El Kybalion, Los Misterios de Hermes

« Older   Newer »
  Share  
astaroth1
view post Posted on 19/12/2015, 04:18




hermes-trimegisto
El Kybalion

Los Misterios de Hermes

Tres iniciados


Contenido

Conteni
do .................................................................................................. 2
Introducci
ón ............................................................................................... 3
Capítulo I La filo
sofía hermé
tica ................................................................ 7
Capítulo II Los siete pr
incipios he
rméticos .............................................. 11
Capítulo III Trans
mutación m
ental
.......................................................... 19
Capítulo IV
El T
odo ................................................................................. 23
Capítulo V El
universo m
ental ................................................................ 28
Capítulo VI La
paradoja di
vina................................................................ 34
Capítulo VII El
Todo en
todo
................................................................... 42
Capítulo VIII Los pl
anos de corre
spondencia
......................................... 49
Capítulo IX
Vibració
n .............................................................................. 59
Capítulo X
Polarida
d............................................................................... 64
Capítulo XI
Ritmo ................................................................................... 69
Capítulo XII
Causalid
ad .......................................................................... 74
Capítulo XIII
Género............................................................................... 80
Capítulo XIV
Género m
ental
................................................................... 85
Capítulo XV Axio
mas herméti
cos ........................................................... 93
 
