Los 120 días de Sodoma, Marqués de Sade

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nubarus
view post Posted on 16/1/2009, 21:06




Hercule, verdaderamente formado como el dios cuyo nombre llevaba, tenía veintiséis años
y estaba dotado de un miembro de ocho pulgadas de circunferencia por trece de largo. Nada
se había visto nunca que fuese tan bello ni tan majestuoso como aquel instrumento casi
siempre en erección y cuyas ocho descargas, se hizo la prueba de ello, llenaban una pinta.
Por otra parte, era muy dulce y tenía un rostro muy interesante.
Antinoüs, así llamado porque, como el bardaje de Adriano, al más hermoso pito del
mundo añadía el culo más voluptuoso, lo que es muy raro; su instrumento medía ocho
pulgadas de circunferencia por doce de largo. Tenía treinta años y la cara más bonita del
mundo.
Brise-cul tenía un miembro tan divertidamente formado que le era casi imposible dar por
detrás sin rasgar el culo, y de ahí le venía el nombre que llevaba. La cabeza de su pito, que
semejaba el corazón de un buey, tenía ocho pulgadas por tres de circunferencia. El miembro
sólo tenía ocho, pero estaba retorcido de tal manera que rasgaba el ano cuando penetraba en
él, y esta cualidad, tan apreciada por libertinos tan hastiados como los nuestros, hacía que
fuese muy solicitado.
Bande-au.ciel, llamado así porque su erección era continua, hiciese lo que hiciese, tenía un
miembro de once pulgadas de largo por siete pulgadas once líneas de circunferencia. Se
habían rechazado otros más grandes que el de él porque aquéllos levantaban la cabeza difícilmente,
mientras que éste, fuesen las que fueren las eyaculaciones que hubiese tenido en un
día, estaba en el aire a la menor caricia.
 
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belzebuth666
view post Posted on 16/1/2009, 21:14




Los otro cuatro eran más o menos del mismo porte y aspecto. Durante quince días se
divirtieron con los cuarenta y dos sujetos rechazados, y tras haberles hecho muchas trastadas
fueron despedidos, bien pagados.
Sólo faltaba pues escoger a las cuatro sirvientas, lo cual era sin duda lo más pintoresco.
El presidente no era el único que tenía gustos depravados; sus tres amigos, y Durcet
principalmente, eran un tanto adeptos a esa manía de crápula y desenfreno que encuentra
más atractivo en una persona vieja, repugnante y sucia que con lo que la naturaleza ha
formado de más divino. Sería difícil explicar esta fantasía, pero existe en mucha gente; el desorden
de la naturaleza lleva consigo una especie de excitante que obra sobre el sistema
nervioso con tanta o mayor eficacia como sus más singulares bellezas. Por otra parte, está
demostrado que es el horror, la villanía, la cosa horrible la que gusta cuando uno está
excitado y en erección. Ahora bien ¿dónde se encuentra esto mejor que en una persona
viciada? Ciertamente, si es la cosa sucia lo que gusta en el acto de la lubricidad, cuanto más
sucia es esta cosa más debe gustar, y ella es seguramente mucho más sucia en la persona
viciada que en la persona intacta o perfecta.
En cuanto a esto no hay la más ligera duda. Por otra parte, la belleza es lo sencillo, la
fealdad es lo extraordinario, y todas las imaginaciones ardientes prefieren sin duda lo
extraordinario en la lubricidad a lo simple. La belleza, la frescura sólo impresionan en un
sentido sencillo; la fealdad, la degradación pegan con más fuerza, la conmoción es más
intensa, la agitación es por lo tanto más viva; no hay que sorprenderse pues, tras esto, de que
mucha gente prefiera gozar con una mujer vieja, fea, e incluso maloliente que con una
muchacha bonita y lozana, de igual modo que no debemos asombrarnos, digo, de que un
hombre prefiera, en sus paseos, el suelo árido y abrupto de las montañas a los senderos
monótonos de los llanos. Todas estas cosas dependen de nuestra conformación, de nuestros
órganos, de la manera en que se ven afectados, y no somos más dueños de cambiar nuestros
gustos sobre esto que de variar las formas de nuestros cuerpos.
Sea como fuere, tal era, como se ha dicho, el gusto dominante del presidente y casi, en
verdad, de sus tres compinches, porque todos habían coincidido unánimemente en la
elección de las sirvientas, elección que sin embargo, como se verá, denotaba en la
organización este desorden y depravación que se acaba de describir.
Así, pues, se hizo buscar en París, con el mayor cuidado, las cuatro criaturas que se
necesitaban para desempeñar tal cargo, y por desagradable que pueda ser su retrato, el lector
me permitirá sin embargo que lo trace: es demasiado esencial para la parte que se refiere a las
costumbres, cuyo desarrollo es uno de los principales objetivos de esta obra.
 
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nubarus
view post Posted on 16/1/2009, 21:18




La primera se llamaba Marie; había sido sirvienta de un famoso bandido recientemente
aprehendido, y había sido azotada y marcada a cuenta suya. Tenía cincuenta y ocho años, era
casi calva, nariz torcida, ojos empañados y legañosos, boca grande y con sus treinta y dos
dientes, realmente, pero amarillentos como el azufre; era alta, flaca, había tenido catorce
hijos, que había ahogado, decía ella, para evitar que se convirtieran en malos sujetos. Su
vientre era ondulado como el oleaje marino y un absceso le devoraba una nalga.
La segunda se llamaba Louison; tenía sesenta años, era pequeña, jorobada, tuerta y coja,
pero era dueña de un hermoso culo para su edad y la piel todavía hermosa. Perversa -como
el diablo, y siempre dispuesta a cometer todos los horrores y todos los excesos que pudieran
ordenarle.
Thérése tenía sesenta y dos años; era alta, delgada parecía un esqueleto, no tenía un solo
pelo en la cabeza; ni un diente en la boca, y exhalaba por esta abertura de su cuerpo un
hedor capaz de tumbar a un caballo. Tenía el culo acribillado de cicatrices y las nalgas tan
prodigiosamente blandas que podían enrollarse a un bastón; el agujero de este hermoso culo
se parecía a la boca de un volcán por la anchura y por el olor era un verdadero orinal; según
ella misma decía, en su vida se había limpiado el culo, donde había aún, sin lugar a dudas,
mierda de su infancia. Por lo que respecta a su vagina, era el receptáculo de todas las
inmundicias y de todos los horrores, un verdadero sepulcro cuya fetidez hacía desmayarse.
Tenía un brazo torcido y cojeaba de una pierna.
Fanchon era el nombre de la cuarta; había sido seis veces colgada en efigie y no existía un
solo crimen en la tierra que no hubiese cometido. Tenía sesenta y nueve años, era chata, baja
y gorda, bizca, casi sin frente, una bocaza con sólo dos dientes a punto de caer, una eresipela
le cubría el trasero y unas hemorroides grandes como puños le colgaban del ano, un chancro
horrible devoraba su vagina y uno de sus muslos estaba completamente quemado. Estaba
borracha las tres cuartas partes del año y, en su embriaguez, como sufría del estómago,
vomitaba por todas partes. El agujero de su culo, a pesar del bulto de hemorroides que lo
adornaba, era tan ancho de una manera natural que lanzaba pedos y otras cosas muy a
menudo, sin advertirlo. Independientemente del servicio de la casa durante la lujuriosa
estancia, estas cuatro mujeres debían tomar parte además en todas las asambleas, para las
diferentes necesidades y servicios de la lubricidad que se les pudiera exigir.
 
