VUDU

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nubarus
view post Posted on 4/5/2009, 22:27 by: nubarus




LOS SANTOS IBÓ

IBÓ

A este lúa no se le puede poner la comida junto con otros santos, sino separada. Digamos, en una esquina de la casa: "ese santo dicen que es caprichoso; no le gusta el juntamiento, lo de él es solo". Se le sacrifica una pareja de aves—un gallo y una gallina colorados—. Es identificado con santa Bárbara o el oricha Changó de la santería cubana.

IBÓ-BUÁ

Ibó que habita en el monte.

IBÓ-CAI

Ibó de la casa.

IBÓ-LA-FAMÍ

Se trata de un santo de la clase de los diablos: recibe como ofrenda un verraco grande y viejo, que se le sacrifica al pie de un hueco y cuyas partes ofrendables luego se entierran en él. Puede incluirse en su manyé un chivo grande y viejo también, siempre un gallo y una gallina: todos los animales que se le sacrifiquen deben ser de color negro, que es su color simbólico. Su ceremonia se realiza cada veinticinco años.

LOS GUEDE

Se define a los integrantes de este grupo como los "genios de la sexualidad y la muerte al propio tiempo".Se suelen situar en una posición marginal, al ser confundidos con las almas de los muertos o los resucitados. Con sus vestimentas, sus poseídos se esfuerzan en evocar la imagen de un cadáver, como los describe un autor, "los guedé forman un grupo de divinidades sumamente poderosas por ser los genios de la muerte, se erigen, tal vez, como los dioses más fuertes del panteón [voduista] y también los más respetados, sobre todo de las otras divinidades que los temen y quieren evitar su jacarandosa compañía".
Los guedé no se materializan durante la posesión como lo describen los autores en Haití: vestidos de negro, con sombrero de copa, frac y chaqué. Llevan lentes estrafalarios, a los cuales a veces les falta un cristal. No nasalizan la voz como los zombi ni dicen obscenidades. Su comportamiento llama la atención, porque inmediatamente se tiran al suelo y se sitúan alrededor de la hoguera. Sus integrantes desempeñan un papel fundamental en la praxis voduista en Cuba: no hay hungán o mambó que no "trabaje" con uno de ellos en su labor cotidiana de consultas y medicinas tradicionales.
A continuación los miembros más relevantes de esta familia:

GUEDÉ

Es descrito como un santo que consume mucho picante y tafiá; bebe mucho y es muy fuerte. Hay que guardar un respeto estricto cuando se le hace un servicio: "Si él tiene la comida, nadie puede tocar ni coger nada de ella".

LACRUÁ O LACUÁ

Informantes haitianos atestiguan que Baón Lacruá es el espíritu de "la primera persona que se entierra en un cementerio" y al hablar de los guedé, los identifican con "los muertos". Es así como afirman que Zombi y Lacuá son muertos, igual que Senché y Cemiché y sitúan como su jefe al Baón, es decir, a Barón Lacuá.
En Cuba, se trata de un santo que pertenece a la familia de los guedé, a los que pertenecen Barón Samedi, Barón la Croix o Barón Cimetiére, "el guardián del cementerio y una de las más importantes y poderosas divinidades del panteón voduista". Tiene como símbolo la cruz y en la ofrenda se incluye un gallo negro.
Este luá-muerto Este luá- tiene facultades muy sensibles para detectar dónde hay mala intención, daño o maldad. No obstante, parece ser más bien un lúa "cerebro" o que dirige las acciones de otros santos para que resuelvan los problemas localizados por él. Gran Búa es el que ejecuta las curas que Lacuá recomienda en las consultas o citas de adivinación.

