Los historiadores de las religiones analizan, en su mayoría, a las herejías como el intento de constitución de nuevas iglesias -aunque sus dogmas pudieran ser tomados del pasado---, o como un peligroso cuestionamiento a la fe y a la Iglesia Católica. Esta es, también, la posición de la historia tradicional. Pero a pesar de sus mayores o menores diferencias todos coinciden en un punto: la disensión es un problema marginal dentro del sistema de ideas imperante en la Baja Edad Media. Interpretándolas de esta forma sólo pretenden indagar las variaciones dogmáticas entre los herejes y la ortodoxia que intentan subvertir, y el castigo que les correspondió por este intento. La herejía, entonces, queda aislada de su sostén esencial que es el individuo que rechazó lo que estaba obligado a aceptar como verdadero y únicamente válido. Pero ¿qué es la herejía sin herejes? ¿Qué es un hereje sino un hombre que ha decidido producir en sí mismo y en los más una modificación de las estructuras mentales? Ahora bien, este individuo insatisfecho forma parte de una comunidad junto con otros hombres que comparten con él todos los aspectos de su realidad cotidiana. Profundizar las diferencias y parcializar los hechos en los que se cuestiona una hegemonía son elementos fundamentales para evitar que se avance en el análisis de dicho cuestionamiento. Durante las revueltas de los ciompi, los menesterosos de las ciudades italianas se levantaron contra la excesiva acumulación de riquezas que hacían las iglesias y los usureros. Los husitas se rebelaron contra una Iglesia repleta de tesoros y mandatarios que se arrogaban diferencias entre los hombres, contradiciendo la palabra de Dios. Planteos diferentes, métodos diferentes, pero enemigos comunes. Los campesinos de Flandes se alzaron contra sus señores por las exacciones que éstos pretendían continuar imponiéndoles, en una lucha sin connotaciones religiosas; pero pronto hallaron culpables a los clérigos. En una sociedad que, como la del Occidente europeo entre los siglos XI y XV, estaba basada en un régimen no igualitario de distribución de la riqueza, ¿no será esta desigualdad la madre de todas las luchas que se produzcan, formalmente excusadas en aspectos morales, económicos o políticos parciales? Con esta hipótesis, en este trabajo se analizará a las herejias como movimientos sociales que, producidos por un descontento generalizado, intentaban producir un cambio en la sociedad, aun cuando los mismos protagonistas no tuvieran total conciencia de la magnitud de su lucha, dejando para otro momento el problema de las herejías como el cambio de una fe por otra. En la región estudiada, a partir del siglo XI, aunque con diferencias locales más o menos importantes, el sistema feudal se halla poderosamente asentado: los campesinos debían trabajar y tributar a la nobleza, los caballeros los "defendían" y guerreaban y los clérigos velaban por las almas de todos, dirigiendo cultural e ideológicamente a la sociedad. Mientras tanto, las ciudades muy lentamente iban adquiriendo mayor importancia. La situación que recrea Violante para el norte de Italia puede hacerse extensiva para toda Europa Occidental, aunque teniendo en cuenta que el proceso fue mucho más lento. Los señores, no importando si conservan o no su villa, se trasladarán a la ciudad, donde engrosarán las fuerzas de la nobleza que constituye la clase dirigente; en cuanto a los rustici llegados a la ciudad después de su emancipación y los pequeños propietarios incrementarán las nuevas clases de mercaderes, artesanos, notarios que, poco a poco se organizan en el partido del pueblo que a partir de ahora se enfrentará al partido de la nobleza" Si existía una tradición de lucha entre las clases campesinas, ésta se trasladó a la ciudad bajo una nueva forma. Los obispos "siguen estando eficazmente insertos en la vida política de la ciudad, al tiempo que conservan también una influencia en el campo a causa de sus bienes, de sus derechos señoriales personales o del obispado, y gracias a su pertenencia a las grandes familias dirigentes de la comunidad. Esto explica porqué la oposición de las clases populares a la comunidad nobiliaria es a menudo también una oposición antiepiscopal, incluso en los siglos XII y XIII. En Italia, como en Francia, la herejía se manifiesta primeramente en el condado ( ... ) y, al invitar a los campesinos a rechazar el pago de los diezmos al clero, obtuvo con ellos un extraordinario éxito” Qué es una herejía La cruz, este instruinento de suplicio es un escándalo. Jesús nunca dijo que liabía que adorarla sino que le ayudaran a llevarla. Y si se alega que fue crucificado en ella, por la misma razón se podría adorar al asno que niontó para entrar a Jerusalén. (Claudio, obispo cátaro de Turín.) Ante todo hay que intentar resolver el problema de quién es un hereje. Morghen hace una aproximación que nos ubica: es hereje el que es declarado como tal por las autoridades eclesiásticas; pero también extiende el concepto, a partir del siglo XII a todos aquellos que se levanten contra el orden establecido recibirán la acusación de hereje aunque no sea sancionado por la Iglesia. Reyes y señores lo aplicarán como despectivo a vasallos que no cumplan con