Orden Martinista & Sinárquica

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sargatanas
view post Posted on 21/12/2008, 19:05




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“Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos”

El Hombre de Deseo



Teosofía Martinista

El Martinismo es un sistema peculiar de Misticismo Cristiano fundamentado en una concepción Tradicional del origen del Hombre, su lugar en la creación y la relación que existe entre él, Dios y el Universo, según la doctrina recogida y promulgada por Louis-Claude de Saint-Martín, conocido como "El Filósofo Desconocido". Esta doctrina justifica una teosofía que revele al hombre la Sabiduría de Dios, la verdad, el camino y la vida. El Martinista es un amigo de Dios y de la Sabiduría. Su objetivo es alcanzar la Regeneración de la Humanidad a través de la Reintegración del individuo en su estado glorioso primigenio anterior a la caída.

Los Martinistas son individuos libres, respetuosos y tolerantes con los pensamientos divergentes, e indiferentes a tabúes o preconceptos de cualquier especie. Los Martinistas se ligan por su propia y libre voluntad a la humanidad, la naturaleza y a Dios, tomando con sus trabajos una gradual conciencia del sagrado carácter de este vínculo. En sus reuniones solamente los Martinistas son aceptados; las iniciaciones y sus respectivos grados se reciben según mérito propio, donde la antigüedad no tiene ningún valor efectivo o determinante.

Resaltemos sobre todas las definiciones y teorías que el Martinismo es un estado del Ser, una forma de vida, un Camino, y más que explicado debe ser sentido y vivenciado, para, a través del SILENCIO, poder llegar a su Corazón realizando en nuestro Ser su objetivo principal: la Reintegración de la humanidad en el seno del Absoluto.


"Es un espectáculo bastante aflictivo, cuando se quiere contemplar al hombre, verlo atormentado por el deseo de conocer sin percibir las razones de cosa alguna y, al mismo tiempo, teniendo la audacia y la temeridad de querer darlas para todo. En lugar de considerar las tinieblas que lo envuelven y comenzar sondeando su profundidad, él sigue de frente, no sólo como si estuviese seguro de disiparlas, sino como si no existieran obstáculos entre él y la Ciencia; sin parar de esforzarse por crear una verdad, osa colocarla en el lugar de aquella que debería respetar en silencio y sobre la cual no tiene hoy otro derecho a no ser el de desearla y esperar por ella. En verdad, si él está absolutamente separado de la Luz, ¿cómo podrá por sí solo encender la antorcha que le debe servir de guía? ¿Cómo podrá por sus propias facultades producir una Ciencia que venga a dirimir todas sus dudas? Esas tenues luces y esas apariencias de realidad que cree descubrir en las ilusiones de su imaginación, ¿no se desvanecen ante el más mínimo examen? Y después de haber producido fantasmas sin vida y sin consistencia, ¿no se ve forzado a sustituirlos por nuevas ilusiones que corren la misma suerte y lo dejan sumergido en la más terrible incertidumbre? Él podría ser feliz, no obstante, si su flaqueza fuese la única causa de sus equívocos. Su situación sería mucho menos deplorable, pues, no pudiendo por la fuerza de su naturaleza encontrar reposo a no ser en la Verdad, cuanto más dolorosas sean sus pruebas más servirán para conducirlo al único objetivo hecho para él".

De los Errores y de la Verdad
 
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Lucífago Rofacale
view post Posted on 21/12/2008, 19:11




Caballería Cristiana

Según Papus, fundador de la Orden Martinista, esta constituye una Caballería Espiritual Cristiana operando bajo una gran discreción. "La Orden Martinista es una sociedad mística […], un centro activo de difusión iniciática […] constituido para propagar las líneas de la tradición occidental cristiana […]. Otra característica es la de aceptar en su seno a hombres y mujeres […]. La tercera característica del Martinismo es la de ser cristiano. El Martinismo defiende la acción del Cristo. El Martinista es el caballero de la idealidad cristiana. Mediante la enseñanza oral de la tradición occidental cristiana pone a punto al alma para percibir la vivificante acción del Verbo divino del Cristo glorioso…" "La Orden en su conjunto es ante todo una escuela de caballería moral, que se esfuerza en desarrollar la espiritualidad de sus miembros por el estudio del mundo invisible y de sus leyes, por el ejercicio de la devoción y del esfuerzo intelectual, y por la creación en cada espíritu de una fe cada vez más sólida, basada en la observación y en la ciencia (…)" (A propósito del Martinismo).

En su obra "Martinezismo, Willermozismo, Martinismo y Francmasonería", Papus escribe: "… resaltemos que la Orden recibió de Saint-Martin el Pantáculo y el nombre místico de Cristo, Ieshuah, que adorna todos los documentos oficiales del Martinismo. Es necesaria la mayor fe de un clérigo para creer que ese nombre sagrado se relacione con otro diferente del de Jesús Cristo, el Divino Verbo Creador". "La filiación Martinista se mantuvo viva gracias a pequeños grupos muy dinámicos, que efectuando un modesto ocultismo fiel a la conservación de la tradición iniciática del espiritualismo, caracterizado por el Misterio de la Santísima Trinidad y los misterios de Cristo, la alejaron de todo sectarismo".

Papus planteó así las líneas maestras de esta caballería espiritual y moral basada principalmente en la caridad cristiana, y contrariamente a lo que puedan pensar algunos frente al volumen y la diversidad de su obra, interesada en divulgar y justificar aquello que hasta la época era denominado "Ciencia oculta", nos da muestras de estos ideales sin distracciones: "El camino del desarrollo espiritual es sencillo y claro: vivir siempre para los demás y nunca para uno mismo, hacer a los demás lo que os gustaría que os fuera hecho en todos los niveles; jamás hablar mal ni pensar mal de los ausentes. Hacer antes lo que cuesta que lo que gusta. Éstas son algunas de las fórmulas de este camino que conduce a la humildad y la oración. […] El camino místico necesita pues de una ayuda permanente en todos los niveles de evolución y de percepción. En el plano físico, ayuda de los compañeros y de los maestros que enseñan con el ejemplo; en el plano astral, ayuda de los pensamientos de devoción y de caridad que iluminan el camino y permiten superar las pruebas por la paz del corazón; finalmente, en el plano espiritual, ayuda de los espíritus guardianes mantenida por la compasión por todos los pecadores, la indulgencia por todas las debilidades humanas, y la oración por todos los ciegos y los enemigos. Entonces las sombras terrestres se disuelven poco a poco, la cortina se descorre durante unos segundos y la sensación divina de la Oración comprendida llena el corazón de coraje y de amor". Con estos ideales, que inspiran el ritual Martinista, la invocación en todos los trabajos de Ieshuah, el divino Reparador, y "bajo los auspicios del Filósofo Desconocido, nuestro Venerable Maestro", se opera en la búsqueda y la realización de la única iniciación que proclama Saint-Martin como verdadera: "aquella por la que podemos entrar en el corazón de Dios y hacer entrar el corazón de Dios en nosotros, para hacer un matrimonio indisoluble que nos haga el amigo, el hermano y el esposo de nuestro divino Reparador"
 
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nubarus
view post Posted on 21/12/2008, 19:23




La Vía del Reparador

Reconociendo el carácter místico y cristiano de la Orden, respetando en todo momento la libertad del individuo, agrupando a aquellos que silenciosa y pacientemente buscan la verdad, siempre se ha mantenido en el Martinismo un espíritu abierto y respetuoso con otras vías tradicionales, pues la experiencia de lo divino trasciende a las formas que se acercan a ella y, lejos de separar, une aún más a los hombres que se reconocen así como participando de la misma naturaleza celestial; pero le será más difícil mantener el rumbo adecuado al peregrino que se distrae en los cruces de caminos. R. Ambelain nos dice: "La Verdad es una, y las doctrinas esotéricas no son más que rayos que de ella escapan. Sin duda. Pero es necesario que cada una ocupe su lugar; no es armonioso que un lama predique el evangelio, que un imán enseñe el tantrismo, que un yogui sólo afirme las Tríadas y que un cabalista se declare taoísta"

Respetando así las vías que han sido abiertas, la ascesis Martinista sigue la luz de Ieshuah, nuestro guía, el Reparador, encarnado para guiarnos en el camino de la Reintegración renaciendo continuamente en los corazones iluminados e inflamados por el Espíritu Santo. Pero es que la Potencia de este Reparador, Espíritu doblemente fuerte u Octonario que Dios envió para regenerar al Adán Kadmón caído en la materia, es universal. "Toda la religión Cristiana [religión en su verdadero sentido de religar al hombre con Dios] está basada en el conocimiento de nuestro origen, de nuestra actual condición y de nuestro destino. Ella muestra primero cómo de la unidad caímos en la diversidad, y cómo podemos retornar al estado primordial. Segundo, muestra lo que éramos antes de volvernos desunidos. En tercer lugar, explica la causa de la continuación de nuestra presente desunión. Y, en cuarto lugar, nos instruye sobre el destino final de los elementos mortales e inmortales dentro de nuestra constitución. Todas las enseñanzas de Cristo no tienen otro objetivo que el de mostrar el camino para volver a ascender de un estado de diversidad y diferenciación a nuestra unidad original…" porque "Todo lo que es coeterno con ella [con la Unidad] es perfecto. Todo lo que se separa de ella está alterado o es falso"
 
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sargatanas
view post Posted on 21/12/2008, 19:30




Filósofo de la Unidad

El Martinista se considera así como el FILÓSOFO o AGENTE DE LA UNIDAD, título que jamás adquirirá a través de la ciencia profana ni a través de sincretismo de ningún tipo, ya que "Todas nuestras disputas y especulaciones intelectuales con relación a los misterios divinos son inútiles, pues se originan en fuentes externas. Los misterios de Dios sólo pueden ser conocidos por Dios; para conocerlos debemos primero buscar a Dios en nuestro propio centro. Nuestra razón y voluntad deben retornar a la fuente interior de la cual se originan; entonces llegaremos a la verdadera ciencia de Dios y sus atributos". Si dedicamos nuestra vida sólo a cultivar el saber intelectual cuya complejidad hunde sus raíces en la imaginación y la razón humanas, percibiremos que cuanto más aprendemos, más se aleja de nosotros el límite de lo que nos queda por aprender. Pero si en un solo instante nuestro corazón se abre a la fuente divina, la gnosis eterna (Sophia) romperá el velo que envuelve nuestro verdadero entendimiento revelándonos la sabiduría celeste, aquella de la cual la verdad humana no es más que un sombrío reflejo desfigurado y a veces pervertido. Es así que el verdadero cristianismo se hace universal, pues abiertos los ojos del espíritu, el ser regenerado se da cuenta de que "Todos nuestros sistemas religiosos no pasan de ser obras del intelecto. Debemos repudiar todos los deseos personales, disputas, ciencias y voluntad, si queremos restaurar la armonía con la madre que nos dio nacimiento en el principio; por el momento, nuestra alma es el quintal de centenas de animales maliciosos, que nosotros mismos colocamos allá, en el lugar de Dios, y a los cuales adoramos como si fuesen dioses. Tales animales deben morir antes que el principio Crístico pueda comenzar a vivir. El hombre debe retornar a su estado natural (pureza original), antes de poder volverse divino". "Sólo aquél en quien el Cristo existe y vive es un Cristiano, un hombre en quien el Cristo surgió de la carne estéril de Adán. Él será un heredero de Cristo -no por cuenta de méritos de nadie, ni por ningún favor concedido a él por un poder externo, sino por la gracia interna". "Él [el verdadero cristiano] posee una única ciencia, que es la del Cristo interior; sólo tiene un deseo, hacer el bien". Así pues, el propósito de la Orden Martinista no es el de establecer maestros dogmáticos, sino más bien, al contrario, agrupar a sinceros estudiantes devotos de la hermandad de la verdad universal, oponiéndose a todo dogma, ostracismo y fanatismo. Desafortunadamente, quien no alcanza a entender el verdadero sentido de estas palabras en el contexto natural que les corresponde, camina justo en sentido contrario, no hacia el origen unificador del Cristo, sino hacia una proyección que divide hasta el infinito a la frágil razón humana, que se cree poderosa cuanto más atrapada se encuentra en la imaginación demoniaca y más se pierde así en los valles tenebrosos de la muerte. "Feliz, en verdad, es ese hombre que encuentra la sabiduría que le unifica y le une a Dios".
 
