CATARISMO, LOS CATAROS

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belzebuth666
view post Posted on 27/5/2008, 01:21




CATARISMO
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El catarismo es la doctrina de los cátaros, un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo X, logrando asentarse hacia el siglo XIII en tierras de Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de Aragón.

Los llamados cátaros eran un movimiento religioso-cultural, propulsor de un nuevo orden social a partir del desarrollo individual. Desde sus fundamentos se oponían a la Iglesia Católica, a su doctrina, la cual negaba la posibilidad a los hombres de alcanzar un estado de desarrollo espiritual fuera de las instituciones católicas y sin la guía de un representante de la iglesia. La iglesia cátara fue uno de los numerosos movimientos sociales que intentaron romper con esta hegemonía eclesiástica e instaurar un nuevo orden, por lo que fue perseguida. Ya por el siglo XII, este movimiento tomó fuerza y comenzó a ganar muchos devotos, por lo que la Iglesia Católica intentó suprimirlo, debido a que los veían como rivales de mucha peligrosidad.

Con influencias del maniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila, el catarismo criticó las prácticas y la visión de la jerarquía de la Iglesia Católica, que en respuesta lo consideró herético.

Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar al uso de la fuerza, con el apoyo de la corona de Francia, para lograr su erradicación a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense. A finales del siglo XIII el movimiento, reprimido con violencia por la Inquisición y debilitado, entró en la clandestinidad, pero desde la segunda mitad del siglo XX, el catarismo es objeto de investigaciones y de un esfuerzo por integrar su recuerdo a la identidad de las regiones donde se encontraba su foco central de influencia: el Languedoc y la Provenza, regiones del "Midi" o tercio sur de Francia.

BELZEBUTH.
 
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astaroth1
view post Posted on 27/5/2008, 01:23




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El nombre «cátaro» viene probablemente del griego καθαρός (kazarós): ‘puros’. Otro origen sugerido es el término latino cattus: ‘gato’, el alemán ketter o el francés catiers, asociado habitualmente a "adoradores del diablo en forma de gato" o brujas y herejes. Probablemente esta etimología es un simple mito creado por algunos católicos. Una de las primeras referencias existentes es una cita de Eckbert von Schönau, el cual escribió acerca de los herejes de Colonia en 1181: «Hos nostra Germania cátharos appéllat».

Los cátaros fueron denominados también albigenses. Este nombre se origina a finales del siglo XII, y es usado por el cronista Geoffroy du Breuil of Vigeois en 1181. El nombre se refiere a la ciudad occitana de Albi (la antigua Álbiga). Esta denominación no parece muy exacta, puesto que el centro de la cultura cátara estaba en Tolosa (Toulouse) y en los distritos vecinos. También recibieron el nombre de «poblicantes», siendo este último término una degeneración del nombre de los paulicianos, con quienes se les confundía.

ASTAROTH.
 
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nubarus
view post Posted on 27/5/2008, 01:24




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Las doctrinas cátaras llegaron probablemente desde Europa oriental a través de las rutas comerciales. Los albigenses también recibieron el nombre de búlgaros (Bougres) y, al parecer, mantuvieron asimismo relaciones con los bogomilos de Tracia. Parece ser que sus doctrinas tuvieron grandes similitudes con las de los bogomilos e incluso más con las de los paulicianos, con quienes estuvieron conectados. Sin embargo, es difícil formarse una idea exacta de las doctrinas cátaras, ya que los datos sobre ellos provienen fundamentalmente de sus enemigos. Los escasos textos cátaros que aún existen (Rituel cathare de Lyon y Nouveau Testament en provençal) contienen escasa información acerca de sus creencias y prácticas morales. Lo que parece cierto es que formaron una facción antisacerdotal opuesta a la iglesia católica, la cual mostró abiertamente su oposición a la corrupción de los clérigos.

Los teólogos cátaros, llamados cáthari (‘puros‘ o ‘perfectos’) y en Francia, «hombres buenos» o «buenos creyentes» ,fueron pocos en número. El grueso de los creyentes (credentes) participaba de la comunidad mediante una ceremonia llamada convenenza y a través de la recepción del consolamentum, el bautismo del Espíritu Santo, antes de su muerte.

Los historiadores atan el inicio del movimiento cátaro con la Escitia antigua, donde el apóstol Andrés, según las leyendas rusas antiguas, portó el misterio del Grial a las tierras eslavas como "la fe de los puros y perfectos", "la fe de los hombres buenos". La segunda comunidad del Grial la fundó en la Santa Rusia el príncipe de Kiev, Ascold, al final del siglo IX. Según las apócrifas eslavas, la Madre de Dios, acercándose a Ascold, le pide propagar la fe de Cristo en la Santa Rusia, la fe en el Dios del Amor. Según alguna interpretación, el Cáliz del Grial debía hacerse un símbolo común de enlace del panteón eslavo y cristiano.

El catarismo eslavo ejerció una colosal influencia en la espiritualidad de Rusia. De los cátaros eslavos vinieron los “viejos creyentes” ortodoxos, los herederos del Grial del Monte Athos. El Grial ruso estuvo entre la gran constelación de los sabios sagrados de Optina Pustyn, y desde la tradición cátara eslava vino la tradición de Nil de Sora de los sabios "no-codiciadores" de Transvolga. En el siglo X, Rusia era “bautizada” con violencia en la fe bizantina ortodoxa por el príncipe Vladimir. El catarismo, desalojado por Bizancio, a través Bulgaria partió a Occidente.

Llegados a la Europa occidental, los cátaros difundieron su enseñanza en muchos países. Los primeros cátaros aparecieron en Lemosín entre 1012 y 1020. Algunos fueron descubiertos y ejecutados en la ciudad langüedociana de Tolosa en 1022. La creciente comunidad fue condenada en los sínodos de Charroux (Vienne) (1028) y Tolosa (1056). Se enviaron predicadores para combatir la propaganda cátara a principios del siglo XII. Sin embargo, los cátaros ganaron influencia en Occitania debido a la protección dispensada por Guillermo, duque de Aquitania, y por una proporción significativa de la nobleza occitana. El pueblo estaba impresionado por los Perfectos y por la predicación antisacerdotal de Pedro de Bruys y Enrique de Lausanne en Perigord.

ARCHIDUQUE NUBARUS.
 
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leviathan1
view post Posted on 27/5/2008, 01:27




Pedro II "el Católico" auxilió lealmente a Castilla frente a los almohades y participó de modo sobresaliente en Las Navas de Tolosa (1212). Heredó el condado de Urgel. Guerreó en Valencia, con los templarios, a quienes cedió Tortosa. Coronado solemnemente, como vasallo, por el Papa en Roma (1204) logró de este que en el futuro la coronación aragonesa se verificase en Zaragoza.

La feroz represión papal contra los cátaros del sur de Francia, dirigida por Simón de Monfort, le llevó a defenderlos con las armas, como vasallos suyos que eran, ante la intransigencia de los cruzados católicos y del episcopado francés.

Murió en 1213 asaltando el castillo tolosano de Muret (Francia). Francia adquirió el Languedoc y Monfort se adueñó de Tolosa, Narbona y Bêziers. Provenza pasaría luego a los condes de Tolosa. Comienza el declive de la Corona en Francia.
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En 1147, el papa Eugenio III envió un legado a los distritos afectados para detener el progreso de los cátaros. Los escasos y aislados éxitos de Bernardo de Claraval no pudieron ocultar los pobres resultados de la misión ni el poder de la comunidad cátara en la Occitania de la época. Las misiones del cardenal Pedro (de San Crisógono) a Tolosa y el Tolosado en 1178, y de Enrique, cardenal-obispo de Albano, en 1180-1181, obtuvieron éxitos momentáneos. La expedición armada de Enrique de Albano, que tomó la fortaleza de Lavaur, no extinguió el movimiento.

Las persistentes decisiones de los concilios contra los cátaros en este periodo —en particular, las del Concilio de Tours (1163) y del Tercer Concilio de Letrán (1179)— apenas tuvieron mayor efecto. Cuando Inocencio III llegó al poder en 1198, resolvió suprimir el movimiento cátaro con la definición sobre la fe del IV Concilio de Letrán.

Leviathan.
 
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satanas1
view post Posted on 27/5/2008, 01:29




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Una herejía reprimida ferozmente reconvertida en itinerario turístico... ¿Cualquier parecido con el movimiento antiglobalización es pura coincidencia? El camino oculto de los cátaros. La ruta de una herejía, desde Albi hasta el Pirineo Leridano.



La Iglesia desató contra los llamados "hombres buenos" una de las mayores persecuciones de su historia. Ahora, un cuidado itinerario pirenaico fija los pasos de esa trágica huida.

A tal punto se quiso borrar su memoria que los cátaros son un enigma histórico. Pronto se extendió un baratillo de arcanos: los castillos cátaros habrían sido construidos al dictado de los astros, o de fuerzas telúricas; en ellos habrían ocultado tesoros fabulosos, tal vez algún inédito de Platón, o el mismísimo Santo Grial. El asunto del manuscrito griego lo explotó Umberto Eco; lo del Grial lo propaló un erudito nazi, que quiso ver en el bastión de Montségur el Montsalvage wagneriano de Parsifal, y otro alemán, novelista, rizó el rizo en Los hijos del Gzial: los cátaros custodiaban a dos párvulos descendientes de Jesús y María Magdalena, es decir, la sangre viva, y no el mero cáliz de la sangre de Cristo.

Apenas se sabe de esta secta medieval, pero se han publicado centenares de libros sobre ella. Los "bons homes" querían, ante todo, volver a la pureza y simplicidad de los evangelios. No podían aceptar que la maldad del mundo fuese obra de Dios, así que abrazaban un dualismo: Dios creó las almas, pero el mundo perverso era obra de Satán. En esto apuntan sus raíces orientales (maniqueísmo, lucha del Bien y del Mal, y el gnosticismo, que en el siglo II estuvo a punto de tragarse a la Iglesia). Rechazaban las pompas y jerarquías de la Iglesia, así como el culto a imágenes y reliquias, y no admitían la eucaristía.

Ahora, la fiebre llega a España, porque también anduvieron por nuestras tierras. El Camí dels Bons Homes no sólo es un sendero de gran recorrido (GR-107) por el Pirineo leridano, sino que cuenta además con un Consejo Regulador propio. A los senderistas se les entrega un carnet de ruta (similar al de los peregrinos jacobeos, para que sellen etapas), y entre los muchos alicientes del viático figura hasta un recetario de cocina cátara. Está a punto de abrirse un museo del catarismo en Bagá, y en las ruinas de Costoja (Castellbó) representan cada verano una pieza teatral sobre el asunto. El Camí dels Bons Homes, promocionado en Lleida a bombo y platillo, propone paquetes y modalidades que incluyen rutas a pie, a caballo, en bicicleta o en coche, para todas las edades y bolsillos.

¿Tiene sentido vender la ruta de los cátaros en España? El miedo borra los caminos que transita. Aquellos "herejes" huían por donde podían, por lo más oculto, sin dejar huella. Podemos rastrear su fuga. Sabemos de señores que les eran afines y les abrían las puertas de sus fortalezas. Es cuanto conocemos de su diáspora. Por lo demás, la historia oficial y triunfante no ha podido ocultar que aquel movimiento religioso conmovió de raíz a la cristiandad.