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nubarus
view post Posted on 18/1/2009, 21:55




Avanzado ya el verano, y una vez hecho todo lo que antecede sólo quedó ocuparse del
transporte de las diferentes cosas que debían, durante los cuatro meses que se moraría en las
tierras de Durcet, contribuir a hacer más cómoda y agradable la estancia allí. Se hizo llevar
una gran cantidad de muebles y espejos, víveres, vinos, licores de todas clases, se mandaron
obreros, y poco a poco fueron llevadas las personas que Durcet, que se había adelantado
recibía, alojaba y establecía a medida que llegaban.
Pero ya es hora que le hagamos al lector una descripción del famoso templo destinado a
tantos sacrificios lujuriosos durante los cuatro meses previstos. Verá con qué cuidado se
había elegido un retiro apartado y solitario, como si el silencio, el alejamiento y la tranquilidad
fuesen los vehículos poderosos del libertinaje, y como si todo lo que comunica por
estas cualidades un terror religioso a los sentidos tuviera evidentemente que prestar a la
lujuria un atractivo más. Vamos a describir este retiro no como era en otro tiempo, sino en el
estado de embellecimiento y soledad perfecta en que lo habían puesto nuestros cuatro
amigos.
Para llegar hasta allá era necesario antes detenerse en Bâle; se atravesaba luego el Rin,
más allá del cual el camino se estrechaba hasta el punto de que se hacía preciso abandonar
los vehículos. Poco después se penetraba en la Selva Negra, hundíase en ella durante quince
leguas por un sendero difícil, tortuoso y absolutamente impracticable sin guía. Una miserable
aldea de carboneros y guardabosques se ofrecía a la vista. Allí empezaban las tierras de
Durcet, a quien pertenecía la aldea; como los habitantes de aquel villorrio son casi todos
ladrones o contrabandistas, fue fácil para Durcet hacerse amigo de ellos, y la primera orden
que recibieron fue la de no dejar llegar a nadie hasta el castillo después del primero de
noviembre, fecha en que todo el grupo estaría reunido. Armó a sus fieles vasallos, les concedió
algunos privilegios que solicitaban desde hacía mucho tiempo, y se cerró la barrera. En
realidad, la descripción siguiente hará ver cómo, una vez bien cerrada aquella puerta, era
difícil llegar a Silling, nombre del castillo de Durcet:
En cuanto se había dejado atrás la carbonería se empezaba a escalar una montaña tan alta
como el monte Saint-Bernard y de un acceso infinitamente más difícil, porque sólo a pie se
puede llegar a la cumbre. No es que los mulos no puedan pasar por allí, pero los precipicios
rodean de tal modo el sendero que hay que seguir que resulta muy peligroso montar los
animales; seis de los que transportan los víveres y los equipajes perecieron, así como dos
obreros que habían querido montar dos de los mulos. Se requieren cerca de cinco buenas
horas para alcanzar la cumbre de la montaña, la cual ofrece allí otra particularidad que, por
las precauciones que se tomaron, se convirtió en una nueva barrera de tal modo infranqueable
que sólo los pájaros podían pasarla. Este singular capricho de la naturaleza
consiste en una hendidura de más de treinta toesas en la cumbre de la montaña, entre la
parte septentrional y la meridional, de manera que, sin ayudas, una vez que se ha escalado la
montaña resulta imposible descender. Durcet había hecho unir estas dos partes, separadas
por una abismo de más de mil pies, por un hermoso puente de madera que se quitó cuando
hubieron llegado los últimos equipajes, y desde aquel momento desapareció toda posibilidad
de comunicarse con el castillo de Silling. Porque al descender por la parte septentrional se
llega a una llanura de unas doscientas áreas, rodeada de rocas por todas partes cuyas cimas se
pierden en las nubes, rocas qué envuelven la llanura como un muro sin una sola brecha. Este
paso, llamado el camino del puente, es pues el único que puede descender y comunicar con
la llanura, y una vez destruido, no hay habitante en la tierra, sea de la especie que sea, capaz
de abordar la llanura.
 
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samael69
view post Posted on 18/1/2009, 21:59




Ahora bien, es en medio de esta llanura tan bien cercada tan bien defendida, donde se
encuentra el castillo de Durcet. Un muro de treinta pies de altura lo rodea también, más allá
del muro un foso lleno de agua y muy profundo defiende todavía un último recinto que
forma una galería circular, una poterna baja y angosta penetra finalmente en un gran patio
interior alrededor del cual se levantan todos los alojamientos; estos alojamientos, vastos y
muy bien amueblados tras los últimos arreglos, ofrecen en el primer piso una gran galería.
Obsérvese que voy a describir los aposentos no tal como podían haber sido en otro tiempo,
sino tal como acaban de ser arreglados y distribuidos de acuerdo con el plan formado. Desde
la galería se penetraba en un comedor muy hermoso, con armarios en forma de torres que,
comunicando con las cocinas, servían para que pudiera servirse la comida caliente, de un
modo rápido y sin necesidad de criado. Desde ese comedor de tapices, estufas, otomanas,
cómodos sillones y todo lo que podía hacerlo tan cómodo como agradable, se pasaba a un
salón sencillo y sin rebuscamiento, pero muy caliente y lleno de lujosos muebles; este salón
comunicaba con un gabinete para reuniones destinado a los relatos de las narradoras. Era,
por decirlo así, el campo de batalla de los combates previstos, la sede de las asambleas
lúbricas, y como había sido dispuesto en consecuencia, merece una pequeña descripción
particular:
Tenía una forma semicircular, en la parte curva había cuatro nichos de espejos, con una
excelente otomana en cada uno de ellos; estos cuatro nichos, por su construcción, estaban
completamente delante del diámetro que cortaba el círculo, un trono de cuatro pies estaba
adosado al muro que formaba el diámetro y estaba destinado a la narradora; posición que la
situaba no solamente delante de los cuatro nichos destinados a sus auditores, sino que
además teniendo en cuenta que el círculo era pequeño, no la alejaba demasiado de ellos, que
la podían escuchar sin perder una sola palabra, puesto que ella se encontraba como el actor
en el escenario y los auditores se hallaban colocados en los nichos como si estuvieran en el
anfiteatro. El trono disponía de unas gradas en las que se encontrarían los participantes de
las orgías llevados allí para calmar la irritación de los sentidos producida por los relatos: estas
gradas, así como el trono, estaban cubiertas de alfombras de terciopelo negro con franjas de
oro, y los nichos estaban forrados de una tela semejante e igualmente enriquecida, pero de
color azul oscuro. Al pie de cada uno de los nichos había una puerta que daba a un excusado
destinado a dar paso a las personas cuya presencia se deseaba y que se hacía venir de las
gradas, en el caso de que no se quisiera ejecutar delante de todo el mundo la voluptuosidad
para la realización de la cual se llamaba a la persona. Estos excusados estaban llenos de
canapés y de todos los otros instrumentos necesarios para las indecencias de toda especie. A
ambos lados del trono había una columna aislada que llegaba hasta el techo; estas dos
columnas estaban destinadas a sostener a la persona que hubiese cometido alguna falta y
necesitara una corrección. Todos los instrumentos necesarios para este castigo estaban
colgados en la columna, y su contemplación imponente servía para mantener una
subordinación tan esencial en las fiestas de aquella índole, subordinación de donde nace casi
todo el atractivo de la voluptuosidad en el alma de los perseguidores.
 