sus órdenes; esto lo vemos en todos los conflictos socialesde la época: Para la Baja Edad Media, hereje es sinonimo de rebelde. La Enciclopedia Teológica precisa: "Según el canon de 1325 se considera como hereje a un bautizado que quiere mantener el nombre de cristiano, pero niega o pone pertinazmente en duda una verdad que debe aceptarse con fe divina y católica. El hereje no renuncia a toda la verdad de la fe católica, a diferencia del apóstata." El término, que proviene del griego, se deriva del vocablo elección. El hereje es un arrepentido. No acepta, critica o rechaza los dogmas y la jerarquía cristiana que antes había aceptado. Las causas de este cambio no están, generalmente, en un rechazo a la fe, sino en considerarse su más férreo creyente y su verdadero defensor; por eso es tan común que se califiquen como verdaderos, santos, justos, únicos o puros. Desde aquí podemos diferenciar dos posibilidades de desarrollo. La primera es transformarse en lo mismo que se combate a partir de una elitización nuevo dogma. En estos casos no se produce una verdadera lucha por transformar el sistema, sino por realizar una adecuación a la ideología dominante. El segundo camino es el verdaderamente temido por las estructuras de dominación. En este caso, la herejía trasciende el marco de una reformulación de la ideología hegemónica; apunta a destruirla y a generar una situación social nueva. Estos serán movimientos sociales, no sólo una discusión teológica; verdaderos movimientos revolucionarios que apuntarán a la creación de un nuevo sistema de valores, con todo lo que ello implica. Desde el punto de vista sociológico se pueden hacer "...tres observaciones importantes. En primer lugar, el acto del hereje se produce en el interior de su fe, y no mediante una eliminación de la fe. ( ... ) Segundo rasgo del hereje ( ... ) es su pertinacia. Es decir que ante las reacciones de la comunidad cuyo capital homogéneo ha puesto en tela de juicio, se obstina, tanto por la pasión intelectual que lo impulsa como por la pasión sincera y obstinada a la parcela de verdad que exalta, en detrimento de las demás verdades del capital común de su Iglesia, entonces desequilibrada cuando menos. (...) Por último -sutil confirmación de su carácter sociológico- la herejía se presenta a veces como una innovación progresista, y otras como un retorno a la pureza primitiva; o es más, como los dos a la vez." Por todo esto, la herejía es multiforme; pero hay algo más durante la Baja Edad Media. En este tiempo vemos estallidos heréticos en todo el mapa de Europa Occidental, e incluso en los territorios cristianos de Medio Oriente producto de las cruzadas. Las dificultades del sistema y de su sostén ideológico son similares, y las respuestas también: Ante las fallas de la fe oficial, habrá que retornar a la verdadera fe. Herejía y hereje son nociones negativas, que se constituyen por el contraste y la contradicción con la Iglesia, con la moral de su clero o la actitud de la jerarquía. Son obra de creyentes decepcionados, a los que su nueva fe los hace entrar en un círculo cerrado: si hay error en la ortodoxia, él se aferrará a su verdad, lo que para la ortodoxia será más erróneo aún. Herejías cultas Indudablemente durante toda la Edad Media hubo herejías cultas, es decir, herejías dogmáticas, teóricas e intelectuales, que fueron obra de teólogos o filósofos. ( ... ) El grupo social al que pertenecen estos herejes eruditos no está constituido por otros herejes, sino por otros eruditos. Quieren ser más eruditos que los demás, sin pretender oponerse a la fe de la Iglesia ni tampoco al dogma católico. Sin embargo, a veces herejes cultos dieron origen a una herejía popular o a otra secta herética." ¿Cuál es el límite para que un hereje culto pase a ser el heresiarca de un movimiento del que participen activamente diferentes sectores? Si bien en muchos casos el hereje culto lo es sólo por su afán de erudición, la herejía sólo puede transformarse en popular si logra franquear los altos muros de Iglesias y Universidades, asentándose sobre las cabezas de los hombres comunes, ya que hay otro elemento esencial para el análisis: la reacción de las clases privilegiadas contra la alteración del status quo. Si bien la Iglesia era la principal afectada y estaba dispuesta a todo para mantener su situación de hegemonía, los sectores privilegiados, aunque ocasionalmente enfrentados con ella, la preferían viva, acumulando riquezas y permitiéndole continuar con sus ventajas, a transformada en la "Iglesia de los pobres", en un bastión desde donde el pueblo se lanzara a conquistar la tan temida y bíblica igualdad entre los hombres. Por lo tanto, los llamados herejes cultos, que inevitablemente pertenecen a los sectores acomodados, si no pregonan su herejía es porque son más cultos que herejes; pero cuando la predican deben romper primero las barreras que les ponen sus pares. El discutido caso del bohemio Jan Hus, quien siempre consideró que la ortodoxia podía ser modificada desde la estructura de la Iglesia, produce un quiebre en la concepción del hereje culto. Hasta el momento de ser quemado no dejó de predicar acerca de la igualdad de los hombres ante Dios. Al movimiento lo fundarían sus discípulos