Top
astaroth1
view post Posted on 19/12/2015, 04:51




Introducción

Mucho placer nos causa el poder pres
entar este trabajo a la atención de
los estudiantes e investigadores de las Doctrinas Secretas, obra que está
basada en las antiquísimas enseñanzas
herméticas. Se ha escrito tan
poca cosa sobre este asunto, a pes
ar de las innumerables referencias
que se han hecho de estas enseñanzas en muchos de los trabajos sobre
ocultismo, que los investigadores de
las verdades arcanas habrán, sin
dudas, presentido la aparición de este libro.
El propósito de éste no es la enunciación de una filosofía o doctrina
especial, sino más bien el de dar al estudiante una exégesis de la verdad,
que le sirva para conciliar los muchos tópicos de los conocimientos
ocultos que puede ya haber adquirido,
pero que, apar
entemente, son
contradictorios y paradójicos, lo
que a menudo desanima y disgusta al
principiante. Nuestro intento no es el de erigir un nuevo templo de
sabiduría, sino el de colocar en manos del investigador una clave maestra
con la cual pueda abrir las numerosas
puertas internas que conducen al
Templo del Misterio.
Ningún conocimiento oculto ha sido
tan celosamente guardado como los
fragmentos de las enseñanzas herméti
cas, los que han llegado hasta
nosotros a través de las centurias transcurridas desde los tiempos del
Gran Fundador, Hermes Trismegisto, «el
elegido de los dioses», quien
murió en el antiguo Egipto, cuando la raza actual estaba en su infancia.
Contemporáneo de Abraham, y, si la
leyenda no miente, instructor de
aquel venerable sabio, Hermes fue y es
el Gran Sol Central del Ocultismo,
cuyos rayos han iluminado todos los conocimientos que han sido
impartidos desde entonces. Todas las bases fundamentales de las
enseñanzas esotéricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a la
raza son originarias, en esencia, de
las formuladas por Hermes. Aun las
más antiguas doctrinas de la India han tenido su fuente en las
enseñanzas herméticas.
Desde la tierra del Ganges muchos
ocultistas avanzados se dirigieron
hacia el Egipto para postrarse a los pies
del Maestro. De él obtuvieron la
clave maestra, que, al par que explic
aba, reconciliaba sus diferentes
puntos de vista, estableciéndose así fi
rmemente la Doctrina Secreta. De
todas partes del globo vinieron di
scípulos y neófitos que miraban a
Hermes como el Maestro de los Maestr
os, y su influencia fue tan grande
que, a pesar de las negativas de los c
entenares de instructores que había
en los diferentes países, se puede fácilmente encontrar en las
enseñanzas de estos últimos las bases fundamentales en las que se
asentaban las doctrinas herméticas.
El estudiante de religiones
comparadas puede fácilmente percibir
la influencia tan grande que las
enseñanzas herméticas han ejercido en todas las religiones, sea cual
fuere el nombre con que se les c
onozca ahora, bien en las religiones
muertas o bien en las act
ualmente existentes. La anal
ogía salta a la vista,
a pesar de los puntos aparentemente c
ontradictorios, y las enseñanzas
herméticas son como un c
onciliador de ellas.
La obra de Hermes parece haberse dirigido en el sentido de sembrar la
gran verdad que se ha desarrollado y ger
minado en tantas y tan extrañas
formas, más bien que en el de establecer
una escuela de la filosofía que
dominara el pensamiento del mundo.
Sin embargo, la verdad original
enseñada por él ha sido guardada intacta,
en su pureza primitiva, por un
reducido número de hombres en cada
época, los cuales, rehusando gran
número de aficionados y de estudiantes
poco desarrollados, siguieron el
proceder hermético y reservaron su
conocimiento para los pocos que
estaban prontos para comprenderlo y domi
narlo. De los labios a los oídos