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nubarus
view post Posted on 18/1/2009, 22:15




Este salón comunicaba con un gabinete que, en aquella parte, componía la extremidad de
los alojamientos. Este gabinete era una especie de saloncito, extremadamente silencioso y
secreto, muy caliente, oscuro durante el día, y se destinaba para los combates cuerpo a
cuerpo o para ciertas otras voluptuosidades secretas que serán explicadas o continuación.
Para pasar a la otra ala era necesario retroceder y, una vez en la galería, en cuyo extremo se
veía una hermosa capilla, se volvía a pasar al ala paralela, donde terminaba el patio interior.
Allí se encontraba una antecámara muy bella que comunicaba con cuatro hermosos
aposentos, cada uno con saloncito y excusado; bellísimas camas turcas de damasco de tres
colores adornaban estos aposentos, cuyos excusados ofrecían todo lo que puede desear la
lubricidad más sensual y refinada. Estas cuatro estancias fueron destinadas a los cuatro
amigos, y como eran muy calientes y cómodas, estuvieron perfectamente alojados. Como sus
mujeres tenían que ocupar los mismos aposentos que ellos, no se les destinó alojamientos
particulares.
En el segundo piso había más o menos el mismo número de aposentos, pero
distribuidos de una manera diferente; se encontraba primero, a un lado, un vasto aposento
adornado con ocho nichos con una pequeña cama en cada uno, y este aposento era el de las
jóvenes, al lado del cual se encontraban dos pequeñas habitaciones para dos de las viejas que
debían cuidarlo. Más allá había dos bonitas habitaciones iguales, destinadas a dos de las
narradoras. A la vuelta, se encontraba otro aposento de ocho nichos como trasalcoba para
los ocho jóvenes, también con dos habitaciones contiguas para las dos dueñas destinadas a
vigilarlos; y más allá, otras dos habitaciones semejantes, para las otras dos narradoras. Más
arriba de las habitaciones que hemos descrito, había ocho lindas celdas donde se alojaban los
ocho jodedores, aunque éstos no estaban precisamente destinados a dormir mucho en sus
camas. En la planta baja se encontraban las cocinas, con seis cubículos para los seis seres que
se ocupaban de este trabajo, las cuales eran tres famosas cocineras: se las había prefirido a los
hombres para una orgía como aquella, con razón, creo yo. Eran ayudadas por tres
muchachas robustas, pero nada de todo esto aparecía en los placeres, nada de todo esto
estaba destinado a ellos y si las reglas que se habían impuesto sobre esto fueron infringidas es
debido a que nada frena al libertinaje y que el verdadero modo de ampliar y multiplicar los
deseos consiste en querer imponerle límites. Una de estas tres sirvientas debía cuidarse del
numeroso rebaño que se había traído, porque, excepto las cuatro viejas destinadas al servicio
interior, no había ningún criado más que estas tres cocineras y sus ayudantes. Pero la depravación,
la crueldad, el asco, la infamia, todas estas pasiones previstas o sentidas habían
erigido otro local del cual es urgente dar una idea, ya que las leyes esenciales para el interés
del relato impiden que lo describamos por completo.
 
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samael69
view post Posted on 18/1/2009, 22:21




Una piedra fatal se levantaba artísticamente al pie del altar del pequeño templo cristiano
que se encontraba en la galería; había allí una escalera de caracol, muy angosta y empinada,
que descendía por trescientos peldaños a las entrañas de la tierra hasta llegar a un calabozo
abovedado, cerrado con tres puertas de hierro, y donde se hallaba todo lo que el arte más
cruel y la más refinada barbarie pueden inventar de más atroz, tanto para asustar a los
sentidos como para infligir horrores. Y allí, ¡cuánta tranquilidad, y hasta qué punto debía
sentirse tranquilizado el miserable al que el crimen conducía hasta aquel lugar junto con su
víctima! Estaba en su casa, se encontraba fuera de Francia, en un país seguro, al fondo de un
bosque inhabitable, en un reducto de este bosque que por las medidas tomadas sólo podían
abordar las aves del cielo, y estaba allí en el fondo de la entrañas de la tierra. ¡Desgraciada,
mil veces desgraciada la criatura que en tal abandono se encontraba a merced de un canalla
sin ley y sin religión, a quien el crimen divertía y que no tenía allí otros intereses que sus
pasiones y que no debía tomar otras medidas que las leyes imperiosas de sus pérfidas
voluptuosidades! No sé qué ocurrirá allí, pero lo que puedo decir ahora sin perjudicar el
interés del relato es que cuando se hizo al duque la descripción de aquello, descargó tres
veces seguidas.
Finalmente estando preparado, todo perfectamente dispuesto, el personal alojado, el
duque, el obispo, Curval y sus mujeres, junto con los cuatro jodedores, se pusieron en
marcha (Durcet y su mujer así como el resto, se habían anticipado, como se ha dicho antes),
y no sin infinitas dificultades llegaron por fin al castillo el día 29 de octubre, por la noche.
Durcet, que había ido delante de ellos, hizo cortar el puente de la montaña tan pronto como
hubieron pasado. Pero esto no fue todo: habiendo el duque examinado el local decidió que,
puesto que los víveres estaban ya en el interior del castillo y que ya no había ninguna
necesidad de salir, era necesario prevenir los ataques exteriores poco temidos y las evasiones
interiores, que lo eran más, era necesario, digo, tapiar todas las puertas por las que se
penetraba en el interior y encerrarse completamente en el lugar como en una ciudadela
sitiada, sin dejar la más pequeña salida para el enemigo o para el desertor. El consejo fue
ejecutado, se atrincheraron hasta tal punto que no era posible saber el lugar dónde habían
estado las puertas, y se establecieron dentro.
Después de los arreglos que se acaban de leer, los dos días que faltaban aún para el
primero de noviembre fueron consagrados a dejar descansar a todo el personal para que
apareciese fresco en las escenas orgiásticas que iban a comenzar, y los cuatro amigos
trabajaron en un código de leyes que fue firmado por los jefes y anunciado a los súbditos
inmediatamente después de haber sido redactado. Antes de entrar en materia, es esencial que
lo demos a conocer a nuestro lector, quien después de la exacta descripción que le hemos
hecho de todo, sólo tendrá que seguir ahora ligera y voluptuosamente el relato sin que nada
turbe su comprensión o embarace su memoria.
 
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nubarus
view post Posted on 18/1/2009, 22:28