directos al descubrir en sus cenizas dispersadas en un río que el verdadero error de Hus fue esa confianza. Las "masas" heréticas "Desde el principio hasta nuestros días, en líneas generales, podemos seguir dos corrientes: la oficial y ortodoxa y la popular no oficial. A partir del comienzo del siglo XI, la popular tiende a convertirse en un movimiento herético. Cuanto más se desarrolla la Edad Media, más se desarrolla el riesgo de herejías". Cuando la crisis se agudiza, no se respeta a las jerarquías que la provocan y disfrutan gracias a ella de una vida de placer. Volviendo la espalda a la Iglesia, el pueblo se volcará a la herejía que tiene la ventaja de la simpliciciael y permite responcier a algunas contradicciones cotidianas: "¿Cómo es posible que un Dios bueno sea el creador de tantas cosas malas?" (bogomilismo, cátaros); "¿Cómo es que hablas tú de Cristo, que enseñó la felicidad en la pobreza, si tienes el oro y la seda?" (valdenses). "Muy a menudo el hereje y su grupo se separan del medio social primitivo para formar otro, reconstituido en sus elementos esenciales. Se trata de uno nuevo, heterogéneo con el primero. ( ... ) La originalidad del grupo herético en cuanto factor social consiste sobre todo en la nueva orientación de la vida de sus miembros, forma que contrasta con el estado de la colectividad de la que proviene. ( ... ) La novedad herética es, pues, ruptura, a la vez, con las doctrinas de orden metafísico y con las reglas reconocidas en la Europa medieval. ( ... ). Pero es, además, adaptación a las nuevas exigencias de la vida" Si Cristo no quizo un mundo como éste deberemos cambiarlo todos, pues es Su mandato. El peligro herético Su doctrina niega todo fundamento alderecho no sólo eclesiástico y civil sitio lanibién divino y natural. Temo que la obra de Hus caiga en manos de gente bárbara, sin instrucción, y de campesinos a quienes esas ideas seducen e incitan a toda clase de víllanías, como la revuelta y la sublevación. (Argumentación de Juan Gerson en el concilio que condenó a Hus) Surge ahora el problema de la imposibilidad de la tolerancia. ¿Por qué no podían coexistir las herejías, transformadas en religiones, con la ortodoxia romana? Una primera respuesta la da el examen de qué estructuras mentales rompían las herejías. En la Edad Media, ya se dijo, cualquier minoría ideológica era acusada. de herejía. De hecho, todo dependía de las relaciones que establecía con las autoridades de la Iglesia. Si se negaba a obedecer era inevitablemente sancionada. El ejemplo de desobediencia que estos grupos daban para los campesinos los transformaba en serios enemigos. No conformes con ser sólo un ejemplo, los herejes predicaban en favor de esa desobediencia, que se hacía rápidamente extensiva a las autoridades seculares, proponiendo claramente una elección. La idea de la independencia de la persona no dejaba de ser proclamada en una sociedad basada en relaciones de dependencia personal. Dado que la idea de la soberanía sobreentendía el derecho del hombre a ser dueño de sí mismo, negaba el poder del señor feudal sobre la persona del dependiente." Además, el apartarse de la Iglesia significaba dejar de aceptar en forma completa su rol institucional. En ese caso, el Papa no será el representante de Cristo en la tierra, y los monarcas por él investidos no han recibido su autoridad de Dios. La expansión de las herejías significaba que sectores cada vez más amplios del pueblo se apartaran del poder; y este desconocimiento era producido por la influencia de otros miembros del pueblo. Tero conviene analizar este anticlericalismo. Nos hallamos en el mundo popular, no en el de los clérigos; luego no puede tratarse de una crítica de carácter intelectual y teológico, sino más bien afectiva y apasionada, definida por una actividad de reivindicación, de agresividad, de resentimiento." La herejía es, ante todo, cisma, rechazo de una sociedad: es liberación. Además de que la idea de campesinos discutiendo si el poder es o no es legal encierra un profundo riesgo para quien lo detente. Una vez que la desobediencia ha sido elegida pueden surgir --y de hecho surgieron- profundas contradicciones entre los planteos de ascetismo de algunos inspiradores ideológicos con las necesidades naturales de las masas campesinas o urbanas que se pliegan al movimiento. Cuando se producía esta contradicción, el movimiento pasaba a ser revolucionario, ya que la discusión religiosa dejaría lugar a un profundo cuestionamiento, lo que implicará acciones directas contra el poder terrenal. Composición de los movimientos "En cualquier caso la herejía toma cuerpo y llega a ser un problema cuando la inquietud religiosa infunde voluntad de conversión. ( ... ) ¿Quiénes entonces serán los destinatarios de la palabra herética? ¿Por qué determinadas personas aceptan el riesgo de la ruptura con el resto del cuerpo social? ( ... ) El principio de la herejía acaso llega de otros lugares; probablemente se basa en viejas visiones, pero desemboca aquí, en Occidente, y ahora después del año mil, en un movimiento popular." El cuestionar a la estructura de poder atrae rápidamente como aliados a quienes esta estructura margine en lo político y en lo económico. Así es como