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Lucífago Rofacale
view post Posted on 21/12/2008, 19:37




Propósito de la OM&S

"El hombre con verdadero deseo
tiene el poder de conocer y determinar
la vida de su espíritu"

El Cocodrilo, Canto 87
L.C. de Saint-Martin


La Iniciación que proclama Saint-Martin es algo interno que ocurre en el corazón del hombre, en su fondo, en su esencia, revelándose finalmente como una teofanía, una obra de generación de la presencia divina, pues Dios, el Verbo, se manifiesta sustancialmente como Dios en el hombre, Dios manifestado por el hombre, Dios pronunciando su Verbo en nosotros, Emmanuel, el Hijo amado del Padre surgiendo de las profundidades del abismo insondable de nuestro ser: "…el Dios único que ha elegido su santuario único en el corazón del hombre, y en este hijo querido del espíritu que todos debemos hacer nacer en nosotros…" (El Hombre Nuevo, epígrafe 27. Saint-Martin). Es evidente que esta revolución interior no puede ser concedida por nadie, porque es fruto y consecuencia de la regeneración que sólo el ser, por sí mismo, puede llevar a cabo con la ayuda de Dios: "¿Dónde está el principio de la ciencia del hombre? ¿No se encuentra en sí mismo o muy cerca de él? Su desgracia es ir a buscarlo fuera de sí y en objetos que no pueden hacer reaccionar su verdadera semilla" (El Hombre de Deseo, epígrafe 299, Saint-Martin).

"Las sociedades iniciáticas -nos dice Papus- tienen por objeto principal desarrollar la naturaleza humana y hacerla apta para recibir las influencias directas de los planos superiores. Deben desarrollar, sobre todo, la intelectualidad sin descuidar la espiritualidad; he aquí uno de los axiomas que enseñan: la iniciación es siempre individual y la sociedad no puede más que enseñar la ruta, para evitar los senderos peligrosos" (Tratado elemental de Ciencia Oculta, Papus). Y en el caso que nos ocupa, esta ruta viene trazada en la Obra de Saint-Martin, a cuyo estudio y asimilación está dedicado todo Martinista para llegar a alcanzar el estado de regeneración espiritual del que hemos hablado. La Orden Martinista se convierte así en una congregación fraternal de Hombres de Deseo animados por aspiraciones puras a convertirse en Hombres Nuevos, y si la gracia les alcanza, en Hombres Espíritu, verdaderos Hijos de Dios.

Robert Amadou nos dice al respecto de la iniciación en el seno de la Orden Martinista: "Reconozcamos, todavía, que la iniciación ritual es el medio más común y el más fácil de ingresar en la Orden Martinista. Ella proporciona a todo aquél que la recibe una poderosa ayuda. Un auxilio místico, en primer lugar, de los Hermanos pasados o presentes, en comunión de los cuales nos permite entrar más fácilmente. Ayuda moral y también material de los miembros contemporáneos. Auxilio intelectual por el socorro que solicita en el estudio de la doctrina, sea por trabajos en común, sea por la voz de los adeptos más avanzados, sea, principalmente, por las tradiciones de las cuales esos adeptos son el reflejo y que duermen en el seno de la Orden, no esperando sino un príncipe cuyo amor vendrá a despertarlas" (Louis Claude de Saint-Martin y el Martinismo).

La "Orden Martinista & Sinárquica", operando ininterrumpidamente desde su fundación en 1.920 por Víctor Blanchard, se estableció hace ya algunos años en España y cuenta con una estructura formada por Círculos, Heptadas y Logias. La OM&S se dirige a los verdaderos "Hombres de Deseo" que buscan ante todo su Reintegración en el seno del Absoluto. Para realizar esta finalidad, nuestra Orden dispone de rituales y prácticas precisas dirigidas a depurar el manto (cuerpo sutil) del iniciado y elevarlo a diversos estados de conciencia internos, cuya realización será la Resurrección espiritual de su Cuerpo de Gloria.

Nuestra Orden procura siempre privilegiar las prácticas operativas y la oración saintmartiniana, a través de las cuales, con constancia y dedicación, alcanzará el Iniciado el reencuentro con su centro, preparándolo para los trabajos de Reconciliación con la Divinidad. De esta forma la OM&S se distancia de los abordajes exclusivamente filosóficos o intelectuales y del sentimentalismo espiritualista y superficial que a menudo separan al candidato de la auténtica búsqueda Iniciática, integrándolo en un pseudo-misticismo emocional y estéril. La OM&S entiende que ningún trabajo operativo será posible mientras el Iniciado no haya purificado y perfeccionado su interior, llevando a término su Regeneración, que deberá resultar en nítidos cambios exteriores y visibles: "(…) Cuando un hombre estuviere Regenerado en sus pensamientos, inmediatamente lo estará en su verbo, que es la carne y la sangre del pensamiento; mas cuando estuviere regenerado en su verbo, inmediatamente lo estará en sus acciones que son la carne y la sangre del verbo" (El hombre de deseo, Saint-Martín).

Como toda Orden Iniciática Tradicional auténtica y operativa, la OM&S hace una rigurosa selección de sus candidatos, aceptando solamente aquellos que realmente estén preparados y muestren una firme voluntad de entregarse e integrarse a la verdadera búsqueda espiritual, sin desaliento ni falsas fantasías.

La OM&S, manteniendo la Tradición original del Martinismo, no concede Iniciaciones a distancia y no ofrece cursos o monografías por correo. Todo su trabajo operativo y sus Iniciaciones se desarrollan en sus Templos, donde son transmitidas sus enseñanzas tradicionales. Al ser iniciado y al participar del trabajo litúrgico de la Orden, el miembro se conecta con su Cadena Invisible, operando consecuentemente con poderosas fuerzas espirituales que posibilitan a los "puros de corazón" un efectivo cambio en su interior.
 
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nubarus
view post Posted on 21/12/2008, 19:49




La Teosofía

1. El Martinismo es una teosofía. Esta teosofía está bien diferenciada de ciertos sistemas, tal como el que forjara la Sra. Blavatsky, fundadora, en 1875, de la Sociedad Teosófica, que no hay que confundir con la Teosofía, y a la que convendría reservar el término "teosofismo".

2. La teosofía es el conocimiento de la verdad, del camino y de la vida. Es todo uno. La teosofía es el conocimiento, que es la sabiduría de Dios. Y este conocimiento es experimental.

3. El Martinista es un teósofo. Y lo que es un teósofo nos lo va a explicar un autor anónimo:

"Se entiende por teósofo un amigo de Dios y de la sabiduría.

El verdadero teósofo no rechaza ninguna de las inspira-ciones que Dios le envía para desvelarle las maravillas de sus obras y de su amor, a fin de que él inspire éste amor a sus semejantes mediante su ejemplo y sus consejos. Yo digo, al verdadero teósofo: todos los que se ocupan sólo de la teosofía especulativa, no son por ello teósofos, pero pueden esperar llegar a serlo si tienen un verdadero deseo, si persisten en la resolución que han tomado de imitar las virtudes del Reparador, y ponen en él toda su confianza. Un verdadero teósofo es por lo tanto un verdadero cristiano, así que se le puede convencer por su doctrina que es la misma. Esta doctrina está fundada sobre las eternas relaciones que existen entre Dios, el hombre y el Universo; y estas bases se encuentran afirmadas en los libros teogónicos de todos los pueblos, y sobre todo por las Sagradas Escrituras interpretadas siguiendo al espíritu y no a la letra.

Los teósofos, fundamentados en sus principios, no varían jamás, no discuten nunca; ellos intentan convencer por el razonamiento y por los hechos; si no pueden llegar a esto, guardan el más profundo silencio y lamentan los errores que confunden al espíritu de sus semejantes; ruegan a Dios que les ilumine y les prepare para recibir la verdad: pues la verdad conlleva por sí misma su evidencia, sólo es necesario que los espíritus estén preparados para recibirla.

Así vemos cómo los teósofos no hacen jamás sectarismo; no buscan nunca hacer proselitismo, y no se conducen nunca como sectarios; solamente se expresan de forma abierta en sus escritos, y cuando la ocasión se presenta en la causa de la verdad. Y, en efecto, ¿podemos llamar sectarios a los sabios que, en todos los tiempos, tienen probada la evidencia por sus discursos y por sus acciones, las cuales admiran verdadera-mente los amigos de Dios?

La unidad y la fijeza de sus principios deben también distinguirlos de los filósofos, cuya diversidad de opiniones inspira naturalmente la desconfianza de sus diferentes sistemas y lo mismo se puede decir sobre la palabra filosofía, de la que tanto se ha abusado hasta ahora. Pues si la filosofía, tomada en general, reafirma en su seno todas las verdades conocidas, también encubre los errores más peligrosos. Pidamos por los que se entregan inconsideradamente a la enseñanza de la verdad sin haber recibido la llama que sólo la sabiduría eterna puede dar cuando lo pedimos con sinceridad, sea para iluminarnos a cada uno en nuestras tinieblas, o sea para iluminar a continuación a nuestros semejantes, si esta sabiduría los juzga dignos de ella.

El teósofo es aquél, o aquella, que tiende a contemplarse en el espejo, a fin de reflexionar sobre la verdad, la vida y la sabiduría. Esta transformación se consigue por purificaciones sucesivas del cuerpo y del alma, de los cuerpos y de las almas; se consigue en la iniciación interna de la cual la iniciación externa es a menudo el símbolo, o más raramente el medio. Según esto nos purificamos separando el mal que está en nosotros y en el que Dios no está. Separándonos de esto, nos aproximamos al camino, a la verdad, a la vida, es decir a Dios, que es nuestro principio".

4. El motor de la iniciación, de la purificación, es el deseo.

"El primer principio de la ciencia que cultivamos es el deseo. En ningún arte temporal, ningún artesano jamás ha triunfado sin una asiduidad, un trabajo y una continuidad de esfuerzo para llegar a conocer las diferentes partes del arte que se propone abrazar. Sería por lo tanto inútil pensar que se puede conseguir la sabiduría sin deseo, pues la base fundamen-tal de ésta sabiduría no es nada más que un deseo de conocerla, que vence todos los obstáculos que se presentan para cerrarle la salida; y no debe parecer sorprendente que éste deseo sea necesario, pues es positivamente el pensamiento contrario a éste deseo el que aleja a todos los que buscan entrar allí"
 
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sargatanas
view post Posted on 21/12/2008, 19:55




La Teúrgia

5. Puesto que el Martinismo es una teosofía, y como el Martinista es un hombre o una mujer de deseo, el objetivo del Martinista será el del teósofo: la iniciación. Esta consiste, según Saint-Martin, en la reintegración a nuestro origen, que es Dios.

