con cautela; limosnas de placer fueron su
alivio; apoyada en el bastón se arrastraba la vida para el ciego.
¿Qué me ocurrió, sin embargo? ¿Cómo me redimí de la náusea? ¿Quién rejuveneció
mis ojos? ¿Cómo volé hasta la altura en la que ninguna chusma se sienta ya junto al pozo?
¿Mi propia náusea me proporcionó alas y me dio fuerzas que presienten las fuentes?
¡En verdad, hasta lo más alto tuve que volar para reencontrar el manantial del placer!
¡Oh, lo encontré, hermanos míos! ¡Aquí en lo más alto brota para mí el manantial del
placer! ¡Y hay una vida de la cual no bebe la chusma con los demás!
¡Casi demasiado violenta resulta tu corriente para mí, fuente del placer! ¡Y a menudo
has vaciado de nuevo la copa queriendo llenarla!
Y todavía tengo que aprender a acercarme a ti con mayor modestia: con demasiada violencia
corre aún mi corazón a tu encuentro: -
Mi corazón, sobre el que arde mi verano, el breve, ardiente, melancólico, sobrebienaventurado:
¡cómo apetece mi corazón estival tu frescura!
¡Disipada se halla la titubeante tribulación de mi primavera! ¡Pasada está la maldad de
mis copos de nieve de junio! ¡En verano me he transformado enteramente y en mediodía
de verano!
Un verano en lo más alto, con fuentes frías y silencio bienaventurado: ¡oh, venid, amigos
míos, para que el silencio resulte aún más bienaventurado!
Pues ésta es nuestra altura y nuestra patria: en un lugar demasiado alto y abrupto habitamos
nosotros aquí para todos los impuros y para su sed.
¡Lanzad vuestros ojos puros en el manantial de mi placer, amigos míos! ¡Cómo habría
él de enturbiarse por ello! ¡En respuesta os reirá con su pureza!
En el árbol Futuro construimos nosotros nuestro nido; ¡águilas deben traernos en sus
picos alimento a nosotros los solitarios!175
¡En verdad, no un alimento del que también a los impuros les esté permitido comer!
¡Fuego creerían devorar y se abrasarían los hocicos!
¡En verdad, aquí no tenemos preparadas moradas para impuros! ¡Una caverna de hielo
significaría para sus cuerpos nuestra felicidad, y para sus espíritus!
Y cual vientos fuertes queremos vivir por encima de ellos, vecinos de las águilas, vecinos
de la nieve, vecinos del sol: así es como viven los vientos fuertes.
E igual que un viento quiero yo soplar todavía alguna vez entre ellos, y con mi espíritu
cortar la respiración a su espíritu: asílo quiere mi futuro.
En verdad, un viento fuerte es Zaratustra para todas las hondonadas; y este consejo da a
sus enemigos y a todo lo que esputa y escupe: «¡Guardaos de escupir contra el viento!
»176

Así habló Zaratustra.

175 Reminiscencia de 1 Reyes, 17, 6: «Los cuervos le llevaban [a Elías] pan por la mañana y carne por la
tarde.» Aquí son águilas las que llevan la comida a los solitarios.
176 En Ecce homo cita Nietzsche un largo fragmento de este capítulo (desde «¿Pero qué me ha sucedido?
»... hasta aquí) como ejemplo de la manera de hablar Zaratustra sobre «la redención de la náusea».
 
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belzebuth666
view post Posted on 29/10/2008, 18:17