fue transmitido este conocimiento entre
esos pocos. Siempre han existido
en cada generación y en los diversos paí
ses de la tierra algunos iniciados
que conservaron viva la sagrada llama de las enseñanzas herméticas, y
que siempre han deseado emplear sus lámparas para encender las
lámparas menores de los del mundo pr
ofano, cuando la luz de la verdad
languidecía y se anublaba por su
negligencia, o cuando su pabilo se
ensuciaba con materias extrañas. H
an existido siempre los pocos que
cuidaron el altar de la verdad, sobre
el cual conservaron siempre ardiendo
la lámpara perpetua de la Sabiduría.
Esos hombres dedicaron su vida a
esa labor de amor que el poeta describiera en estas líneas:
«¡Oh, no dejes extinguirse la lla
ma! Sustentada por generación tras
generación en su oscura caverna —en sus templos sagrados sustentada.
Nutrida por puros sacerdotes de amor—
¡no dejes extinguirse la llama!»
Estos hombres no buscaron nunca ni
la aprobación popular ni acaparar
gran número de prosélitos. Son indifer
entes a esas cosas, pues saben de
sobra cuán pocos hay en cada generaci
ón, capaces de recibir la verdad,
o de reconocerla si se les presentara.
Ellos «reservan la carne para los
hombres», mientras que los demás «dan
leche a los niños», conservan
sus perlas de sabiduría para los pocos elegidos capaces de apreciar su
valor y de llevarlas en sus coronas, en vez de echárselas a los cerdos que
las mancillarían y pisotearían en el
cieno de sus chiqueros. Mas estos
hombres no han olvidado aún los precept
os de Hermes respecto a la
transmisión de estas enseñanzas
a los que estén preparados para
recibirlas, acerca de lo cual dice
El Kybalion
: «Dondequiera que estén las
huellas del Maestro, allí, los oídos
del que está pronto para recibir sus
enseñanzas se abren de par en par».
Y además: «Cuando el oído es
capaz de oír, entonces vienen los
labios que han de llenarlos con
sabiduría». Pero su actitud habitual
ha estado siempre estrictamente de
acuerdo con otro aforismo, de
El Kybalion
también, que dice que «los
labios de la Sabiduría permanecen ce
rrados, excepto para el oído capaz
de comprender.»
Y esos oídos incapaces de comprender son los que han criticado esta
actitud de los hermetistas y los q
ue se han lamentado públicamente de
que aquellos no hayan expresado nunca cl
aramente el verdadero espíritu
de sus enseñanzas, sin reservas ni reticencias. Pero una mirada
retrospectiva en las páginas de la historia demostrará la sabiduría de los
maestros, quienes conocían la locura
que era intentar enseñar al mundo
lo que éste no deseaba ni estaba prepar
ado para recibir. Los hermetistas
nunca han deseado ser mártires, sino
que, por el contrario, han
permanecido retirados, silenciosos y sonrientes ante los esfuerzos de
algunos que se imaginaban, en su ar
diente entusiasmo, que podían forzar
a una raza de bárbaros a admitir ve
rdades que sólo pueden comprender
los que han avanzado mucho en el Sendero.
El espíritu de persecución no ha muer
to aún en la tierra. Hay ciertas
enseñanzas herméticas que, si se di
vulgaran, atraerían sobre sus
divulgadores un griterío de odio y el desprecio de las multitudes, las que
volverían a gritar de nuevo: ¡C
rucificadlo!... ¡Crucificadlo!...
En esta obrita hemos tratado de
daros una idea de las enseñanzas
fundamentales de
El Kybalion
, indicando todo cuanto se refiere a los
principios actuales, dejándoos el tr
abajo de estudiarlos, más bien que el
de tratarlos nosotros mismos
en detalle. Si sois ve
rdaderos estudiantes o
discípulos, comprenderéis y podréis aplic
ar estos principios; si no, debéis
desarrollarlos, pues de otra manera las enseñanzas herméticas no serán
para vosotros sino «palabras, palabras, palabras».
 