6. El medio de iniciación es la Teúrgia. El Martinista es un teúrgo. La teúrgia une en el trato con los ángeles, estos espíritus intermediarios entre el hombre y Dios, y con Dios mismo y su sabiduría.

7. Se ofrecen al teúrgo dos vías: la vía externa y la vía interna. El estudio teórico de la una y de la otra se impone ante la eventual práctica. No hay vía fácil, pero hay vías peligrosas. Que cada uno siga aquí el consejo del Apóstol: examinad todo, conservad lo que es bueno.

8. Exhortación previa: "(…) el primer paso que se debe dar debe ser en el sendero de la humildad, de la paciencia y de la caridad. Las virtudes son tan necesarias en nuestra Orden (Orden de los Élus Cohen) que no se puede hacer ningún progreso mientras no se avance en las virtudes" (2).

9. Martínez de Pasqually fue un practicante de la vía externa, y la escuela de la que era Gran Soberano en este mundo, es decir, la Orden de los Caballeros Masones Élus Cohen del Universo, enseñaba la práctica de la teúrgia ceremonial.

10. Louis-Claude de Saint-Martin, en la Orden de los Élus Cohen, trabajó durante bastante tiempo esta vía al pie de la letra. Tuvo, como sus hermanos, inclinación por las manifestaciones. Después lo interiorizó optando por la vía interna o cardiaca de forma también metódica (según Papus), pero según él menos peligrosa.

11. Interna o externa, ninguno puede engancharse a la teúrgia sin un profundo conocimiento de las relaciones entre Dios, el hombre y el Universo. Con las vías teúrgicas corolarias, el Martinismo es depositario de la doctrina de la reintegración y se presenta en Occidente como una rama del esoterismo judeo-cristiano. Esta doctrina debe ser estudiada, asimilada, antes de pasar o de no pasar a una teosofía práctica.

La doctrina Martinista, que es la del Iluminismo, ha sido primeramente transmitida por Martínez de Pasqually en el seno de la Orden de los Élus Cohen. Por lo tanto es por el estudio de esta doctrina por donde debemos comenzar a prepararnos.
 
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satanas1
view post Posted on 21/12/2008, 20:15




Fundamentos

"Los principios naturales son los únicos que se deben,
primeramente, presentar a la inteligencia humana y, las
tradiciones que se siguen, por más sublimes y
profundas que sean, jamás deben ser empleadas
sino como confirmaciones, porque la existencia humana
surgió antes que los libros"

Portrait nº 319
(Obras Póstumas Vol. I. pág. 40,41)


El Martinismo es una forma de vivir, pero sus principios de acción están subordinados a una determinada manera de pensar. La soberanía de la inteligencia y del sentido moral debe ser respetada. Ningún vulgar oportunista y ningún utilitarismo podrían ser admitidos. Las verdades esenciales y exactas que los libros sólo pueden confirmar, rigen nuestra existencia y nuestra actividad total. Cualquiera que sea el plano sobre el cual se haya el hombre, su conducta surge de sus certezas profundas, intelectuales, digamos la palabra: filosóficas. Es porque sabe de dónde viene y hacia dónde va que el hombre podrá orientar su acción política y darle un sentido. La respuesta al problema capital del destino humano contiene la solución de todas las cuestiones que se presentan al hombre.

Antes de poseer la lógica de esta deducción, antes de exponer las consecuencias morales o políticas de la doctrina Martinista, preguntemos, primeramente, cuál es su fundamento. ¿Cuáles son, en el espíritu de Saint-Martin, las verdades primeras y cómo las adquiriremos?

"Es un espectáculo, bastante aflictivo, cuando se quiere contemplar al hombre, verlo atormentado por el deseo de conocer sin percibir las razones de cosa alguna y, al mismo tiempo, teniendo la audacia y la temeridad de querer darlas para todo" (1).

Esas primeras líneas de la obra inicial de Saint-Martin, facilitan el punto de partida y el plano de toda la doctrina Martinista.

"El hombre es la suma de todos los problemas. Él mismo es un problema, el enigma de los enigmas. La cuestión que él deposita, la que su propia naturaleza encierra, nos obliga a solucionarla. Una teoría que no mirase, en primera instancia, el bien del hombre, sería totalmente inútil" (2).

Y ese bien sólo puede resultar de la respuesta a la interrogación humana. La existencia de esa interrogación será la primera certeza. En efecto, se impone una constatación: el estado del hombre. Ahora bien, este estado se caracteriza por la angustia, el sentimiento de limitación y de imperfección. El hecho de que el hombre pueda ignorar y asombrarse por esto, es un misterio inicial que ocasiona, lógicamente, las conclusiones sobre el origen y el destino del hombre. Pero es solamente por el estudio del hombre, por la profundización del problema, por la reflexión sobre los términos del problema, que encontraremos la solución del mismo. Tal es el método de Saint-Martin. Necesitamos explicar "no el hombre por las cosas, sino las cosas por el hombre" (3).

"Aquél que posee el conocimiento de sí mismo tendrá acceso a la ciencia del mundo, de los otros seres. Pero el conocimiento de sí, es solamente en sí que conviene buscarlo. Es en el espíritu del hombre que debemos encontrar las leyes que dirigirán su origen" (4).

El hombre que es el enigma, es también la llave del enigma. ¿Se podría decir que tenemos ahí una tautología? ¿Y no se podría probar el valor del espíritu o la eminente naturaleza del hombre por un método que los presupone? Pero no se trata de utilizar un método para demostrar la superioridad de la facultad intelectual. Ni siquiera se trata de una idea directriz apropiada para establecer las bases de esa facultad. Delante de su situación que es también su enigma, el hombre es naturalmente llevado a examinarse. Él quiere juzgar los elementos del enigma. Su reflejo normal (si podemos decirlo así) será mirar para sí mismo, pues ahí reside el problema. También es una infelicidad para el hombre tener necesidad de pruebas extrañas a su persona "para conocerse y creer en su propia naturaleza, porque ella trae consigo testimonios mucho más evidentes que los que puede concentrar en la observación de los objetos sensibles y materiales" (5).

Es solamente después de haberse reconocido por aquello que él es, que el hombre convencido de su Divinidad y de su situación central decide tomarse por medida de las cosas, o, al menos, por principio de su explicación. Afirmar que de la verdadera naturaleza del hombre debe resultar "el conocimiento de las leyes de la naturaleza y de los otros seres" (6), no es un postulado, es una certeza; la conclusión de una experiencia. Si el Martinismo nos hace encontrar la explicación del Universo y la visión de Dios, es porque tiene su fuente en "el arte de conocerse a sí mismo". Saint-Martin, maestro de Occidente, se reencuentra aquí con la luz de Asia. El Buda, oprimido por la urgencia de nuestro estado, condenó enérgicamente las reflexiones sin provecho. Ellas nos desvían de nuestro verdadero interés. En efecto, ¡qué locura sería procurar, en primer lugar, saber si el principio de la vida se identifica con el cuerpo o es algo diferente! Sería como si un hombre, habiendo sido herido por una flecha envenenada y, cuyos amigos o compañeros, llamasen a un médico para tratarlo, dijese: "no quiero que retiren esta flecha antes de que yo sepa quién fue el hombre que me hirió, si fue nuestro príncipe, un ciudadano o esclavo", o, "cuál es su nombre y a qué familia pertenece" o, "si es grande, pequeño o mediano"…. Cierto es que ese hombre moriría antes de conocer todo esto (7).

Nuestra situación exige una respuesta exacta. Los otros problemas son accesorios. Pero, Saint-Martin, no los excluyó por ello del campo de la pesquisa humana. La investigación filosófica no fue prohibida. Él considera absurdo que nuestro espíritu, siendo ávido de conocimiento, no pueda satisfacer tal sed (8). Simplemente establece esta curiosidad intelectual. Cuando el hombre reconoce el Camino que lo lleva a la Verdad, puede entregarse a la meditación sobre los misterios de Dios y del Universo. Pero no se pueden combinar los juegos del espíritu o sus procesos abstractos con la prioridad sobre la dirección de nuestra vida. Además no existe desfase entre estos dos órdenes de pesquisa, sino sólo prioridad y dialéctica entre una y otra. Es digno notar que por conspiración universal todo está ligado, y que la solución del primer enigma conduzca también a la de los otros. Primeramente es necesario tratar la herida y extraer la flecha. Pero corresponde a la necesidad imperiosa de salvarnos descubrir la naturaleza de la herida, la cualidad del dardo y, por así decir, su marca de origen.

La cuestión de su origen y procedencia no será esclarecida de inmediato, pero la cura tendrá que ser procurada y los remedios tendrán que ser recetados en primer lugar. El Humanismo de Saint-Martin (9) no es cosa a priori, pero procede de la experiencia más exacta e inmediata que el hombre pueda realzar: la experiencia propia de la consciencia de su estado.

Insistamos un poco sobre el carácter a priori que acabamos de negar en el Martinismo. Conviene no dejar ninguna duda. Es la naturaleza íntima de Saint-Martin lo que está en cuestión aquí. Se puede decir que su filosofía es a priori, porque explica lo inferior por lo superior, lo bajo por lo alto, los hechos por el principio. El materialismo sería, entonces, a posteriori, porque explica la materia por la materia, explica lo que parece trascender a la materia reduciendo al hombre a la propia materia. Superándola, encontraríamos aquí la fórmula de W. James: "El empirismo es el hábito de explicar las partes por el todo". Todo espiritualismo es, pues, a priori, y el Martinismo más que cualquier otro sistema. El libro "De los Errores y de la Verdad" procura mostrar la debilidad y la insuficiencia de una visión materialista del mundo. Esta oposición no es, en ninguna parte, tan sensible como la crítica del sensualismo procurada por Saint-Martin durante toda su vida (10).

Saint-Martin dice a un amigo que lo calificaba de espiritualista: "No es suficiente para mí ser espiritualista - y si él me conociese, lejos de restringirse a eso, me llamaría deísta: porque es mi verdadero nombre" (11). El Martinismo es espiritualista y su objetivo principal es, por tanto, un "a priori gigantesco", según la palabra de Henri Martin (12). Pero que esa explicación a priori sea dada a priori: que sea presentada como un postulado, que se muestre inverificable y que se la pueda juzgar el fruto de una imaginación, he ahí lo contrario de la esencia de la filosofía de Saint-Martin. Porque esa filosofía está basada totalmente en una sentencia y en una dialéctica que examinaremos. Por no estar apoyada en la materia o no ser sensible a los sentidos físicos, no es menos exacta. Diríamos casi al contrario. ¿Saint-Martin no proclamó y no somos instados a experimentar junto a él, a hallar en nosotros pruebas más convincentes, que no encontraríamos en la Naturaleza entera? (13) Esas breves reflexiones sobre el método Martinista no tienen la pretensión de determinar su esencia. Ésta se desprende de la propia exposición de la doctrina de Saint-Martin.