Pero ¿quiénes eran en realidad los cátaros? El nombre (cátaro, del griego, significa puro, perfecto) es un cultismo que se les aplicó después; ellos se reconocían entre sí como "los buenos hombres y "las buenas mujeres", o "los buenos cristianos". Los primeros indicios aparecen en Bulgaria, hacia el siglo X (los bogomilos), y de allí se propagaron por los puertos del Danubio y del Rin hasta el norte de Francia, y de ahí a Lombardía y el Languedoc francés, donde arraigaron con fuerza. El núcleo duro del catarismo se posó en torno a Toulouse y Albi, por lo cual también se les conoce como albigenses. La Iglesia oficial se sintió provocada. Su reacción fue un contraataque teórico a cargo de los frailes dominicos, inventados ad hoc por el burgalés Domingo de Guzmán. Luego, media docena de concilios, y hasta una Cruzada como las que se hacían contra los infieles en Tierra Santa. Tras 20 años de terror, seguía habiendo cátaros, y entonces se inventó la Inquisición para buscarlos debajo de las piedras.

Las hogueras empezaron a arder. Se quemaban cátaros por decenas, a veces por centenares. Se refugiaron en castillos, que fueron cayendo. Uno de esos episodios adquirió perfil de mito: en el bastión de Montségur se habían guarecido algunos fieles con su obispo; sitiados durante 10 meses, al fin se rindieron. Fueron todos conducidos a un prado al pie del baluarte. La orden fue de quemarlos a todos. ¿Cómo distinguir a los herejes refugiados de los que no lo eran? La respuesta del oficial real fue tajante: que ardan todos, Dios sabrá después distinguir a los justos de los herejes. Unos 220 hombres, mujeres y niños fueron abrasados vivos en el Prat dels Cremats el 16 de marzo de 1244. Marcel Landowski estrenó recientemente la ópera Montségur sobre esta infame barbacoa.

Los que lograban escapar de aquella cacería huían adonde podían: a Italia (en Verona apresaron a 200 y los quemaron), a España, por los pasos pirenaicos El camino que hubieron de recorrer por Francia es el que seguía las gargantas labradas por el río Ariége. El paisaje se repite en muchos tramos: siempre un desfiladero, y el agua como zumbido simbólico de la huida.

Traspasado el Pirineo, el Camino se abre en varios ramales. Uno de ellos desciende por Puigcerdá hasta Bagá y Berga. A una legua escasa de este pueblo, en unos riscos boscosos donde se enroca el santuario de Queralt, se inicia precisamente el sendero de 189 kilómetros que llega a Montségur. El sendero pasa por el pueblo deshabitado de Peguera y las ruinas del viejo núcleo de Gósol, cuyo castillo dominaba los caminos de la Sierra del Cadí, convertida ahora en espléndido parque natural. Un desvío conduce hasta Josa del Cadí, uno de los pueblos más bellos del Pirineo; Ramón de Josa, señor del lugar, fue un cátaro declarado que dio refugio a muchos hermanos fugitivos. Si el tramo de Berga a Bagá se hace por carretera, se podrá respirar en Ceres un ambiente medieval. Y avistar, a remojo en el alto Llobregat, hermosas fábricas de ladrillo, puras piezas de arqueología industrial; hay quien relaciona la tradición textil del Llobregat con cierta herencia de los cátaros, ya que muchos eran tejedores, al punto de que eran conocidos también como "tejedores", "publicanos" o "patarinos".

Bagá es un plato fuerte: se está restaurando el antiguo palacio feudal para instalar allí la sede del Consejo Regulador del Camí dels Bons Homes y un museo de interpretación del catarismo. El casco antiguo, una villa del siglo XIII encorsetada entre murallas, sobre el río Bastareny, es una de las estampas más evocadoras de la ruta. Ésta se prolongaría (en la realidad, que no en las actuales propuestas turísticas) hacia el sur. Pasaría por ciudades como Cervera, cuyos sombríos pasadizos, como intestinos del carrer maior, son buen escenario para imaginar el universo maldito y opresivo de aquellos perseguidos. Y llegaría sin duda hasta el Maestrazgo: sabemos que allí, en la ciudad de Morella, fue descubierto uno de los últimos fugitivos, un tal Bélibaste, que presidía una comunidad exiliada; fue devuelto a Francia y quemado en 1321.

Otro ramal para quienes entraban desde Francia pasaba por Bellver de la Cerdanya, un pueblo medieval, tan recompuesto como codiciado por esquiadores y veraneantes, y la Seu d’Urgell. También aquí debieron diluirse muchos "buenos hombres", bajo las sombras de la sobria catedral románica, uno de los mejores ejemplos de ese estilo en su fase primitiva. Seu d’Urgell, con sus calles porticadas y pasadizos (y su oscura judería) es, junto con Bagá y Cervera, una de las etapas más gratificantes y que mejor evocan la aventura cátara en nuestras tierras. Como lo es también Solsona, bajando desde la Seu por la garganta de un río huidizo, el Segre en este caso. Solsona -que tiene ya en marcha su inclusión oficial en el Camí dels Bons Homes- encorseta el casco medieval y su catedral de arranques románicos, en murallas fagocitadas, visibles sólo a tramos. Desde Solsona, como desde Berga, los caminos hacia la libertad se filtrarían como flujos subterráneos. Nada más sabemos de aquellos perdedores.

SATANAS.
 
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nubarus
view post Posted on 27/5/2008, 01:31




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Los cátaros se caracterizaban por una teología dual, basada en la creencia de que el universo estaba compuesto por dos mundos en conflicto, uno espiritual creado por Dios y el otro material forjado por Satán.

Según los autores católicos tradicionales, esta era una característica distintiva del gnosticismo, cierta corriente residual del neoplatonismo (Plotino fue antignóstico), principalmente el maniqueísmo y luego la teología de los bogomilos. Probablemente, esta idea también había sido influida por otras antiguas líneas de pensamiento gnósticas. De acuerdo con los cátaros, el mundo había sido creado por una deidad diabólica conocida por los gnósticos como el Demiurgo. Los cátaros identificaron al Demiurgo con el ser al que los cristianos denominaban Satán. Sin embargo, los gnósticos del siglo I no habían hecho esta identificación, probablemente porque el concepto del diablo no era popular en aquella época, en tanto que se fue haciendo más y más popular durante la Edad Media.

Según la comprensión cátara del evangelio, el Reino de Dios no es de este mundo. Dios creó cielos y almas. El mundo material, el mal, las guerras, las iglesias mundanas y papas eran obra de la mano de Satanás, ya que Dios es el amor y bondad perfectos y no puede hacer ningún mal.

Según los cátaros, los hombres son una realidad transitoria, una “vestidura” de la simiente angélica. Afirman que el pecado se produjo en el cielo y que se ha perpetuado en la carne. La doctrina católica tradicional, en cambio, considera que aquél vino dado por causa de la carne y contagia en el presente al hombre interior, al espíritu, que estaría en un estado de caída como consecuencia del pecado original. Para los católicos, la fe en Dios redime, mientras que para los cátaros exige un conocimiento (una gnosis) del estado anterior del espíritu para purgar su existencia mundana y una transformación personal a partir de dicho conocimiento. No existe en ellos una sumisión a lo dado, a la materia, que no sería más que un sofisma tenebroso que obstaculiza la salvación.

En resumen, el cátaro pretende restituir transitoriamente la vida angélica en el mundo para hacerse, como individuo iluminado, merecedor de una existencia superior. El catarismo supone un cuestionamiento abierto de toda la revelación católica, así como de sus ejes filosóficos y políticos centrales.

Los cátaros también creían que las almas se reencarnarían hasta que fuesen capaces de un autoconocimiento que las llevaría a la visión de la divinidad y así poder escapar del mundo material y elevarse al paraíso inmaterial. La forma de escapar al ciclo de reencarnaciones era vivir una vida ascética, contemplativa, de autoconocimiento y no ser corrompido por el mundo. Aquellos que siguiesen estas normas eran conocidos como Perfectos. Los Perfectos se consideraban herederos de los apóstoles y tenían el poder de borrar los pecados y conexiones con el mundo material de las personas, de forma que fuesen al cielo cuando murieran. Los Perfectos vivían de forma irreprochablemente frugal, en claro contraste con la vida dentro de la corrupta y opulenta Iglesia de la época.

Comúnmente, la ceremonia de eliminación de los pecados, llamada consolamentum, se llevaba a cabo en personas a punto de morir. Después de recibirlo, el creyente podría incluso dejar de comer para acelerar la muerte y evitar la "contaminación" del mundo. El consolamentum era el único sacramento de la fe cátara.

No tenían ningún rito matrimonial. Según las fuentes inquisitoriales, entre los sectarios estaba permitida la práctica de la homosexualidad (que en esa época se denominaba «sodomía»)-.

Los cátaros comprendían la virginidad como la abstención de todo lo que es capaz de “aterrar” el compuesto espiritual, como la imagen universal de la vida, que deja realizar el divino potencial. Por eso enseñaban que Dios obsequia los medios necesarios, en primer lugar el misterio del consolamentum (consuelo) o el bautismo espiritual - el sacramento de la obtención del Espíritu Santo – que define y consagra la vida futura de la persona.

Los cátaros tenían también otras creencias que eran contrarias a la doctrina católica. En sus polémicas decían (parafraseando) que Jesús había sido una aparición que mostró el camino a Dios. Creían que no era posible que un Dios bueno (de naturaleza espiritual) se hubiese reencarnado en forma material, ya que todos los objetos materiales estaban contaminados por el pecado. Esta creencia específica se denominaba docetismo. Más aún, creían que el dios Yahvé del Antiguo Testamento era en verdad el diablo, ya que había creado el mundo y debido también a sus cualidades («celoso», «vengativo», «de sangre») y a sus actividades como «Dios de la Guerra».

El tema de la salvación no era primordial para el catarismo, primero era el tema del amor.

Igualmente entendían a su modo el arrepentimiento. No era una penitencia para la redención de los pecados, sino que era la aspiración hacía la perfección. La sed de elevarse al nivel espiritual más elevado, venciendo la naturaleza caída en sí mismos.

Consideraban que no sólo era posible, sino necesario liberarse del pecado antes, y no después, del Juicio Universal; es decir, en el transcurso de la vida, a diferencia de la iglesia católica, que impulsaba la redención luego de la muerte.

Una de las ideas que resultaron más heréticas en la Europa feudal fue la creencia de que los juramentos eran un pecado, puesto que ligaban a las personas con el mundo material. Denominar a los juramentos pecado era muy peligroso en una sociedad en la que el analfabetismo era norma común y casi todas las transacciones comerciales y compromisos de fidelidad se basaban en juramentos.

Al llegar al siglo XIII, la fe cátara ya entró firmemente en la vida occitana. Los castillos situados en las montañas sobre el mar se hicieron la expresión física de las alturas espirituales, en las cuales habitaban los cátaros.

ARCHIDUQUE NUBARUS.
 