ZOMBI

Su servicio hay que realizárselo en el tronco de un árbol, donde hace acto de posesión de su caballo, porque él vive en el monte. Algunos lo consideran un santo cimarrón que gusta de vivir en cualquier mata, nunca en el exterior. Coge bejucos para tejer su ropa. Es un muerto que no fue para el cielo y se quedó en el monte.
Cuando alguien lo monta, sale "quitá" y al regresar viene forrado de zarza. Entonces se baña al caballo con aguardiente y se le van cayendo las espinas. Nadie sabe cuándo llega ni nadie sabe cuándo se va. Se caracteriza porque "todo lo desbarata y resuelve".
Su gran poder radica en que él es quien recibe a los muertos en el cementerio, su verdadera casa. En torno a él se levanta un halo de misterio: anda oculto, se desconoce el instante en que aparecerá y también cómo lo hará, por lo que se teme mucho al establecer un compromiso con él. Se dice que fue "en el ayer" un ser vivo, pero fue convertido en zombi, por lo que considera a todos los fallecidos como hermanos suyos.
Se le representa, antropomórficamente, como un viejito de cara muy arrugada que cambia su aspecto cuando se manifiesta en, o posesiona de una persona. La posesión se realiza con calma, se limpia la cara con el pañuelo del caballo. Se le debe pedir y apaciguar y darle mucho aguardiente. Cuando al fin "llega", lo primero que hace es tirarse al suelo y allí se sienta. Se le quitan los zapatos e inmediatamente hay que buscarle un sombrero ripiado al que le amarran una tira negra y se lo colocan en la cabeza. Se arremanga los bajos del pantalón.
Como los Ogún, le teme mucho al agua; así, para "bañarse" sacude las hojas de los plataneros, pero si se le mojan los pies, hay que encender una hoguera para calentárselos. Asimismo siento un miedo muy grande por los militares. Si alguno de éstos está presente cuando Zombi se posesiona de alguien, él se retira apresuradamente del lugar.
En su manyé-luá se incluyen boniato y arenca asados con aceite. Se le sacrifican un chivo y un pollo negros. Sus colores simbólicos son el negro y el blanco, "pero más negro que blanco". Cuando se hace la comida de todos los santos, él se presenta y come. No es necesario, pues, depositarle su alimento aparte.
Se le caracteriza como un ser decidido y violento que se dedica a dar labores; muchos de sus "trabajos" nadie los puede ver, porque los hace de forma oculta.

CEMICHÉ O CIMITIEL

El nombre de este lúa parece derivar de cemetière (cementerio) o camposanto, lugar de residencia del santo que nos ocupa. Se dice que entre Cemiché y Senché existe una relación de parentesco : el primero es el padre del segundo, pero en un sentido simbólico; el primero, recibe los muertos en el cementerio y Senché los "apadrina". O sea justifica que la persona ha fallecido realmente y le echa la tierra encima." Después de esta confirmación, aparece Lacuá y le pone la cruz.
Se distingue por la labor específica que realiza: dar indicaciones, curas y consultas. No tiene un vestuario característico. Uno de nuestros informantes lo describe como una persona débil al "llegar", como si fuese un -anciano; pero no está seguro si se manifiesta así porque ésa es su figura o si se debía al largo tiempo que llevaba laborando con el caballo en que él se posesionó.

LUASES DE LOS CAMINOS Y ENTRADAS

LEGBA

"En África, Legbá es un dios fálico y joven. En Haití es una persona senil de barba blanca. Se le invoca para que abra las puertas. Recibe la primera plegaria en las ceremonias". Tiene figura muy parecida a la de san Lázaro: cojea como éste y lleva una especie de muletica en la que se apoya para caminar. Su ropa es raída, muy usada, con la que demuestra sus trabajos como misionero, porque "su misión es muy dura". Puede tomar picante y frotarse con él los ojos. Una sacerdotisa, afirma que Legbá "existía, pero al dar la caída se convirtió en luá, por lo que su comida desde entonces siempre se ha preparado así: asada". En su manyé se incluye pollo invariablemente y, en algunos lugares, chivo, ambos de color negro, además de siete tipos de viandas.
Lo significativo que recibe de la ofrenda animal son las plumas, la cabeza y las tripas que son lanzadas al fuego de la hoguera, con lo que se hace saber que se entregó todo lo que le pertenece. Esa hoguera será encendida en la portería o entrada principal que dé acceso a la vivienda del dueño de la fiesta.
Debajo de la enramada permanece encendida una vela y en ella se sitúa inicialmente la orquesta. Luego la hoguera se rocía con agua azucarada, además se avivan las llamas con aguardiente. Poco después es encendida otra vela que se coloca al pie del fuego, levantada y puesta en el camino que desemboca en la portería.
Ésta es una ceremonia indispensable para el desarrollo del conjunto de ritos que se realizarán en cumplimiento de los demás santos y fuerzas sobrenaturales. Su función consiste en llamarlos, atraerlos y darles la bienvenida para que se presenten en la fiesta que se les ha organizado.
Con la carne de los animales y las viandas asadas —más pedacitos de bombón—se prepara una especie de pudín en una jigüera al que se le añade mucho picante y se reparte entre todos los concurrentes a la ceremonia.
Confirmando su preeminencia, un sacerdote nos atestiguó que Legbá es "el jefe de todos los santos; hay que hacerle la comida primero a él, antes que a los demás".