NOTAS:

(1) Errores, 1782 I, pág. 3.
(2) Errores, prefacio, pág. V
(3) Errores, 1782 I, pág. 9
(4) Tableau Natural, 1900, pág. 2
(5) Errores, I, pág. 56
(6) Tableau Natural, 1900, pág. 2
(7) Máxima Kikaya, 63
(8) Tableau Natural, 1900, I, pág. 1
(9) La palabra "humanismo" fue aplicada a Saint-Martin en un estudio original de Paul Salleron (Chronique de Paris, nº 9, Julio de 1944). El autor, después de Jacques Maritain, diferencia con sutil inteligencia el "humanismo geocéntrico". Es, evidentemente, por esta última expresión que Salleron designa la doctrina Martinista.
(10) El acontecimiento más estrepitoso de esta lucha incesante testimoniada por los libros y los apuntes históricos de Saint-Martin es la controversia con Garat, cuando su permanencia en la Escuela Normal.
(11) Retrato nº 576, I, pág. 72. Según ibid, nº 362 "Mi obra tiene su base y su desarrollo en lo divino, no dejará, espero, de tener su final en el mismo Divino".
(12) Henri Martin: Historia de Francia, Paris, Furne, 1860 t. XVI, p. 530.
(13) Conf. El Ministerio del Hombre Espíritu, pág. 1, 3, 7 y 8. "Todos los recursos extraídos de la orden de este mundo, de la orden de la naturaleza, son precarios y frágiles…Para nosotros es mucho más fácil alcanzar las luces y las certezas que brillan en el mundo donde habitamos, que hacernos familiares con las oscuridades y las tinieblas que envuelven el mundo donde estamos;… en fin, estamos más próximos a aquello que llamamos el otro mundo, que a este".

 
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samael69
view post Posted on 21/12/2008, 20:28




Itinerario

Después de facilitar algunas explicaciones de la doctrina, destacaremos algunas características principales de la misma. Entre tanto, convenía explicar, nítidamente, la base de la reflexión Martinista. "Saint-Martin desea creer, escribió Matter (14), pero con inteligencia, a pesar de ser un filósofo místico". La teosofía de Saint-Martin no es una obra de la imaginación, una telaraña de afirmaciones inverificables, ni de devaneos místicos. Para alcanzar las cimas de la metafísica y de la espiritualidad, el pensador de Amboise, no se establece en el plano de las especulaciones abstractas, inaccesibles a lo vulgar. Él nos alcanza en nuestro nivel - en el nivel del hombre. De ahí nos reconducirá hasta Dios, del cual nos sentimos tan cruelmente apartados.

El itinerario de ese recorrido, he ahí lo que ahora necesitamos determinar con exactitud. Podremos constatar así la coherencia del sistema Martinista. Enseguida examinaremos, sucesivamente, las diferentes partes, que sin este trabajo preliminar correrían el riesgo de parecer desprovistas de fundamento. Esbocemos, pues, el esquema de una dialéctica Martinista.

El hombre, inicialmente, toma consciencia de su estado. Entendemos por lo que fue dicho anteriormente que el hombre se conoce tanto en espíritu como en cuerpo, o más explícitamente, constata en él y fuera de él manifestaciones variadas. En la medida en que estas manifestaciones le pertenecen o le afectan - y ¿cómo las conocería sin ser alcanzado por ellas? - y en la proporción en que estas manifestaciones le afectan, de alguna manera, ellas contribuyen a constituir su estado.

"Ahora bien, aquellos que no hayan sentido su verdadera naturaleza, sólo les pediría que se prevean contra los desprecios. Porque en lo que ellos llaman hombre, en lo que denominamos moral, en lo que llamamos ciencia, en fin, en lo que se podría llamar el caos y el campo de batalla de sus diversas doctrinas, ellos encontrarán tantas acciones dobles y opuestas, tantas fuerzas que se enfrentan y se destruyen, tantos agentes nítidamente activos y tantos otros nítidamente pasivos, y esto sin buscar fuera de su propia individualidad, tal vez, sin poder decir, siquiera, lo que nos compone, concordarían que, seguramente, todo en nosotros no es semejante y que no existimos sino en una perpetua diferencia, sea con nosotros, sea con todo lo que nos rodea y todo lo que podamos alcanzar o considerar. Sólo sería necesario, de forma inmediata, tratar con alguna ciencia estas diferencias para percibir su verdadero carácter y para colocar al hombre en su debido lugar" (15).

Saint-Martin invita, pues, al hombre a considerarse y a analizar con cuidado la realidad que haya alcanzado. Así el hombre descubrirá su verdadero lugar y percibirá la armonía del mundo de acuerdo con el famoso adagio de Delfos: "Conócete a ti mismo y conocerás el Universo y los Dioses". A invitación de Saint-Martin, procedamos pues, haciendo el examen que él preconiza, al examen del hombre. El simple examen de su presente situación le revela que ese estado se resume así: la coexistencia de elementos aparentemente contradictorios, ambos objeto de una experiencia igualmente exacta.

I - El hombre descubre en sí un principio superior. Observa su pensamiento, su voluntad, todos "estos actos de genio y de inteligencia que lo distinguen siempre por características impresionantes e indicios exclusivos" (16). ¿Por qué, pues, el hombre puede apartarse de la ley de los sentidos? (17) "¿Por qué el hombre es dirigido por un maravilloso sentido de moral, infalible en su principio? No es sino porque es esencialmente diferente debido a su Principio intelectual (18) y es el único favorecido aquí abajo por esa sublime ventaja…" (19).

La consciencia de sí da al hombre una certeza primordial. "Cuando sentimos una sola vez nuestra alma, no podemos tener ninguna duda sobre sus posibilidades" (20). Pero, lo que le surge, ante todo, es el sufrimiento necesario de sentirse exilado, es la nostalgia de una morada edénica. "El hombre, en verdad, en calidad de Ser intelectual, lleva siempre sobre los Seres corporales la ventaja de sentir una necesidad que le es desconocida" (21). El Filósofo reunió entonces esas múltiples pruebas, esos testimonios irrecusables y el espectáculo de su alma inspira a Saint-Martin esta revelación: "Ciudadano inmortal de las regiones celestes, mis días son el vapor de los días del Eterno" (22). No atribuyamos, de momento, ninguna importancia metafísica a este verso del Teósofo. En él no tenemos sino la afirmación de nuestra grandeza, a la cual Saint-Martin va a oponer el espectáculo de nuestra miseria.

II - Al mismo tiempo que reconoce la trascendencia de su espíritu, el hombre percibe el conjunto de males y de desgracias por los cuales está cercado. La realidad del sufrimiento se nos impone, en efecto, de la manera más trágica. Inútil es pintar el cuadro de las debilidades y de las desgracias de los hombres. Nadie los ignora porque nadie puede vivir sin tomar parte en ellas. "No existe una persona de buena fe, dice Saint-Martin, que no considere la vida corporal del hombre una privación y un sufrimiento continuo" (23). La aproximación entre esta evidencia y esta certeza anteriormente adquirida se evidencia, al mismo tiempo, inevitable y sorprendente.

"Tanto es así que el estudio del hombre nos hace descubrir, en nosotros, relaciones con el primero de todos los principios y los vestigios de un origen glorioso, cuanto el mismo estudio nos deja percibir una horrible degradación" (24). Saint-Martin explicó en su bellísimo análisis de la miseria espiritual, cómo la unión de estas dos conclusiones caracteriza nuestro estado. Para explicar un pasaje del Ecce Homo, el Filósofo pone en cuestión la ambivalencia del hombre, la dualidad de su naturaleza.

"La miseria espiritual, dice él, es el sentimiento vivo de nuestra privación Divina aquí en la tierra, operación que se combina: 1º con el deseo sincero de reencontrar nuestra patria; 2º con los reflejos interiores que el sol Divino nos irradia, algunas veces, la gracia de enviarnos hasta el centro de nuestra alma; 3º con el dolor que experimentamos cuando, después de haber sentido alguno de esos Divinos reflejos tan consoladores, recaemos en nuestra región tenebrosa para continuar aquí nuestra expiación" (25). Retomando otra fórmula de Saint-Martin: "Existen seres que sólo son inteligentes; existen otros que sólo son sensibles; el hombre es al mismo tiempo uno y otro, he ahí la clave del enigma" (26).

La contradicción brota de este aspecto, de este doble aspecto de la existencia humana, como surge entre el deseo de saber y el fracaso frecuente de las tentativas para llegar a ello. "¡El hombre, un Dios! Verdad; ¿no es una ilusión? ¿Cómo el hombre, ese Dios, ese prodigio fantástico, definiría el oprobio y la debilidad?" (27) El problema está presentado. Los datos son explícitos. El encuentro de dos experiencias, su simultaneidad, he ahí el punto de partida de la dialéctica Martinista. La tristeza de nuestro destino no facilitaría material para ninguna reflexión si no estuviese, justamente ahí, el espíritu para tomar conocimiento.

"El temor, dice Aristóteles, es el comienzo de la filosofía". Él entendía que la atención se dirigía así a los problemas que el vulgo ignora. Pero, el temor es también objeto de meditación. Por su propia existencia el temor o la angustia, si queremos, señala una oposición entre aquél que teme y aquello que es temido. Es la más directa réplica al materialismo. Impide considerar el mundo material como única realidad, autosatisfaciéndose, existiendo sólo, porque existe siempre el mundo y aquél que lo juzga. El mundo no puede ser una máquina nocturna, porque encontrará al hombre para observarlo girar. Descarte su asombro, que es indiscutible, y parecerá un nudo de contradicciones; forma parte también de la situación del hombre. Miseria humana, experiencia de todo momento. Grandeza del hombre que se sabe infeliz. Grandeza y miseria humana interpenetrándose. La primera permitiendo la segunda y la segunda llevando al espíritu a elevarse en la instrucción de la primera.

Que la ambivalencia de nuestro ser induce a dividir los seres y las cosas en dos clases hace que la creencia en un principio malo y poderoso, aunque sometido al Principio del Bien, haya surgido de la misma reflexión. Esto es cierto y confirma la importancia de esta consideración. Aquí sólo examinamos las aristas de la doctrina Martinista. Antes de todo, destinada a instruir al hombre sobre sí mismo, podrá, enseguida, enseñarle la Ciencia del Mundo y de Dios. Pero es, primeramente, el método de su propio estudio. El hombre, inicialmente, se interesa por él mismo. Si el auto-conocimiento permite abordar las pesquisas de las leyes que rigen el Universo, si este conocimiento nos lleva hasta Dios, no tiene menos por objeto la solución del problema del hombre. Es de este problema que es necesario, en primera instancia, ocuparse, porque él es, en esencia, el único. Nunca el hombre se apercibirá demasiado de esto.

Admitimos, pues, como base de la doctrina Martinista, esta contradicción, esta dualidad de la persona humana. ¿Será ahí que reside la originalidad de Saint-Martin? Absolutamente no. Numerosos fueron los pensadores que descubrieron en la condición humana un tema rico en enseñanzas. Aristóteles, después Platón, sabían bien que la esencia del hombre, su alma, era algo Divino. De San Pablo a Pascal, la lucha de las dos leyes de la carne y del alma constituyeron argumentos clásicos para la apología cristiana. "Siento en mis miembros, dice San Pablo, otra ley que se opone a la ley del Espíritu y me aprisiona en la ley del pecado que está en mis miembros" (28).