De las tarántulas 177

Mira, ésa es la caverna de la tarántula! ¿Quieres verla a ella misma? Aquí cuelga su tela;
tócala, para que tiemble. Ahí viene dócilmente: ¡bien venida, tarántula! Negro se
asienta sobre tu espalda tu triángulo y emblema; y yo conozco también lo que se asienta
en tu alma.
Venganza se asienta en tu alma: allí donde tú muerdes, se forma una costra negra; ¡con
la venganza produce tu veneno vértigos al alma!
Así os hablo en parábola a vosotros los que causáis vértigos a las almas, ¡vosotros los
predicadores de la igualdad! ¡Tarántulas sois vosotros para mí, y vengativos escondidos!
Pero yo voy a sacar a luz vuestros escondrijos: por eso me río en vuestra cara con mi
carcajada de la altura.
Por eso desgarro vuestra tela, para que vuestra rabia os induzca a salir de vuestras cavernas
de mentiras, y vuestra venganza destaque detrás de vuestra palabra «justicia».
Pues que el hombre sea redimido de la venganza: ése es para mí el puente hacia la suprema
esperanza y un arco iris después de prolongadas tempestades.
Mas cosa distinta es, sin duda, lo que las tarántulas quieren. «Llámese para nosotras
justicia precisamente esto, que el mundo se llene de las tempestades de nuestra venganza
» - así hablan ellas entre sí.
«Venganza queremos ejercer, y burla de todos los que no son iguales a nosotros» - esto
se juran a sí mismos los corazones de tarántulas.
«Y “voluntad de igualdad” - éste debe llegar a ser en adelante el nombre de la virtud; ¡y
contra todo lo que tiene poder queremos nosotros elevar nuestros gritos!»
Vosotros predicadores de la igualdad, la demencia tiránica de la impotencia es lo que en
vosotros reclama a gritos «igualdad»: ¡vuestras más secretas ansias tiránicas se disfrazan,
pues, con palabras de virtud!
Presunción amargada, envidia reprimida, tal vez presunción y envidia de vuestros padres:
de vosotros brota eso en forma de llama y de demencia de la venganza.
Lo que el padre calló, eso habla en el hijo; y a menudo he encontrado que el hijo era el
desvelado secreto del padre.
A los entusiastas se asemejan: pero no es el corazón lo que los entusiasma, - sino la
venganza. Y cuando se vuelven sutiles y fríos, no es el espíritu, sino lo envidia lo que los
hace sutiles y fríos.
Sus celos los conducen también a los senderos de los pensadores; y éste es el signo característico
de sus celos - van siempre demasiado lejos: hasta el punto de que su cansancio
tiene finalmente que echarse a dormir incluso sobre nieve.
En cada una de sus quejas resuena la venganza, en cada uno de sus elogios hay un
agravio; y ser jueces les parece la bienaventuranza.
Mas yo os aconsejo así a vosotros, amigos míos: ¡desconfiad de todos aquellos en quienes
es poderosa la tendencia a imponer castigos!
Ése es pueblo de índole y origen malos; desde sus rostros miran el verdugo y el sabueso.
¡Desconfiad de todos aquellos que hablan mucho de su justicia! En verdad, a sus almas
no es miel únicamente lo que les falta.
Y si se llaman a sí mismos «los buenos y justos», no olvidéis que a ellos, para ser fariseos,
no les falta nada más que - ¡poder!
Amigos míos, no quiero que se me mezcle y confunda con otros.
Hay quienes predican mi doctrina acerca de la vida: y a la vez son predicadores de la
igualdad, y tarántulas.
Su hablar en favor de la vida, aunque ellos están sentados en su caverna, esos arañas
venenosas, y apartados de la vida: débese a que ellos quieren así hacer daño.
Quieren así hacer daño a quienes ahora tienen el poder: pues entre éstos es donde mejor
acogida sigue encontrando la predicación acerca de la muerte.
Si fuera de otro modo, los tarántulas enseñarían algo distinto: y justamente ellos fueron
en otro tiempo los que mejor calumniaron el mundo y quemaron herejes.
Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido. Pues a
mí la justicia me dice así: «los hombres no son iguales»178.
¡Y tampoco deben llegar a serlo! ¿Qué sería mi amor al superhombre si yo hablase de
otro modo?
Por mil puentes y veredas deben los hombres darse prisa a ir hacia el futuro, y débese
implantar entre ellos cada vez más guerra y desigualdad: ¡así me hace hablar mi gran
amor!
¡Inventores de imágenes y de fantasmas deben llegar a ser en sus hostilidades, y con sus
imágenes y fantasmas deben combatir aún unos contra otros la batalla suprema!
Bueno y malo, y rico y pobre, y elevado y minúsculo, y todos los nombres de los valores:
¡armas deben ser, y signos ruidosos de que la vida tiene que superarse continuamente
a sí misma!
Hacia la altura quiere edificarse, con pilares y escalones, la vida misma: hacia vastas lejanías
quiere mirar, y hacia bienaventurada belleza, - ¡por eso necesita altura!
¡Y como necesita altura, por eso necesita escalones, y contradicción entre los escalones
y los que suben! Subir quiere la vida, y subiendo, superarse a sí misma.
¡Y ved, amigos míos! Aquí, donde está la caverna de la tarántula, levántanse hacia arriba
las ruinas de un viejo templo - ¡contempladlo con ojos iluminados!
¡En verdad, quien en otro tiempo elevó aquí en piedra sus pensamientos como una torre,
ése sabía del misterio de toda vida tanto como el más sabio!
Que existen lucha y desigualdad incluso en la belleza, y guerra por el poder y por el sobrepoder:
esto es lo que él nos enseña aquí con símbolo clarísimo179.
Igual que aquí bóvedas y arcos divinamente se derrumban, en lucha a brazo partido:
igual que con luz y sombra ellos, los llenos de divinas aspiraciones, se oponen recíprocamente
-
¡Así, con igual seguridad y belleza, seamos tambien nosotros enemigos, amigos míos!
¡Divinamente queremos oponernos unos a otros en nuestras aspiraciones! -
¡Ay! ¡A mí mismo me ha picado la tarántula, mi vieja enemiga! ¡Divinamente segura y
bella me ha picado en el dedo! «Castigo tiene que haber, y justicia - así piensa ella: ¡no
debe cantar él aquí de balde cánticos en honor de la enemistad!»
¡Sí, se ha vengado! Y ¡ay!, ¡ahora, con la venganza, producirá vértigo también a mi alma!
Mas para que yo no sufra vértigo, amigos míos, ¡atadme fuertemente aquí a esta columna!
180 ¡Prefiero ser un santo estilita que remolino de la venganza!
En verdad, no es Zaratustra un viento que dé vueltas, ni un remolino; y si es un bailarín,
¡nunca será un bailarín picado por la tarántula!181