veremos crecer a las herejías "contestatarias". En las zonas urbanas los herejes, los que lucharon por las libertades municipales contra el poder urbano del señor eclesiástico fueron los mercaderes, los artesanos, los menesterosos. Sin embargo, entre los siglos XII y XIV los herejes eran sobre todo campesinos, ya que el campo había caído bajo el dominio de una nobleza que comenzaba a transformarse en urbana y que lo explotaba para el abastecimiento de la ciudad. En la Italia de ese tiempo es necesario diferenciar claramente el carácter social de las herejías rurales con respecto a las urbanas. En las ciudades, las diferenciar entre los partidos nobles y los "partidos populare? hacen a los nuevos trabajadores participar en luchas por reivindicaciones clasistas o comunitarias, como los derechos autónomos de cada ciudad. Las sectas heréticas no quedarán afuera de estos conflictos, muchas veces mezcladas con los sectores con que tácticamente podían coincidir. Los cátaros entraron en toda serie de intrigas para que sus hombres ocuparan los cargos políticos más altos de la ciudad, hecho que los beneficiaba tanto en su lucha religiosa como en su condición social. De igual modo los sectores más bajos lucharon contra la nobleza dirigente por sus propias reivindicaciones, en la mayoría de los casos sin hacer discriminaciones religiosas. Pero cuando a la cabeza de los sectores dirigentes aparecía el obispo de la ciudad u otra jerarquía religiosa, la prédica contra el accionar de los privilegiados y su acumulación se confudía con los planteos de los herejes. Así, en las ciudades no podemos hablar de movimientos exclusivamente heréticos salvo cuando su cuestionamiento fue puramente religioso, como en el caso de los apostolici. Para los sectores populares la delgada línea que separaba a la herejía de la lucha por sus derechos civiles era mucho más borrosa y fluctuante que en cualquier otro lugar de Europa. Será una complicación para la persecusión inquisitorial la solidaridad que despertaban los herejes en los hombres del pueblo, que les daban asilo y alimento aunque no se convirtieran a sus ideas. El milenio peligroso El mundo de Cristo es un mundo de pobres. Quienes poseen riquezas serán Sus enemigos. Las crónicas de algunos movimientos heréticos hablan por sí mismas. Fra Dolcino de Novara llegó a tener 1400 seguidores que combatieron a las fuerzas eclesiásticas. Era un típico líder mesiánico que negaba la autoridad de la jerarquía de la Iglesia. Consideraban que la pobreza debe ser un estado de perfección espiritual extendido y universalmente practicado. Dolcino fue atrapado en 1306, pero aún en 1333 se libraban juicios contra sus discípulos por los asaltos que practicaban para repartir el botín entre los pobres, como les enseñara su maestro. "Las fuentes mencionan o permiten suponer que se persiguió a los flagelantes porque actuaban sin permiso de la Iglesia o del obispado. ( ... ) La causa principal de su persecusión hay que buscarla no en las acusaciones, sino en que el movimiento de los flagelantes acusaba a la Iglesia de ser negligente en sus deberes y amenazaba con tornar superflua la jerarquía. ( ... ) 'Sólo Dios actúa en nosotros por su gracia, sin el ministerio del sacerdote.'( ... ) Se les acusaba además de atacar los bienes y las personas de sacerdotes y laicos cristianos y de haber adoptado una actitud hostil frente a las maquinaciones financieras y la usura. Los flagelantes alemanes cantaban: 'Desgraciado de tí, usurero perdido, que haces de media onza una libra, lo que te hundirá en el infierno profundo. "El movimiento de los patarinos había nacido en Milán hacia el 1050. ( ... ) Tenía un carácter fundamentalmente religioso, aunque pudiera re-presentar al mismo tiempo la rebelión de las clases urbanas, de los humildes contra la arrogancia feudal, la protesta de los pobres contra los ricos. La exigencia de una vida religiosa más pura para los laicos y los eclesiásticos y más confor me a la ley del Evangelio, era la consigna de la rebelión de los patatini. Asaltaron las casas de los clérigos simoníacos y concubinarios y les obligaron, a menudo por la fuerza, a abandonara sus mujeres. ( ... ) A partir del siglo XI la pataria adquiere un carácter específico de rebelión popular contra la jerarquía eclesiástica, en nombre del Evangelio y de las exigencias morales. Sobre esta base, el movimiento se desarrolló luego en estrecha unión con la formación de las clases urbanas, pronto decididas a luchar enérgicamente contra la riqueza y las propiedades de la Iglesia". Tanchelmo de Amberes, a partir de 1112, se convierte en predicador ambulante. Proclamó que poseía al Espíritu Santo en el mismo grado que Cristo, llegando a comprometerse en matrimonio público con la imagen de la Virgen María. Tanchelmo eliminó los diezmos y demás impuestos, reinando sobre sus seguidores como rey mesiánico. Estableció un estandarte y escudo propios como insignias reales. Ejerció su "dominio" sobre un vasto territorio; admitiendo los canónigos de Utrecht su impotencia para detenerlo. Se cree que fue asesinado por un sacerdote en 1115. Hacia 1145, en Breaña, Eon de Estrella empezó a predicar al aire libre. Según el obispo de la región era seguido por grandes