"La grandeza del hombre es grande en la medida en que él se reconoce miserable", leemos en los Pensamientos (29). El descubrimiento por el hombre de su caída y la consciencia de su filiación Divina, para explicar su estado actual, está expuesto en varias etapas de la historia de la filosofía. Y Saint-Martin no busca innovar en su doctrina. Al contrario, se felicita por reencontrar, sin cesar, las enseñanzas tradicionales o los descubrimientos de los filósofos. La tradición ocupa un lugar muy importante para él. Y, si de buen grado, citamos a Pascal, es porque su doctrina se mezcla, a veces, al pensamiento Martinista. El propio Saint-Martin señaló este parentesco intelectual: "Leed, nos dice en un texto poco conocido, los Pensamientos de Pascal… Él dice en términos propios lo que os dije y lo que publiqué: saber que el dogma del pecado original resuelve mejor nuestras dificultades que todos los reaccionarios filosóficos" (30). En efecto, llegamos, tanto con Saint-Martin como con Pascal, a resolver el enigma que el hombre trae consigo. Después de haber pintado al hombre y sutilmente haberlo analizado, compitió al Teósofo deducir, de acuerdo con su método, las consecuencias de los hechos que acababa de conocer. Vemos manifestar aquí su esfuerzo de síntesis. Saint-Martin conciliará los elementos opuestos que forman el hombre, mostrará que ellos pueden ser resueltos en una explicación. El método será siempre la profundización en estas contradicciones que constituyen el hombre.

III - "Por el sentimiento de nuestra grandeza, concluimos que no somos sino Pensamientos de Dios, al menos, Pensamientos de Dios" (31). "Por el sentimiento doloroso de la horrible situación que es la nuestra, podemos formar una idea del estado feliz en que estuvimos anteriormente".

"Quién se haya infeliz por no ser rey, dice Pascal, sino un rey destronado" (32). Y Saint-Martin: "Si el hombre no tiene nada es porque lo tenía todo" (33).

De una parte, la certeza de nuestro origen sublime, quiere que nosotros tengamos la intuición de nuestra facultad esencial o quiere que la deduzcamos de nuestra miseria actual; de otra parte, esa propia miseria. Sólo la caída puede explicar esa posición, ese pasaje. Sólo una doctrina de la caída explicará el hecho de haber caído el hombre. Puesto que, tanto el estado primordial de felicidad es una certeza que adquirimos y que la miseria en la cual nos debatimos es una realidad no menos evidente, es preciso admitir una transición de un estado hacia el otro. Tal es la caída.

Sugerimos un análisis más sutil del sublime estado que tornaba al hombre tan grande y tan feliz. Comprendemos como Saint-Martin que este podía nacer del conocimiento íntimo y de la presencia continua del buen Principio. Encontraremos la tercera norma de lo que se puede llamar dialéctica Martinista. Podemos entonces resumir el desarrollo de esa dialéctica utilizando las propias palabras del Teósofo:

1. "¡El hombre es un Dios! Verdad".
2. "¿Cómo el hombre, este Dios, este prodigio extraordinario, se debilitó en el oprobio y en la flaqueza?".
3. "¿Por qué este hombre se debilita, actualmente, en la ignorancia, en la debilidad y en la miseria, si no es porque está separado de este principio que es la única luz y el único apoyo de todos los Seres? (34)


Tales son los principios. Tal es el camino por el cual el hombre llega a la comprensión de su estado. Se puede construir sobre este esquema la doctrina Martinista completa. Es el fundamento psicológico indispensable de las múltiples explicaciones que inspirará el pensamiento del Filósofo Desconocido. ¿No está claro de aquí en adelante el destino del hombre? "Encadenado sobre la tierra como Prometeo" (35), exiliado de su verdadero reino, ¿qué meta podría proponer sino la de reconquistar y la de reintegrarse a su patria?

Y el medio de reencontrar el paraíso perdido, ¿no lo poseemos también? Sabemos cómo fue abatido el hombre. Ahora bien, la mera descripción de ese Edén nos mostrará que está dispuesto "con tanta sabiduría que, retornando sobre sus pasos, por los mismos caminos, ese hombre debe estar seguro de recuperar el punto central en el cual sólo puede gozar de alguna fuerza y de algún reposo" (36). Y la teoría de la Reintegración debe, necesariamente, girar en torno de la figura central del Reparador. Es todo el Martinismo, magníficamente coherente y sólido, que se desarrolla en el entendimiento a partir de las intuiciones fundamentales.


NOTAS:

(14) Matter: Saint-Martin, el Filósofo Desconocido, pág. 219
(15) El Hombre Nuevo
(16) Tableau Natural, 1900, I. pág. 6. "El hombre, a pesar de su degradación fatal, trae en sí siempre señales evidentes de su origen Divino". J. de Maestre. Les Soirées de Saint-Pettersbourgh. VII Palestras.
(17) Errores, I, 51.
(18) Ibid. I, 55.
(19) Ibid. I, 61
(20) Correspondencia, pág. 31
(21) Ibid
(22) Stances, I, pág. 19.
(23) Errores, 1782 I, pág. 31
(24) Tableau Natural, V, 1900, pág. 53.
(25) Correspondencia, pág. 36, 37. El texto de Ecce Homo que Saint-Martin aclaró en esta carta está situado en la pág. 56.
(26) Errores, I, pág. 49.
(27) Stances, 5, pág, 20.
(28) Romanos, VII, 23.
(29) Edición Brunschwieg n 165.
(30) Carta de 27 Fructidor, publicada por "L'Initiation" en Febrero de 1912. Tomemos aquí el ejemplo de Pascal porque el propio Saint-Martin nos invita a hacerlo. Pero, este procedimiento que le es común, es el mismo del cristianismo. Según, por ejemplo, Calvin: Institution Chretienne (Edición Lefranc, Paris, Champion, 1911, pág. 32) que J. de Saussure resume así: "La revelación de Dios divide de este modo el alma en dos convicciones opuestas: la de su dignidad en cuanto a sus propios orígenes y su fin supremo, y la de la indignidad en cuanto a su estado actual" (En la escuela de Calvin, Paris. "Je sers", 1930, pág. 62).
(31) Ecce Homo, 2, pág. 19
(32) Pensamiento. Edición Brunschwieg, 409.
(33) Errores, 1782, pág. 30.
(34) Errores, 1782, pág. 31
(35) Tableau Natural, 1900, pág. 57.
(36) Errores, 1782, pág. 37, 38.
 
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sargatanas
view post Posted on 21/12/2008, 20:31




Consecuencias

Hemos visto la dialéctica de Saint-Martin y descrito bajo este término el recorrido del hombre en dirección al conocimiento de su origen y de su destino. Es interesante notar que esta marcha del pensamiento reproduce la propia marcha del ser. Comparemos, en efecto, la aprehensión del hombre por sí mismo con sus consecuencias y la aventura humana que esta aprehensión permite reconstituir.

1º - El hombre goza inicialmente de la felicidad edénica. El menor toma consciencia de su imperfección actual y de la aspiración de su espíritu, en una palabra, de la idea de la beatitud original. Recuerda esto en primer lugar.

2º - Después medita sobre el sufrimiento que es su quiñón en esta vida. Descubre el estado después de la caída. Así el hombre en su periplo cae del Cielo para venir a la Tierra.

3º - Finalmente, el Hombre miserable comprende el misterio del pasaje, la distancia que separa los dos estados. Así el Hombre caído transpondrá nuevamente la distancia infinita, rehará el trayecto que conduce a la Felicidad y obtendrá su Reintegración.

Tesis, antítesis y síntesis. Felicidad primordial, caída y reintegración. El menor espiritual posee el trazado de su destino. Él reconoce, seguramente, a través de un procedimiento lógico basado en su curva ontológica. Cada hombre reencuentra en su espíritu la eterna epopeya del Hombre.

"Tengo por verdadero lo que me es dado por verdadero en el fondo íntimo de mi alma". Así, Salzmann define la verdad. Sin duda, Saint-Martin no habría negado esa profesión de fe de un iluminado. ¿Pero lo habría juzgado suficiente para fundar una doctrina, para presidir una iniciación, es decir, un comienzo? Es lo que se pretendió varias veces. Algunos quisieron construir el conjunto del sistema Martinista sobre ese único criterio subjetivo. Y es porque el cuadro del cual tratamos de trazar las grandes líneas parecerá, tal vez, muy intelectual, muy intelectualista. Nos censurarán, tal vez, por haber insistido sobre el aspecto racional del Martinismo. Sería fácil responder que este aspecto es el único que se puede exponer o discutir y que más allá de todo, la pura mística no se describe ni se pliega, que la exhortación, por el propio hecho de ser formulada, sufre el impacto de la razón y reconoce implícitamente su poder.
 
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samael69
view post Posted on 21/12/2008, 20:35




Iluminismo Místico

Se diría que Saint-Martin es un místico. La doctrina Martinista es una doctrina mística. Ciertamente, pero sería traicionar la memoria de Saint-Martin presentarlo como un puro discípulo de Madame Guyon.

Balzac critica violentamente ciertos escritos místicos: "Son escritos sin método, sin elocuencia y su fraseología es tan bizarra que se pueden leer mil páginas de Madame Guyon, de Swedenborg y sobretodo de Jakob Böhme, sin deducir nada de ahí. Ustedes van a saber por qué, a los ojos de estos creyentes, todo está demostrado". (Prefacio del libro Mystique. Obras completas, Calmann Levy, XXII, 423). Si esas censuras pueden, con rigor, aplicarse a Jakob Böhme, ellas no tocan a Saint-Martin. Los impulsos del Hombre de Deseo reposan sobre las consideraciones filosóficas De los Errores y de la Verdad, o de la Tabla Natural (38).

Es preciso que nos entendamos sobre la expresión mística. La palabra mística, como la hindú yoga, sirve para designar dos ideas diferentes: por un lado unión con Dios, la vida que los cristianos llaman unitiva, de otra parte un camino, un método, una técnica (a veces, muy próxima al plano físico, como en el Hatha Yoga), que conduce a esa unión. De un lado la meta, de otro los medios para alcanzarla (39). Para retomar la terminología Martinista, diferenciaremos entre la Reintegración y el Camino Interior que conduce a ella.

En el esbozo del camino hacia Dios pueden figurar aspectos racionales que no tendrán lugar en la existencia del hombre reintegrado. En cuanto a la ascesis, a esa preparación moral a la vida unitiva, ocupa un lugar en el cuadro de los elementos racionales. Aún más, se apoya en ellos. Conviene, pues, tratar de los mismos en primer lugar.

Encontraremos en Saint-Martin la idea de Dios sensible en el corazón. Pero esta relación sólo constituye, más seguidamente, un ideal o fruto del amor y su coronamiento. El conocimiento de Dios, corolario del conocimiento del hombre, puede también ser adquirido a través del camino intelectual. "En lo que se refiere a las dos puertas, el Corazón y el Espíritu, creo, escribe el filósofo, que la primera es mucho más preferible que la otra, sobretodo, cuando se tiene la felicidad de participar en ella. Pero ella no debe ser absolutamente exclusiva, principalmente cuando es necesario hablar a las personas que sólo poseen la puerta del Espíritu apenas entreabierta, y es preciso ser muy escrupuloso sobre esa enseñanza hasta que surja la luz" (40).