Así habló Zaratustra.

177 Este apartado es un ejemplo más de la «atmósfera italiana» de esta segunda parte de Así habló Zaratustra.
De ese modo se entiende igualmente la alusión final a la «tarantela».
178 Véase, en esta segunda parte, De los doctos.
179 Variación sobre el fragmento 51 (Diels-Kranz) de Heraclito: «No entienden cómo, al diverger, se
converge consigo mismo: armonía propia del tender en direcciones opuestas, como la del arco y la de la
lira».
180 Reminiscencia clásica: también Ulises pide a sus compañeros que lo aten al mástil de la nave para no
ser arrastrado por los cantos de las sirenas. Véase Odisea, canto XII.
181 La traducción castellana manifiesta sólo uno de los dos sentidos que tiene simultáneamente la expresión
alemana Tarantel-Tänzer: el que baila la tarantela y el que gira bailando por haber sido picado por una
tarántula. A la picadura de la tarántula se le atribuían antiguamente extraños efectos nerviosos; y también a
la danza llamada «tarantela» se le atribuían poderes curativos contra esa picadura.
 
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satanas1
view post Posted on 29/10/2008, 18:18




De los sabios famosos

Al pueblo habéis servido, y a la superstición del pueblo, todos vosotros, sabios famosos!
- ¡y no a la verdad! Y precisamente por esto se os tributaba veneración.
Y también por esto se soportaba vuestra incredulidad, ya que ésta era un ardid y un camino
indirecto para llegar al pueblo. Así deja el señor plena libertad a sus esclavos y se
divierte además con la petulancia de éstos.
Mas quien al pueblo le resulta odioso, como se lo resulta un lobo a los perros: ése es el
espíritu libre, el enemigo de las cadenas, el que no adora, el que habita en los bosques.
Arrojarlo de su cobijo - eso es lo que ha significado siempre para el pueblo el «sentido
de lo justo»: contra él continúa azuzando a sus perros de más afilados dientes.
«Pues la verdad está aquí: ¡ya que aquí está el pueblo! ¡Ay, ay de los que buscan!» - así
se viene diciendo desde siempre.
A vuestro pueblo queríais darle razón en su veneración: ¡a eso lo llamasteis «voluntad
de verdad» vosotros, sabios famosos! Y vuestro corazón se decía siempre a sí mismo:
«del pueblo he venido: de allí me ha venido también la voz de Dios»182.
Duros de cerviz y prudentes, como el asno, habéis sido siempre vosotros en cuanto
abogados del pueblo.
Y más de un poderoso que quería marchar bien con el pueblo enganchó delante de sus
corceles - un asnillo, un sabio famoso.
¡Y ahora yo quisiera, sabios famosos, que por fin arrojaseis totalmente de vosotros la
piel de león!
¡La piel del animal de presa, de manchas multicolores, y las melenas del que investiga,
busca, conquista!
¡Ay, para que yo aprendiera a creer en vuestra «veracidad» tendríais primero que hacer
pedazos vuestra voluntad veneradora!
Veraz - así llamo yo a quien se marcha a desiertos sin dioses y ha hecho pedazos su corazón
venerador.
En medio de la arena amarilla, y quemado por el sol, ciertamente mira a hurtadillas, sediento,
hacia los oasis abundantes en fuentes, en donde seres vivos reposan bajo oscuros
árboles.
Pero su sed no le persuade a hacerse igual a aquellos comodones: pues donde hay oasis,
allí hay también imágenes de ídolos.