LUÁ CHEMIN

Luá de los caminos reales. "Trabaja", da caridad. En su manyé se emplean diversas carnes, como la de cerdo para hacer una especie de ajiaco al que se añade todo tipo de viandas, menos la calabaza. Esta última no puede depositársele tampoco en su altar.

LUÁ CALFÚ

Lúa Calfú es el de los cuatro caminos. "Se le prepara su comida en cualquier lugar, pero siempre su altar tiene que situarse en un rincón pegado a la pared".

LENTÓ

Se conoce que trabaja sólo una vez al año. Habita en el marco de la puerta de acceso a la casa de vivienda, donde ejerce una especie de "protección" a sus moradores.

COLÉ-CORD

El nombre que ofrecemos corresponde a una pronunciación figurada nuestra, a partir de la información. Ellos nos atestiguan que el significado que más se le aproxima es el de "nudo" o amarre, situado a la entrada de una casa.
Es evidente que se trata -como en el caso de Lentó- de una expresión más de la brujería que circunda siempre al vodú. Las encrucijadas y caminos son "lugares encantados por los malos espíritus" y todas las entradas deben ser reforzadas para desbaratar los maleficios o daños dirigidos contra alguna familia. Con este santo se amarra.

OTROS LUASES

LENGLESÚ

Se auto identifica cuando se posesiona de un caballo. Se caracteriza por ingerir grandes cantidades de ron, sobre todo de aguardiente de caña con picante. Su manyé-luá incluye un verraco y todo tipo de viandas. Ese animal es degollado, como si fuese un chivo. Se abre un hueco en la tierra donde se depositan una botella de ron, viandas y otras cosas que se le ofrezcan en la comida. Encima de todas ellas, se derrama la sangre del animal sacrificado. En dicho hueco se depositan, finalmente, las partes ofrendables de aquél : la cabeza, las cuatro patas, el rabo y el corazón. La comida confeccionada con el resto del animal puede ser ingerida por los asistentes a la fiesta.
Lenglesú es un lúa diablo. Es "violento y maligno". Cualquier compromiso establecido con él que se incumpla puede costar la vida.
Se aprecian diferencias en cuanto a las partes que se le ofrendan a este luá en Haití y en Cuba: en el hermano país caribeño se le incluye en el manyé parte de la lengua y de las orejas, así como las patas delanteras y la extremidad de la cola; los pedazos de carne no deben ser cocinados con sal.
Es presentado Lenglesú como el lúa del arco iris y Blinginsú "marcha" o camina con él.
Existen dos Lenglesú más: Lenglesú Damá y Lenglesú Vasensá, con rasgos o caracteres diferentes a los del primero

DJAB MONTAÑE

Como su nombre lo indica, se trata de un lúa diablo: se le llama a las doce de la noche, en el centro del monte y se le ofrenda un macho sin castrar o verraco, de color grisáceo. Su ofrenda se cocina entera y se deposita donde vive; en ella se incluye una variedad común de viandas.
De figura llamativa, del tamaño de una palma, agita sus enormes y largos brazos cuando se mueve. No puede "montar", pues, en el interior de una casa por sus descomunales dimensiones. Lo hace sólo en el bosque. No se distinguen sus facciones al manifestarse, pero se ve que lleva una enorme cadena atada a la cintura.