multitudes del "más bajo populacho". Se trataba de una horda violenta que destruía Iglesias, monasterios y ermitas. El arzobispo de Roven envió contra ellos un ejército que lo capturó en 1148. Frente al sínodo declaró que era él quien debía juzgar a los vivos y a los muertos. Murió de hambre en una celda, en tanto que sus compañeros fueron quemados sin arrepentirse. Los herejes de Arràs (Francia), cerca de 1050, predicaban en favor de la comunidad de bienes. En el siglo XII tuvo lugar en Roma una rebelión de las masas más pobres de la zona urbana contra el poder papal. La encabezaba el monje Arnaldo de Brescia, quien predicaba la vuelta a los hábitos de la Iglesia Cristiana antigua, a la humildad apostólica y proponía despojar al Papa de todo poder secular. Como resultado de esta rebelión, el Papa fue privado de dicho poder y se estableció la república. Sin embargo, la parte noble de la población urbana, aterrorizada de la envergadura del movimiento entró en una componenda con el Papa y acudió al emperador Federico Barbarroja para recabar sus ayuda. El movimiento finalizó en un fracaso. El emperador tomó prisionero a Arnaldo, entregándolo al Papa para que lo castigara. En su calidad de hereje terminó en la hoguera." Los taboritas, sector más radicaflzado del movimiento husita, asolaban los campos de Bohemia asesinando a los señores y quemando los castillos, robando sólo alimentos en su búsqueda del mundo igualitario, del mandato cristiano. Fundaron aldeas en las que vivían en comunidad de bienes y que estaban organizadas y dirigidas por asambleas en las que todos los hermanos tenían igual derecho. El ejército que formaron los diferentes grupos husitas combatió durante 25 años al del emperador. Norman Cohn hace un análisis de los elementos más atractivos de estos movimientos que pretendían comenzar el Milenio de Cristo en la tierra. En contraposición con la rigidez absoluta de la absolución ortodoxa, "los movimientos o sectas milenaristas siempre conciben la salvación como un hecho: a) colectivo, en el sentido que deber ser disfrutado por los fieles como comunidad; b) terrenal, en el sentido de que debe realizarse en la tierra y no en el cielo fuera de este mundo: c) inminente, en el sentido de que ha de llegar de un modo repentino; d) total, en el sentido de que transformará completamente la vida en la tierra, de tal modo que la nueva dispensa no será una mera mejoría del presente, sino la perfección; e) milagroso, en el sentido de que debe realizarse por, o con, la ayuda de intervenciones sobrenaturales." El peligro se agravaba por el cuadro contagioso de los movimientos. El mayor ejemplo es, nuevamente, el de los husitas: "...en Silesia los siervos insurgentes se adhirieron al husitismo, en 1440 una gran sublevación de campesinos husitas estalló en los alrededores de Zbaszyn (Gran Polonia) y las revueltas campesinas de 1437 en Rumania y Hungría se inspiraron en el husitismo. De igual modo, los motines campesinos en la cuenca del Rin y la insurrección de los mendigos de origen urbano en la ciudad alemana de Bamberg en 1430 fueron provocados por los husitas. ( ... ) El motín de Gil Mersault, en Tournai en 1423 muestra la profunda influencia ejercida por el husitismo sobre la lucha de la burguesía en Flandes." ¿Por qué hay que acabar con los herejes? Dos peligros aparecían claros con el crecimiento de estos movimientos. El primero es que al no aceptar a la Iglesia y al dogma romano, los herejes deben constituir uno nuevo, pero esta vez eliminarán todos los pecados de los anteriores. ¿Qué diezmos cobrará una Iglesia a la que los fieles abandonan? ¿Quién les legará su propiedad? ¿Quién entregará su tierra para ganar la protección de aquéllos que no merecen su confianza? La Iglesia era atacada no sólo en el plano religioso, sino también en el económico. El segundo, y esto ya fue planteado, amenaza a la nobleza. Quien no respeta a un predicador, no respeta su prédica; y si el derecho de los señores está avalado por un clero corrompido es que este poder no es de origen divino. ¿Es ante Dios el señor un igual al campesino? ¿Puede un rey negar el derecho que otorga el Evangelio? Para colmo, algunos movimientos planteaban la comunidad de bienes entre los fieles. ¿Entregará el noble sus propiedades? Es así como el problema de las herejías trascenderá rápidamente su inicial esfera de religiosidad para abarcar todos los aspectos de la superestructura que mantiene al régimen feudal. Al cuestionar a la Iglesia, el hereje socaba la base ideológéca de la organización social tripartita (caballeros, clero, campesinos) cada vez menos bendita y el choque será inevitable. El combate al hereje no es sólo una cuestión de fe; para los sectores dominantes será una cuestión imprescindible para defender su cuestionada condición hegemónica. Los herejes nunca atacaron a Cristo, sino a los que se enriquecieron con su manipulación. Las órdenes mendicantes Los movimientos de pobreza no tenían una intención de ruptura con la ortodoxia, sino al contrario. La infinidad de estos grupos que aparecen por todo el mapa cristiano durante la Baja Edad Media eran iniciados por comerciantes u otras personas más o menos acomodadas que se avergonzaban de su condición