Hambrienta, violenta, solitaria, sin dios: así es como se quiere a sí misma la voluntad
leonina.
Emancipada de la felicidad de los siervos, redimida de dioses y adoraciones, impávida
y pavorosa, grande y solitaria: así es la voluntad del veraz.
En el desierto han habitado desde siempre los veraces, los espíritus libres, como señores
del desierto; pero en las ciudades habitan los bien alimentados y famosos sabios, - los
animales de tiro.
Siempre, en efecto, tiran ellos, como asnos, - ¡del carro del pueblo!
No es que yo me enfade por esto con ellos: mas para mí siguen siendo servidores, y uncidos,
aunque brillen con arreos de oro.
Y a menudo han sido servidores buenos y dignos de alabanza. Pues así habla la virtud:
«¡Si tienes que ser servidor, busca a aquel a quien más aprovechen tus servicios!
El espíritu y la virtud de tu señor deben crecer por el hecho de ser tú su servidor: ¡así
creces tú mismo junto con el espíritu y con la virtud de aquél!»
Y en verdad, ¡vosotros sabios famosos, vosotros servidores del pueblo! Vosotros mismos
habéis crecido junto con el espíritu y con la virtud del pueblo - ¡y el pueblo mediante
vosotros! ¡En vuestro honor digo yo esto!
Mas pueblo seguís siendo vosotros para mí, incluso en vuestras virtudes, pueblo de ojos
miopes, - ¡pueblo que no sabe qué es espíritu!
Espíritu es la vida que se saja a sí misma en vivo183: con el propio tormento aumenta su
propio saber - ¿sabíais ya esto?
Y la felicidad del espíritu es ésta: ser ungido y ser consagrado con lágrimas para víctima
del sacrificio - ¿sabíais ya esto? Y la ceguera del ciego y su buscar y tantear deben
seguir dando testimonio del poder del sol al que miró - ¿sabíais ya esto?
¡Y el hombre que conoce debe aprender a edificar con montañas! Es poco que el espíritu
traslade montañas184 - ¿sabíais ya esto?
Vosotros conocéis sólo chispas del espíritu: ¡pero no veis el yunque que él es, ni la
crueldad de su martillo!
¡En verdad, no conocéis el orgullo del espíritu! ¡Pero aún menos soportaríais la modestia
del espíritu, si alguna vez ella quisiera hablar!
Y nunca todavía os ha sido lícito arrojar vuestro espíritu a una fosa de nieve; ¡no sois
bastante ardientes para ello! Por esto tampoco conocéis los éxtasis de su frialdad.
Para mí vosotros os tomáis en todo demasiadas confianzas con el espíritu; y de la sabiduría
hacéis con frecuencia un asilo y un hospital para malos poetas.
No sois águilas: por ello no habéis experimentado tampoco la felicidad que hay en el terror
del espíritu. Y quien no es pájaro no debe hacer su nido sobre abismos.
Me resultáis tibios185: pero fría es la corriente de todo conocimiento profundo. Gélidos
son los pozos más íntimos del espíritu: un alivio para manos y trabajadores ardientes.
Respetables estáis ahí para mí, y tiesos, y con la espalda derecha, ¡vosotros, sabios famosos!
- a vosotros no os empujan un viento y una voluntad poderosos.
¿No habéis visto jamás una vela caminar sobre el mar, redondeada e hinchada y temblorosa
por el ímpetu del viento? Igual que la vela, temblorosa por el ímpetu del espíritu,
camina mi sabiduría sobre el mar - ¡mi sabiduría salvaje!
Pero vosotros servidores del pueblo, vosotros sabios famosos, - ¡cómo podríais vosotros
marchar junto a mí!