REGLAMENTOS

Todos los días la hora de levantarse será a las diez de la mañana. En tal momento los
cuatro jodedores que no hayan estado de servicio la noche anterior visitarán a los amigos,
llevando cada uno de ellos un muchachito; pasarán sucesivamente de una habitación a otra.
Actuarán de acuerdo con las órdenes y deseos de los amigos, pero al principio los
muchachitos que llevarán con ellos sólo servirán de acompañamiento, porque queda
decidido y acordado que las ocho virginidades de los coños de las muchachas no serán
violadas hasta el mes de diciembre, y las de sus culos, así como las de los culos de los ocho
muchachos, lo serán a lo largo de el mes de enero, y eso con el fin de acrecentar la
voluptuosidad mediante el hostigamiento de un deseo inflamado sin cesar y nunca
satisfecho, estado que debe necesariamente conducir a un cierto furor lúbrico que los amigos
se esfuerzan en provocar como una de las situaciones más deliciosas de la lubricidad.
A las once los amigos se dirigirán al aposento de las muchachas donde se servirá el
almuerzo consistente en chocolate o carne asada con vino español u otros reconfortantes
manjares. Este almuerzo será: servido por las ocho muchachas desnudas, ayudadas por
las dos viejas Marie y Louison adscritas al serrallo de las doncellas, estando las otras dos
al de los muchachos. Si los amigos tienen ganas de cometer actos impúdicos con las
muchachas durante el almuerzo, antes o después, ellas se prestarán a dichos deseos con
la resignación que se les supone y a la cual no faltarán sin un duro castigo. Pero se
conviene en que no habrá juegos secretos o particulares en tal ocasión y que si se quiere
hacer el crápula durante un rato, será entre sí y ante todo el que asista al almuerzo.
Las muchachas por regla general deberán ponerse de rodillas cada vez que vean o se
encuentren con un amigo, y permanecerán en esta posición hasta que se les diga que se
levanten; sólo las esposas y las viejas estarán sometidas a estas leyes: los demás quedan
dispensados de ello, pero todo el mundo se verá obligado a llamar monseñor a cada uno
de los amigos.
Antes de salir de la habitación de las muchachas, el amigo encargado del turno del
mes (como lo que se intenta es que cada mes se encargue uno de los amigos de todos los
detalles, el turno debe ser el siguiente: Durcet durante el mes de noviembre, el obispo en
diciembre, el presidente en enero y el duque en febrero), aquel, pues, de los amigos al
que le toque el mes, antes de salir del aposento de las muchachas, las examinará una tras
otra para comprobar si están en situación adecuada, lo cual será comunicado cada
mañana a las viejas y arreglado de acuerdo con la necesidad que haya de tenerlas en tal o
cual estado.
Como está severamente prohibido ir a otro excusado que el de la capilla, que ha sido
arreglado y destinado para esto, y prohibido ir allí sin un permiso particular, el cual es a
menudo negado, por ello el amigo que esté de turno examinará con cuidado,
inmediatamente después del almuerzo, todos los excusados particulares de las
muchachas, y en el caso de alguna contravención, la delincuente será condenada a un
castigo aflictivo.
De allí se pasará al aposento de los muchachos a fin de efectuar las mismas visitas y
condenar igualmente a los delincuentes a la pena capital. Los cuatro muchachos que por
la mañana no hayan estado con los amigos, los recibirán ahora cuando lleguen a sus
habitaciones y se quitarán los calzones delante de ellos, los otros cuatro ' permanecerán
de pie y esperarán las órdenes que puedan serles dadas. Los señores se divertirán o no
con estos cuatro, que no habrán visto hasta entonces, pero lo que hagan será público;
nada de solitarios a tales horas.
A la una, aquellos o aquellas de las muchachas o de los muchachos, grandes y
pequeños, que hayan obtenido el permiso de ir a satisfacer necesidades apremiantes, es
decir, las gordas -y este permiso sólo se concederá muy raramente, y a todo lo más a una
tercera parte de los interesados-, aquellos, digo, se dirigirán a la capilla donde todo ha
sido artísticamente dispuesto para las voluptuosidades inherentes al caso. Allí
encontrarán a los cuatro amigos, que esperarán hasta las dos, y nunca hasta más tarde, y
que los colocarán como lo juzguen conveniente para las voluptuosidades de esta índole
que les vengan en gana.
De dos a tres, se servirán las dos primeras mesas que comen a la misma hora, una en
el gran aposento de las muchachas, la otra en el de los muchachos. Los encargados de
servir en estas dos mesas serán las criadas de la cocina. La primera mesa estará compuesta
por las ocho muchachas y las cuatro viejas; la segunda por las cuatro esposas, los
ocho muchachos y las cuatro narradoras. Durante esta comida, los señores se dirigirán al
salón donde charlarán hasta las tres. Poco antes de esta hora, los ocho jodedores se
presentarán en este salón lo más arreglados y peripuestos posible.
A las tres se servirá la comida a los señores y los cuatro jodedores serán los únicos
que gozarán del honor de ser admitidos. Esta comida será servida por las cuatro esposas,
todas ellas desnudas, ayudadas por las cuatro viejas vestidas de magas: serán éstas quienes
sacarán los platos de los tornos donde los pondrán las sirvientas y los entregarán a
las esposas que los pondrán sobre la mesa. Los ocho jodedores, durante la comida,
podrán manosear todo lo que quieran los cuerpos desnudos de las esposas, sin que éstas
puedan negarse o defenderse; podrán también llegar a insultarlas y a servirse de ellas con
la verga empinada, apostrofándolas con todas las invectivas que quieran.
Se levantarán de la mesa a las cinco. Entonces los cuatro amigos solamente (los
jodedores se retirarán hasta la hora de la reunión general), los cuatro amigos, digo,
pasarán al salón, donde dos muchachitos y dos muchachas, que variarán todos los días,
les servirán desnudos café y licores; aquél no será todavía el momento en que podrán
permitirse voluptuosidades que puedan enervar: habrá que limitarse a la simple broma.
Poco antes de las seis, los cuatro muchachitos que acaban de servir se retirarán para
ir a vestirse de prisa. A las seis en punto, los señores pasarán al gran gabinete destinado a
los relatos y que ha sido descrito antes. Cada uno de ellos se colocará en su nicho y los
demás observarán el orden siguiente: en el trono se sentará la narradora, en las gradas del
mismo estarán los dieciséis jóvenes, colocados de tal forma que haya cuatro, dos
muchachos y dos muchachas, frente a los nichos; de esta manera cada nicho, tendrá su
grupo independiente, este grupo está asignado al nicho ante el que está sin que el nicho
de al lado pueda tener pretensiones sobre él, y estos grupos variarán todos los días,
ningún nicho tendrá siempre el mismo. Cada individuo del grupo llevará en un brazo una
cadena de flores artificiales que estará amarrada al nicho, de modo que cuando el
ocupante del nicho quiera a un muchacho o muchacha de su grupo sólo tendrá que tirar
de la guirnalda y el escogido correrá hacia él.
Detrás de cada grupo de cuatro habrá una vieja, que estará a las órdenes del jefe del
nicho.
Las tres narradoras que no estén de turno mensual se sentarán en una banqueta al pie
del trono, sin estar dedicadas a nada especial pero a las órdenes de todo el mundo. Los
cuatro jodedores que estén destinados a pasar la noche con los amigos podrán no asistir
a la reunión; permanecerán en sus habitaciones ocupados en prepararse para la noche y
las hazañas que ésta exige. Los otros cuatro estarán a los pies de cada uno de los amigos,