SAINT MICHEL ARCÁNGEL

Santo que se utiliza en el hogar "como respaldo de la casa; siempre hay que tenerlo en la puerta". Aparta o vence las "malas corrientes" que puedan ser dirigidas contra una familia.
Según el canto que se le dirige en la ceremonia, es presentado como un intermediario de los Zanges (los santos vodú), ante Dios y la virgen María.

MACUTO

Luá traído de Haití. Es varón. Porta un machete y una yaba.

CICLÓN

Luá diablo. Cuando se posesiona de su caballo, se necesitan veinte o treinta personas para controlarlo, pero a todas puede levantarlas. Posee una furia y poder descomunales. ´

ABORÍ

Luá diablo.

MAMÁ GUÁ o MANAGUÁ

Equivale a mamá abuela.

DIVISIÓN

En cada grupo de luases afines debe haber un jefe que los dirija: a ése se le
denomina División. En el asentamiento cubano-haitiano de La Caridad, hay una practicante voduista, caballo de este santo. Se le identifica cuando se posesiona de ella por los cantos que le corresponden, uno de los cuales dice así:

¡División mayí-colá-oh, oh
¡División mayí-colá-oh, oh!
¡División mayí-colá-oh, oh!
¡División mayí-colá eh, eh egué!

OBBÁ LOMÍ

Su vestuario es blanco e incluye una pañoleta de ese mismo color. Usa una falda larga y su bebida preferida es melosa, no alcoholizada. Porta como atributo también un collar. Es la reina de la ceiba, árbol donde reside su poder. Si no pertenece a la categoría de los luases diablos, guarda estrecha relación con ellos.
Como animales de sacrificio se incluyen en su manyé un chivo y un pollo negro. Los alimentos se le depositan en una canasta. Se trata de una antigua divinidad venida de África y que en Haití, recibe el nombre de Congó Azuecá. Junto con los miembros de la familia de los Ogún, es especialista en artos adivinatorias y trabaja mucho con las barajas.

SANTOS ACUATICOS

Aunque a primera vista parezca que en vodú existe un debilitamiento en el culto a la serpiente proveniente de los antiguos whydah del Dahomey, en las prácticas voduistas observadas se aprecia un número considerable de luases con rasgos que denuncian el poderío de ese culto. Se atestiguan que Gran Búa al desplazarse silba y hay varios santos que se cuelgan de las ramas de los árboles o que se arrastran por el suelo como si fuesen un ofidio.
Nunca se usa una serpiente viva en las prácticas voduistas. Entre los espíritus acuáticos se ponen de manifiesto los aludidos rasgos, a veces sutilmente.

ZAÚ PEMBÁ

Al presentarse, se echa al suelo y de inmediato hay que echarle mucha agua a su paso. Él prácticamente se arrastra por el fango, al tiempo que "canta". Ingiere grandes cantidades de bebidas alcohólicas, lo que hace por botellas, de un solo sorbo. Así es como realiza su trabajo: al brindar, se dirige a los interlocutores para decirles francamente: "Yo no tengo amigos, no me relaciono con nadie". Desaparece de la vista pública y se introduce en el río, donde es difícil de hallar, allí puede pasarse días enteros y reaparecer nadando. Es invocado a las doce de la noche. Como nunca existen condiciones para darle su manyé, él envía un miembro de su corte. Parece estar dotado de poderes prominentes en el orden de una inteligencia ordenadora, basado en la cual organiza y dirige las curaciones.

DAMBALLAH

Algunas veces se presenta como hombre y, otras, como mujer. Cuando lo hace como santo, se dice que es el rey de los santos guerreros, Criminel o Togó, En su segunda variante, aparece como una santa vestida de blanco que pide, en vez de ron, agua de azúcar.
Su alimento característico es el maíz tostado. Entra cantando tranquilamente, se muestra muy contenta con todo el mundo y santigua a los concurrentes.
Cuando Damballah silba no cobra por el trabajo que realiza. En su ofrenda se incluyen chivos de pelambre amarilla, ( giro) o colorado y viandas de todos los tipos .