y, respondiendo al Evangelio, se despojaban de sus pertenencias para entregar el producto de su venta a los necesitados para dedicarse a la prédica apostólica y vivir de limosnas. No pretendían un cuestionamíento, sino ser ejemplo de arrepentimiento y castidad. El mismo Pedro Valdo, al iniciar su peregrinar, hizo una profesión de fe de absoluta ortodoxia dogmática. Roma los toleraba mientras respondieran a las jerarquías de sus diócesis: pero pronto fue evidente que la gente sencilla prefería a estos predicadores humildes, a veces laicos, que hablaban en su mismo lenguaje, a los poderosos y enriquecidos sacerdotes.Los obispos comenzaron a prohibirlos por su condición de laicos, por ser una imagen demasiado peligrosa, dada la contraposición a la estructura religiosa y hasta por celos de su éxito. En definitiva, el rechazo se producía por las dificultades de la Iglesia en realizar modificaciones en su seno. Muchos de estos hombres cuando se les prohibía continuar predicando se aferraban al Evangelio, pero ya en oposición con la Iglesia: "más vale obedecer a Dios que a los hombres que lo contradicen" o "Él nos ordenó contar las verdades". Ante esta contradicción, hombres como Arnaldo de Brescia o Pedro Valdo se obstinan en sus creencias. Más que por diferencias dogmáticas se los calificará de herejes y se los perseguirá por esta obstinación derivada de su propia rigidez. El caso de Jan Hus es paradigmático. Algunos religiosos, como Santo Domingo, comprenderán que la forma para no continuar perdiendo fieles será la utilización de los métodos valdenses de predicación pobre y casta, que permitirán introducir la ortodoxia en las capas populares. Tratarán de llevar vidas ejemplares, fuera de todo pecado y alejados del oro. Estos mendicantes también viajarán por los caminos en mula con una manta y las Sagradas Escrituras como único equipaje. Pese a la oposición de los obispos el Papa decidirá fundar las órdenes de predicadores mendicantes. Esta reacción de la Iglesia puede considerarse auténticamente religiosa ante el incesante avance de las herejías. Pero Juan XXII, sucesor de Gregorio VII, proclamó que Cristo había ejercido el derecho de propiedad, con lo que daba por cerrado el debate. Muchos franciscanos huyeron y se plegaron a Luis de Baviera, que estaba en entredicho con el Papa. "Después de la derrota del emperador, la mayoría de los franciscanos insurrectos declararon una honoraria sumisión. Los irreductibles se unieron a 'los espirituales' de los alejados valles de los Apeninos. Allí, unos pequeños grupos de religiosos se hacían llamar fraticelli y mantuvieron hasta mediados del siglo XV, a pesar de las persecusiones su ideal de una iglesia pura y pobre." Evidentemente esa Iglesia no podía soprotar la pobreza. Los comienzos de la Inquisición Herejes son una manera de gente loca que se trabajan de escatimar las palabras de Nuestro Señor Jesu Christo, e les dan otro entendimiento contra aquel que los Santos Padres les dieron e que la Eglesia de Roma cree e manda guardar. (Documentos de la Inquisición real castellana.) A partir de 1199, Inocencio III equipara la herejía al crimen de lesa majestad: los herejes, si no se arrepienten, serán proscriptos y sus bienes serán confiscados. La lucha contra la oposición religiosa tomará otro carácter, ya que además de otorgar la salvación será una excelente vía para enriquecerse En el norte de Francia y en los países del Rin las directivas del pontífice se acatarán de tal forma que más de una vez deberá apaciguar el celo de sus fieles. La Inquisición papal, como después la de Castilla, sólo pudo funcionar desde una casi total comunión Estado-Iglesia. No sólo tenía peso jurídico-religioso, sino que fue un sistema represivo que combinaba el control ideológico de la población con un poderoso sistema de administración de los bienes de los culpables. Esta sumatoria de poder jurídico, económico, policial, militar e ideológico la colocaba en una situación mucho más sólida que la de algunos "gobiernos" de la época. Tomar la espada para combatir al demonio "Dada la posición excepcional del Papa, le correspondía a él determinar qué era lo que realmente daba origen a la herejía y qué doctrina, postulado o acción ameritaba una delcaración papal acerca de lo que se declaraba herético. ( ... ) Lo que la palabra de los sacerdotes no podía lograr había que intentarlo con el terror disciplinae. Tal era el trasfondo doctrinal que se convertía en principio de gobierno durante el siglo XII. La lucha contra las herejías, definida como tales por el Papa, era uno de los principales deberes del príncipe, y a este respecto quizá nada muestre mejor la suprema posición monárquica del Papa. ( ... ) Si el príncipe era negligente, su propio reino sería ocupado por otro príncipe católico. ( ... ) Los bienes y toda la propiedad privada de los herejes tenían que ser confiscados y, dado que se consideraba a la herejía como alta traición, los descendientes eran igualmente afectados, independientemente de que fueran culpables o no." La necesidad de organizar la represión de los movimientos heréticos produjo serias modificaciones en las relaciones del Papa con el poder secular. Los constantes enfrentamientos entre los distintos sectores