en los nichos, en cuyos sofás el amigo se hallará al lado de una de las esposas de turno.
Esta esposa estará siempre desnuda, el. jodedor llevará chaleco y calzones de tafetán
rosa, la narradora del mes irá vestida de cortesana elegante, así como sus tres
compañeras, y los muchachos y muchachas de los cuatro grupos irán vestidos de modos
distintos y elegantes; un grupo a la moda asiática, otro a la española, otro a la turca y el
cuarto a la griega y al día siguiente cambiará, pero todos estos vestidos serán de tafetán y
de gasa; la parte baja del cuerpo nunca estará ajustada con nada, y bastará desprender un
alfiler para que queden desnudos.
En cuanto a las viejas, irán alternativamente vestidas con hábitos grises de religiosas,
disfrazadas de hadas, magas y, a veces, de viudas. Las puertas de los gabinetes que dan a
los nichos estarán siempre entreabiertas, y el gabinete, muy calentado por las estufas de
comunicación, dispondrá de todos los muebles necesarios para las diferentes orgías.
Cuatro velas arderán en cada uno de dichos gabinetes, y cincuenta en el salón.
A las seis en punto, la narradora empezará su relato, que los amigos podrán
interrumpir cuando bien les parezca; este relato durará hasta las diez de la noche, y
durante todo este tiempo, como su objeto es inflamar la imaginación, serán permitidas
todas las lubricidades, excepto sin embargo aquellas que infrinjan el orden y los arreglos
dispuestos para las desfloraciones, que no podrán ser variados; pero por lo demás podrá
hacerse lo que se quiera con el jodedor, la esposa, el grupo de cuatro y la vieja, y hasta
con las narradoras si se sienten inclinados a tal capricho, y esto podrá tener lugar en el
nicho o en el gabinete contiguo. El relato será suspendido mientras duren los placeres de
aquel cuyas necesidades lo interrumpan, y se continuará cuando haya terminado.
A las diez se servirá la cena. Las esposas, las narradoras y las ocho muchachas irán
rápidamente a cenar aparte, ya que las mujeres nunca serán admitidas en la cena de los
hombres, y los amigos cenarán con los cuatro jodedores que no estén de servicio por la
noche y cuatro muchachos. Los otros cuatro servirán, ayudados por las viejas.
Terminada la cena, se pasará al salón de la reunión para la celebración de lo que se
llama las orgías. Allí se encontrarán todos, los que hayan cenado aparte, y los que hayan
cenado con los amigos, pero siempre excepto los cuatro jodedores del servicio de noche.
El salón estará muy calentado e iluminado por candelabros de cristal. Todos estarán
desnudos: narradoras, esposas, muchachas, muchachos, viejas, jodedores, amigos, todos
mezclados, todos tumbados sobre cojines en el suelo, y semejantes a los animales, se
cambiarán, se mezclarán, se cometerán incestos y adulterios, se sodomizará y siempre,
salvo las desfloraciones, se entregarán a todos los excesos y a todos los desenfrenos que
mejor puedan excitar la imaginación. Cuando tengan que efectuarse estas desfloraciones,
será el momento de proceder a ellas, y una vez haya sido desflorado un muchachito se
podrá gozar de él cuándo y de la manera que se quiera.
A las dos en punto de la madrugada, cesarán las orgías, los cuatro jodedores
destinados al servicio de noche, ataviados con elegantes saltos de cama, vendrán a buscar
a cada uno de los amigos, el cual se llevará consigo a una de las esposas, o a uno de los
muchachos desflorados cuando los haya, o a una narradora, o bien a una vieja para pasar
la noche entre ella y su jodedor, y todo a su gusto, pero con la cláusula de someterse a
arreglos ingeniosos de los que pueda resultar que cada uno cambie todas las noches o
pueda cambiar.
Tal será el orden y acomodo de cada día. Independientemente de esto, cada una de
las diecisiete semanas que debe durar la estancia en el castillo será marcada con una
fiesta. Primero, se celebrarán matrimonios, cuya fecha y lugar se indicarán. Pero como
los primeros de estos matrimonios se efectuarán entre los chiquillos más jóvenes y no
podrán consumarse, no dislocarán en nada el orden establecido para las desfloraciones.
Como los matrimonios entre mayores sólo se realizarán después de las desfloraciones, su
consumación no perjudicará tampoco nada, ya que, al obrar, sólo gozarán de lo que ya
había sido recogido.
Las cuatro viejas responderán de la conducta de los cuatro muchachitos cuando
cometan faltas, se quejarán al amigo que esté de turno y se procederá en común a aplicar
los castigos, los sábados por la noche, a la hora de las orgías. Se llevará una lista exacta de
dichos castigos hasta entonces.
Por lo que respecta a las faltas cometidas por las narradoras recibirán la mitad de
castigo que los muchachos, porque su talento sirve y hay que respetar siempre al talento.
En cuanto a los castigos de las esposas o de las viejas, serán siempre dobles que los de
los muchachos.
Toda persona que se niegue a hacer cosas que se le hayan pedido, aunque se halle en
la imposibilidad de hacerlas, será severamente castigada; a ella le toca prever y tomar sus
precauciones.
La menor risa o la menor falta de atención o de respeto o sumisión en- las orgías, se
considerará como una de las faltas más graves y más cruelmente castigadas.
Todo hombre sorprendido en flagrante delito con una mujer, será castigado con la
pérdida de un miembro cuando no haya recibido autorización de gozar de la mujer.
El más pequeño acto religioso por parte de alguien, sea quien sea, será castigado con
la muerte.
Se encarece expresamente a los amigos que en las reuniones sólo empleen las
palabras más lascivas, más libertinas y las expresiones más soeces, las más fuertes y
blasfemas.
El nombre de Dios sólo se pronunciará acompañado siempre de invectivas o
imprecaciones, y se repetirá lo más a menudo posible.
En cuanto al tono de voz, será siempre el más brutal, más duro y más imperioso con
las mujeres y los muchachos, pero sumiso, puto y depravado con los hombres que los
amigos, representando con ellos el papel de mujeres, deben considerar como sus
maridos.
Aquel de los señores que falte a todas estas cosas, o que crea tener un adarme de
razón y sobre todo quiera pasar un día sin acostarse borracho, pagará diez mil francos de
multa.
Cuando un amigo tenga una gran necesidad, una mujer de la clase que él juzgue a
propósito lo acompañará, para atender a los cuidados que puedan ser indicados durante
este acto.
Ninguno de los sujetos, hombres o mujeres, podrá entregarse a los deberes de
limpieza, sean cuales sean, y sobre todo los de después de la necesidad mayor, sin un
permiso expreso del amigo que esté de turno, y si se le niega y, a pesar de esto, lo hace,
recibirá uno de los más rudos castigos.
Las cuatro esposas no gozarán de ninguna clase de prerrogativas sobre las otras
mujeres; al contrario, serán siempre tratadas con más rigor e inhumanidad, y a menudo
serán empleadas en los trabajos más viles y penosos, tales como por ejemplo la limpieza
de los retretes comunes y particulares de la capilla. Estos retretes serán vaciados cada
ocho días, siempre por ellas, y serán castigadas con rigor si se resisten o lo hacen mal.
Si un sujeto cualquiera emprende una evasión durante el tiempo de la reunión, será al
instante castigado con la muerte, sea quien fuere.
Las cocineras y sus ayudantes serán respetadas, y cualquiera de los señores que
infringa esta ley pagará mil luises de multa. En cuanto a las multas, su importe será
empleado, al regresar a Francia, para los primeros gastos de una nueva partida del tipo de
esta o de cualquier otro.
 
