| CAPÍTULO 2
El nuevo Pueblo de Dios
2:1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. 2:2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 2:3 ya que han gustado qué bueno es el Señor. 2:4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, 2:5 también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. 2:6 Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido. 2:7 Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 2:8 piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada. 2:9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz: 2:10 ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.
EL TESTIMONIO DEL CRISTIANO EN EL MUNDO
La conducta entre los paganos
2:11 Queridos míos, yo los exhorto, como a gente de paso y extranjeros: no cedan a los deseos carnales que combaten contra el alma. 2:12 Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los mismos que ahora los calumnian como a malhechores, al ver sus buenas obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita.
Los deberes hacia las autoridades
2:13 Respeten a toda autoridad humana como quiere el Señor: 2:14 ya sea al rey, porque es el soberano, ya sea a los gobernadores, como delegados por él para castigar a los que obran el mal y recompensar a los que practican el bien. 2:15 La voluntad de Dios es que ustedes, practicando el bien, pongan freno a la ignorancia de los insensatos. 2:16 Procedan como hombres verdaderamente libres, obedeciendo a Dios, y no como quienes hacen de la libertad una excusa para su malicia. 2:17 Respeten a todo el mundo, amen a sus hermanos, teman a Dios, honren al rey.
Los deberes hacia los patrones
2:18 Servidores, traten a sus señores con el debido respeto, no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los malos. 2:19 Porque es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente. 2:20 En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios.
El ejemplo de Cristo
2:21 A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. 2:22 Él no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. 2:23 Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. 2:24 Él llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. 2:25 Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.
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