El método es, en ambos casos, de idéntica inspiración. Es en el hombre que encontramos a Dios. Pero en cuanto el descubrimiento místico se revela estrictamente personal y a veces infructífero, el procedimiento racional se revierte de un valor universal. El Tableau Natural, por ejemplo, mostrará que el examen del espíritu, la formación de las ideas, en una palabra, que la psicología supone Dios (41). Se descubrirá, así, un nuevo elemento a integrar en la dialéctica Martinista y que justificará el préstamo de la senda interior.

Por más inesperada que parezca esta aproximación, el iluminismo de Saint-Martin se haya bien caracterizado por las observaciones de un Maurice Blondel. ¿Qué es la mística? Pregunta este autor, y responde: "La mística no nos conduce a lo que es oscuridad e iluminismo, hacia lo que es subliminal o supraliminal, para un juego de perspectiva subjetiva, sino hacia un modo determinado positivamente y metódicamente de la vida espiritual y de la luz interior, esto quiere decir que ella implica en el empleo previo y concomitante de disposiciones intelectuales e inteligentes, un querer muy consciente y muy personal, una ascesis moral según graduaciones observables y regulables" (42).

Reprobamos, como Maurice Blondel, ese falso iluminismo. El propio Saint-Martin lo denunció vigorosamente en Ecce Homo. Y nosotros lo reprobamos porque él está en contradicción con el verdadero iluminismo, del cual el Martinismo representa el tipo acabado. Una palabra no debe lanzar el descrédito sobre una doctrina que ella no designa sino por confusión. "En general, me ven como un iluminado, decía Saint-Martin, sin que el mundo sepa, todavía, qué se debe entender por esa palabra" (43).

J. de Maestre observará también, en sus Veladas de Saint-Petersbourg (44), hasta qué punto ese nombre fue desviado de su verdadero significado.

"Llaman iluminados a delincuentes que osaron, hoy, concebir e incluso organizar en Alemania la más criminal asociación, horrendo proyecto de extinguir el Cristianismo y la Monarquía en Europa (45). Se da ese mismo nombre al discípulo virtuoso de Saint-Martin, que no profesa solamente el Cristianismo, sino que trabaja para elevarse a las más sublimes alturas de esa ley Divina".

El iluminismo es, en resumen, el sistema, la manera de actuar del espíritu, que ofrece la salvación en la iluminación. Pero que el iluminismo presupone esa iluminación, nada es menos cierto. Sin duda, Dios podrá manifestarse, precozmente y sin preparación. La certeza será manifestada, y más que la certeza de una doctrina, la meta será alcanzada. Pero Saint-Martin posee la más fiel y la más exacta imagen del hombre. Nosotros lo vimos extraer de esa aguda percepción de la esencia humana sus más fuertes argumentos. La búsqueda de Dios, el camino para la reintegración; él admite que nosotros poseemos su llave para una revelación inmediata. Es preciso procurarla, pedirla, solicitarla. Es por medio de esa finalidad, para responder a esa necesidad racional que se erguirá hostil si no la satisfacemos, que el Martinismo usa una dialéctica.

Saint-Martin declara que el mayor error del hombre sería desinteresarse por la verdad, y también el juzgarla inaccesible. "Tú no me buscarías si ya no me hubieras encontrado", dice Pascal. Y San Agustín, demostraba que en la base del pedido de gracia había ya una gracia que permitía formular la oración. Pero cualquiera que sea la gratitud de salvación, de la Reintegración, no permanece, excepto al principio, un movimiento voluntario. El Martinismo no desconoce la voluntad sobre todo cuando ella procura identificarse con la voluntad de Dios. Porque es allí que encuentra su plena expansión. En el primer paso que conduce al Camino, el Hombre debe contribuir con su esfuerzo. Y como no actúa sin razón y sin motivación, cabe a la dialéctica Martinista indicarle la estrella que lo conducirá hasta Dios, su Principio.

Feliz aquél que vea a la iluminación esclarecer la conclusión racional con los rayos de la certeza. Estará próximo a la meta. La dialéctica habrá conducido a la mística, pues habrá revelado al hombre a sí mismo.

"Nuestro ser, siendo central, debe encontrar en el centro, donde están todos los auxilios necesarios, su existencia" (46). Que él ahí se encuentre con el secreto de su destino y de su origen, con los medios de realizar uno retornando al otro. Tal es la gran enseñanza del Martinismo.


NOTAS:

(38) Que Balzac, fervoroso en la época Martinista, evita citar.
(39) "El Yoga es el conjunto de procesos físicos, mentales y espirituales que tienen por finalidad la transformación profunda del Ser humano, el despertar en él del Hombre Nuevo que, en estado normal es trascendental e inaccesible". (J. Marqués-Rivière: Le Yoga Tantrique, pág. 16, Paris, 1937). ¿Podríamos facilitar una definición más detallada de la mística Martinista que el despertar del Hombre Nuevo?
(40) Carta a Willermoz, 3 de febrero de 1784. Papus, pág. 170.
(41) Tableau Natural, pág. 8, 9, 10 y 11.
(42) Cahiers de la Nouvelle Journèe "Lo que es la mística" (Bloud y Gay, editores), pág. 19.
(43) Retrato nº 743, pág. 97.
(44) Soirèes, XI Palestra (II, 165).
(45) Esta organización es la de los Iluminados de Baviera, discípulos de Jean Weishaupt. (R. A.)
(46) Correspondencia, pág. 15.
 
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satanas1
view post Posted on 21/12/2008, 20:40




Cristianismo versus Catolicismo

Escritores de un gran talento han tratado de enseñarnos los efectos gloriosos del cristianismo. Pero aunque se lean sus mejores obras con una gran admiración, no se encontrará allí lo que su autor trataba de demostrar, a mi entender, viendo que reemplazaban muchas veces los principios por juegos ingeniosos de elocuencia, e incluso, si lo deseamos, por la poesía; yo no los leo más que con la más extrema de las precauciones. Sin embargo, si hago algunas reseñas sobre sus escritos, no es ciertamente ni como un ateo ni un incrédulo como oso permitírmelo. He combatido mucho tiempo a los mismos enemigos que atacan estos autores con valor, y mis principios en este género me han hecho con la edad adquirir mayor consistencia.

No es tampoco, por otra parte, ni como literato ni como erudito la forma en que ofreceré mis observaciones, aunque deje sobre estos dos puntos las ventajas de que no carecen. Es como aficionado a la filosofía divina la manera en que me presentaré en la lid, y bajo este título no deben despreciarse las reflexiones de un colega que, como ellos, ama por encima de todo lo que es verdad.

El principal reproche que les hago es el de confundir en todos los puntos el cristianismo con el catolicismo; lo que hace que su idea fundamental, no poseyendo el suficiente aplomo, la ofrecen necesariamente en su camino hacia un traqueteo fatigante para los que quisieran seguirles, pero que están acostumbrados a marchas sobre caminos mejor pavimentados. [...]

El verdadero cristianismo es no solamente anterior al catolicismo, sino incluso al propio término "cristianismo". El nombre de cristiano no figura ni una sola vez en el Evangelio, pero el espíritu que corresponde a este término queda muy claramente expresado, y consiste, según San Juan (I, 12) en el poder de llegar a ser hijos de Dios; y el espíritu de los hijos de Dios o de los Apóstoles del Cristo y de los que han creído en él es (según San Marcos, XVI, 20) que el Señor coopere con ellos y que confirme sus palabras con los milagros que las acompañen. Bajo este punto de vista, para encontrarse realmente en el seno del cristianismo es necesario estar unido en espíritu al Señor y haber consumado la completa alianza con él.

En relación con esto, el verdadero genio del cristianismo sería menos el constituir una religión que el término y lugar de reposo de todas las religiones y todos los caminos laboriosos, a través de los cuales la fe de los hombres y la necesidad de purgarse de sus faltas les obliga a caminar diariamente.

De esta forma, existe algo muy destacable, que en los cuatro Evangelios, que descansan en el espíritu del verdadero cristianismo, la palabra religión no se menciona ni una sola vez y que, en los escritos de los apóstoles que completan el nuevo testamento, sólo se menciona cuatro veces: una en los Hechos (XXVI, 5), en donde el autor se refiere a la religión judía; la segunda en los Colosenses (II, 18), donde el autor se limita a condenar el culto o la religión de los ángeles; la tercera y cuarta figuran en la Epístola de Santiago (I, 26 y 27), donde dice simplemente: 1) aquél que no reprime su lengua y libra su corazón a la seducción, no posee más que una religión vana, y 2) la religión pura y sin mácula consiste en visitar a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones y guardarse de la corrupción del siglo; ejemplos a través de los cuales el cristianismo parece tender más hacia una sublimidad divina o hacia el lugar de reposo que a revestirse de los colores que acostumbramos a denominar religión.

He aquí un cuadro de las diferencias entre el cristianismo y el catolicismo:

El cristianismo no es sino el espíritu de Jesucristo en su plenitud, y una vez que este divino reparador ha realizado todos los grados de su misión, que empezó a cumplir en el mismo momento en que se produjo la caída del hombre, prometiéndole que la raza de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente. El cristianismo es el complemento del sacerdocio de Melquisedec; es el alma del Evangelio, es el que hace circular en dicho Evangelio todas las aguas vivas de las que las naciones tienen necesidad para liberarse.

El catolicismo, al que corresponde propiamente el título de religión, es la vía de pruebas y trabajos precisos para llegar al cristianismo.

El cristianismo es la religión de la liberación y de la libertad; el catolicismo no es sino el seminario del cristianismo, la región en donde moran las reglas y disciplinas del neófito.

El cristianismo llena toda la tierra por igual con el espíritu de Dios; el catolicismo sólo llena una limitada región del globo, aunque su título lo presente como universal.

El cristianismo lleva nuestra fe hasta la región luminosa de la eterna palabra divina; el catolicismo limita esta fe en las fronteras de la palabra escrita o las tradiciones.

El cristianismo dilata y amplía el uso de nuestras facultades intelectuales; el catolicismo encierra y circunscribe el ejercicio de estas mismas facultades.

El cristianismo nos muestra a Dios al descubierto en el seno de nuestro ser, sin el recurso de formas y fórmulas; el catolicismo nos hace abandonar la relación con nosotros mismos para encontrar a Dios oculto bajo el aparato de las ceremonias. [...]

El cristianismo no hace ni monasterios ni anacoretas, porque no puede aislarse más de lo que lo hace la luz del sol, y de manera idéntica trata de difundir todo su esplendor. Es el catolicismo el que ha poblado los desiertos de solitarios, y las ciudades de comunidades religiosas, unos para dedicarse con mayor aprovechamiento a su salvación individual y los otros para ofrecer al mundo, que consideran corrompido, algunas imágenes de virtud y piedad que lo espabilarán de su letárgia.