Top
astaroth1
view post Posted on 19/12/2015, 05:18




Capítulo I

La filosofía hermética


«Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.»

El Kybalion.


Desde el antiguo Egipto han veni
do las enseñanzas fundamentales y
secretas que tan fuertemente han influi
do en los sistemas filosóficos de
todas las razas y de todos los pueblos, durante centurias enteras. El
Egipto, la patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la
Sabiduría Secreta y de las doctrinas
místicas. Todas las naciones han
sacado las suyas de sus doctrinas esotéricas, La India, Persia, Caldea,
Medea, China, Japón, Asiria, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos
importantes países, se aprovecha
ron libremente de las doctrinas
formuladas por los hierofantes y M
aestros de la tierra de Isis,
conocimientos que sólo eran transm
itidos a los que estaban preparados
para participar de lo oculto.
Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los tan grandes adeptos
y Maestros que nadie después ha sobr
epasado, y que rara vez han sido
igualados en las centurias que han transcurrido desde los tiempos del
Gran Hermes. El Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las
fraternidades místicas. Por las puerta
s de su templo entraron todos los
neófitos que, convertidos más tarde
en Adeptos, Hierofantes y Maestros,
se repartieron por todas partes, llev
ando consigo el precioso conocimiento
que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera
preparado para recibirlo. Ningún es
tudiante de ocultismo puede dejar de
reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables
Maestros de Egipto.
Pero entre esos grandes maestr
os existió uno al que los demás
proclamaron «el Maestro de los Maestr
os». Este hombre, si es que puede
llamarse «hombre» a un ser semejante,
vivió en Egipto en la más remota
antigüedad y fue reconocido bajo el
nombre de Hermes Trismegisto.
Fue el padre de la sabiduría, el fundador
de la astrología, el descubridor
de la alquimia. Los detalles de su
vida se han perdido para la historia,
debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La
fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este
planeta, no se conoce ahora, pero
se ha dicho que fue contemporáneo de
las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las
autoridades en la materia lo cr
een contemporáneo de Abraham, y en
alguna de las tradiciones judías se
llega a afirmar que Abraham obtuvo
muchos de los conocimientos que poseía del mismo Hermes.
Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte (la
tradición afirma que vivió trescientos
años), los egipcios lo deificaron e
hicieron de él uno de sus dioses, bajo
el nombre de Thoth. Años después
los griegos hicieron también de él
otro de sus dioses y lo llamaron
«Hermes, el dios de la sabiduría».
Tanto los griegos como los egipcios
reverenciaron su memoria durante c
enturias enteras, denominándole el
«inspirado de los dioses», y
añadiéndole su antiguo nombre
«Trismegisto», que significa «tres veces grande». Todos estos antiguos
países lo adoraron, y su
nombre era sinónimo de
«fuente de sabiduría».
Aun en nuestros días usamos el
término «hermético» en el sentido de
«secreto», «reservado»,
etc., y esto es debido a que los hermetistas
habían siempre observado rigurosament
e el secreto de sus enseñanzas.
Si bien entonces no se conocía aquello
de «no echar perlas a los cerdos»,
ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba «dar leche
a los niños y carne a los hombres»,
cuyas máximas son familiares a todos
los lectores de las escrituras bíblicas
, máximas que, por otra parte, habían
sido ya usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana.
Y esta política de diseminar cuidados
amente la verdad ha caracterizado
siempre a los hermetistas, aun en
nuestros días. Las enseñanzas
herméticas se encuentran en todos los países y en todas las religiones,
pero nunca identificada con un país en particular ni con secta religiosa
alguna. Esto es debido a la prédica
que los antiguos inst
ructores hicieron
para evitar que la Doctrina Secret
a se cristalizara en un credo. La
sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de
historia. El antiguo ocultismo de la
India y la Persia degeneró y se
perdieron sus conocimientos, debido
a que los instructores se habían
convertido en sacerdotes y mezclaron la teología con la filosofía, siendo
su inmediata consecuencia que perdieron toda su sabiduría, la que acabó
por transformarse en una cantidad in
mensa de supersticiones religiosas,
cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con las enseñanzas herméticas
de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de
Constantino, quien mancilló la filosofía
mezclándola con la teología, y la
iglesia cristiana perdió entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose
obligada a andar a ciegas durante varios
siglos, sin que hasta ahora haya
encontrado su camino, observándose
actualmente que la iglesia cristiana
está luchando nuevamente por aproxim
arse a sus antiguas enseñanzas
místicas.
Pero siempre han existido unas cuantas almas que han conservado viva
la llama, alimentándola cuidadosamente y no permitiendo que se
extinguiera su luz. Y gracias a esos
firmes corazones y a esas mentes de
extraordinario desarrollo tenemos aún la
verdad con nosotros. Mas no se
encuentra en los libros. Ella ha sido tr
ansmitida del Maestro al discípulo,
del iniciado al neófito, de los labios
a los oídos. Si alguna vez se ha
escrito algo sobre ella, su significado ha sido cuidadosamente velado con
términos de astrología y alquimia, de
tal manera que sólo los que poseían
la clave podían leerlo correctamente
. Esto se hizo necesario a fin de
evitar las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes
luchaban contra la Doctrina Secret
a a sangre y fuego. Aun en nuestros
días nos es dable encontrar algunos libros valiosos de filosofía Hermética,
pero la mayor parte se ha perdido. Sin
embargo, la Filosofía Hermética es
la única clave maestra que puede
abrir las puertas a todas las
enseñanzas ocultas.
En los primeros tiempos existió
una compilación de ciertas doctrinas
herméticas que eran las bases fundamentales de toda la Doctrina Secreta,
y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al
estudiante, compilación que f
ue conocida bajo el nombre de
El Kybalion
,
cuyo exacto significado se per
dió durante centenares de años. Sin
embargo, algunos que han recibido sus máximas de los labios a los oídos
las comprenden y las conocen. Sus preceptos no habían sido escritos
nunca hasta ahora. Son, simplemente, una serie de máximas y axiomas
que luego eran explicados y amplia
dos por los Iniciados. Estas
enseñanzas constituyen realmente los principios básicos de la «alquimia
hermética», la que, contrariamente a
lo que se cree, está basada en el
dominio de las fuerzas mentales,
más bien que en el de los elementos
materiales; en la transmutación de una
clase de vibraciones mentales en
otras, más bien que en el cambio
de una clase de metal en otro. La
leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en
oro, era una alegoría relativa a la
Filosofía Hermética, alegoría que era
perfectamente comprendida por t
odos los discípulos del verdadero
hermetismo.
En esta obrita invitamos a nuestr
os estudiantes a examinar las
enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en
El Kybalion
,
explicadas y ampliadas por nosotros,
humildes estudiantes de las mismas,
que si bien llevamos el título de inic
iados somos, sin embargo, simples
discípulos a los pies de Hermes, el
Maestro. Transcribimos aquí muchas
de las máximas y preceptos de
El Kybalion
, acompañadas por
explicaciones y comentarios
que creemos ayudarán a hacer más
fácilmente comprensible esas enseñanzas por los hombres modernos,
especialmente teniendo en cuenta que el
texto original ha sido velado a
propósito con términos obscuros y desconcertantes.
Las máximas originales, axiomas y preceptos de
El Kybalion
están
impresos con otro tipo de letra. Es
peramos que los lectores de esta obra
sacarán tanto provecho del estudio de sus páginas como lo han sacado
otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce a la
maestría desde los tiempos de Hermes
Trismegisto, el Maestro de los
Maestros, el Tres veces Grande, hasta ahora.