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astaroth1
view post Posted on 27/5/2008, 01:33




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Los historiadores de las religiones analizan, en su mayoría, a las herejías como el intento de constitución de nuevas iglesias -aunque sus dogmas pudieran ser tomados del pasado---, o como un peligroso cuestionamiento a la fe y a la Iglesia Católica. Esta es, también, la posición de la historia tradicional. Pero a pesar de sus mayores o menores diferencias todos coinciden en un punto: la disensión es un problema marginal dentro del sistema de ideas imperante en la Baja Edad Media. Interpretándolas de esta forma sólo pretenden indagar las variaciones dogmáticas entre los herejes y la ortodoxia que intentan subvertir, y el castigo que les correspondió por este intento. La herejía, entonces, queda aislada de su sostén esencial que es el individuo que rechazó lo que estaba obligado a aceptar como verdadero y únicamente válido. Pero ¿qué es la herejía sin herejes? ¿Qué es un hereje sino un hombre que ha decidido producir en sí mismo y en los más una modificación de las estructuras mentales? Ahora bien, este individuo insatisfecho forma parte de una comunidad junto con otros hombres que comparten con él todos los aspectos de su realidad cotidiana. Profundizar las diferencias y parcializar los hechos en los que se cuestiona una hegemonía son elementos fundamentales para evitar que se avance en el análisis de dicho cuestionamiento. Durante las revueltas de los ciompi, los menesterosos de las ciudades italianas se levantaron contra la excesiva acumulación de riquezas que hacían las iglesias y los usureros. Los husitas se rebelaron contra una Iglesia repleta de tesoros y mandatarios que se arrogaban diferencias entre los hombres, contradiciendo la palabra de Dios. Planteos diferentes, métodos diferentes, pero enemigos comunes. Los campesinos de Flandes se alzaron contra sus señores por las exacciones que éstos pretendían continuar imponiéndoles, en una lucha sin connotaciones religiosas; pero pronto hallaron culpables a los clérigos. En una sociedad que, como la del Occidente europeo entre los siglos XI y XV, estaba basada en un régimen no igualitario de distribución de la riqueza, ¿no será esta desigualdad la madre de todas las luchas que se produzcan, formalmente excusadas en aspectos morales, económicos o políticos parciales? Con esta hipótesis, en este trabajo se analizará a las herejias como movimientos sociales que, producidos por un descontento generalizado, intentaban producir un cambio en la sociedad, aun cuando los mismos protagonistas no tuvieran total conciencia de la magnitud de su lucha, dejando para otro momento el problema de las herejías como el cambio de una fe por otra. En la región estudiada, a partir del siglo XI, aunque con diferencias locales más o menos importantes, el sistema feudal se halla poderosamente asentado: los campesinos debían trabajar y tributar a la nobleza, los caballeros los "defendían" y guerreaban y los clérigos velaban por las almas de todos, dirigiendo cultural e ideológicamente a la sociedad. Mientras tanto, las ciudades muy lentamente iban adquiriendo mayor importancia. La situación que recrea Violante para el norte de Italia puede hacerse extensiva para toda Europa Occidental, aunque teniendo en cuenta que el proceso fue mucho más lento. Los señores, no importando si conservan o no su villa, se trasladarán a la ciudad, donde engrosarán las fuerzas de la nobleza que constituye la clase dirigente; en cuanto a los rustici llegados a la ciudad después de su emancipación y los pequeños propietarios incrementarán las nuevas clases de mercaderes, artesanos, notarios que, poco a poco se organizan en el partido del pueblo que a partir de ahora se enfrentará al partido de la nobleza" Si existía una tradición de lucha entre las clases campesinas, ésta se trasladó a la ciudad bajo una nueva forma. Los obispos "siguen estando eficazmente insertos en la vida política de la ciudad, al tiempo que conservan también una influencia en el campo a causa de sus bienes, de sus derechos señoriales personales o del obispado, y gracias a su pertenencia a las grandes familias dirigentes de la comunidad. Esto explica porqué la oposición de las clases populares a la comunidad nobiliaria es a menudo también una oposición antiepiscopal, incluso en los siglos XII y XIII. En Italia, como en Francia, la herejía se manifiesta primeramente en el condado ( ... ) y, al invitar a los campesinos a rechazar el pago de los diezmos al clero, obtuvo con ellos un extraordinario éxito” Qué es una herejía La cruz, este instruinento de suplicio es un escándalo. Jesús nunca dijo que liabía que adorarla sino que le ayudaran a llevarla. Y si se alega que fue crucificado en ella, por la misma razón se podría adorar al asno que niontó para entrar a Jerusalén. (Claudio, obispo cátaro de Turín.) Ante todo hay que intentar resolver el problema de quién es un hereje. Morghen hace una aproximación que nos ubica: es hereje el que es declarado como tal por las autoridades eclesiásticas; pero también extiende el concepto, a partir del siglo XII a todos aquellos que se levanten contra el orden establecido recibirán la acusación de hereje aunque no sea sancionado por la Iglesia. Reyes y señores lo aplicarán como despectivo a vasallos que no cumplan con sus órdenes; esto lo vemos en todos los conflictos socialesde la época: Para la Baja Edad Media, hereje es sinonimo de rebelde. La Enciclopedia Teológica precisa: "Según el canon de 1325 se considera como hereje a un bautizado que quiere mantener el nombre de cristiano, pero niega o pone pertinazmente en duda una verdad que debe aceptarse con fe divina y católica. El hereje no renuncia a toda la verdad de la fe católica, a diferencia del apóstata." El término, que proviene del griego, se deriva del vocablo elección. El hereje es un arrepentido. No acepta, critica o rechaza los dogmas y la jerarquía cristiana que antes había aceptado. Las causas de este cambio no están, generalmente, en un rechazo a la fe, sino en considerarse su más férreo creyente y su verdadero defensor; por eso es tan común que se califiquen como verdaderos, santos, justos, únicos o puros. Desde aquí podemos diferenciar dos posibilidades de desarrollo. La primera es transformarse en lo mismo que se combate a partir de una elitización nuevo dogma. En estos casos no se produce una verdadera lucha por transformar el sistema, sino por realizar una adecuación a la ideología dominante. El segundo camino es el verdaderamente temido por las estructuras de dominación. En este caso, la herejía trasciende el marco de una reformulación de la ideología hegemónica; apunta a destruirla y a generar una situación social nueva. Estos serán movimientos sociales, no sólo una discusión teológica; verdaderos movimientos revolucionarios que apuntarán a la creación de un nuevo sistema de valores, con todo lo que ello implica. Desde el punto de vista sociológico se pueden hacer "...tres observaciones importantes. En primer lugar, el acto del hereje se produce en el interior de su fe, y no mediante una eliminación de la fe. ( ... ) Segundo rasgo del hereje ( ... ) es su pertinacia. Es decir que ante las reacciones de la comunidad cuyo capital homogéneo ha puesto en tela de juicio, se obstina, tanto por la pasión intelectual que lo impulsa como por la pasión sincera y obstinada a la parcela de verdad que exalta, en detrimento de las demás verdades del capital común de su Iglesia, entonces desequilibrada cuando menos. (...) Por último -sutil confirmación de su carácter sociológico- la herejía se presenta a veces como una innovación progresista, y otras como un retorno a la pureza primitiva; o es más, como los dos a la vez." Por todo esto, la herejía es multiforme; pero hay algo más durante la Baja Edad Media. En este tiempo vemos estallidos heréticos en todo el mapa de Europa Occidental, e incluso en los territorios cristianos de Medio Oriente producto de las cruzadas. Las dificultades del sistema y de su sostén ideológico son similares, y las respuestas también: Ante las fallas de la fe oficial, habrá que retornar a la verdadera fe. Herejía y hereje son nociones negativas, que se constituyen por el contraste y la contradicción con la Iglesia, con la moral de su clero o la actitud de la jerarquía. Son obra de creyentes decepcionados, a los que su nueva fe los hace entrar en un círculo cerrado: si hay error en la ortodoxia, él se aferrará a su verdad, lo que para la ortodoxia será más erróneo aún. Herejías cultas Indudablemente durante toda la Edad Media hubo herejías cultas, es decir, herejías dogmáticas, teóricas e intelectuales, que fueron obra de teólogos o filósofos. ( ... ) El grupo social al que pertenecen estos herejes eruditos no está constituido por otros herejes, sino por otros eruditos. Quieren ser más eruditos que los demás, sin pretender oponerse a la fe de la Iglesia ni tampoco al dogma católico. Sin embargo, a veces herejes cultos dieron origen a una herejía popular o a otra secta herética." ¿Cuál es el límite para que un hereje culto pase a ser el heresiarca de un movimiento del que participen activamente diferentes sectores? Si bien en muchos casos el hereje culto lo es sólo por su afán de erudición, la herejía sólo puede transformarse en popular si logra franquear los altos muros de Iglesias y Universidades, asentándose sobre las cabezas de los hombres comunes, ya que hay otro elemento esencial para el análisis: la reacción de las clases privilegiadas contra la alteración del status quo. Si bien la Iglesia era la principal afectada y estaba dispuesta a todo para mantener su situación de hegemonía, los sectores privilegiados, aunque ocasionalmente enfrentados con ella, la preferían viva, acumulando riquezas y permitiéndole continuar con sus ventajas, a transformada en la "Iglesia de los pobres", en un bastión desde donde el pueblo se lanzara a conquistar la tan temida y bíblica igualdad entre los hombres. Por lo tanto, los llamados herejes cultos, que inevitablemente pertenecen a los sectores acomodados, si no pregonan su herejía es porque son más cultos que herejes; pero cuando la predican deben romper primero las barreras que les ponen sus pares. El discutido caso del bohemio Jan Hus, quien siempre consideró que la ortodoxia podía ser modificada desde la estructura de la Iglesia, produce un quiebre en la concepción del hereje culto. Hasta el momento de ser quemado no dejó de predicar acerca de la igualdad de los hombres ante Dios. Al movimiento lo fundarían sus discípulos directos al descubrir en sus cenizas dispersadas en un río que el verdadero error de Hus fue esa confianza. Las "masas" heréticas "Desde el principio hasta nuestros días, en líneas generales, podemos seguir dos corrientes: la oficial y ortodoxa y la popular no oficial. A partir del comienzo del siglo XI, la popular tiende a convertirse en un movimiento herético. Cuanto más se desarrolla la Edad Media, más se desarrolla el riesgo de herejías". Cuando la crisis se agudiza, no se respeta a las jerarquías que la provocan y disfrutan gracias a ella de una vida de placer. Volviendo la espalda a la Iglesia, el pueblo se volcará a la herejía que tiene la ventaja de la simpliciciael y permite responcier a algunas contradicciones cotidianas: "¿Cómo es posible que un Dios bueno sea el creador de tantas cosas malas?" (bogomilismo, cátaros); "¿Cómo es que hablas tú de Cristo, que enseñó la felicidad en la pobreza, si tienes el oro y la seda?" (valdenses). "Muy a menudo el hereje y su grupo se separan del medio social primitivo para formar otro, reconstituido en sus elementos esenciales. Se trata de uno nuevo, heterogéneo con el primero. ( ... ) La originalidad del grupo herético en cuanto factor social consiste sobre todo en la nueva orientación de la vida de sus miembros, forma que contrasta con el estado de la colectividad de la que proviene. ( ... ) La novedad herética es, pues, ruptura, a la vez, con las doctrinas de orden metafísico y con las reglas reconocidas en la Europa medieval. ( ... ). Pero es, además, adaptación a las nuevas exigencias de la vida" Si Cristo no quizo un mundo como éste deberemos cambiarlo todos, pues es Su mandato. El peligro herético Su doctrina niega todo fundamento alderecho no sólo eclesiástico y civil sitio lanibién divino y natural. Temo que la obra de Hus caiga en manos de gente bárbara, sin instrucción, y de campesinos a quienes esas ideas seducen e incitan a toda clase de víllanías, como la revuelta y la sublevación. (Argumentación de Juan Gerson en el concilio que condenó a Hus) Surge ahora el problema de la imposibilidad de la tolerancia. ¿Por qué no podían coexistir las herejías, transformadas en religiones, con la ortodoxia romana? Una primera respuesta la da el examen de qué estructuras mentales rompían las herejías. En la Edad Media, ya se dijo, cualquier minoría ideológica era acusada. de herejía. De hecho, todo dependía de las relaciones que establecía con las autoridades de la Iglesia. Si se negaba a obedecer era inevitablemente sancionada. El ejemplo de desobediencia que estos grupos daban para los campesinos los transformaba en serios enemigos. No conformes con ser sólo un ejemplo, los herejes predicaban en favor de esa desobediencia, que se hacía rápidamente extensiva a las autoridades seculares, proponiendo claramente una elección. La idea de la independencia de la persona no dejaba de ser proclamada en una sociedad basada en relaciones de dependencia personal. Dado que la idea de la soberanía sobreentendía el derecho del hombre a ser dueño de sí mismo, negaba el poder del señor feudal sobre la persona del dependiente." Además, el apartarse de la Iglesia significaba dejar de aceptar en forma completa su rol institucional. En ese caso, el Papa no será el representante de Cristo en la tierra, y los monarcas por él investidos no han recibido su autoridad de Dios. La expansión