dominantes, que muchas veces permitieron el desarrollo y crecimiento de las herejías, jamás se tornaron un impedimento para aliarse cuando se trataba de la destrucción de los rebeldes. Estaba muy claro que una cosa son las rencillas por la mejor tajada y otra es la pérdida de la torta. Así, el Papa no vacilará en aliarse con Felipe Augusto para acabar con los cátaros; con Juan Sin Tierra contra los lolardos; con Segismundo contra los busitas o con Federico Barbarroja contra Fra Dolcino, habiendo estado todos ellos al borde de la excomunión en algún momento previo por problemas con los bienes de la Iglesia. La ironía y falsedad de estas "cruzadas" quedarán claramente demostradas cuando el ataque a Occitania será realmente poderoso 25 años después del primer llamamiento papal a combatir a los albigenses, luego de asegurar que todos los territorios de los nobles "herejes o que permitieron la herejía" pasarían directamente al rey de Francia Contra los husitas y los milaneses, entre tantos, la situación sería similar. El mito del catarimso y la guerra civil La interpretación de la herejía cátara en Occitania que hacen muchos medievalistas está impregnada de posiciones "oficialistas" que avalan el accionar represivo que se aplicó y niegan el verdadero carácter de independencia y autonomía política que tuvo la lucha. “La ambición de una santidad completamente pura y desprendida va unida a la creencia de que nuestra alma es una fuerza celestial derribada y aprisionada por fuerzas adversas y malas. ( ... ) La vida cristiana tiende únicamente a un estado de pureza en que el alma, completamente libre de pecado, incapaz de hacer mal, no sea prisionera del mal. Los puros o cátaron son los que llegan a tal estado” Éste es un escueto esbozo del dogma cátaro que se ha ido extendiendo por todo el sur francés, principalmente en el condado de Tolosa. Hay una proporcionalidad directa entre esta extensión y la decepción acarreada por sacerdotes que, viviendo en la opulencia, no cejan de exigir más exaccíones e impuestos. Difícilmente podamos encontrar las causas de la adopción de la herejía por parte de la nobleza occitana en la inquietud religiosa. Estos señores han visto disminuir sus posesiones debido a que en el sur, a diferencia del norte franco, no se ha adoptado el derecho de primogenitura y, por lo tanto, las herencias se reparten por igual entre los hermanos con la obvia disminución de los dominios que produce esta fragmentación. Al producirse la reforma gregoriana todos los bienes y beneficios parroquiales dejan de ser controlados por la nobleza para pasar a los obispos nombrados por el Papa., lo que los empobrecerá aún más. Hacia la segunda mitad del siglo XII, las cesiones se interrumpen para resolver las necesidades que se plantean en la región, lo que iniciará el conflicto con la Iglesia. Mientras la fastuosa Roma con sus lujosos representantes exigía cada vez mayores derechos, los cátaros desde la pobreza apostólica de sus perfectos, sólo pedían una vida digna para la conversión. La simpatía hacia éstos crecerá constantemente entre la clase caballeresca, cuyos miembros si no se convertían, rara vez impedían la prédica en sus tierras. Así Occitania, que nunca llegó a ser mayoritatiamente cátara, fue la primera región de Europa en la que se daría la tolerancia religiosa entre los laicos. Mientras la Iglesia, acusándolos de colaborar con la herejía, los acosará cada vez más, muchos burgueses cátaron que habitaban en sus condados incrementarán su riqueza a través del comercio. Si los herejes necesitaban ayuda en forma de protección podían devolverla en préstamos que los caballeros necesitaron en muchas ocasiones. De nuevo, donde la Iglesia no comprendía las necesidades de sus fieles, una herejía lo hacía. Cómo la creencia cátara penetra en los más diversos medios: grandes señores que codician las tierras de la Iglesia; hidalgos irritados a causa de sus diezmos; mujeres que huyen de una Iglesia pensada por hombres y de una sociedad que quieren conquistar los hombres; gente del pueblo sensible a la palabra de predicadores simples en su expresión y en su vida; capellanes en apuros, pero también envidiosos, sin duda, del prestigio de los perfectos. Se podría añadir mercaderes y burgueses ya que no legislan en contra de la usura.""Algunos se han extrañado de que el catarismo, que tiende a apagar todas las pasiones, incluso las más legítimas, se implantará en las provincias occitanas, con fama de ligeras y alegres. Más bien habría que extrañarse de que algunos puedan contentarse con semejantes caricaturas paracientíficas para describir a un pueblo que resistió al invasor durante tanto tiempo. Eso sin contar que los occitanos nunca fueron mayoritariamente cátaros, ni muchos menos. únicamente la unión de lo político y lo religioso explica su aprente solidaridad con el conformismo cátaro. ( ... ) En un país en el que a la pequeña nobleza le resultaba difícil procurarse tierras porque la Iglesia tendía a monopolizarlas, los "puros que atacaban precisamente la riqueza de los clérigos, no podían dejar de granjearse las simpatías de los señores feudales." El Papa llamará a destuir a la herejía, porque los nobles occitanos se negaban a hostigar a