El cristianismo no tiene ninguna secta, porque abarca la unidad, y siendo única, no puede dividirse consigo misma. El catolicismo ha visto nacer en su seno multitud de cismas y sectas que han ido incrementando el reino de la división, más que el dominio de la concordia, y este propio catolicismo, cuando se creyó en el más perfecto grado de pureza, apenas encuentra dos miembros de su fe que posean una creencia uniforme.

El cristianismo no ha hecho jamás cruzadas; la cruz invisible que lleva en su seno no tiene por finalidad más que el consuelo y la felicidad de todos los seres. Ha sido una falsa imitación de este cristianismo, por no decir más, el que ha inventado estas cruzadas, y ha sido inmediatamente el catolicismo quien las ha adoptado; pero es el fanatismo quien las ha dirigido, el jacobinismo quien las compuso y el anarquismo el que se puso a su frente, y por último el "bandolerismo" el que las ha realizado.

El cristianismo sólo le ha hecho la guerra al pecado; el catolicismo va por el sendero de las autoridades y las instituciones. El cristianismo no es más que la ley de la fe; el catolicismo es la fe de la ley.

El cristianismo es la instalación completa del alma del hombre en el rango de ministro y obrero del Señor; el catolicismo limita al hombre en el seno de su propia salud espiritual.

El cristianismo une sin cesar al hombre a Dios, como siendo, por su naturaleza, dos seres inseparables; el catolicismo, al utilizar en ocasiones el mismo lenguaje, nutre, sin embargo, al hombre de tantas formas que le hace perder de vista su objeto real y le hace adquirir, o incluso viciarse, en numerosos hábitos que no sirven siempre para el provecho de su verdadero avance. [...]

El cristianismo es una activa y perpetua inmolación espiritual y divina, sea del alma de Jesucristo, sea de la nuestra. El catolicismo, que descansa particularmente en la misa, no ofrece en ella más que una inmolación ostensible del cuerpo y sangre del Reparador. [...]

El cristianismo pertenece a la eternidad; el catolicismo es del tiempo.

El cristianismo es el término; el catolicismo, a pesar de la imponente majestad de sus solemnidades, y por encima de la santa magnificencia de sus admirables rezos, no es más que el medio.

Finalmente, es posible que existan muchos católicos que no sean capaces de juzgar todavía en qué consiste realmente el cristianismo; pero es imposible que un verdadero cristiano no se encuentre en estado de juzgar lo que es realmente el catolicismo y en qué consiste en realidad lo que libera al ser.

Louis-Claude de Saint-Martin

Extracto de su obra "El Ministerio del Hombre-Espíritu"
 
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sargatanas
view post Posted on 21/12/2008, 20:49




Programa de Estudio

Asociado

"El Cocodrilo" (1.799): Describe, a través de un poema épico de 102 cantos, la forma como el mal se insinúa a las cosas sagradas y con perfidia destila su veneno para destruir a aquellos que son ciegos e insensibles. Pero el mal dispone de un tiempo limitado y puede ser fácilmente reconocido por señales discernibles; no puede engañar a aquellos que tienen visión de conciencia, que observan y son Caballeros de nobles designios.

"De los Errores y de la Verdad" (1.775): El mensaje de este libro es que por el conocimiento de su propia naturaleza el hombre puede alcanzar el conocimiento de su Creador y de toda la Creación, así como de las Leyes fundamentales del Universo, la cuales están reflejadas en la ley hecha por el hombre. Bajo esta luz fue mostrada la importancia del libre albedrío.

"El Hombre de Deseo" (1.790): En esta obra vemos la influencia de la doctrina de Böhme. Recuerda uno de los Salmos que refleja el ardor del alma hacia Dios y deplora al alma humana, sus errores y pecados, su ceguera y su ingratitud. En esta Obra Saint-Martin ve la posibilidad de un retorno del hombre a su estado primitivo. Pero este retorno no es posible sin el abandono de la vida de pecado y el seguimiento de las enseñanzas del Redentor Jesús Cristo, Hijo de Dios, que descendió de las alturas de su Trono celestial por amor a toda la humanidad.

"Ecce Homo" (1.792): Saint-Martin advierte de los peligros de buscar la excitación de las emociones de las experiencias mágicas de bajo nivel, las premoniciones, de los fenómenos que no pasan de ser expresiones de estados psico-físicos anormales del ser humano.

"De los Números" (1.843): Se trata de una Obra inacabada, pero contiene muchas indicaciones importantes que no podrán ser encontradas en otra parte. Analiza los números desde un punto de vista metafísico y místico. Desde esta perspectiva, en los números encontró una confirmación de la caída y del Renacimiento del Hombre. Esta obra, aunque forma parte de las obras póstumas, se incluye en el Grado Asociado porque es aquí donde los miembros de la Orden abordan el estudio místico de los Números.

Iniciado

"La Tabla Natural de las Relaciones que existen entre Dios, el Hombre y la Naturaleza" (1.782): El Hombre había sido privado de sus aptitudes y medios superiores por estar sumergido en la materia tan profundamente que perdió la conciencia de su naturaleza original, que tenía antes de la caída y que era reflejo de la imagen de Dios. Con esta caída el Hombre quedó apartado del cuadro de sus propios derechos y dejaría de ser un eslabón entre Dios y la Naturaleza.

En esta obra, compuesta en París por recomendación de algunos amigos, el autor infiere, de la superioridad de las facultades del Hombre y de sus actos sobre los órganos de los sentidos y sobre sus producciones, que la existencia de la naturaleza, sea en general, sea en particular, es igualmente el producto de poderes creadores superiores a este resultado. Sin embargo, el Hombre depende de las cosas físicas, de las que no adquiere más que la idea que ellas forman a través de la impresión de sus órganos. Pero tiene, al mismo tiempo, nociones de otra clase distinta, ideas de ley y de poder, de orden y de unidad, de sabiduría y de justicia. Así pues, depende de sus ideas intelectuales y morales, al igual que de sus ideas extraídas de sus sentidos. Ahora bien, las primeras no provienen de él: parten pues de otra fuente, de facultades exteriores que producen en él los pensamientos. Pero, ¿de dónde nace esta dependencia? Del desorden producido por una causa inferior, que se opone a la causa superior, y que ha dejado de ser en su ley.

El hombre está caído: desde entonces, lo que existía en principio de forma inmaterial ha sido sensibilizado bajo formas materiales. El orden y el desorden son manifiestos. Sin embargo, todo tiende a reintegrarse en la unidad de donde todo ha salido. Si, a consecuencia de esta caída, las virtudes o facultades morales e intelectuales han sido divididas por el hombre, él debe trabajar en revivificar su voluntad por el deseo, para reunir lo que ha sido separado. Pero su regeneración no se puede operar sin la intermediación del Reparador, pues el sacrificio ha reemplazado las expiaciones que tendrían lugar según la ley del espíritu. Tal es el plan de esta obra capital, cuyo desarrollo lógico es conciso, y más metódico o más continuo que en la primera. En algunas partes, señalado por comillas, aparecen comentarios algo extraños al discurso: son los que contienen la parte enigmática de la doctrina de Martinez, donde se dice, por ejemplo, en la lengua misteriosa de los números, que el hombre se perdió del 4 al 9, lo que quiere decir del espíritu a la materia. Pero es en este punto donde por estas figuras puramente alegóricas se debe juzgar el fondo de la doctrina.

"El Hombre Nuevo" (1.792): Es más bien una exhortación que una enseñanza. Lo escribe en Strasbourg, en 1.790, por consejo del caballero Silverhielm, antiguo capellán del rey de Suecia y sobrino de Swedenborg. Trata del pensamiento como un órgano de Renacimiento que permite penetrar lo más profundo del ser humano y descubrir la verdad eterna de su naturaleza.

La idea fundamental de esta obra es que el Hombre porta en sí mismo una especie de texto, en el que su vida entera deberá ser el desarrollo, porque el alma del Hombre, dice, es primitivamente un pensamiento de Dios: de ahí resulta que el medio de renovarnos entrando en nuestra verdadera naturaleza, es pensar por nuestro propio Principio, y emplear nuestros pensamientos como órganos para operar esta renovación. A pesar de la elevada fuente donde el autor se sitúa, confesaría más tarde que no habría escrito este libro, o que lo habría escrito de otro modo si antes hubiese conocido la obra de J. Böhme.

S.I.

"Del Espíritu de las Cosas" (1.800): En este libro el autor declara que el Hombre, creado a semejanza de Dios, puede penetrar en el seno del Ser que está oculto por toda la Creación y que gracias a su clara visión interior, es capaz de ver y reconocer las verdades de Dios depositadas en la Naturaleza. La Luz interior es un reflejo que ilumina las formas.

"El Ministerio del Hombre Espíritu" (1.802): Aquí el Filósofo Desconocido completa todas las indicaciones precedentes, presentando un objetivo que no es diferente, escogiendo como alegoría la ascensión de una alta montaña. El Hombre escala impelido por una necesidad interior en el antegozo de la victoria, que conduce a la libertad tras tribulaciones y sufrimientos. Es el regreso del Hijo Pródigo a la casa del Padre, siempre lleno de caridad y perdón. Esto es alcanzar la unidad perfecta con Él: "Yo y el Padre somos uno".

El objeto de este libro es el de mostrar cómo el Hombre-Espíritu (ejerciendo un ministerio espiritual) puede mejorarse y regenerarse él mismo y a los demás, devolviendo la Palabra o el Logos (el Verbo) al hombre y a la naturaleza. Es de esta Palabra que Saint-Martin, imbuido plenamente de la doctrina y de los sentimientos de Jacob Böhme, extrae aquí sus razonamientos y su estilo. Sin embargo, esta obra, aunque más clara en general que las precedentes, es aún, en algunas de sus partes, demasiado alejada de las ideas humanas.

La gran mejora que el Teósofo propone consiste en el desarrollo radical de nuestra esencia íntima. Todos sus escritos descansan más o menos sobre esta base. En resumen, La Tabla Natural, establece, por la obra de la regeneración, la necesidad de un Reparador, para enseñar la grandeza del sacrificio en el cual la víctima se inmola a sí misma, en el lugar de los holocaustos sangrantes que habían tenido lugar anteriormente. El Hombre de Deseo muestra que la sangre de esta víctima era espíritu y vida, la misericordia se torna así unida a la justicia. El Ministerio del Hombre Espíritu enseña finalmente a operar en él mismo la acción del Reparador, inmolándose, a su ejemplo, para separarse del reino material, órgano del mal. El renacimiento del Hombre por esta vía donde J. Böhme había penetrado tan profundamente según Saint-Martin, era bien preferible a las vías que abren las visiones contemplativas de los místicos, o las manifestaciones sensibles producidas, sea por la exaltación del alma como Swedenborg, sea por el adormecimiento de los sentidos corporales como en el magnetismo sonambúlico.

Obras Filosóficas, literarias y poéticas; Obras póstumas y Correspondencia. Su estudio nos aclara y nos amplia todo lo anterior, y nos ayuda a conocer mejor el semblante del Filósofo Desconocido y su entorno. La correspondencia de discípulos y amigos es igualmente muy instructiva.

Fuentes principales de las que bebe nuestro V.M.: Doctrina de la Reintegración de los Seres de Martinez de Pasqually, Teosofía de Jacob Böhme, Padres de la Iglesia (Cristianismo Primitivo).
 