de las herejías significaba que sectores cada vez más amplios del pueblo se apartaran del poder; y este desconocimiento era producido por la influencia de otros miembros del pueblo. Tero conviene analizar este anticlericalismo. Nos hallamos en el mundo popular, no en el de los clérigos; luego no puede tratarse de una crítica de carácter intelectual y teológico, sino más bien afectiva y apasionada, definida por una actividad de reivindicación, de agresividad, de resentimiento." La herejía es, ante todo, cisma, rechazo de una sociedad: es liberación. Además de que la idea de campesinos discutiendo si el poder es o no es legal encierra un profundo riesgo para quien lo detente. Una vez que la desobediencia ha sido elegida pueden surgir --y de hecho surgieron- profundas contradicciones entre los planteos de ascetismo de algunos inspiradores ideológicos con las necesidades naturales de las masas campesinas o urbanas que se pliegan al movimiento. Cuando se producía esta contradicción, el movimiento pasaba a ser revolucionario, ya que la discusión religiosa dejaría lugar a un profundo cuestionamiento, lo que implicará acciones directas contra el poder terrenal. Composición de los movimientos "En cualquier caso la herejía toma cuerpo y llega a ser un problema cuando la inquietud religiosa infunde voluntad de conversión. ( ... ) ¿Quiénes entonces serán los destinatarios de la palabra herética? ¿Por qué determinadas personas aceptan el riesgo de la ruptura con el resto del cuerpo social? ( ... ) El principio de la herejía acaso llega de otros lugares; probablemente se basa en viejas visiones, pero desemboca aquí, en Occidente, y ahora después del año mil, en un movimiento popular." El cuestionar a la estructura de poder atrae rápidamente como aliados a quienes esta estructura margine en lo político y en lo económico. Así es como veremos crecer a las herejías "contestatarias". En las zonas urbanas los herejes, los que lucharon por las libertades municipales contra el poder urbano del señor eclesiástico fueron los mercaderes, los artesanos, los menesterosos. Sin embargo, entre los siglos XII y XIV los herejes eran sobre todo campesinos, ya que el campo había caído bajo el dominio de una nobleza que comenzaba a transformarse en urbana y que lo explotaba para el abastecimiento de la ciudad. En la Italia de ese tiempo es necesario diferenciar claramente el carácter social de las herejías rurales con respecto a las urbanas. En las ciudades, las diferenciar entre los partidos nobles y los "partidos populare? hacen a los nuevos trabajadores participar en luchas por reivindicaciones clasistas o comunitarias, como los derechos autónomos de cada ciudad. Las sectas heréticas no quedarán afuera de estos conflictos, muchas veces mezcladas con los sectores con que tácticamente podían coincidir. Los cátaros entraron en toda serie de intrigas para que sus hombres ocuparan los cargos políticos más altos de la ciudad, hecho que los beneficiaba tanto en su lucha religiosa como en su condición social. De igual modo los sectores más bajos lucharon contra la nobleza dirigente por sus propias reivindicaciones, en la mayoría de los casos sin hacer discriminaciones religiosas. Pero cuando a la cabeza de los sectores dirigentes aparecía el obispo de la ciudad u otra jerarquía religiosa, la prédica contra el accionar de los privilegiados y su acumulación se confudía con los planteos de los herejes. Así, en las ciudades no podemos hablar de movimientos exclusivamente heréticos salvo cuando su cuestionamiento fue puramente religioso, como en el caso de los apostolici. Para los sectores populares la delgada línea que separaba a la herejía de la lucha por sus derechos civiles era mucho más borrosa y fluctuante que en cualquier otro lugar de Europa. Será una complicación para la persecusión inquisitorial la solidaridad que despertaban los herejes en los hombres del pueblo, que les daban asilo y alimento aunque no se convirtieran a sus ideas. El milenio peligroso El mundo de Cristo es un mundo de pobres. Quienes poseen riquezas serán Sus enemigos. Las crónicas de algunos movimientos heréticos hablan por sí mismas. Fra Dolcino de Novara llegó a tener 1400 seguidores que combatieron a las fuerzas eclesiásticas. Era un típico líder mesiánico que negaba la autoridad de la jerarquía de la Iglesia. Consideraban que la pobreza debe ser un estado de perfección espiritual extendido y universalmente practicado. Dolcino fue atrapado en 1306, pero aún en 1333 se libraban juicios contra sus discípulos por los asaltos que practicaban para repartir el botín entre los pobres, como les enseñara su maestro. "Las fuentes mencionan o permiten suponer que se persiguió a los flagelantes porque actuaban sin permiso de la Iglesia o del obispado. ( ... ) La causa principal de su persecusión hay que buscarla no en las acusaciones, sino en que el movimiento de los flagelantes acusaba a la Iglesia de ser negligente en sus deberes y amenazaba con tornar superflua la jerarquía. ( ... ) 'Sólo Dios actúa en nosotros por su gracia, sin el ministerio del sacerdote.'( ... ) Se les acusaba además de atacar los bienes y las personas de sacerdotes y laicos cristianos y de haber adoptado una actitud hostil frente a las maquinaciones financieras y la usura. Los flagelantes alemanes cantaban: 'Desgraciado de tí, usurero perdido, que haces de media onza una libra, lo que te hundirá en el infierno profundo. "El movimiento de los patarinos había nacido en Milán hacia el 1050. ( ... ) Tenía un carácter fundamentalmente religioso, aunque pudiera re-presentar al mismo tiempo la rebelión de las clases urbanas, de los humildes contra la arrogancia feudal, la protesta de los pobres contra los ricos. La exigencia de una vida religiosa más pura para los laicos y los eclesiásticos y más confor me a la ley del Evangelio, era la consigna de la rebelión de los patatini. Asaltaron las casas de los clérigos simoníacos y concubinarios y les obligaron, a menudo por la fuerza, a abandonara sus mujeres. ( ... ) A partir del siglo XI la pataria adquiere un carácter específico de rebelión popular contra la jerarquía eclesiástica, en nombre del Evangelio y de las exigencias morales. Sobre esta base, el movimiento se desarrolló luego en estrecha unión con la formación de las clases urbanas, pronto decididas a luchar enérgicamente contra la riqueza y las propiedades de la Iglesia". Tanchelmo de Amberes, a partir de 1112, se convierte en predicador ambulante. Proclamó que poseía al Espíritu Santo en el mismo grado que Cristo, llegando a comprometerse en matrimonio público con la imagen de la Virgen María. Tanchelmo eliminó los diezmos y demás impuestos, reinando sobre sus seguidores como rey mesiánico. Estableció un estandarte y escudo propios como insignias reales. Ejerció su "dominio" sobre un vasto territorio; admitiendo los canónigos de Utrecht su impotencia para detenerlo. Se cree que fue asesinado por un sacerdote en 1115. Hacia 1145, en Breaña, Eon de Estrella empezó a predicar al aire libre. Según el obispo de la región era seguido por grandes multitudes del "más bajo populacho". Se trataba de una horda violenta que destruía Iglesias, monasterios y ermitas. El arzobispo de Roven envió contra ellos un ejército que lo capturó en 1148. Frente al sínodo declaró que era él quien debía juzgar a los vivos y a los muertos. Murió de hambre en una celda, en tanto que sus compañeros fueron quemados sin arrepentirse. Los herejes de Arràs (Francia), cerca de 1050, predicaban en favor de la comunidad de bienes. En el siglo XII tuvo lugar en Roma una rebelión de las masas más pobres de la zona urbana contra el poder papal. La encabezaba el monje Arnaldo de Brescia, quien predicaba la vuelta a los hábitos de la Iglesia Cristiana antigua, a la humildad apostólica y proponía despojar al Papa de todo poder secular. Como resultado de esta rebelión, el Papa fue privado de dicho poder y se estableció la república. Sin embargo, la parte noble de la población urbana, aterrorizada de la envergadura del movimiento entró en una componenda con el Papa y acudió al emperador Federico Barbarroja para recabar sus ayuda. El movimiento finalizó en un fracaso. El emperador tomó prisionero a Arnaldo, entregándolo al Papa para que lo castigara. En su calidad de hereje terminó en la hoguera." Los taboritas, sector más radicaflzado del movimiento husita, asolaban los campos de Bohemia asesinando a los señores y quemando los castillos, robando sólo alimentos en su búsqueda del mundo igualitario, del mandato cristiano. Fundaron aldeas en las que vivían en comunidad de bienes y que estaban organizadas y dirigidas por asambleas en las que todos los hermanos tenían igual derecho. El ejército que formaron los diferentes grupos husitas combatió durante 25 años al del emperador. Norman Cohn hace un análisis de los elementos más atractivos de estos movimientos que pretendían comenzar el Milenio de Cristo en la tierra. En contraposición con la rigidez absoluta de la absolución ortodoxa, "los movimientos o sectas milenaristas siempre conciben la salvación como un hecho: a) colectivo, en el sentido que deber ser disfrutado por los fieles como comunidad; b) terrenal, en el sentido de que debe realizarse en la tierra y no en el cielo fuera de este mundo: c) inminente, en el sentido de que ha de llegar de un modo repentino; d) total, en el sentido de que transformará completamente la vida en la tierra, de tal modo que la nueva dispensa no será una mera mejoría del presente, sino la perfección; e) milagroso, en el sentido de que debe realizarse por, o con, la ayuda de intervenciones sobrenaturales." El peligro se agravaba por el cuadro contagioso de los movimientos. El mayor ejemplo es, nuevamente, el de los husitas: "...en Silesia los siervos insurgentes se adhirieron al husitismo, en 1440 una gran sublevación de campesinos husitas estalló en los alrededores de Zbaszyn (Gran Polonia) y las revueltas campesinas de 1437 en Rumania y Hungría se inspiraron en el husitismo. De igual modo, los motines campesinos en la cuenca del Rin y la insurrección de los mendigos de origen urbano en la ciudad alemana de Bamberg en 1430 fueron provocados por los husitas. ( ... ) El motín de Gil Mersault, en Tournai en 1423 muestra la profunda influencia ejercida por el husitismo sobre la lucha de la burguesía en Flandes." ¿Por qué hay que acabar con los herejes? Dos peligros aparecían claros con el crecimiento de estos movimientos. El primero es que al no aceptar a la Iglesia y al dogma romano, los herejes deben constituir uno nuevo, pero esta vez eliminarán todos los pecados de los anteriores. ¿Qué diezmos cobrará una Iglesia a la que los fieles abandonan? ¿Quién les legará su propiedad? ¿Quién entregará su tierra para ganar la protección de aquéllos que no merecen su confianza? La Iglesia era atacada no sólo en el plano religioso, sino también en el económico. El segundo, y esto ya fue planteado, amenaza a la nobleza. Quien no respeta a un predicador, no respeta su prédica; y si el derecho de los señores está avalado por un clero corrompido es que este poder no es de origen divino. ¿Es ante Dios el señor un igual al campesino? ¿Puede un rey negar el derecho que otorga el Evangelio? Para colmo, algunos movimientos planteaban la comunidad de bienes entre los fieles. ¿Entregará el noble sus propiedades? Es así como el problema de las herejías trascenderá rápidamente su inicial esfera de religiosidad para abarcar todos los aspectos de la superestructura que mantiene al régimen feudal. Al cuestionar a la Iglesia, el hereje socaba la base ideológéca de la organización social tripartita (caballeros, clero, campesinos) cada vez menos bendita y el choque será inevitable. El combate al hereje no es sólo una cuestión de fe; para los sectores dominantes será una cuestión imprescindible para defender su cuestionada condición hegemónica. Los herejes nunca atacaron a Cristo, sino a los que se enriquecieron con su manipulación. Las órdenes mendicantes Los movimientos de pobreza no tenían una intención de ruptura con la ortodoxia, sino al contrario. La infinidad de estos grupos que aparecen por todo el mapa cristiano durante la Baja Edad Media eran iniciados por comerciantes u otras personas más o menos acomodadas que se avergonzaban de su condición y, respondiendo al Evangelio, se despojaban de sus pertenencias para entregar el producto de su venta a los necesitados para dedicarse a la prédica apostólica y vivir de limosnas. No pretendían un cuestionamíento, sino ser ejemplo de arrepentimiento y castidad. El mismo Pedro Valdo, al iniciar su peregrinar, hizo una profesión de fe de absoluta ortodoxia dogmática. Roma los toleraba mientras respondieran a las jerarquías de sus diócesis: pero pronto fue evidente que la gente sencilla prefería a estos predicadores humildes, a veces laicos, que hablaban en su mismo lenguaje, a los poderosos y enriquecidos sacerdotes.Los obispos comenzaron a prohibirlos por su condición de laicos, por ser una imagen demasiado peligrosa, dada la contraposición a la estructura religiosa y hasta por celos de su éxito. En definitiva, el rechazo se producía por las dificultades de la Iglesia en realizar modificaciones en su seno. Muchos de estos hombres cuando se les prohibía continuar predicando se aferraban al Evangelio, pero ya en oposición con la Iglesia: "más vale obedecer a Dios que a los hombres que lo contradicen" o "Él nos ordenó contar las verdades". Ante esta contradicción, hombres como Arnaldo de Brescia o Pedro Valdo se obstinan en sus creencias. Más que por diferencias dogmáticas se los calificará de herejes y se los perseguirá por esta obstinación derivada de su propia rigidez. El caso de Jan Hus es paradigmático. Algunos religiosos, como Santo Domingo, comprenderán que la forma para no continuar perdiendo fieles será la utilización de los métodos valdenses de predicación pobre y casta, que permitirán introducir la ortodoxia en las capas populares. Tratarán de llevar vidas