CULÉV

Su ceremonia se realiza en el río. Los animales que se le sacrifican son los curieles, los cuales se introducen en una lata de donde son extraídos para matarlos con un cuchillo. Un poco de su sangre se echa en un frasco y se mezcla con perfume para el uso de los hijos del altar. También come fruta de pan. Es un santo que según los informantes fue traído de Haití.

SIMBÍ

En Haití se le considera el guardián de las fuentes y los mares. Simbí come en el río. Allí se le debe realizar su servicio. En su manyé se incluyen una pareja de pollos pintos y viandas (yuca, plátano, malanga, etc:) y un poquito de arroz blanco.

LA SIRENA Y LA BALLENA DE MAR

La Sirena y la Ballena son dos divinidades marinas tan estrechamente unidas que se les venera juntas y se les celebra con el mismo canto. Unos dicen que la Ballena es la madre de la Sirena, otros que ella es su marido y, en fin, otros que esos dos nombres se aplican a una sola y misma divinidad. Se representa a la Sirena conformé a la tradición europea, pero cuando ella aparece en el santuario, la persona que es poseída por ella es solamente una mujer joven, coqueta, muy cuidadosa de su tocado .
En una reciente investigación realizada en la República Popular de Angola, constatamos un fuerte culto a la sirena -representada convencionalmente de la forma antes mencionada- de origen kikongo. Los informantes de las comunidades haitianas aseguran que esta divinidad es un santo blanco, hombre, que vive en el mar.

ERCILÍ O SANTA CECILIA

En Haití existen dos Ercilí principales: Ercilí Dobá o Dogbá que es uno de los grandes luases del país, símbolo de la pureza, y Ercilí Fredá o Ercilí Freda Daromain que, como la anterior, se le identifica con la virgen María.
Todas las demás divinidades son consideradas como hermanas de la primera, en cuya ceremonia se realizan aspersiones en la tierra y el aire con perfume. Por sus veleidades y sensualidad sin embargo, se le considera como una especie de Afrodita antillana, con lo cual se le asemeja a la Ochún cubana , "diosa del amor sexual y patrona de Cuba”.
Pero si el color simbólico de ésta es el amarillo, el de Ercilí es el blanco: se trata de un espíritu marino que se desgajó de su cuerpo acuático para devenir en signo cultural de alcance más vasto. Hay que consignar que, como ocurre con otros luases hay otras Ercilí que se le contraponen en cuanto a rasgos caracterológicos.
En Republica Dominicana, esta divinidad recibe el nombre de Metré Silí y tiene gran renombre. Posee muchos de los trazos de la divinidad haitiana :es muy débil a los perfumes, a las prendas y a los trajes lujosos y caros. Odia la bebida y se deja arrastrar por la atracción masculina.
Esta misma divinidad, en punto petró. es "la única metresa que se presta para recoger corrientes malas cuando utiliza flores amarillas o de sol".
Se han podido registrar dos tipos de Ercilí : una, de claro sello rada y otra, que bien puede equipararse con la Ercilí-Yeux-Rouges (Erzulie Ojos Rojos), de tipo petró. La primera va enteramente de blanco, detesta las bebidas alcohólicas y delante de su vista no pueden realizarse sacrificios cruentos: además tiene como pareja a Ogún Bátala u Ogún Guerrero, en su manyé lúa se incluyen palomas blancas, cake y bebidas dulces, entre otros alimentos. A despecho de esta primera clase de Ercilí localizada en las montañas de la Sierra Maestra, en la provincia de Las Tunas se constata un culto a la Ercilí roja: en su ceremonia se producen sacrificios de animales y su caballo viste con este color simbólico