Así habló Zaratustra.

182 Alusión a la conocida frase vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios).
183 El «concienzudo del espíritu» dirá más tarde a Zaratustra, en la conversación que mantendrá con él,
que fue precisamente esa enseñanza la que lo indujo a seguirlo. Véase, en la cuarta parte, La sanguijuela.
Véase también, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 7.
184 «Trasladar montañas» es expresión bíblica. Véase el Evangelio de Mateo, 17, 20: «Tenéis poca fe. Os
aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza le diríais a aquella montaña de allí que viniera y
vendría».
185 Alusión ala frase del Apocalipsis, 3,15-16: «¡Ojalá fueras frío o caliente! Mas como eres tibio, y ni
frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.»
 
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samael69
view post Posted on 29/10/2008, 18:20




La canción de la noche 186

Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un
surtidor187.
Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi
alma es la canción de un amante.
En mí hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar. En mí hay un ansia de amor,
que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo: ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundado de luz.
¡Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz!
¡Y aun a vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeñas estrellas centelleantes y gusanos
relucientes allá arriba! - y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí salen.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser
aún más dichoso que tornar188.
Ésta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; ésta es mi envidia, el ver
ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
¡Oh desventura de todos los que regalan! ¡Oh eclipse de mi sol! ¡Oh ansia de ansiar!
¡Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de mí: ¿pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hay entre tomar y dar; el
abismo más pequeño es el más difícil de salvar189.
Un hambre brota de mi belleza: daño quisiera causar a quienes ilumino, saquear quisiera
a quienes colmo de regalos: - tanta es mi hambre de maldad.
Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella; semejante a la cascada, que
sigue vacilando en su caída: - tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud; tal perfidia mana de mi soledad.
¡Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de sí
misma por su sobreabundancia!
Quien siempre regala corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuye fórmansele,
a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazón.
Mis ojos no se llenan ya de lágrimas ante la vergüenza de los que piden; mi mano se ha
vuelto demasiado dura para el temblar de manos llenas.
¿Adónde se fueron la lágrima de mi ojo y el plumón de mi corazón? ¡Oh soledad de todos
los que regalan! ¡Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro háblanle con su luz, -
para mí callan.
Oh, ésta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada sus órbitas.
Injusto en lo más hondo de su corazón contra lo que brilla: frío para con los soles, - así
camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus órbitas, ése es su caminar. Siguen su
voluntad inexorable, ésa es su frialdad.
¡Oh, sólo vosotros los oscuros, los nocturnos, sacáis calor de lo que brilla! ¡Oh, sólo
vosotros bebéis leche y consuelo de las ubres de la luz!
¡Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado!190 ¡Ay, en mí hay
sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ¡ay, que yo tenga que ser luz! ¡Y sed de lo nocturno! ¡Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de mí mi deseo, - hablar es lo que deseo.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un
surtidor
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma
es la canción de un amante.