ejemplares, fuera de todo pecado y alejados del oro. Estos mendicantes también viajarán por los caminos en mula con una manta y las Sagradas Escrituras como único equipaje. Pese a la oposición de los obispos el Papa decidirá fundar las órdenes de predicadores mendicantes. Esta reacción de la Iglesia puede considerarse auténticamente religiosa ante el incesante avance de las herejías. Pero Juan XXII, sucesor de Gregorio VII, proclamó que Cristo había ejercido el derecho de propiedad, con lo que daba por cerrado el debate. Muchos franciscanos huyeron y se plegaron a Luis de Baviera, que estaba en entredicho con el Papa. "Después de la derrota del emperador, la mayoría de los franciscanos insurrectos declararon una honoraria sumisión. Los irreductibles se unieron a 'los espirituales' de los alejados valles de los Apeninos. Allí, unos pequeños grupos de religiosos se hacían llamar fraticelli y mantuvieron hasta mediados del siglo XV, a pesar de las persecusiones su ideal de una iglesia pura y pobre." Evidentemente esa Iglesia no podía soprotar la pobreza. Los comienzos de la Inquisición Herejes son una manera de gente loca que se trabajan de escatimar las palabras de Nuestro Señor Jesu Christo, e les dan otro entendimiento contra aquel que los Santos Padres les dieron e que la Eglesia de Roma cree e manda guardar. (Documentos de la Inquisición real castellana.) A partir de 1199, Inocencio III equipara la herejía al crimen de lesa majestad: los herejes, si no se arrepienten, serán proscriptos y sus bienes serán confiscados. La lucha contra la oposición religiosa tomará otro carácter, ya que además de otorgar la salvación será una excelente vía para enriquecerse En el norte de Francia y en los países del Rin las directivas del pontífice se acatarán de tal forma que más de una vez deberá apaciguar el celo de sus fieles. La Inquisición papal, como después la de Castilla, sólo pudo funcionar desde una casi total comunión Estado-Iglesia. No sólo tenía peso jurídico-religioso, sino que fue un sistema represivo que combinaba el control ideológico de la población con un poderoso sistema de administración de los bienes de los culpables. Esta sumatoria de poder jurídico, económico, policial, militar e ideológico la colocaba en una situación mucho más sólida que la de algunos "gobiernos" de la época. Tomar la espada para combatir al demonio "Dada la posición excepcional del Papa, le correspondía a él determinar qué era lo que realmente daba origen a la herejía y qué doctrina, postulado o acción ameritaba una delcaración papal acerca de lo que se declaraba herético. ( ... ) Lo que la palabra de los sacerdotes no podía lograr había que intentarlo con el terror disciplinae. Tal era el trasfondo doctrinal que se convertía en principio de gobierno durante el siglo XII. La lucha contra las herejías, definida como tales por el Papa, era uno de los principales deberes del príncipe, y a este respecto quizá nada muestre mejor la suprema posición monárquica del Papa. ( ... ) Si el príncipe era negligente, su propio reino sería ocupado por otro príncipe católico. ( ... ) Los bienes y toda la propiedad privada de los herejes tenían que ser confiscados y, dado que se consideraba a la herejía como alta traición, los descendientes eran igualmente afectados, independientemente de que fueran culpables o no." La necesidad de organizar la represión de los movimientos heréticos produjo serias modificaciones en las relaciones del Papa con el poder secular. Los constantes enfrentamientos entre los distintos sectores dominantes, que muchas veces permitieron el desarrollo y crecimiento de las herejías, jamás se tornaron un impedimento para aliarse cuando se trataba de la destrucción de los rebeldes. Estaba muy claro que una cosa son las rencillas por la mejor tajada y otra es la pérdida de la torta. Así, el Papa no vacilará en aliarse con Felipe Augusto para acabar con los cátaros; con Juan Sin Tierra contra los lolardos; con Segismundo contra los busitas o con Federico Barbarroja contra Fra Dolcino, habiendo estado todos ellos al borde de la excomunión en algún momento previo por problemas con los bienes de la Iglesia. La ironía y falsedad de estas "cruzadas" quedarán claramente demostradas cuando el ataque a Occitania será realmente poderoso 25 años después del primer llamamiento papal a combatir a los albigenses, luego de asegurar que todos los territorios de los nobles "herejes o que permitieron la herejía" pasarían directamente al rey de Francia Contra los husitas y los milaneses, entre tantos, la situación sería similar. El mito del catarimso y la guerra civil La interpretación de la herejía cátara en Occitania que hacen muchos medievalistas está impregnada de posiciones "oficialistas" que avalan el accionar represivo que se aplicó y niegan el verdadero carácter de independencia y autonomía política que tuvo la lucha. “La ambición de una santidad completamente pura y desprendida va unida a la creencia de que nuestra alma es una fuerza celestial derribada y aprisionada por fuerzas adversas y malas. ( ... ) La vida cristiana tiende únicamente a un estado de pureza en que el alma, completamente libre de pecado, incapaz de hacer mal, no sea prisionera del mal. Los puros o cátaron son los que llegan a tal estado” Éste es un escueto esbozo del dogma cátaro que se ha ido extendiendo por todo el sur francés, principalmente en el condado de Tolosa. Hay una proporcionalidad directa entre esta extensión y la decepción acarreada por sacerdotes que, viviendo en la opulencia, no cejan de exigir más exaccíones e impuestos. Difícilmente podamos encontrar las causas de la adopción de la herejía por parte de la nobleza occitana en la inquietud religiosa. Estos señores han visto disminuir sus posesiones debido a que en el sur, a diferencia del norte franco, no se ha adoptado el derecho de primogenitura y, por lo tanto, las herencias se reparten por igual entre los hermanos con la obvia disminución de los dominios que produce esta fragmentación. Al producirse la reforma gregoriana todos los bienes y beneficios parroquiales dejan de ser controlados por la nobleza para pasar a los obispos nombrados por el Papa., lo que los empobrecerá aún más. Hacia la segunda mitad del siglo XII, las cesiones se interrumpen para resolver las necesidades que se plantean en la región, lo que iniciará el conflicto con la Iglesia. Mientras la fastuosa Roma con sus lujosos representantes exigía cada vez mayores derechos, los cátaros desde la pobreza apostólica de sus perfectos, sólo pedían una vida digna para la conversión. La simpatía hacia éstos crecerá constantemente entre la clase caballeresca, cuyos miembros si no se convertían, rara vez impedían la prédica en sus tierras. Así Occitania, que nunca llegó a ser mayoritatiamente cátara, fue la primera región de Europa en la que se daría la tolerancia religiosa entre los laicos. Mientras la Iglesia, acusándolos de colaborar con la herejía, los acosará cada vez más, muchos burgueses cátaron que habitaban en sus condados incrementarán su riqueza a través del comercio. Si los herejes necesitaban ayuda en forma de protección podían devolverla en préstamos que los caballeros necesitaron en muchas ocasiones. De nuevo, donde la Iglesia no comprendía las necesidades de sus fieles, una herejía lo hacía. Cómo la creencia cátara penetra en los más diversos medios: grandes señores que codician las tierras de la Iglesia; hidalgos irritados a causa de sus diezmos; mujeres que huyen de una Iglesia pensada por hombres y de una sociedad que quieren conquistar los hombres; gente del pueblo sensible a la palabra de predicadores simples en su expresión y en su vida; capellanes en apuros, pero también envidiosos, sin duda, del prestigio de los perfectos. Se podría añadir mercaderes y burgueses ya que no legislan en contra de la usura.""Algunos se han extrañado de que el catarismo, que tiende a apagar todas las pasiones, incluso las más legítimas, se implantará en las provincias occitanas, con fama de ligeras y alegres. Más bien habría que extrañarse de que algunos puedan contentarse con semejantes caricaturas paracientíficas para describir a un pueblo que resistió al invasor durante tanto tiempo. Eso sin contar que los occitanos nunca fueron mayoritariamente cátaros, ni muchos menos. únicamente la unión de lo político y lo religioso explica su aprente solidaridad con el conformismo cátaro. ( ... ) En un país en el que a la pequeña nobleza le resultaba difícil procurarse tierras porque la Iglesia tendía a monopolizarlas, los "puros que atacaban precisamente la riqueza de los clérigos, no podían dejar de granjearse las simpatías de los señores feudales." El Papa llamará a destuir a la herejía, porque los nobles occitanos se negaban a hostigar a sus parientes conversos y parcelaron los derechos económicos que la Iglesia se otorgaba. Además soñaban con unificar a la nación de la lengua de oc" -como ellos la definían-, que se encuentra dividida entre los territorios del rey de Aragón -occitano y pariente del conde de Tolosa- y el sur, que jurisdiccionalmente le corresponde al rey de Francia: un rey que habla otra lengua y que pretende imponer un sistema económico ajeno a la mentalidad occitana, de mayor tolerancia social y religiosa. El propio rey de Aragón, Pedro II, morirá combatiendo al invasor franco cuando intentaba asistir a sus parientes al mando de su ejército. "El catarismo ha logrado imponerse gracias al desorden político, los jefes de la cruzada lo saben muy bien: a pesar de los consejos, incluso de las órdenes, de Inocencio III, no cejarán en su empeño de derrocar a Raimundo VI para instaurar de una vez en esas regiones un poder coherente y fuerte. La posición de Felipe Augusto, llena de vacilaciones se modificará cuando el Papa le conmina a que confisque los bienes de "todos los barones, condes, ciudadanos hostiles a la represiórí" y los incorpore a sus posesiones. "Os prometemos la remisión de todos vuestros pecados a fin de que, sin demoras, pongáis coto a tan grandes peligros", dice la carta de Inocencio III a Felipe. Enseguida "los legados muestran su verdadero objetivo: decapitar a la sociedad occitana arrojando fuera de las ciudades a esa extraña clase caballeresca urbana que tanto les sorprendía. (...) La lucha adquiere otro carácter. Han caído las máscaras. Los legados quieren conquistar todo el país, no cabe la menor duda, en detrimento de los derechos de los señores, de los caballeros indígenas sin tener en cuenta su condición de católicos; en detrimento también de las tan odiadas ciudades." Cuando Raimundo VII, que heredó de su tímido padre el condado de Tolosa, logra reconquistar a los francos parte de sus territorios y de los del duque de Foix, la iglesia cátara vuelve a crecer, ya que tanto los combatientes como el pueblo jamás reconocen en ellos a la verdadera causa de la invasión que, después de haberla sufrido, no entienden como cruzada. Nace "una nueva solidaridad de la nobleza, la burguesía y el pueblo llano. Esa solidaridad se basa en la asimilación, por el pueblo en su conjunto, de los valores aristocráticos frente a la avaricia y desmesura del campo franco-clerical. En ningún momento nos encontramos con una guerra religiosa. La injerencia extranjera mueve a que los occitanos tomen, sin distinciones de clase, la bandera de la independencia para "todos los que hablen la lengua de oc". La paradójica consecuencia de su derrota será el inicio de la centralización francesa. Hay un elemento clave en los 30 años de lucha contra los albigenses: los cátaros rechazan como pecado capital el derramamiento de sangre. Aun sabiendo que les esperaba la hoguera se entregaban sin alzar su mano contra otro hombre. ¿Contra quién entonces se combatió tanto tiempo? A casi siete siglos del intento de conformación, hoy la nación occitana no se reconoce a sí misma. A modo de cierre “La época medieval, que yo llamaría la época de las herejías (rebeliones) vencidas, o mejor dicho, sofocadas. La herejía es en ella permanente, abundante; es endémica, incluso necesaria, vital, orgánica, pero termina siempre derrotada. Es preciso descomponer este período en dos fases sucesivas: una primera fase de herejías cortas, seguida de otra fase en las que las herejías se hacen mucho más tenaces y cada vez más resistentes. El carácter religioso de los movimientos herétícos es esencial. A través de la formación de un nuevo dogma ideológico se preteigir un mundo injusto. La nueva doctrina nucleaba a las mentalidades religiosas de la época, canalizando las expectativas de las clases populares y proyectando su necesidad de reformas de un sistema social que ya empezaba a caer y dejaba de servir, tal y como estaba, para satisfacer las demandas del grueso de la población. Las herejías serían vencidas, pero anunciaron que un modelo traumático comenzaba a desmoronarse. Es esta condición de derrotadas lo que ha hecho a tantos historiadores mantener el análisis y la clasificación de los vencedores, sin avanzar en la interpretación de la magnitud política y social que estos movimientos populares tuvieron en el contexto real del régimen feudal. La reflexión final está fechada en Montsègur, la última aldea occitana que cayó en manos de los invasores francos, y es ejemplo de la necesidad de utilización de la historia que tienen las clases dominantes: "Se nos enseña la historia de Francia, declaraban unos jóvenes occitanos en la concentración de Montsègur de junio de 1972, es decir, la historia de la centralización seguida por Luis XIV y Napoleón. Nosotros queremos, por el contrario, redescubrir la historia de los pueblos que componen Francia. Se nos ocultan la poesía de los trovadores, el sistema de administración de las ciudades del Mediodía en la Edad Media, la historia de los campesinos Camisards, en lucha contra los soldados de Luis XIV, los levantamientos de los viñaderos del Languedoc... Se nos ha robado nuestro pasado, y hoy continuaremos nuestra historia allí donde se detuvo”.