ORGANIZACIÓN Y RITUAL

Jerarquías sacerdotales


En el vodú no existe, como en otras religiones, un sistema jerárquico entre los sacerdotes por lo qué cada hungán y cada mambó administra su comunidad como le plazca. Esto no quiere decir que el vodú carezca de unidad, "sobretodo en cuanto a los aspectos rituales; tampoco está desprovisto de normas u obligaciones". El sacerdote es el encargado de la dirección del culto y jefe máximo del o de los altares consagrados a los santos vodú y a la vez, "es intérprete de la voluntad de los loas".
Cualquier persona puede ser hungán o mambó siempre que cumpla con los requisitos fundamentales como: ser adepto, conocer a la perfección la liturgia del vodú, los atributos de los dioses, sus símbolos ... y, sobre todo, pasar por los ritos de iniciación (kanzó) o sea tomar el asson. Generalmente son las divinidades las que, mediante la posesión o el sueño, designan al futuro sacerdote .El sacerdocio puede ser también el fruto de una herencia, el padre cede sus poderes a su hijo. En realidad, herencia y designación se confunden en varios casos; muy a menudo son los dioses los que nombran el heredero.

Mambó es el nivel jerárquico equivalente al de hungán y es ejercido por una mujer. El hounguenikón, "jefe del coro de una sociedad voduista" puede ser hombre o mujer y es el encargado de reemplazar al sacerdote principal del culto cuando éste está en trance ritual o poseído por un loa. El la-place, otro elemento de la jerarquía de esta religión puede asumir la función de maestro de ceremonias si el hounguenikón se encarga de anunciar a los luases interpretando el canto ritual que le corresponde a cada uno de ellos. "Él es quien abre las procesiones y, haciendo bailar su machete, saluda a los espíritus que van apareciendo". En el último peldaño de la escala están los hounsí (hunsí). quienes pueden ser de uno u otro sexo y son aquellas personas que han pasado por los ritos de iniciación, lo que les permite poder asistir al hungán o a la mambó, y se encargarían del orden y limpieza del templo y de la preparación de las ofrendas. Pero su tarea más destacada es la de formar el coro
Algunos mencionan además los hounsí-kanzó, a quienes se define sencillamente como aquellos que han pasado los ritos de iniciación.
Otros, por su parte, hablan del confiance o administrador del templo y de un gran sacerdote: el papaloa, (o papaluá) sumo dignatario del culto vodú quien tiene en el Badgigan a su principal ayudante".
Y en ultimo caso , están los que añaden a mamaba o mamaluá.

Debemos tener muy presente que hablamos de una religión popular. Una religión que está opuesta, hasta cierto punto, a la función básica de la Iglesia la cual se sostiene en "fundamentar y delimitar sistemáticamente la nueva doctrina victoriosa o defender la antigua contra los ataques profetices establecer lo que tiene o no valor sagrado, y hacerlo penetrar en la fe de los laicos". De ello se encarga el “cuerpo sacerdotal" en propiedad, elemento del que carecen estas expresiones de la religiosidad no institucionalizada.

El hungán está más próximo al brujo que al sacerdote a causa, desde nuestro punto de vista, de la intrínseca relación de la magia con la religión existente en el culto que practica . Es por ello que muy a menudo se acusa al primero de trabajar o "servir a dos manos, o, en otros términos, de practicar hechicería"
En este último ejemplo se pone de manifiesto la tensión entre el sacerdote y el brujo:
El sacerdote denuncia "las revelaciones del oráculo" y el "espíritu sistemático", en suma, el espíritu profetice y "da vaticinio" del brujo; el brujo, denuncia el arcaísmo y el conservatismo, la rutina y la rutinización, la ignorancia pedante y la prudencia mezquina del sacerdote. Los dos están en su papel: de un lado, el orden y del otro el desorden.
El brujo voduista —denominado boccor (o bocó)— está dotado de poderes excepcionales que pueden ser utilizados en contra del prójimo o de sus bienes. Pero la palabra hungán designa genéricamente al oficiante, sea boccor o no. Éste se distingue de aquél en que hace curaciones pero practica la brujería. La diferencia entre ambos "se establece a nivel de prácticas y obediencias pero no de conocimientos". Entre los dos se sitúa el divinar o divinó quien establece su función esencial en los siguientes términos:
En cuanto al divinar, él no "sirve" a ningún loa, o sea que sus relaciones directas con las divinidades africanas se mantienen a través de terceros, generalmente los fieles; ni practica la brujería. Cura a enfermos. A primera vista descubre la causa y la naturaleza de la enfermedad que generalmente logra curar "con la ayuda de Dios". La ciencia del divinar es una herencia de los dioses de las aguas con quienes ha vivido durante siete años. Un collar de perlas que le entregan los dioses, simboliza sus relaciones con ellos y también su poder.