Así cantó Zaratustra.

186 Títulos anteriores previstos por Nietzsche para este apartado fueron: Luz soy yo y La canción de la soledad.
El propio Nietzsche hace en Ecce homo interesantes consideraciones sobre este poema. Le llama «el
inmortal lamento de estar condenado, por la sobreabundancia de luz y poder, por la propia naturaleza solar,
a no amar». Y después de trascribirlo íntegramente añade: «Nada igual se ha compuesto nunca, ni sentido
nunca, ni sufrido nunca, así sufre un dios, un Dioniso. La respuesta a este ditirambo del aislamiento solar
en la luz sería Ariadna... ¡Quien sabe, excepto yo, qué es Ariadna!»... Véase Ecce homo.
187 La alusión a los «surtidores» es, una vez más, reminiscencia italiana, y se refiere a la fontana del
Tritone, obra de Bernini, que adorna la piazza Barberini en Roma. Es Nietzsche mismo el que dice esto:
«En una loggia situada sobre la mencionada piazza (Barberini], desde la cual se domina Roma con la vista
y se oye, allá abajo en el fondo, murmurar la fontana, fue compuesta aquella canción, la más solitaria que
jamás se ha compuesto, La canción de la noche.»
188 En Hechos de los Apóstoles, 20, 35, dice Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Efeso: «Hay que tener
presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en tomar.» Esta frase atribuida
a Jesús por Pablo no la han conservado los Evangelios. Nietzsche invierte la sentencia: la infelicidad,
dice, la otorga el dar; es mejor tomar; y aun mejor, robar y arrebatar. Véase, en la tercera parte, El retorno a
casa, y, en la cuarta parte, El mendigo voluntario.
189 Véase, en la tercera parte, El convaleciente.
190 Una variación de esta idea puede verse en Más allá del bien y del mal: «¡Es tan frío, tan gélido, que al
tocarlo nos quemamos los dedos! ¡Toda mano que lo agarra se espanta! - Y justo por ello no son pocos los
que lo tienen por ardiente.»
 
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astaroth1
view post Posted on 29/10/2008, 18:22