ASTAROTH.
 
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belzebuth666
view post Posted on 27/5/2008, 01:35




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A raíz de este hecho, la posibilidad cada vez más real de que Inocencio III decidiese resolver el problema cátaro mediante una cruzada provocó un cambio muy importante en la política occitana: la alianza de los condes de Tolosa con la Casa de Aragón. Así, si Raimundo V (1148-1194) y Alfonso II de Aragón (1162-1196) habían sido siempre rivales, en 1200 se concertó el matrimonio entre Ramón VI de Tolosa (1194-1222) y Eleonor de Aragón, hermana de Pedro II el Católico, quien, en 1204, acabaría ampliando los dominios de la Corona de Aragón con el Languedoc al casarse con María, la única heredera de Guillermo VIII de Montpellier.

Al principio, el papa Inocencio III probó con la conversión pacífica, enviando unos cuantos legados a las zonas afectadas. Los legados tenían plenos poderes para excomulgar, pronunciar interdictos e incluso destituir a los prelados locales. Sin embargo, éstos no tuvieron que lidiar únicamente con los cátaros, con los nobles que los protegían o con el pueblo que los veneraba, sino también con los obispos de la zona, que rechazaban la autoridad extraordinaria que el papa había conferido a los legados. Hasta tal punto que, en 1204, Inocencio III suspendió la autoridad de los obispos en Occitania. Sin embargo, no obtuvieron resultados, incluso después de haber participado en el coloquio entre sacerdotes católicos y predicadores cátaros, presidido en Beziers en 1204, por el rey aragonés Pedro el Católico.

El legado papal y monje cisterciense Pedro de Castelnau, conocido por excomulgar sin contemplaciones a los nobles que protegían a los cátaros, llegó a la cima excomulgando al conde de Tolosa, Raimundo VI (1207) como cómplice de la herejía. El legado fue asesinado cerca de la abadía de Saint Gilles, donde se había reunido con Raimundo VI, el 14 de enero de 1208, por un escudero de Raimundo de Tolosa. El escudero afirmó que no actuaba por orden de su señor, pero este hecho fue aprovechado por el papa para ordenar a sus legados que predicasen una cruzada contra los albigenses (de acuerdo con la Enciclopedia Católica, el asesinato se realizó «probablemente con la connivencia de Raimundo VI de Tolosa»).

El Papa convocó al rey Felipe II de Francia para dirigir una cruzada contra los cátaros, pero esa primera convocatoria fue desestimada por el monarca francés, al que le urgía más el conflicto con el rey inglés Juan Sin Tierra. Entonces Pedro el Católico, que se acababa de casar, acudió a Roma en donde Inocencio III le coronó solemnemente y, de esta manera, el rey de la Corona de Aragón se convertía en vasallo de la Santa Sede, con la cual se comprometía a pagar un tributo. Con este gesto, Pedro el Católico pretendía proteger sus dominios del ataque de una posible cruzada. Por su parte, el Santo Padre, receloso de la actitud del rey aragonés hacia los príncipes occitanos sospechosos de tolerar la herejía (o incluso de practicarla), no quiso delegar nunca la dirección de la cruzada a Pedro el Católico, sino únicamente asegurarse de que no se opusiera. Seguramente para ganarse el favor papal, el rey aragonés y su hermano Alfonso II de Provenza tomaron medidas contra los cátaros provenzales.

BELZEBUTH.
 
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satanas1
view post Posted on 27/5/2008, 01:37




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En 1207, al mismo tiempo que Inocencio III renovaba las llamadas a la cruzada contra los herejes, dirigidas ahora no sólo al rey de Francia, sino también al duque de Borgoña y a los condes de Nevers, Bar y Dreux, entre otros, el legado papal Pedro de Castelnau dictó sentencia de excomunión contra Raimundo VI, ya que el conde de Tolosa no había aceptado las condiciones de paz propuestas por el legado, en el que se obligaba a los barones occitanos no admitir judíos en la administración de sus dominios, a devolver los bienes expoliados a la Iglesia y, sobre todo, a perseguir a los herejes. A raíz de la excomunión, Raimundo VI tuvo una entrevista con Pedro de Castelnau en Sant Geli en enero de 1208, muy tempestuosa y conflictiva, de la que no salió ningún acuerdo.

Así, la cruzada logró la adhesión de prácticamente toda la nobleza del norte de Francia, posiblemente instigada por el decreto papal estableciendo que toda la tierra poseída por los cátaros podía ser confiscada a voluntad y que todo aquel que combatiera durante cuarenta días contra los "herejes", sería liberado de sus pecados. Esto constituía una invitación abierta para el pillaje masivo con las bendiciones de la Iglesia, ya que la zona estaba llena de simpatizantes reales o aparentes de la causa cátara. Por tanto, no es sorprendente que los nobles del norte viajaran en tropel al sur a luchar por la Iglesia. Inocencio encomendó la dirección de la cruzada al rey Felipe II Augusto de Francia, el cual, aunque declina participar, sí permite a sus vasallos unirse a la expedición.

La llegada de los cruzados va a producir una situación de guerra civil en Occitania. Por un lado, debido a sus contenciosos con su sobrino, Ramón Roger Trencavel —vizconde de Albí, Béziers y Carcasona—, Raimundo VI de Tolosa dirige el ejército cruzado hacia los dominios del de Trencavel, junto con otros señores occitanos, tales como el conde de Valentines, el de Auvernia, el vizconde de Anduze y los obispos de Burdeos, Bazas, Cahors y Agen. Por otro lado, en Tolosa se produce un fuerte conflicto social entre la «compañía blanca», creada por el obispo Folquet para luchar contra los usureros y los herejes, y la «compañía negra». El obispo consigue la adhesión de los sectores populares, enfrentados con los ricos, muchos de los cuales eran cátaros.

En un famoso incidente en 1209, la mayor parte de la población de Béziers fue brutalmente asesinada tras la caída de la ciudad a manos de las tropas católicas dirigidas por el legado papal y prior del Císter, Arnaud Amaury. Cuando le preguntaron cómo distinguir a los cátaros de los católicos, respondió, según relató el cronista cisterciense Cessari d’Heisterbach más de sesenta años después en su Dialogus Miracolorum: «Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos». La Enciclopedia Católica niega que estas palabras fueran pronunciadas nunca, ya que Béziers no quedó despoblada y derrocada, porque hubo posteriores resistencias y fue necesario un nuevo asedio.

La masacre de Béziers, que, según el cronista de la época Guillermo de Tudela, obedecía a un plan preconcebido de los cruzados de exterminar a los habitantes de las bastidas o villas fortificadas que se les resistieran, indujo al resto de las ciudades a rendirse sin combatir, excepto Carcasona, la cual, asediada, tendrá que rendirse por falta de agua. Aquí, sin embargo, los cruzados, tal como lo habían negociado los cruzados con el rey Pedro el Católico (señor feudal de Ramón Roger Trencavel), no masacraron a la población, sino que simplemente les obligaron a abandonar la ciudad. En Carcasona muere Ramón Roger Trencavel. Sus dominios son otorgados por el legado papal al noble francés Simón de Montfort, el cual entre 1210 y 1211 conquista los bastiones cátaros de Bram, Minerva, Termes, Cabaret y Lavaur (este último con la ayuda de la compañía blanca del obispo Folquet de Tolosa). A partir de entonces se comienza a actuar contra los cátaros, condenándoles a morir en la hoguera.

SATANAS.
 
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nubarus
view post Posted on 27/5/2008, 01:39




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La masacre de Beziers y el expolio de los Trencavel por Simón de Montfort van a crear entre los poderes occitanos un sentimiento de rechazo hacia la cruzada. Así, en 1209, poco después de la caída de Carcasona, Raimundo VI y los cónsules de Tolosa van a negarse a entregarle a Arnaldo Amalric los cátaros refugiados en la ciudad. Como consecuencia, el legado pronuncia una nueva sentencia de excomunión contra Raimundo VI y lanza un interdicto contra la ciudad de Tolosa.