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samael69
view post Posted on 21/12/2008, 20:54




Víctor Blanchard
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Victor Blanchard (1878-1953) fue, entre las dos Guerras Mundiales, el Soberano Gran Maestro de la Orden Martinista & Sinárquica bajo el nombre iniciático de Paul Yesir. Además, fue un importante empleado de la administración del gobierno, promocionándose hasta convertirse en líder del Secretariado General de los Miembros del Parlamento de Francia. Era un estrecho colaborador de Papus, con quien organizó el Congreso Espiritualista de Junio de 1908. Tras un corto período de relación con Guénon, disolvió esta alianza tras el caso de la Orden Renovada del Templo. También fue discípulo y gran admirador de Saint-Yves d'Alveydre. De acuerdo con Jean Mallinger (Sâr Elgim), sus conocimientos sobre Magnetismo y literatura sacra del Antiguo Egipto eran extraordinarios.

Después de la Primera Guerra Mundial, Blanchard no reconoció la Gran Maestría de Jean Bricaud como líder del Martinismo, y con algunos antiguos miembros del primer Supremo Consejo fundó la Orden Martinista & Sinárquica el 3 de Enero de 1921. Por otro lado, existían diferencias entre las dos Órdenes Martinistas. Bricaud, que tendía a situarse en la tradición de los Elus Cohen de Martinez de Pasqually y de Willermoz, solamente permitía el acceso a su Orden a hombres que también fuesen Maestros Masones, continuando así las tentativas de Téder para vincular el Martinismo con la Masonería. Blanchard, al mismo tiempo, permaneció como practicante del sincretismo esotérico practicado por Papus, y de modo semejante permitía el acceso de las mujeres y no exigía ninguna graduación masónica. Blanchard "se ligó" a Saint-Yves d'Alveydre, y añadió al nombre de su Orden el epíteto de Sinárquica.

Victor Blanchard era también Masón del Gran Oriente de Francia - donde fue miembro del Gran Colegio de Ritos, así como un alto Dignatario de otras Órdenes ocultas como: La Iglesia Gnóstica Universal de Bricaud (bajo el nombre de Tau Targelius) y la Orden Kabalística de la Rosa+Cruz, ambas organizaciones siendo dirigidas por Lucien Mauchel (conocido como Chamuel y fallecido en 1936). Es necesario decir que estas organizaciones eran distintas de la Iglesia Gnóstica Católica y de la Orden de la Rosa+Cruz Kabalística y Gnóstica, que fueron dirigidas por Bricaud y posteriormente por Chevillon. Blanchard también fue miembro de la Orden del Lirio y del Águila (que en sus grados más elevados confiere la iniciación de la Rosa+Cruz de Oriente), de la cual fue Comendador desde 1918; era Presidente desde 1933 de la Fraternidad de los Polares (al menos del grupo de París); y, finalmente, en la Orden Pitagórica, gracias a las ligazones creadas por la F.U.D.O.S.I., logró el cuarto y último grado: Arconte de las Artes y Ciencias. Fue uno de los más entusiastas fundadores de la F.U.D.O.S.I., permitiéndole continuar la acción internacional comenzada en Junio de 1908 con Papus y confiriéndole una nueva legitimidad ante Chevillon - que como sucesor de Bricaud no reconoció. En 1934, designado como Sâr Yesir, fue propuesto como uno de los tres Imperatores da F.U.D.O.S.I., con jurisdicción especial sobre el Martinismo y países de Oriente (Sâr Hiéronymus siendo Imperator para Europa y Sâr Alden para las Américas). Finalmente, debido desavenencias personales con Agustín Chaboseau, Blanchard abandona la F.U.D.O.S.I. en 1.939 reincorporándose poco antes de su disolución en 1.951.

A pesar de esta consagración, la actitud de Blanchard para con Bricaud luego se volvería hostil, a juzgar por las referencias siguientes de Robert Ambelain (Le Martinisme, 1946) donde se encuentran también elementos que minan la legitimidad de Bricaud sobre la transmisión de Téder:

"Al respecto de los derechos alegados para la Gran Maestría de la Orden Martinista, hay también diversos testigos que puedo recordar. Uno de los testigos aún vive aquí en Paris (nota del traductor: en 1946). Hermano Nicholas Choumitsky (de quien Ambelain recibió la filiación Rusa), venido de una antigua familia rusa de Martinistas... alumno y discípulo de Charles Barlet, me dijo: Regresé a Francia en 1919. Téder había fallecido. Pregunté a Chacornac quién era por tanto el Gran Maestro de la Orden Martinista, y él contestó: Es Blanchard. Entonces entré en contacto con Blanchard. Una reunión fue organizada entre Bricaud y Blanchard y tuvo lugar en un café. Blanchard compareció con algunos miembros de su Supremo Consejo. Bricaud fue solo, llevando consigo un documento - en un marco con cristal, que reivindicaba que Téder lo había nombrado como su sucesor. Blanchard se puso intensamente irritado, y después del examen del documento, la opinión unánime era la de que no era auténtico. Bricaud dejó la impresión en aquéllos que comparecieron de ser una persona superficial y de falta de profundidad. Yo entonces me dirigí a Charles Barlet y le pregunté quién era el verdadero sucesor de Téder. Sonrió y dijo que el Martinismo era un círculo cuya circunferencia estaba en todas partes y el centro en ningún lugar. Pretendió con esto decir que no había un Gran Maestro. Más tarde, la señora Détré (esposa de Téder), me dijo que su esposo no podría haber designado un sucesor visto que no pensaba en ningún momento que iba a morir. Según ella, Téder murió a consecuencia de un ritual mágico".

En todo caso, existe un documento que sitúa la sucesión de Bricaud en una posición extraña. Este documento principalmente avisa a los dignatarios de la Orden Martinista de la muerte de Téder. El documento original aún existe en los archivos de la Orden Martinista. Fue firmado por Jean Bricaud 33º 90º 95º - Presidente del Supremo Consejo y Gran Maestro General de la Orden. Fue publicado de esta forma avisando a los dignatarios de la Orden de la muerte de Téder, y Bricaud firma él mismo como Gran Maestro General en su lugar; los dignatarios, por tanto, no fueron consultados. Ninguno de entre ellos había elegido a Bricaud como Gran Maestro. Y ya que Téder no había nombrado a nadie, como se puede ver, el resultado fue un poco imprevisto también... Los Grandes Consejos de Italia, España y Gran Bretaña, cortaron sus relaciones con el Supremo Consejo de Lyon. Un gran número de Martinistas franceses se unió a Blanchard y a su Orden Martinista & Sinárquica, otros permanecieron separados y se juntaron doce años más tarde a la Orden Martinista Tradicional de Augustin Chaboseau.
 
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astaroth1
view post Posted on 21/12/2008, 21:19




Discurso de apertura del
Congreso Espiritualista y Masónico de 1908


Victor Blanchard fue el Secretario General del Congreso Espiritualista y Masónico de 1908. En su discurso de apertura, se refirió al congreso como el primer Congreso de Ocultismo autónomo y expresó en su conclusión la esperanza de ver todos los Ritos Masónicos Franceses viniendo a reforzar el ejército de Caballeros del idealismo Cristiano.

He aquí un extracto que ejemplariza su pensamiento:

"La doctrina que ahora tanto excita su curiosidad no es nueva, digan lo que puedan decir los críticos de la historia de la filosofía.

Si recurrimos puramente a los documentos históricos, está en los más famosos Santuarios de India y Egipto - herederos de la sabiduría tradicional de las razas negras, de la Atlántida y Lemuria, el nacimiento de la CIENCIA OCULTA.

De allá, el esoterismo se difundió hacia China, Persia, Caldea, Palestina, Grecia, Roma, países Galeses, Alemania y sobre toda la faz de la Tierra.

No nos olvidemos de que esta filosofía, al mismo tiempo humana y divina, inspiró poderosamente a todos los fundadores de las grandes religiones antiguas, entre ellos: Rá, Confucio, Krishna, Zoroastro, Moisés y Buda. Es de allí que los célebres Legisladores de eras pasadas extrajeron sus costumbres más sabias. Es de esta fuente sublime que la mayoría de los poetas, filósofos y sabios de la Antigüedad y de épocas modernas extrajeron la mejor parte de sus grandes y brillantes ideas. Uno las redescubre ocultas bajo el texto literal de todas las Sagradas Escrituras de Oriente y de Occidente, en las parábolas de Jesus y hasta en las Epístolas de San Pablo. Fue conservada por determinados sacerdotes de la Iglesia, Gnósticos, Trovadores, Alquimistas, líderes de guildas medievales y por la elite intelectual de los Templarios, que escapando de la tortura y del derramamiento de sangre, la transmitieron más tarde por intermediación de los Rosa+Cruz, Masones y Martinistas.

HERMETICISMO es la síntesis científica, filosófica, religiosa y social del pasado, presente y será, sin duda, la del porvenir.

El teólogo, el filósofo, el científico, el médico, el moralista o el sociólogo deben hacer esfuerzos para estudiar el Ocultismo, donde solamente encontrarán, al mismo tiempo, las mejores soluciones para los enigmas teológicos, cosmológicos, antropológicos y sociológicos, los elementos que revivificarán su conocimiento actual, así como la regeneración del cuerpo humano, del alma y de toda sociedad.

El historiador, el escritor y el artista, ganarán también con estos estudios un poco abstractos. El primero descubrirá la explicación de muchos hechos obscuros e incómodos; el segundo penetrará fácilmente el sentido más elevado de mitos antiguos aparentemente absurdos y de fábulas orientales, y podrá mejor descifrar los misterios del alma humana. El tercero podrá contemplar, sin cansarse, las diferentes formas que revelan la Belleza Suprema tanto en este mundo como en los otros planos del Universo manifestado, y consecuentemente podrá darles una expresión física más satisfactoria que las ya producidas hasta hoy.

En Cuanto a aquellos que están atormentados por la profunda angustia del problema de la vida después de la muerte, comprenderán a través de la exposición de nuestras doctrinas, esperamos, la racional certeza de la experiencia directa de la inmortalidad de su esencia consciente y espiritual, comprenderán que la Divinidad quiere lo mejor para todas sus criaturas y que el Cielo, el Purgatorio y el Infierno de los inocentes teólogos no son nada más que las situaciones físicas y morales en las cuales nuestra alma se encuentra durante todo el desarrollo de su carrera eterna. Podrán saber que la Reencarnación, enseñada en las antiguas escuelas de misterios, exactamente como lo era en la Iglesia Cristiana original y en las modernas iniciaciones, es uno de los múltiples medios utilizados por la Bondad Soberana (o Dios Supremo), a fin de acelerar la evolución anímica, intelectual y espiritual de cada uno de nosotros. Podrán ver que el hombre es elaborado continuamente a través de las circunstancias, que debe presidir durante sucesivas venidas en el tiempo y en el espacio. Reconocerán que los seres humanos están todos unidos entre sí, no solamente en acciones, sino también en palabras y, sobretodo, en pensamiento. Por estos medios es que prepararán conscientemente el Advenimiento en la Tierra de la Verdadera Fraternidad y del Reino del Espíritu Santo, o de la Ciencia aliada a la Fe, de la Razón unida a la Intuición, una fusión duradera y celestial que la Fiesta de Pentecostés simboliza tan bien".
 
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16 replies since 21/12/2008, 19:05   1403 views
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