Me presento,venerables maestros.Soy Prusias y ardo en deseos de obtener tantos conocimientos de sus diabólicas mentes como este humilde siervo sea capaz de albergar para sí.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!