Para conjurar la amenaza que la cruzada anticátara comportaba contra todos los poderes occitanos, Raimundo VI, después de haberse entrevistado con otros monarcas cristianos –el emperador del Sacro Imperio Otón IV, los reyes Felipe II Augusto de Francia y Pedro el Católico de Aragón- intenta obtener de Inocencio III unas condiciones de reconciliación más favorables. El papa accede a resolver el problema religioso y político del catarismo en un concilio occitano. Sin embargo, en las reuniones conciliares de Saint Gilles (julio de 1210) y Montpellier (febrero de 1211), el legado Arnaldo Amalric impide la reconciliación imponiendo al conde de Tolosa unas condiciones muy duras, tales como la expulsión de los caballeros de la ciudad, y su partida a Tierra Santa.

Después del concilio de Montpellier, y con el apoyo de todos los poderes occitanos –príncipes, señores de castillos o comunas urbanas amenazadas por la cruzada-, Raimundo VI vuelve a Tolosa y expulsa al obispo Folquet. Acto seguido, Simón de Montfort comienza el asedio de Tolosa en junio de 1211, pero tiene que retirarse ante la resistencia de la ciudad.

Para poder enfrentarse a Simón de Montfort, visto en Occitania como un ocupante extranjero, los poderes occitanos necesitaban un aliado poderoso y de ortodoxia católica indudable, para evitar que el de Montfort pudiera demandar la predicación de una nueva cruzada. Así pues, Raimundo VI, los cónsules de Tolosa, el conde de Foix y el de Comenge se dirigieron al rey de Aragón, Pedro el Católico, vasallo de la Santa Sede tras su coronación en Roma en 1204 y uno de los artífices de la victória cristiana contra los musulmanes en las Navas de Tolosa (julio de 1212). También, en 1198, Pedro el Católico había adoptado medidas contra los herejes de sus dominios.

En el conflicto político y religioso occitano, Pedro el Católico, nunca favorable ni tolerante con los cátaros, intervino para defender a sus vasallos amenazados por la rapiña de Simón de Montfort. El barón francés, incluso después de pactar el matrimonio de su hija Amicia con el hijo de Pedro el Católico, Jaime –el futuro Jaime I (1213-1276), continuó atacando a los vasallos occitanos del rey aragonés. Por su parte, Pedro el Católico buscaba medidas de reconciliación, y así, en 1211, ocupa el castillo de Foix con la promesa de cederlo a Simón de Montfort sólo si se demostraba que el conde era hostil a la Iglesia.

A principios de 1213, Inocencio III, recibida la queja de Pedro el Católico contra Simón de Montfort por impedir la reconciliación, ordena a Arnaldo Amalric, entonces arzobispo de Narbona, negociar con Pedro el Católico e iniciar la pacificación del Languedoc. Sin embargo, en el sínodo de Lavaur, al cual acude el rey aragonés, Simón de Montfort rechaza la conciliación y se pronuncia por la deposición del conde de Tolosa, a pesar de la actitud de Raimundo VI, favorable a aceptar todas las condiciones de la Santa Sede. En respuesta a Simón, Pedro el Católico se declara protector de todos los barones occitanos amenazados y del municipio de Tolosa.

A pesar de todo, viendo que ese era el único medio seguro de erradicar la "herejía", el papa Inocencio III se pone de parte de Simón de Montfort, llegándose así a una situación de confrontación armada, resuelta en la batalla de Muret el 12 de septiembre de 1213, en la que el rey aragonés, defensor de Raimundo VI y de los poderes occitanos, es vencido y asesinado. Acto seguido, Simón de Montfort entra en Tolosa acompañado del nuevo legado papal, Pedro de Benevento, y de Luis, hijo de Felipe II Augusto de Francia. En noviembre de 1215, el Cuarto Concilio de Letrán reconocerá a Simón de Montfort como conde de Tolosa, desposeyendo a Raimundo VI, exiliado en Cataluña después de la batalla de Muret.

El 1216, en la corte de París, Simón de Montfort presta homenaje al rey Felipe II Augusto de Francia como duque de Narbona, conde de Tolosa y vizconde de Beziers y Carcasona. Fue, sin embargo, un dominio efímero. En 1217, estalla en Languedoc una revuelta dirigida por Raimundo el Joven —el futuro Ramón VII de Tolosa (1222-1249), que culmina en la muerte de Simón— en 1218 y en el retorno a Tolosa de Raimundo VI, padre de Raimundo el Joven.

ARCHIDUQUE NUBARUS.
 
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astaroth1
view post Posted on 27/5/2008, 01:41




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La guerra terminó definitivamente con el tratado de París (1229), por el que el rey de Francia desposeyó a la Casa de Tolosa de la mayor parte de sus feudos y a la de Beziers (los Trencavel) de todos ellos. La independencia de los príncipes occitanos tocaba a su fin. Sin embargo, a pesar de las masacres y la represión, el catarismo no se extinguió.

La Inquisición se estableció en 1229 para extirpar totalmente la herejía. Operando incesantemente en el sur de Tolosa, Albí, Carcasona y otras ciudades durante todo el siglo XIII y gran parte del XIV, tuvo éxito en la erradicación del movimiento. Desde mayo de 1243 hasta marzo de 1244, la ciudadela cátara de Montsegur fue asediada por las tropas del senescal de Carcasona y del arzobispo de Narbona.

El 16 de marzo de 1244 tuvo lugar una enorme y simbólicamente importante masacre, en donde los líderes cátaros, así como más de doscientos seguidores, mujeres y niños, fueron arrojados a una enorme hoguera en el prat des cremats (prado de los quemados) junto al pie del castillo. Más aún, el «Santo Padre» (mediante el Concilio de Narbona en 1235 y la bula Ad extirpanda en 1252) decretó severos castigos contra todos los laicos sospechosos de simpatía con los cátaros.

Perseguidos y "ajusticiados" por la Inquisición y abandonados por los nobles, los cátaros se hicieron más y más escasos, escondiéndose en los bosques y montañas, y reuniéndose sólo subrepticiamente. El pueblo hizo algunos intentos de liberarse del yugo francés y de la Inquisición, estallando en revueltas al principio del siglo XIV. Pero en este punto, la Inquisición había desarrollado vastas investigaciones (encuestas), que habían aterrorizado la zona. La secta estaba exhausta y no pudo encontrar nuevos adeptos. Tras 1330, los registros de la Inquisición apenas contienen procedimientos contra los cátaros. El último Perfecto murió al inicio del siglo XIV.

ASTAROTH.
 
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belzebuth666
view post Posted on 27/5/2008, 01:45




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Cuando Inocencio III ascendió al papado, se inició la ofensiva católica. Desde julio de 1200 se declara que los herejes de Occitania serán poscritos y sus bienes confiscados. Pero la aplicación de estas disposiciones corresponde a los barones, que se hacen los locos. Entonces, la Iglesia decide actuar por sí misma. El Císter, con el legado papal Arnaud Amaury a la cabeza, se encarga de depurar al clero corrupto, incluidos obispos y arzobispos, a los que se culpa de la situación.
La alta nobleza occitana, con Raimundo VI de Tolosa a la cabeza, sigue haciéndose el longuis. En 1206, los cistercienses están desencantados por los escasos resultados de su lucha contra la herejía. Pero en ese mismo año, aparece en escena Diego de Osma, que ofrece una nueva arma para la causa: usar las mismás tácticas que los perfectos, o sea, predicación y probeza. Otro castellano, Domingo de Guzmán, le secunda. Tras la muerte del primero en 1207, continúa la predicación. Logra algunos resultados, haciendo a varios herejes volver al redil católico, pero el sistema exige paciencia. Paciencia que los cistercienses (que esperaban adhesiones en masa) no tienen.
Desde 1204, tras la IV cruzada contra Bizancio, Inocencio III plantea la posibilidad de una cruzada contra los cátaros. El tabú de empuñar la cruz contra otras gentes cristianas ha caído.
El legado papal, Pierre de Castelnau, se entrevista con Raimundo VI. Al negarse éste a perseguir a sus vasallos herejes y a devolver a la Iglesia los bienes confiscados, es excomulgado. El 14 de enero de 1208, Castelnau es asesinado por un escudero del conde. Nunca quedará del todo claro si por orden suya o no. Pero para el Papa y la Iglesia el asesinato es una declaración de guerra.
El 9 de marzo de 1209, Inocencio III proclama la indulgencia de cruzada a todos los que vayan a combatir a los herejes. La oferta es tentadora: Occitania es un país rico y escasamente defendido. El rey de Francia, Felipe Augusto, no toma parte, recelando de la legalidad de dicha cruzada. Arnaud de Amaury asume la jefatura.
Viendo lo que se le viene encima, Raimundo Vi se somete. Su sobrino Raimundo-Roger Trencavel intenta hacer lo propio, pero su sumisión es rechazada, al ser acusado de hereje. Sus tierras son invadidas. Béziers es sometida a un saqueo brutal. Carcasona es entrega y Trencavel es capturado. Muere a los pocos días en la cárcel, de disentería. Sus tierras pasan a uno de los barones de la cruzada, Simon de Montfort, conde de Leicester y señor de dominios a ambos lados del canal de la Mancha.
En 1209, las fortalezas y villas de las montañas resisten. A lo largo de 1210 y 1211 caen en manos de Montfort Bram, Minerve, Termes, Cabaret, Lavarn... conquistas que van acompañadas de la quema de cientos de herejes.
Los cátaros abandonan las ciudades y se dispersan por el campo, buscando el apoyo de los descontentos con los nuevos señores.
Raimundo Vi intenta reconciliarse con la Iglesia. Pero las exigencias papales le dejan cada vez más claro que se busca borrar del mapa a la nobleza occitana y la autonomía de las ciudades. Decide entonces plantar cara: Montfort intenta tomar Tolosa pero fracasa. Pedro II de Aragón entra en escena. Católico y martillo de herejes (mandó a la hoguera a varios de ellos en los últimos años del siglo XII). Señor de buena parte de Occitania. Vencedor de las Navas de Tolosa. Los occitanos cierran filas en torno a él.
Después de un fracasado intento de negociar, el 12 de septiembre de 1213, los aragoneses y occitanos se enfrentan a los cruzados en Muret. Pedro II es derrotado y muerto. Montfort entra en Tolosa.
Mientras, en 1215, Domingo de Guzmán recibe permiso papal para fundar una orden de predicadores, que combatirá la herejía con la palabra. Son los dominicos.
En 1216, Simon de Montfort es reconocido señor de toda Occitania. Raimundo VII, hijo de Raimundo VI, sólo conserva de los dominios de su padre la Provenza. Aunque no era zona cátara sí había resentimiento contra los cruzados. Las ciudades provenzales (Arlés, Aviñón, Marsella...) apoyan a Raimundo VII, que lanza un ataque contra la ciudad de Beaucaire, de donde Montfort logra huir por los pelos.
Su padre, Raimundo VI, reuniendo al sur de los Pirineos un ejército de faidits (caballeros occitanos exiliados) avanza sobre Tolosa. Montfort ve cómo se derrumba su dominio. Perdida Tolosa, intenta recuperarla, pero muere en el asedio (25 de junio de 1218). Los cruzados se habían excedido. Se estaba intentando hacer desaparecer a la nobleza local, imponiendo usos y costumbres de origen septentrional (Estatutos de Pamiers) como la primogenitura, para evitar la atomización de los señoríos.
Honorio III, sucesor de Inocencio III, pide al rey de Francia tropas para poner fin al contraataque occitano. Las envía a las órdenes de su hijo Luis, futuro Luis VIII. Este ejército saquea de manera brutal Marmande, pero fracasa ante Tolosa y se retira. En 1222, Raimundo VI muere. Los faidits van regresando poco a poco, incluido Raimundo Trencavel, hijo del infortunado Raimundo-Roger, quien recupera Carcasona. Es la hora de la venganza. Los antiguos cruzados y sus colaboradores son pasados a cuchillo.
Entre 1220 y 1230, el catarismo conoce una nueva primavera. Obispos y diáconos cátaros reaparecen por doquier. Se vuelven a celebrar reuniones y coloquios con teólogos católicos. Sin embargo, a pesar de las simpatías populares hacia los cátaros, no se produce una adhesión en masa.
Luis VIII prepara una nueva cruzada en 1226. Varios territorios son conquistados, los dominios confiscados a los herejes pasan al rey, quien fallece poco después. Aún hay tres años más de guerra. Occitania está agotada. El Papa prohíbe el acceso de los comerciantes occitanos a las ferias de Champaña. En las ciudades, los partidos consulares partidarios de la paz se imponen a los partidarios de la resistencia. Todo esto concluye en la Paz de Meaux (12 de abril de 1229), más una capitulación de Raimundo VII que otra cosa. Tiene que entregar casi todas sus tierras al rey de Francia y a la Iglesia. Su hija se debe casar con un hermano del rey. Sus dominios se desmilitarizan y debe pagar una fuerte indemnización y comprometerse a perseguir a los herejes.
En 1229 se celebra un concilio en Tolosa, que redunda en el control jurídico de la Occitania, marcando corto a sus señores y ciudades, prohibiendo su asociación en ligas y comunas y perfilando las técnicas y procedimientos para perseguir y juzgar herejes.
En 1234, el Papa encarga a los dominicos la persecución de los cátaros. Ha nacido la Inquisición, cuyos interrogatorios e investigaciones no irán acompañados por la tortura a manos del brazo secular hasta 1260.
Los procesos son terribles. Incluso se exhuman cadáveres. Ello desencadena una reacción muy violenta contra los inquisidores, sobre todo en Tolosa.
La jerarquía cátara empieza a emigrar al norte de Italia. El dinero cátaro se vuelve más útil que nunca: pagar pasadores, comprar silencios, buscar apoyos, contratar hombres de armas que los protejan...
En 1237, la situación da un vuelco. Luis IX tiene problemas con Enrique III de Inglaterra. Y en Italia, las ciudades lombardas han sido vencidas por el emperador Federico II, lo que pone al Papa contra las cuerdas.
Los señores occitanos llevan a cabo su último esfuerzo. Raimundo VII navega entre dos aguas, entre el Papa y el emperador, recuperando parte de sus tierras y refortificándolas. Raimundo Trencavel entra de nuevo en escena, tomando el burgo de Carcasona (pero no la Cité) y algunas fortalezas. 33 sacerdotes son asesinados. Pero no da más de sí. No es capaz de seguir el avance. Y Raimundo no le apoya. Trencavel se retira, comenzando de nuevo la represión en Carcasona.
En 1241, Raimundo prepara una rebelión contra Francia con el apoyo de los señores de Foix, Armañac, Cominges, Rodez y el rey de Aragón. La rebelión irá coordinada con un desembarco de Enrique III de Inglaterra en Francia.
El 28 d emayo de 1242, Pierre-Roger de Mirepoix, comandante de la fortaleza de Montségur, al mando de 50 hombres, asesina en Avignonet a los inquisidores de Tolosa. Raimundo VII pasa al ataque... en vano. Enrique III es rápidamente derrotado por Luis IX, Jaime I de Aragón se inhibe en el último momento, varios señores -como el de Foix- se pasan al bando francés. Raimundo se queda solo en cuestión de pocas semanas. Pide la paz, que Luis IX le concede. Se firma en Lorris, en enero de 1243. Raimundo deja manos libres a los franceses para que tomen los últimos núcleos rebeldes.
En junio de 1243 se pone cerco a Montségur. El asedio dura hasta el 1 de marzo de 1244, en que se establece en margen de 15 días para la capitulación. A los defensores se les perdona la vida, previo interrogatorio de la inquisición. A los cátaros que abjuren, también. Ningún perfecto abjura. Todos -unos 200- son quemados en lo que, desde entonces, se llama el "Prat dels Cremats".
CURIOSIDAD SOBRE EL MONTSÉGUR: la fortaleza, a pesar de no resultar muy dañada, fue reconstruida dos años después por Guy de Levis. De ahí procede su aspecto actual (y de la reconstrucción de las murallas iniciada en los años 70 del siglo XX). A pesar del tópico, el Montségur de hoy no es el Montségur de los cátaros, tomado en 1244. Quedan así invalidadas las teorías de Ferdinand Niel que en los años 50 establecía sobre el plano de la fortaleza una serie de alineaciones astronómicas que atribuía a un culto religioso de carácter solar.