La canción del baile

Un atardecer caminaba Zaratustra con sus discípulos por el bosque; y estando buscando
una fuente he aquí que llegó a un verde prado a quien árboles y malezas silenciosamente
rodeaban: en él bailaban, unas con otras, unas muchachas. Tan pronto como las muchachas
reconocieron a Zaratustra dejaron de bailar; mas Zaratustra se acercó a ellas con
gesto amistoso y dijo estas palabras
«¡No dejéis de bailar, encantadoras muchachas! No ha llegado a vosotras, con mirada
malvada, ningún aguafiestas, ningún enemigo de muchachas.
Abogado de Dios soy yo ante el diablo: mas éste es el espíritu de la pesadez. ¿Cómo
habría yo de ser, oh ligeras, hostil a bailes divinos? ¿O a pies de muchacha de hermosos
tobillos?
Sin duda soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros: sin embargo, quien no tenga
miedo de mi oscuridad encontrará también taludes de rosas debajo de mis cipreses.
Y asimismo encontrará ciertamente al pequeño dios que más querido les es a las muchachas:
junto al pozo está tendido, quieto, con los ojos cerrados.
¡En verdad, se me quedó dormido en pleno día, el haragán! ¿Es que acaso corrió demasiado
tras las mariposas?
¡No os enfadéis conmigo, bellas bailarinas, si castigo un poco al pequeño dios! Gritará
ciertamente y llorará, - ¡mas a risa mueve él incluso cuando llora!
Y con lágrimas en los ojos debe pediros un baile; y yo mismo quiero cantar una canción
para su baile:
Una canción de baile y de mofa contra el espíritu de la pesadez, mi supremo y más poderoso
diablo, del que ellos dicen que es “el señor de este mundo”»191. -
Y ésta es la canción que Zaratustra cantó mientras Cupido y las muchachas bailaban
juntos:
En tus ojos he mirado hace un momento, ¡oh vida!192 Y en lo insondable me pareció
hundirme.
Pero tú me sacaste fuera con un anzuelo de oro; burlonamente te reíste cuando te llamé
insondable.
«Ése es el lenguaje de todos los peces, dijiste; lo que ellos no pueden sondar, es insondable.
Pero yo soy tan sólo mudable, y salvaje, y una mujer en todo, y no virtuosa:
Aunque para vosotros los varones me llame ‘la profunda’, o ‘la fiel’, ‘la eterna’, ‘la llena
de misterio’.
Vosotros los varones, sin embargo, me otorgáis siempre como regalo vuestras propias
virtudes - ¡ay, vosotros virtuosos!»
Así reía la increíble; mas yo nunca la creo, ni a ella ni a su risa, cuando habla mal de sí
misma.
Y cuando hablé a solas con mi sabiduría salvaje, me dijo encolerizada: «Tú quieres, tú
deseas, tú amas, ¡sólo por eso alabas tú la vida!»
A punto estuve de contestarle mal y de decirle la verdad a la encolerizada; y no se puede
contestar peor que «diciendo la verdad» a nuestra propia sabiduría.
Así están, en efecto, las cosas entre nosotros tres. A fondo yo no amo más que a la vida
- ¡y, en verdad, sobre todo cuando la odio!
Y el que yo sea bueno con la sabiduría, y a menudo demasiado bueno: ¡esto se debe a
que ella me recuerda totalmente a la vida!
Tiene los ojos de ella, su risa, e incluso su áurea caña de pescar: ¿qué puedo yo hacer si
las dos se asemejan tanto?
Y una vez, cuando la vida me preguntó: ¿Quién es, pues, ésa, la sabiduría? - yo me
apresuré a responder: «¡Ah sí!, ¡la sabiduría!
Tenemos sed de ella y no nos saciamos, la miramos a través de velos, la intentamos
apresar con redes.
¿Es hermosa? ¡Qué se yo! Pero hasta las carpas más viejas continúan picando en. su cebo.
Mudable y terca es; a menudo la he visto morderse los labios y peinarse a contrapelo.
Acaso es malvada y falsa, y una mujer en todo; pero cabalmente cuando habla mal de sí
es cuando más seduce.»
Cuando dije esto a la vida ella rió malignamente y cerró los ojos. «¿De quién estás
hablando?, dijo, ¿sin duda de mí?
Y aunque tuvieras razón, - ¡decirme eso así a la cara! Pero ahora habla también de tu
sabiduría.»
¡Ay, y entonces volviste a abrir tus ojos, oh vida amada! Y en lo insondable me pareció
hundirme allí de nuevo. -
Así cantó Zaratustra. Mas cuando el baile acabó y las muchachas se hubieron ido de allí
sintióse triste.
«Hace ya mucho que se puso el sol, dijo por fin; el prado está húmedo, de los bosques
llega frío.
Algo desconocido está a mi alrededor y mira pensativo. ¡Cómo! ¿Tú vives todavía, Zaratustra?
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué? ¿Hacia dónde? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿No es tontería vivir
todavía? -
Ay, amigos mios, el atardecer es quien así pregunta desde mí. ¡Perdonadme mi tristeza!
El atardecer ha llegado: ¡perdonadme que el atardecer haya llegado!»

Así habló Zaratustra.

191 Así llama el Evangelio de Juan, 12, 31, al demonio (palabras de Jesús a Andrés y Felipe, anunciando
su glorificación por la muerte): «Ahora comienza un juicio contra el orden presente, y ahora el señor de
este mundo será arrojado fuera. Pero yo, cuando me levanten de la tierra, tiraré de todos hacia mí».
192 Con estas mismas palabras comenzará también La otra canción del baile, en la tercera parte de esta
obra.
 
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