| Todas las maceraciones del ascetismo están tomadas de las iniciaciones en los antiguos misterios, y no han cesado, porque los iniciables, no encontrando ya iniciadores y habiéndose convertido los directores de las conciencias en seres ignorantes como el vulgo, los ciegos se han dejado guiar por los ciegos, y nadie ha querido sufrir ni sujetarse a pruebas que no conducían más que a la duda ya la desesperación; el camino de in verdadera luz se había perdido.
Para hacer alguna cosa es preciso saber lo que se quiere hacer, o por lo menos, tener fe en alguien que lo sepa. Pero, ¿cómo arriesgaré mi vida a la aventura y seguiré al azar, a aquel que ni él mismo sabe adónde va?
En la vía de las altas ciencias no hay que comprometerse temerariamente, sino, una vez en marcha, es preciso llegar o perecer. Dudar es volverse loco; detenerse es caer, retroceder, es precipitarse en un abismo.
Tú, pues, que has comenzado la lectura de este libro, silo comprendes y quieres leerlo hasta el fin, hará de ti un monarca o un insensato. En cuanto a ti, haz del volumen lo que quieras, no podrás ni despreciarlo, ni olvidarlo. Si eres puro, este libro será para ti una luz; si eres fuerte, será tu arma; si eres santo, será tu religión; si eres sabio, regulará tu sabiduría.
Pero si eres pecador, si eres malvado, este libro será para ti como una antorcha infernal; destrozará tu pecho como si fuera un puñal, quedará en tu memoria como un remordimiento, te llenará la imaginación de quimeras y te conducirá, por las vías del vesanismo, a la desesperación. Querrás reir y no alcanzarás más que a rechinar los dientes porque este libro será para ti como la lima de la fábula, lima que una serpiente trataba de roer, siendo aquélla la que rayó todos los dientes a la serpiente. Comencemos ahora la serie de las iniciaciones.
Ya he dicho que la revelación es el verbo. El verbo, en efecto, o in palabra, es el velo del ser y el signo característico de la vida. Toda forma es el velo de mi verbo, porque la idea madre del verbo es la única razón de ser de las formas. Toda figura es un carácter; todo carácter pertenece y retorna a un verbo. Por esta razón, los antiguos sabios, de los que Trismegisto es el órgano, formularon su único dogma en estos términos:
Lo que esta arriba es como lo que esta abajo y lo que esta abajo es como lo que esta arriba.
- En otros términos: in forma guarda proporción con la idea; la sombra es la medida del cuerpo calculada en su relación con el rayo luminoso. La vaina es tan profunda como el largo de la espada; la negación es proporcional a in afirmación contraria la producción es igual a la destrucción en el movimiento que conserva la vida, y no hay un solo punto en el espacio infinito que no sea el centro del circulo, cuya circunferencia se agrada y retrocede indefinidamente en el espacio. Toda individualidad es, por tanto, indefinidamente imperceptible, puesto que el orden moral guarda analogía con el orden físico, y porque no se podrían concebir un punto que no pueda dilatarse, agrandarse y lanzar rayos en un circulo filosóficamente infinito. Lo que puede decirse del alma entera, se puede decir también de cada una de las facultades del alma. La inteligencia y la voluntad del hombre son instrumentos de un alcance y de una fuerza incalculables. Pero la inteligencia y la voluntad tienen como auxiliares y como instrumento una facultad muy poco conocida y cuyo poderio pertenece exclucivamenteal dominio de la magia; me refiero a la imaginación, la cual los cabalistas llamaban lo diafano o traslucido. La imaginación, en efecto, es algo así como los ojos del alma, siendo en ella en donde se dibujan y se conservan las formas; es por ella también por donde vemos los reflejos del mundo invisible, y asimismo, en fin, es el espejo de las visiones y el aparato de la vida mágica. Por medio de ella curamos las enfermedades, influenciamos las estaciones, apartamos los muertos de los vivos, y hasta resucitamos los muertos, porque es ella la que exalta la voluntad y la que la adquiere del agente universal. La imaginación determina la forma del hijo en el seno de la madre y fija el destino de los hombres, da alas al contagio y dirige a los combatientes en el campo de la batalla. ¿Estáis en peligro de un combate? Pues consideraos invulnerables como Aquiles y lo seréis, dice Paracelso. El miedo atrae las balas en la guerra, en tanto que el valor las hace desviar o retroceder. Ya se sabe que los amputados se quejan, con frecuencia, de los miembros que ya no poseen. Paracelso operaba sobre sangre viviente, medicamentado el resultado de una sangría. Curaba los dolores de cabeza a distancia, operando- sobre cabellos cortados. Se había anticipado en mucho para la ciencia, acerca de la unidad imaginaria y la solidaridad del todo o de las partes, teorías todas, o más bien conjunto de todas las experiencias de nuestros más célebres magnetizadores. Por esto sus curaciones eran maravillosas, milagrosas, y mereció que se agregara a su nombre de Felipe Teofrasto Bombast, el de Aureola Paracelso, agregándole, todavía el epíteto de divino.
La imaginación es el instrumento de la adaptación del verbo. La imaginación, aplicada a la razón, es el genio. La razón es una, como el genio es uno en Ia multiplicidad de sus creaciones.
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