La mayoría de los oficiantes del vodú en Cuba —y, por supuesto, nos estamos refiriendo a aquellos que poseen determinado rango jerárquico en el culto— se sitúan en el linde, impreciso, entre el boccor y el divinar: lo mismo realizan curaciones a diario que esporádicamente actos de hechicería, puede ser de manera inconsciente, dado que los procedimientos mágicos de los que se valen para lograr estos últimos designios "existen de ordinario más bien bajo la forma de hábitos que dirigen la conciencia, en sí inconscientes".
El sacerdote voduista denominado en Haití houngan, aquí se designa con la palabra hungán nasalizada. En la explicación que dan de su significado, los informantes parecen incluir también el de curandero (divinó); en todo caso, ambos términos no son excluyentes. Poniendo en evidencia, en la esfera lingüística, el intercambio del vodú con los sistemas mágico-religiosos cubanos, definen al hungán como un santero. A "la persona que influye dentro de los seres" la designan con la palabra mambó famí, pero esta función sacerdotal puede ser ejercida por un individuo del sexo masculino que se denomina mambó gasón. A la mujer que ejerce la función de curandera le llaman divinel o diviné.
Parece no existir precisión en estas denominaciones debido a la mezcla de funciones ejercidas por las personas designadas. Así, una "persona centro" en el culto voduista o hungán ejerce en la práctica como médico tradicional con el auxilio de sus loas y la curandera asume las funciones de sacerdotisa en la realización de las ceremonias de una cofradía voduista. De todos modos, sí ha quedado claro que el hungán es un individuo que posee muchos "misterios" que le proporcionan poderes excepcionales; sus conocimientos y experiencias lo sitúan por encima no sólo de los miembros de su cofradía, sino en ocasiones de los de toda una región. Como acertadamente lo definió un informante, el hungán es "un santero fuerte".
Ésta parece ser la jerarquía sacerdotal superior en la actualidad, aunque parece haber existido otra por encima de ella: la de yeneral.

Poderes y atributos de las jerarquías

El orden jerárquico establece determinadas atribuciones entre los sacerdotes. Para acceder a cada uno de los niveles antes mencionados, se necesita cumplir con objetivos bien delimitados. Así un hungán debe ser capaz de poseer una cantidad elevada de luases (unos informantes dicen que su número es 101). Esta aptitud les posibilita montar altar para atender sus espíritus y trabajar con ellos, bien con fines espirituales o bien con fines exclusivamente curativos; además, puede dirigir las ceremonias, dado lo elevado de sus conocimientos y habilidades.

Tanto el hungán como la mambó pueden llevar la maraca (assón) y la campanita en los diferentes tipos de cultos voduistas. Mas, solo el primero está facultado para "tener y otorgar cuchillo , es decir, el arma con que se realizan los sacrificios rituales. Uno y otro pueden iniciar en el culto a nuevos adeptos. Por ello es que en el altar, invariablemente están presentes el cuchillo o el machete, que no podrán ser empleados sino después de un prolongado proceso de aprendizaje, una vez hecha la iniciación.

Es, por tanto, algo significativo que, en el transcurso del culto el sacerdote sea el factor de dirección central y, en muchas ocasiones sabrá ejecutar ceremonias o tareas muy difíciles o complejas. El es quien planificará el conjunto de eventos rituales que serán realizados en días indicados del año y velará porque se efectúen según lo estipulado por las normas Llegará incluso, al extremo de indicar los detalles más íntimos y quiénes deben realizar los sacrificios y cuándo. Se le supone dotado de poderes excepcionales debido a su contacto perenne con los luases, con los que mantiene una relación permanente Sus poderes excepcionales capacitan a un hungán a traspasárselos a una segunda persona, si hubiese necesidad de ello .