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samael69
view post Posted on 18/1/2009, 22:37




Promulgados estos reglamentos el día 30, el duque pasó la mañana del 31 verificándolo
todo; ensayándolo todo y, sobre todo, examinando con cuidado el lugar con el objeto de ver
si no era susceptible de ser asaltado o de favorecer alguna evasión.
Una vez hubo comprobado que se requeriría ser pájaro o diablo para salir o entrar de allí,
informó al grupo de amigos de su cometido y dedicó la noche del 31 a arengar a las mujeres.
Estas se reunieron por orden suyo en el salón de los relatos, y habiendo subido a la tribuna o
especie de trono destinado a la narradora, he aquí poco más o menos el discurso que les
dirigió:

"Seres débiles y encadenados, únicamente destinados a nuestros placeres, no habréis
pensado, creo, que ese dominio tan ridículo como absoluto que se os deja en este mundo os
sería concedido en estos lugares. Mil veces más sometidas de lo que lo estarían las esclavas,
sólo debéis esperar humillación, y la obediencia debe ser la única virtud que os aconsejo
tengáis aquí: es la única que conviene a vuestro estado. No os engañéis confiando en vuestro
encantos; demasiado hastiados de tales trampas, fácilmente podéis imaginar que no sería con
nosotros con quienes podrían tener éxito dichos cebos. Recordad siempre que nos
serviremos de todas vosotras, pero ninguna debe acariciar la idea de poder suscitar en
nosotros sentimientos de piedad. Indignados contra los altares que han podido arrancarnos
algunos granos de incienso, nuestro orgullo y libertinaje los destruyen en cuanto la ilusión ha
satisfecho los sentidos, y el desprecio casi siempre seguido del odio reemplaza
inmediatamente en nosotros el prestigio de la imaginación. ¿Qué ofreceréis, por otra parte,
que nosotros no sepamos de memoria, qué ofreceréis que no pisoteemos a menudo en el
instante del delirio?
"Es inútil que os lo oculte, vuestro trabajo será rudo penoso y riguroso, y las menores
faltas serán inmediatamente castigadas con penas corporales y aflictivas. Debo pues
recomendaros exactitud, sumisión y una abnegación total para atender sólo a nuestros
deseos; que éstas sean vuestras únicas leyes, volad delante de ellos, anticipaos a ellos y
suscitadlos. No porque tengáis mucho que ganar con esta conducta, sino más bien porque
perderíais mucho si no la observarais.
"Examinad vuestra situación, lo que sois, lo que somos nosotros, y que estas reflexiones
os hagan estremecer: os encontráis fuera de Francia, en lo más profundo de un bosque
inhabitable, más allá de las escarpadas montañas cuyos pasos han sido destruidos inmediatamente
después de haberlas traspuesto. Estáis encerradas en una ciudadela impenetrable,
nadie sabe que estáis aquí, alejadas de vuestros amigos y parientes, estáis ya muertas para el
mundo, y sólo respiráis para nuestros placeres. ¿Y a qué seres estáis ahora subordinadas? A
criminales profundos y reconocidos que no tienen otro dios que su lubricidad, otras leyes
que su depravación, otro freno que sus orgías, unos truhanes sin Dios, sin principios y sin
religión, el menos criminal de los cuales ha cometido más infamias que las que podría yo
contar, y para quien la vida de una mujer, qué digo de una mujer, de todas las que viven en la
superficie del globo, le importa tanto como la destrucción de una mosca. Habrá pocos
excesos a los que no nos entreguemos, que ninguno os repugne, ofreceos sin pestañear y
oponed a todos la paciencia, la sumisión y el valor. Si desgraciadamente alguna de vosotras
sucumbe a la intemperancia de nuestras pasiones, que tome su partido valientemente; no
estamos en este mundo para vivir eternamente, y lo mejor que puede ocurrirle a una mujer es
morir joven. Se os han leído reglamentos muy sabios y adecuados a vuestra seguridad y a
nuestros placeres, obedecedlos ciegamente, y esperad lo peor de nosotros si nos irritáis con
una mala conducta. Algunas de vosotras tienen lazos con nosotros, lo sé, que tal vez os
enorgullecen, y de los cuales esperáis indulgencia; sería un gran error que confiarais en ellos:
ningún lazo es sagrado a los ojos de gente como nosotros, y cuanto más sagrado os
parezcan, más excitará la perversidad de nuestras almas el romperlos. Hijas, esposas, es pues
a vosotras a quienes me dirijo en estos momentos: no esperéis ninguna prerrogativa de
nuestra parte, os advertimos que seréis tratadas incluso con más rigor que las demás, y esto
precisamente para haceros ver cuán despreciables son para nosotros los lazos con que tal vez
nos creéis atados.
"Por lo demás, no esperéis que os especifiquemos siempre las órdenes que queramos que
ejecutéis; un gesto, un guiño, a menudo un simple sentimiento interno nuestro os lo indicará,
y seréis tan castigadas por no haberlos adivinado o previsto como si, después de haber sido
notificadas, los hubieseis desobedecido. A vosotras os toca comprender nuestros impulsos,
nuestras miradas, nuestros gestos, captar la expresión, y sobre todo no engañaros respecto a
nuestros deseos; pues, supongamos por ejemplo que este deseo fuese el ver una parte de
vuestro cuerpo y que, torpemente, ofrecierais otra, os podéis imaginar hasta qué punto un
error de tal índole turbaría nuestra imaginación y todo lo que se arriesga enfriando la cabeza
de un libertino que, supongo, sólo esperase un culo para su eyaculación y se le ofreciese,
imbécilmente, un coño.
 
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nubarus
view post Posted on 18/1/2009, 22:48




"En general, ofreceos siempre poco por delante, recordad que esta parte infecta que la
naturaleza sólo formó desatinadamente, es siempre la que más nos repugna. Y en cuanto a
vuestros culos, hay aún precauciones que deben ser tomadas, tanto para al ofrecerlo
disimular el antro odioso que lo acompaña como para evitar mostrarnos en ciertos
momentos ese culo en el estado en que otra gente desearía siempre encontrarlo; debéis
entenderme, y por otra parte recibiréis de las cuatro dueñas instrucciones ulteriores que
acabarán de explicarlo todo.
"En una palabra, temblad, adivinad, obedeced, prevenid, y con esto, si no sois muy
afortunadas, por lo menos no seréis quizás del todo desgraciadas. Por otra parte, nada de
intrigas entre vosotras, ningún vínculo, nada de esa imbécil amistad de las muchachas que, al
reblandecer por un lado el corazón, lo hacen por el otro más reacio y menos dispuesto a la
sola y simple humillación a que os destinamos; pensad que de ningún modo os consideramos
como criaturas humanas, sino únicamente como animales que se alimentan para el servicio
que se espera de ellos y que se muelen a golpes cuando se niegan a dicho servicio.
"Habéis visto hasta qué punto se os prohibe todo lo que puede parecer un acto de
religión cualquiera; os prevengo que habrá pocos crímenes más severamente castigados que
éste. Sabemos perfectamente que todavía hay entre vosotras algunas imbéciles que no
pueden aceptar la idea de abjurar de ese infame Dios y de aborrecer la religión: éstas serán
cuidadosamente examinadas, no os lo oculto, y no se ahorrará ningún acto extremo, si, desgraciadamente,
son descubiertas en flagrante delito religioso. Que estas tontas criaturas se
persuadan, se convenzan de que la existencia de Dios es una locura que no tiene hoy en el
mundo más de veinte seguidores, y que la religión que invocan no es más que una fábula
ridículamente inventada por bribones cuyo interés en engañarnos es evidente ahora. En una
palabra, decidid vosotras mismas: si existiera un Dios, y ese Dios fuese todopoderoso,
¿permitiría que la virtud que lo honra y que profesais fuese sacrificada, como lo será, al vicio
y al libertinaje? ¿Permitiría, ese Dios todopoderoso, que una débil criatura como yo, que ante
sus ojos no soy más que una pústula de sarna para un elefante, permitiría, digo, que esta débil
criatura lo insultase, lo ultrajara, lo desafiara, se enfrentase a él y lo ofendiera como lo hago
cuando quiero en cada instante del día?".