Aún resistió alguna fortaleza más. La última, Quéribus, cayó en 1255.

¿Qué pasó después?
Raimundo VII murió en 1249, después de mostrar un especial celo anticátaro en sus últimos años. Sin descendencia masculina, sus tierras pasaron a un hermano del rey de Francia.
A partir de 1255, la inquisición mostró una eficacia temible. Los delatores proliferaron. El éxodo cátaro hacia Italia fue en aumento. Luis IX, a través de una inteligente política de perdón, compensaciones económicas y promoción en la administración real, se atrajo a las familias nobles que habían luchado contra franceses y cruzados.
Luis IX se aseguró que los dominios occitanos fueran controlados por la Casa de Francia. Contrariamente a sus expectativas, la Iglesia no obtuvo excesivas compensaciones. Muchos obispos e incluso el Papa reconocieron que la Iglesia había estado trabajando en buena medida para la Casa de Francia, más que para el catolicismo. El futuro san Luis les había arrebatado la parte del león delante de sus narices.
Entre 1260 y 1285, el perfecto Guillaume Pagés predica en algunas zonas. Entre 1295 y 1309, Pierre Auhié hace lo propio, pero acaba en la hoguera. También Guillaume Bélibaste, último perfecto, de la zona de Montaillou, quien es quemado en 1321. En 1329, se queman en Carcasona a tres "creyentes" relapsos (es decir, que habían abandonado el catarismo, se habían convertido al catolicismo, pero habían vuelto a practicar el catarismo). Son los últimos mártires del catarismo. En 1350, el catarismo occitano puede darse por desaparecido.
En esa desaparición jugará un importante papel la nueva posición de la Iglesia católica. Las órdenes como los franciscanos y los dominicos suponían una adaptación a la nueva realidad. Las ciudades ya no eran Babilonia. Los dominicos hablan en sus prédicas de cristianismo y mercantilismo; los franciscanos se dirigen de manera clara y comprensible a las gentes sencillas. Llega una hornada de sacerdotes y obispos mejor preparados que sus predecesores.
Ni las ciudades ni los comerciantes son diabólicos ahora. Se ha entendido la necesidad de explicar a los "simples" el Evangelio, para disipar sus dudas. La iglesia, tras un baño de sangre, se subía al tren de la Historia con casi dos siglos de retraso.

BELZEBUTH.
 
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astaroth1
view post Posted on 27/5/2008, 01:47




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El movimiento cátaro no es aislado y se inserta en una serie de alternativas al dominio hegemónico de la iglesia católica y la corona francesa, como las comunidades monásticas y los conventículos religiosos. Dichas alternativas fueron regladas por la iglesia católica o aniquiladas y condenadas por medio de la dominación religiosa y la fuerza de la corona cuando no pudieron ser sometidas. Los preceptos religiosos cátaros no son menos significativos que sus conceptos sociales de igualdad y desarrollo individual dentro de una comunidad tolerante y solidaria, los cuales siguieron cultivándose en la clandestinidad y pueden verse en diversos movimientos hasta su reaparición pública durante la revolución francesa. No hay duda, sin embargo, de que sus concepciones religiosas contradecían totalmente dogmas ya establecidos de la Iglesia Católica; era un movimiento herético desde su fundamento gnóstico. No fueron, pues, combatidos por la Iglesia Católica sólo por su rebeldía socio-política, sino en base a la clara desviación en relación a dogmas fundamentales del cristianismo. Olvidar esto es simplemente intentar mitificar a los cátaros frente al, innegablemente abusivo y criminal, poder papal. Una simplificación maniquea que, por cierto, sería muy propia de los propios cátaros.

Los paulicianos eran una secta semejante. Habían sido deportados desde Capadocia a la región de Tracia en el sureste europeo por los emperadores bizantinos en el siglo IX, donde se unieron con -o más probablemente- se transformaron en los bogomilos. Durante la segunda mitad del siglo XII, contaron con gran fuerza e influencia en Bulgaria, Albania y Bosnia. Se dividieron en dos ramas, conocidas como los albanenses (absolutamente duales) y los garatenses (duales pero moderados). Estas comunidades heréticas llegaron a Italia durante los siglos XI y XII. Los milaneses adheridos a este credo recibían el nombre de patarini (patarinos) (o patarines), por su procedencia de Pataria, una calle de Milán muy frecuentada por grupos de menesterosos (pataro o patarro aludía al andrajo). El movimiento de los patarines cobró cierta importancia en el siglo XI como movimiento reformista, enfatizando la acción de los laicos enfrentados a la corrupción del clero.

Según las nuevas investigaciones de los historiadores de la religión, se han descubierto muchas influencias de los cátaros con la orden de los Templarios, de los Hospitalarios y algunas órdenes monacales, particularmente en la época de la persecución de los cátaros.

El santo tradicional católico, San Francisco de Asís, para los cátaros era un cátaro verdadero, como también su madre. Su famoso seguidor y amigo cercano, Bernardo el Dulcísimo, denunciaba a los inquisidores, defendiendo la doctrina de los "buenos cristianos".

ASTAROTH.
 
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nubarus
view post Posted on 3/6/2008, 20:12




Consolamentum.
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El Consolamentum era el único sacramento administrado por los cátaros, una especie de bautismo, comunión y extremaunción juntas. De modo diferente que en los sacramentos de la Iglesia, este bautismo no se necesitaba agua. Se requerían únicamente algunas palabras y el evangelio de San Juan. Esto se debe a que los cátaros eran seguidores de una Iglesia alterna, dualista, gnóstica sin jerarquía, que según ellos fue iniciada por San Juan y Santa María Magdalena. No participaban en los sacramentos católicos, ya que detestaban a la Iglesia de Roma. Según los cátaros, el consolamentum era el bautismo del Espíritu Santo. Este ritual fue tomando diversas formas y proviene, en su origen, de algunos grupos sectarios cristianos que desconocían toda jerarquía eclesiástica.

Pese a que el consolamentum era un único sacramento, era administrado en dos circunstancias diferentes. La primera era sólo para los creyentes más fieles y abnegados. Se administraba a iniciados ascetas de ambos sexos que habían llegado a la edad adulta, los cuales, una vez bautizados, se convertían en "Parfait" (Perfectos). Los Parfait debían ser vegetarianos, célibes y dedicar sus vidas a viajar y enseñar las doctrinas cátaras. Los Parfait eran los líderes de la comunidad cátara.


La gran mayoría de la población no recibía el consolamentum hasta la hora de su muerte. Una vez que se administraba este sacramento a los moribundos, a estos se les asignaban idénticas tareas que a los perfectos, si bien es obvio que no se esperaba de ellos que fueran a viajar o predicar anunciando su doctrina desde su lecho de muerte.

Esto permitía a muchos creyentes ser perdonados de sus pecados y placeres mundanales durante su vida terrenal y recibir la absolución poco antes de morir.

En algunos casos, durante los últimos años de los cátaros (antes de que fueran condenados por herejía) el enfermo que estaba a punto de morir iniciaba un ayuno total tras recibir el consolamentum. Esta práctica se conocía como "endura", y era una forma ritual de suicidio para asegurarse el tránsito a la nueva vida y la reunificación con el Dios del bien. Este ayuno era una alternativa válida para ganarse el consolamentum.

ARCHIDUQUE NUBARUS.
 
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13 replies since 27/5/2008, 01:21   2411 views
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