Los oficiantes voduistas haitianos muestran simplicidad en el vestuario y los atributos que insertan en él como claro referente religioso. No ocurre así entre sus descendientes que ostentan jerarquías semejantes, en quienes se observa, por el contrario, una sobrecarga en los elementos visibles. Así, muestran múltiples tipos de collares con cuentas de semillas con las que se hacen los que se venden en algunos establecimientos públicos. Entre ellas insertan otros objetos, como chapas de llaveros y las denominadas "lágrimas" de cristal de las lámparas de araña. En un collar observamos decenas de carreteles de hilos de coser de diferentes colores. Es evidente que a la función cultural se añaden elementos decorativos. No faltan en estos atributos medallas de oro con imágenes de santa Bárbara o de la virgen de la Caridad del Cobre.
Lo anteriormente expresado, no excluye el que cada uno de los elementos que nos parecen incoherentes tengan algún significado. Es característica la existencia de collares que ostentan, con un riguroso ordenamiento, cuentas con el color o la combinación de colores que simbolizan a una divinidad. En la mayoría de ellos se inserta un silbato que deviene en instrumento musical. Los rítmicos chiflidos del pito de un hungán pueden ir marcando las situaciones climáticas de una ceremonia e indicar el momento en que la batería debe aumentar la intensidad de sus toques para posibilitar que alguien poseído por un luá, por ejemplo, ejecute el sacrificio de algún animal. Después de que éste se ha realizado, la divinidad —sentada sobre su ofrenda— suele emitir cortos e intensos chiflidos con el silbato en señal de júbilo.

Es evidente la intención del sacerdote de subrayar su rango mediante la sobrecarga de esos atributos. A los mencionados deben añadirse los pañuelos cuyos colores más usados son el rojo, el blanco y el negro, y sus combinaciones. Estos emblemas se colocan en el torso diagonalmente con respecto al eje vertical del cuerpo y se cruzan por encima del hombro y por debajo de los brazos hasta hacerlos coincidir al frente, a la altura del diafragma, donde se anudan. En ocasiones en la superficie de los pañuelos aparecen dibujos, letras o el nombre de algún lúa.

Como en Haití, en las cofradías voduistas estudiadas en Cuba, el hungán y la mambó son asistidos por otras personas en la realización de las ceremonias. No existe aquí la misma organización jerárquica que comprende al la place o maestro de ceremonia y a los hunsí o asistentes del hungán y de la mambó. En algunos sitios no hay funciones institucionalizadas, es decir, permanentes para determinadas personas, sino que éstas pueden asumirlas según hayan obtenido una dosis apreciable de experiencia y habilidades.

Un papel muy descollante lo desempeña el encargado de la despensa o almacén donde se acumulan, a lo largo del año, los bienes materiales destinados a los manyé-luá u otras celebraciones litúrgicas. Hemos comprobado asimismo que aquél no siempre es una persona avezada en el vodú. Se le exige que tenga buen sentido de la administración y que provea eficientemente de todo lo que se necesita para la ejecución exitosa de las ceremonias. Cuando concluyen éstas, se reintegran a su actividad habitual y puede tener o no vínculos fijos con la actividad mágico-religiosa.

Con el coro de las hunsí—porque todas las que cantan a coro son mujeres, por lo general jóvenes— ocurre, sin embargo, algo interesante: en él ingresan muchachas no iniciadas y que con su participación en el culto cada vez se sienten más involucradas en él. Estamos pensando ahora no sólo en las cantantes sino también en las porta-estandartes; entre éstas hemos conocido muchachas, incluso blancas, sin vinculación previa con la actividad voduista, pero que fueron invitadas a tomar parto en ellas y por "embullo" aceptaron. La conclusión es que terminaron por hacerse creyentes.

Los tocadores casi siempre tienen una vinculación muy estrecha con el culto. Pero, a pesar de sus conocimientos musicales y sus pericias en la ejecución de los instrumentos, no se les considera como excepcionalmente dotados de gracia o poder. Esto es, en la función mágico-religiosa, se aprecia una independencia progresiva de la función artística. No obstante, los viejos inmigrantes siguen considerando sus cualidades musicales como un don otorgado por lo sobrenatural.
 
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