Pronunciado este pequeño sermón, el duque bajó de la cátedra y, excepto las cuatro
viejas y las cuatro narradoras que sabían bien que ellas estaban allí más como sacrificadoras y
sacerdotisas que como víctimas, excepto estas ocho digo, las otras se deshicieron en
lágrimas, y el duque, importándole eso muy poco, las dejó conjeturar, cuchichear y quejarse
entre ellas, con la seguridad que las ocho espías le darían buena cuenta de todo, y se fue a
pasar la noche con Hercule, uno de la tropa de jodedores que se había convertido en su más
íntimo favorito como amante, ya que el pequeño Zéphyr seguía ocupando como querida el
primer lugar en su corazón. Debiendo al día siguiente encontrarse las cosas tal como habían
sido dispuestas, cada cual se las arregló como pudo para pasar la noche, y en cuanto dieron
las diez de la mañana, el escenario del libertinaje se abrió tal como había sido rigurosamente
prescrito hasta el día 28 de febrero incluido.
 
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leviathan1
view post Posted on 18/1/2009, 22:54




Es ahora, querido lector, cuanto tienes que preparar tu corazón y tu espíritu para el relato
rnás impuro que haya sido nunca hecho desde que el mundo existe, ya que no se ha
encontrado un libro parecido ni entre los antiguos ni entre los modernos. Imagínate que
todo el placer aceptado o prescrito por esta bestia de la cual hablas sin cesar y sin conocerla,
y que llamas naturaleza, que estos placeres, digo, serán expresamente excluidos de este libro
y que si por azar los encuentres irán acompañados de algún crimen o coloreados por alguna
infamia.

Sin duda, muchos de los extravíos que verás pintados te disgustarán, lo sé, pero habrá
algunos que te enardecerán hasta el punto de costarte semen, que es lo que se requiere; ¿si no
lo hubiésemos dicho todo, analizado todo, cómo querrías que hubiésemos podido adivinar
lo que te conviene? Eres tú quien tiene que tomarlo o dejarlo y abandonar el resto, otro hará
lo mismo que tú, y poco a poco todo habrá encontrado su lugar. Supón una magnífica
comida donde se ofrecen seiscientos platos a tu apetito; ¿los comerás todos? No, sin duda,
pero este número prodigioso amplía los límites de tu elección, y encantado por este aumento
de facultades, no regañas al anfitrión que te regala. Haz lo mismo aquí: escoge y deja el resto
sin declamar contra él, sólo porque no tiene el talento de complacerte. Piensa que
complacerá a otros, y sé filósofo.
En cuanto a la diversidad, puedes estar seguro de que es exacta, estudia bien la pasión
que te parezca que no se diferencia en nada de otra, y verás que esta diferencia existe, y que
por leve que sea, tiene ese refinamiento, ese tacto que distingue y caracteriza al libertinaje del
que se trata en este libro.
Por lo demás estas seiscientas pasiones se han fundido en el relato de las narradoras. Una
cosa más que debemos prevenir al lector; sería demasiado monótono enumerarlas una a una
sin incorporarlas al relato. Pero como algún lector poco ducho en estas materias podría tal
vez confundir las pasiones designadas con la aventura o el simple acontecimiento de la vida
de la narradora, se han diferenciado cuidadosamente cada una de estas pasiones con una
señal al margen, encima del cual está el nombre que puede darse a esta pasión. Esta señal es
la línea justa donde comienza el relato de esta pasión, y hay siempre un párrafo aparte donde
termina.
Pero como hay muchos personajes en acción en esta especie de drama, que a pesar de la
atención que se ha tenido en pintarlos y nombrarlos a todos... haremos un índice que
contendrá el nombre y la edad de cada actor con un breve esbozo de su retrato; cuando se
encuentre un nombre que nos embrolle los relatos, se podrá recurrir a este índice y a los
retratos más detallados si el breve esbozo no basta para que se recuerde de quién se trata.
 
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satanas1
view post Posted on 18/1/2009, 22:59




PERSONAJES DE LA NOVELA DE LA ESCUELA DEL LIBERTINAJE

El duque de Blangis, de cincuenta años de edad, formado como un sátiro, dotado de un
miembro monstruoso y de una fuerza prodigiosa; se le puede considerar como el receptáculo
de todos los vicios y de todos los crímenes. Mató a su madre, a su hermana y a tres de sus
mujeres.
El obispo de... es su hermano; tiene cuarenta y cinco años; más delgado y delicado que el
duque, con una boca desagradable. Es un bribón, hombre hábil, fiel seguidor de la sodomía
activa y pasiva, desprecia absolutamente cualquier otra clase de placer, hizo morir cruelmente
a dos niños para los cuales un amigo había dejado en sus manos una considerable fortuna;
tiene una sensibilidad nerviosa tan aguda que casi se desmaya al descargar.
El presidente Curval, sesenta años; es un hombre alto y enjuto, flaco, de ojos hundidos y
apagados, boca podrida, la imagen andante de la crápula y del libertinaje, de una suciedad
horrible relacionada con la voluptuosidad. Fue circunciso, su erección es rara y difícil, aunque
tiene lugar y eyacula todavía casi todos los días. Tiene preferencia por los hombres; sin
embargo, no desprecia nunca una virgen. Sus gustos tienen de singular la inclinación por la
vejez y por todo lo cochino. Está dotado de un miembro casi tan grueso como el del duque.
Desde hace algunos años está como embrutecido por el desenfreno y bebe mucho. Debe su
fortuna a asesinatos y es principalmente culpable de uno horrible y que puede encontrarse en
el detalle de su retrato. Al eyacular experimenta una especie de cólera lúbrica que lo lleva a la
crueldad.
Durcet, financiero, cincuenta y tres años, gran amigo y compañero de escuela del duque;
es bajito y rechoncho, pero su cuerpo es fresco hermoso y de piel blanca. Tiene todos los
gustos y la finura de una mujer; privado a causa de la pequeñez de su consistencia de darles
placer, las imita y se hace joder muchas veces al día. Le gusta el goce de la boca, es el único
placer en el que actúa como agente. Sus únicos dioses son sus placeres a los que está siempre
dispuesto a sacrificarlo todo. Es delicado, astuto y ha cometido muchos crímenes; ha
envenenado a su madre, a su mujer y a su sobrina para hacerse de una fortuna. Su alma es
firme y estoica, absolutamente insensible a la piedad. No tiene erecciones y sus eyaculaciones
son raras. Sus instantes de crisis están precedidos por una especie de espasmo que lo lanza a
una cólera lúbrica peligrosa para aquellos o aquellas que sirven a sus pasiones.
Constance es la mujer del duque e hija de Durcet; tiene veintidós años, es una belleza
romana, con más majestad que finura, maciza pero bien formada, un cuerpo soberbio, el
culo singularmente hermoso y digno de servir de modelo, los cabellos y los ojos muy negros.
Tiene ingenio y se da cuenta profundamente de todo el horror de su destino. Un gran fondo
de virtud natural que nada ha podido destruir.
Adélaïde, esposa de Durcet e hija del presidente; es una linda muñeca, tiene veinte años,
es rubia, con los ojos muy tiernos y de un azul vivo, tiene todo el aspecto de una heroína de
novela. Su cuello es largo y bien torneado; la boca un poco grande es su único defecto.
Pequeños senos y pequeño culo, pero todo esto, aunque delicado, es blanco y bien
moldeado. De espíritu romántico, corazón tierno, excesivamente virtuosa y devota y se
oculta para cumplir con sus deberes cristianos.
Julie, mujer del presidente e hija mayor del duque; tiene veinticuatro años, gorda, rolliza,
con hermosos ojos castaños, linda nariz, rasgos acusados y agradables, pero una boca
horrible. Poco virtuosa e incluso con grandes disposiciones para la suciedad, la borrachera, la
glotonería y el puterío. Su marido la quiere a causa de su defecto de la boca; esta singularidad
entra dentro de los gustos del presidente. Nunca se le han inculcado principios morales ni
religión.
Aline, su hermana menor, considerada como hija del duque, aunque en realidad es hija
del obispo y de una de las mujeres del duque; tiene dieciocho años, rostro pícaro y muy
agradable, muy lozana, ojos castaños, nariz respingona, aire travieso aunque profundamente
indolente y holgazana. No parece tener todavía temperamento y detesta sinceramente todas
las infamias de que es víctima. El obispo la desvirgó por detrás a los diez años. Ha sido
dejada en una ignorancia crasa, no sabe leer ni escribir, detesta al obispo y teme mucho al
duque. Quiere mucho a su hermana, es sobria y limpia, contesta chuscamente y de un modo
pueril, tiene un culo encantador.
La Duclos, primera narradora; tiene cuarenta y ocho años, es todavía hermosa, lozana y
con el más hermoso culo que pueda tenerse. Morena, ancha de cintura y regordeta.
La Champville, tiene cincuenta años; es delgada, bien formada y ojos lúbricos, es lesbiana
y todo en ella lo delata. Su oficio actual es el de alcahueta. Fue rubia, tiene hermosos ojos, el
clítoris largo y cosquilloso, un culo muy gastado a fuerza de servir y, sin embargo, es virgen
por este lado.
La Martaine tiene cincuenta y dos años; alcahueta, es una mamá gorda, rozagante y sana,
está obstruida y sólo ha conocido el placer de Sodoma para el que parece haber sido
especialmente creada, porque tiene, a pesar de su edad, el más hermoso culo posible; es muy
gordo y tan acostumbrado a las introducciones que aguanta los mayores miembros sin
pestañear. Tiene todavía bonitos rasgos, que empiezan sin embargo a marchitarse.
La Desgranges tiene cincuenta y seis años; es la mujer más malvada que haya existido
nunca; es alta, delgada, pálida, había sido morena, es la personificación del crimen. Su culo
marchito parece de papel arrugado, con un enorme orificio. Tiene sólo una teta, le faltan tres
dedos y seis dientes, "fructus belli". No existe un solo crimen que no haya cometido o hecho
cometer, habla bien, tiene ingenio y es actualmente una de las alcahuetas tituladas de la
sociedad.
Marie, la primera de las dueñas, tiene cincuenta y ocho años; está azotada y marcada, fue
criada de ladrones. Ojos turbios y legañosos, nariz torcida, dientes amarillentos, una nalga
roída por un absceso. Parió y mató a catorce niños.
-Louison, la segunda dueña, tiene sesenta años; es bajita, jorobada, tuerta y coja, pero tiene
aún un hermoso culo. Está siempre dispuesta a cometer crímenes y es extremadamente
perversa. Tanto ella como Marie están al servicio de las muchachas; las dos que siguen, a los
muchachos.
Thérèse tiene sesenta y dos años, parece un esqueleto, sin pelo ni dientes, boca hedionda,
el culo acribillado de heridas y con un agujero muy ancho. Es de una suciedad y un hedor
atroces, tiene un brazo torcido y cojea.
Fanchon, de sesenta y nueve años, fue ahorcada seis veces en efigie y ha cometido todos
los crímenes imaginables; es bizca, chata, de baja estatura, gruesa, casi sin frente y sólo tiene
dos dientes. Una eresipela le cubre el culo, un bulto de hemorroides le sale del agujero, un
chancro le devora la vagina tiene un muslo quemado y un cáncer le roe el seno. Siempre está
borracha y vomita, suelta pedos y se caga por todas partes y en cualquier momento, sin
advertirlo.
 
