CLAVICULAS DE SALOMON, SALOMON

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nubarus
view post Posted on 13/7/2009, 19:25 by: nubarus




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Traducido del Hebreo al Latin
Por el Rabino
Hebognazar


Todo el universo ha sabido, hasta hoy, que, desde tiempo inmemorial, Salomón estaba en posesión de todas las ciencias infundidas a través de los sabios preceptos y de las enseñanzas de un ángel, al cual pareció estar tan sumiso y obediente que, además del don de sabiduría que le pidiera, obtuvo, y no sin admiración, toda otra suerte de virtudes.

Todo lo cual hizo que, llegando Salomón al término de sus días, él mismo estableciese que su hijo Roboam, por sucesión, hiciérase cargo de un testamento que contenía todas las ciencias de las que él usare y disfrutare hasta el día de su muerte.

Los Rabinos que, después de él, procuraron guardar celosamente este testamento, nombraron a éste último Las Clavículas de Salomón, nombre con el cual hicieron grabar un libro hecho de cortezas dé cedro, y en donde los pantáculos aparecían en caracteres hebreos y sobre planchas de cobre, a fin de poder ser conservados para la posteridad en el templo que el sabio había hecho construir. Ellos, los Rabinos, han añadido a este precioso tesoro muchas pruebas o demostraciones de los secretos que adquirieron a través del mismo; antiguamente fue traducido del hebreo al latín por el rabino Hebognazar, quien llevose consigo tal traducción, yendo a parar a Arlés (Provenza), donde, gracias a la fortuna, esta preciosa traducción fue a caer en manos de Monseigneur de Darvault, quien la rescató, en aquel tiempo, de entre el exterminio que de los judíos produjérase. Darvault la tradujo del latín al lenguaje vulgar (francés) en los términos siguientes: Roboam, hijo mío, como de entre todas las ciencias, no las hay más naturales y más útiles que las del conocimiento de los movimientos celestes, he creído que, cuando yo muera, debo dejarte una herencia más preciosa que todas las riquezas de las que gozo. Y, para que comprendas de qué forma he llegado a conseguir un grado tan alto como éste, es preciso que te diga que el ángel del gran Dios hízose visible para mí en un día en el que, al contemplar el poderío de ese astro Supremo, decíame a mí mismo: Quan mirabilia opera dei (cuán admirables y sorprendentes son las obras de Dios). De repente, en el fondo de un camino bordeado por espesa arbcileda, percibí una luz en forma de ardiente estrella, la cual díjome en alta voz: Salomón, Salomón, no te extrañes: en absoluto por lo que voy a decirte: el Señor ha puesto sus ojos en ti, y desea satisfacér tu curiosidad, dándote el conocimiento de lo que te será más agradable, y te mando que le pidas lo que desees. A lo cual, después de haberme rehecho de mi casi desmayo, respondí al ángel que, después de la voluntad del Señor, no deseaba otra cosa sino el don de la sabiduría; y por la bondad del gran Dios obtuve, por añadidura, el disfrute de todos los tesoros terrenales y el conocimiento de todas las cosas de la naturaleza. Héte aquí, hijo mío, como, por ese medio, poseo todas las virtudes y riquezas de las que tú me ves disfrutar ahora; y, si pones un poco de atención en lo que voy a contarte, y si observas y guardas con cuidado los preceptos que voy a darte, te garantizo que las gracias del gran Dios te serán familiares, y que las criaturas celestes y terrenas serán obedientes y estarán sujetas a ti por la fuerza y virtud de la Ciencia Cabalística, a la que yo llamo Gran Ciencia o Magia, la cual difiere de la Ciencia Diabólica, es decir, que no opera en absoluto a través de la fuerza de los espíritus inmundos, aunque sí por la potencia de las causas naturales y la de los ángeles puros que las rigen. De los que voy a darte los nombres ordenados, y sus ejercicios y empleos especificos, a los cuales son destinados con sus nombres, sellos y caracteres; reúne los días durante los cuales presiden en particular, a fin de que puedas llevar a cabo todo cuanto te prometo en este mi testamento. Es preciso que seas cuidadoso y estés atento a la consecución de lo que desees emprender, y que todas tus obras vayan dirigidas sola y exclusivamente a honor del que me ha dado el conocimiento y la fuerza de dominar, no solamente sobre las cosas terrenas, si no también sobre las celestes, es decir, sobre los ángeles de quienes pudo disponer a voluntad mía y obtener de ellos servicios muy considerables en todo cuanto me concierne.
 
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