sus parientes conversos y parcelaron los derechos económicos que la Iglesia se otorgaba. Además soñaban con unificar a la nación de la lengua de oc" -como ellos la definían-, que se encuentra dividida entre los territorios del rey de Aragón -occitano y pariente del conde de Tolosa- y el sur, que jurisdiccionalmente le corresponde al rey de Francia: un rey que habla otra lengua y que pretende imponer un sistema económico ajeno a la mentalidad occitana, de mayor tolerancia social y religiosa. El propio rey de Aragón, Pedro II, morirá combatiendo al invasor franco cuando intentaba asistir a sus parientes al mando de su ejército. "El catarismo ha logrado imponerse gracias al desorden político, los jefes de la cruzada lo saben muy bien: a pesar de los consejos, incluso de las órdenes, de Inocencio III, no cejarán en su empeño de derrocar a Raimundo VI para instaurar de una vez en esas regiones un poder coherente y fuerte. La posición de Felipe Augusto, llena de vacilaciones se modificará cuando el Papa le conmina a que confisque los bienes de "todos los barones, condes, ciudadanos hostiles a la represiórí" y los incorpore a sus posesiones. "Os prometemos la remisión de todos vuestros pecados a fin de que, sin demoras, pongáis coto a tan grandes peligros", dice la carta de Inocencio III a Felipe. Enseguida "los legados muestran su verdadero objetivo: decapitar a la sociedad occitana arrojando fuera de las ciudades a esa extraña clase caballeresca urbana que tanto les sorprendía. (...) La lucha adquiere otro carácter. Han caído las máscaras. Los legados quieren conquistar todo el país, no cabe la menor duda, en detrimento de los derechos de los señores, de los caballeros indígenas sin tener en cuenta su condición de católicos; en detrimento también de las tan odiadas ciudades." Cuando Raimundo VII, que heredó de su tímido padre el condado de Tolosa, logra reconquistar a los francos parte de sus territorios y de los del duque de Foix, la iglesia cátara vuelve a crecer, ya que tanto los combatientes como el pueblo jamás reconocen en ellos a la verdadera causa de la invasión que, después de haberla sufrido, no entienden como cruzada. Nace "una nueva solidaridad de la nobleza, la burguesía y el pueblo llano. Esa solidaridad se basa en la asimilación, por el pueblo en su conjunto, de los valores aristocráticos frente a la avaricia y desmesura del campo franco-clerical. En ningún momento nos encontramos con una guerra religiosa. La injerencia extranjera mueve a que los occitanos tomen, sin distinciones de clase, la bandera de la independencia para "todos los que hablen la lengua de oc". La paradójica consecuencia de su derrota será el inicio de la centralización francesa. Hay un elemento clave en los 30 años de lucha contra los albigenses: los cátaros rechazan como pecado capital el derramamiento de sangre. Aun sabiendo que les esperaba la hoguera se entregaban sin alzar su mano contra otro hombre. ¿Contra quién entonces se combatió tanto tiempo? A casi siete siglos del intento de conformación, hoy la nación occitana no se reconoce a sí misma. A modo de cierre “La época medieval, que yo llamaría la época de las herejías (rebeliones) vencidas, o mejor dicho, sofocadas. La herejía es en ella permanente, abundante; es endémica, incluso necesaria, vital, orgánica, pero termina siempre derrotada. Es preciso descomponer este período en dos fases sucesivas: una primera fase de herejías cortas, seguida de otra fase en las que las herejías se hacen mucho más tenaces y cada vez más resistentes. El carácter religioso de los movimientos herétícos es esencial. A través de la formación de un nuevo dogma ideológico se preteigir un mundo injusto. La nueva doctrina nucleaba a las mentalidades religiosas de la época, canalizando las expectativas de las clases populares y proyectando su necesidad de reformas de un sistema social que ya empezaba a caer y dejaba de servir, tal y como estaba, para satisfacer las demandas del grueso de la población. Las herejías serían vencidas, pero anunciaron que un modelo traumático comenzaba a desmoronarse. Es esta condición de derrotadas lo que ha hecho a tantos historiadores mantener el análisis y la clasificación de los vencedores, sin avanzar en la interpretación de la magnitud política y social que estos movimientos populares tuvieron en el contexto real del régimen feudal. La reflexión final está fechada en Montsègur, la última aldea occitana que cayó en manos de los invasores francos, y es ejemplo de la necesidad de utilización de la historia que tienen las clases dominantes: "Se nos enseña la historia de Francia, declaraban unos jóvenes occitanos en la concentración de Montsègur de junio de 1972, es decir, la historia de la centralización seguida por Luis XIV y Napoleón. Nosotros queremos, por el contrario, redescubrir la historia de los pueblos que componen Francia. Se nos ocultan la poesía de los trovadores, el sistema de administración de las ciudades del Mediodía en la Edad Media, la historia de los campesinos Camisards, en lucha contra los soldados de Luis XIV, los levantamientos de los viñaderos del Languedoc... Se nos ha robado nuestro pasado, y hoy continuaremos nuestra historia allí donde se detuvo”.
ASTAROTH.