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nubarus
view post Posted on 18/1/2009, 23:54




SERRALLO DE MUCHACHAS

Augustine, hija de un barón del Languedoc, quince años, cara linda y despierta.
Fanny, hija de un consejero de Bretaña, catorce años, aire dulce y tierno.
Zélmire, hija del conde de Tourville, señor de Beauce, quince años, aspecto noble y un
alma muy sensible.
Sophie, hija de un gentilhombre de Berry, rasgos encantadores, catorce años.
Colombe, hija de un consejero del Parlamento de París trece años, muy lozana.
Hébé, hija de un oficial de Orléans, aire muy libertino y ojos encantadores, tiene doce
años.
Rosette y Michette, ambas tienen aire de hermosas vírgenes. Una tiene trece años y es hija
de un magistrado de Chalon-sur-Saône, la otra tiene doce y es hija del marqués de Sénanges;
fue raptada en el Borbonés, en casa de su padre.
Sus talles, el resto de sus atractivos y principalmente sus culos están por encima de toda
descripción. Fueron escogidas entre ciento treinta.
 
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nubarus
view post Posted on 19/1/2009, 16:55




SERRALLO DE MUCHACHOS

Zelamir, trece años, hijo de un gentilhombre de Poitou.
Cupidon, la misma edad, hijo de un gentilhombre de cerca de La Flèche.
Narcisse, doce años, hijo de un hombre destacado de Rouen, caballero de Malta.
Zéphyr, quince años, hijo de un oficial general de París. Está destinado al duque.
Céladon, hijo de un magistrado de Nancy. Tiene catorce años.
Adonis, hijo de un presidente de la Cámara de París, quince años, destinado a Curval.
Hyacinthe, catorce años, hijo de un oficial retirado en la Champagne.
Giton, paje del rey, doce años, hijo de un gentilhombre del Nivernés.

Ninguna pluma podría describir las gracias, los rasgos y los encantos secretos de esos
ocho niños, porque están por encima de toda ponderación, y escogidos como sabemos, entre
un gran número.
 
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belzebuth666
view post Posted on 19/1/2009, 17:05




LOS OCHO JODEDORES

Hercule, veintiséis años, bastante guapo, pero muy perverso, favorito del duque; su pito
tiene ocho pulgadas dos líneas de circunferencia por trece de largo. Eyacula mucho.
Antinoüs tiene treinta años, hombre hermoso; su pito tiene ocho pulgadas de
circunferencia por doce de largo.
Brise-cul, veintiocho años, parece un sátiro; su pito está torcido, la cabeza o glande es
enorme, tiene ocho pulgadas tres líneas de circunferencia y el cuerpo del pito ocho pulgadas
por trece de largo. Esta majestuosa verga es completamente curva.
Bande-au-ciel tiene veinticinco años, es muy feo, pero sano y vigoroso; gran favorito de
Curval. Siempre en erección, su pito tiene siete pulgadas once líneas de circunferencia por
once de largo

Los otros cuatro tienen vergas de nueve a diez y once pulgadas de largo por siete y
medio y siete pulgadas nueve líneas de circunferencia, y están entre los veinticinco y treinta
años.

Fin de la introducción. Omisión que he hecho en esta introducción

1°. Hay que decir que Hercule y Bandeau-ciel son el uno muy mala persona y el otro muy
feo, y que ninguno de los ocho ha podido gozar nunca de hombre ni de mujer.
2°. Que la capilla sirve de retrete, y detallarla de acuerdo con este uso.
3°. Que las alcahuetas y los alcahuetes, en sus expediciones, tenían a matones bajo sus
órdenes.
4°. Detallar un poco los senos de las sirvientas y hablar del cáncer de Fanchon. Describir
también un poco más los rostros de los dieciséis niños.
 
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303 replies since 14/1/2009, 18:32   7414 views
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