| LA PASIÓN Y LA MUERTE DE JESÚS
CAPÍTULO 22
La conspiración contra Jesús y la traición de Judas
22:1 Estaba cerca la fiesta de los Ácimos, llamada Pascua. 22:2 Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de eliminar a Jesús, porque tenían miedo del pueblo. 22:3 Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era uno de los Doce. 22:4 Este fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia sobre el modo de entregárselo. 22:5 Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero. 22:6 Judas aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin que se enterara el pueblo.
Los preparativos para la comida pascual
22:7 Llegó el día de los Ácimos, en el que se debía inmolar la víctima pascual. 22:8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: "Vayan a prepararnos lo necesario para la comida pascual". 22:9 Ellos le preguntaron: "¿Dónde quieres que la preparemos?" 22:10 Jesús les respondió: "Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, 22:11 y digan a su dueño: El Maestro manda preguntarte: "¿Dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos?" 22:12 Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones: preparen allí lo necesario". 22:13 Los discípulos partieron, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
La comida pascual
22:14 Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: 22:15 "He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, 22:16 porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios". 22:17 Y tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes. 22:18 Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios".
La institución de la Eucaristía
22:19 Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". 22:20 Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
El anuncio de la traición de Judas
22:21 La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí. 22:22 Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!" 22:23 Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
El carácter servicial de la autoridad
22:24 Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande. 22:25 Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. 22:26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. 22:27 Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
La recompensa prometida a los discípulos
22:28 Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. 22:29 Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí. 22:30 Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
El anuncio de las negaciones de Pedro
22:31 Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, 22:32 pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos". 22:33 "Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte". 22:34 Pero Jesús replicó: "Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces".
El combate decisivo
22:35 Después les dijo: "Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?" 22:36 "Nada", respondieron. Él agregó: "Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una. 22:37 Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí". 22:38 "Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas". Él les respondió: "Basta".
La oración de Jesús en el monte de los Olivos
22:39 En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos. 22:40 Cuando llegaron, les dijo: "Oren, para no caer en la tentación". 22:41 Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: 22:42 "Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". 22:43 Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba. 22:44 En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. 22:45 Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza. 22:46 Jesús les dijo: "¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación".
El arresto de Jesús
22:47 Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo. 22:48 Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?" 22:49 Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: "Señor, ¿usamos la espada?" 22:50 Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. 22:51 Pero Jesús dijo: "Dejen, ya está". Y tocándole la oreja, lo curó. 22:52 Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: "¿Soy acaso un bandido para que vengan con espadas y palos? 22:53 Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas".
Las negaciones de Pedro
22:54 Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos. 22:55 Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos. 22:56 Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: "Este también estaba con él". 22:57 Pedro lo negó, diciendo: "Mujer, no lo conozco". 22:58 Poco después, otro lo vio y dijo: "Tú también eres uno de aquellos". Pero Pedro respondió: "No, hombre, no lo soy". 22:59 Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: "No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo". 22:60 "Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices". En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo. 22:61 El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: "Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces". 22:62 Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Ultrajes a Jesús
22:63 Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban; 22:64 y tapándole el rostro, le decían: "Profetiza, ¿quién te golpeó?" 22:65 Y proferían contra él toda clase de insultos.
Jesús ante el Sanedrín
22:66 Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal 22:67 y le dijeron: "Dinos si eres el Mesías". Él les dijo: "Si yo les respondo, ustedes no me creerán, 22:68 y si los interrogo, no me responderán. 22:69 Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso". 22:70 Todos preguntaron: "¿Entonces eres el Hijo de Dios?" Jesús respondió: "Tienen razón, yo lo soy". 22:71 Ellos dijeron: "¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca".
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