Dice El Kybalion:

«Donde quiera que estén las huellas del
Maestro, allí los oídos del
que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en
par.»

«Cuando el oído es capaz de oír,
entonces vienen los labios que
han de llenarlos con sabiduría.»


De manera que, de acuerdo con lo indica
do, este libro sólo atraerá la
atención de los que están preparados par
a recibirlo. Y recíprocamente,
cuando el estudiante esté preparado para re
cibir la verdad, entonces este
libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto
de «ley de atracción», llevará los oídos junto a los labios y el libro junto al
discípulo.
 
Top
astaroth1
view post Posted on 19/12/2015, 05:52




Capítulo II

Los siete principios herméticos


«Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto
perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las
puertas del Templo se abrirán de par en par.»
El Kybalion


Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son
los siguientes:

1. EL PRINCIPIO DE MENTALISMO.
2. EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA.
3. EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN.
4. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD.
5. EL PRINCIPIO DEL RITMO.
6. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO.
7. EL PRINCIPIO DE GENERACIÓN.

1. El principio de mentalismo

«El TODO es Mente; el
universo es mental.»
El Kybalion.


Este principio encierra la ver
dad de que «todo es mente». Explica
que el TODO, que es la realidad su
stancial que se oculta detrás de
todas las manifestaciones y apar
iencias que conocemos bajo los
nombres de «universo material», «fenómenos de la vida»,
«materia», «energía»,
etc., y en una palabra, todo cuanto es
sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí
mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser
considerado como una mente infinita
, universal y viviente. Explica
también que todo el mundo fenom
enal o universo es una creación
mental del TODO en cuya mente
vivimos, nos movemos y tenemos
nuestro ser. Este principio, al esta
blecer la naturaleza mental del
universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y
psíquicos que tanto han preocupado
la atención del público, y que
sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis
científica. La comprensión de este principio hermético de
mentalismo habilita al individuo a r
ealizar y conocer la ley que rige
el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El
estudiante de la Filosofía Hermética puede emplear
conscientemente las grandes leye
s mentales, en vez de usarlas
por casualidad o ser usado por ella
s. Con la clave maestra en su
poder, el discípulo puede abrir
las puertas del templo del
conocimiento mental y psíquico
y entrar en el mismo, libre e
inteligentemente. Este principio ex
plica la verdadera naturaleza de
la energía, de la fuerza y de la mate
ria, y el cómo y el porqué todas
estas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los
antiguos Maestros escribió lar
go tiempo ha: «El que comprenda la
verdad de que el universo es mental, está muy avanzado en el
sendero de la maestría». Y estas palabras son tan verdad hoy en
día como lo eran cuando fueron escrit
as. Sin esta clave maestra la
maestría es imposible, y el
estudiante que no la posea, en vano
llamará a la puerta del Templo.

2. El principio de correspondencia

«Como es arriba, es abajo;
como es abajo, es arriba.»
El Kybalion.


Este principio encierra la ver
dad de que hay siempre una cierta
correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios
estados del ser y de la vida, y el
antiquísimo axioma hermético se
refiere precisamente a esto, y afir
ma: «Como es arriba, es abajo;
como es abajo, es arriba», y la comprensión de este principio da
una clave para resolver muchos de los más obscuros problemas y
paradojas de los misteriosos secr
etos de la Naturaleza. Hay
muchos planos que no conocemos
, pero cuando aplicamos esa ley
de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera nos
sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este
principio es de aplicación universal en los diversos planos, mental,
material o espiritual del Kosmos
: es una ley universal. Los antiguos
hermetistas consideraban este principio como uno de los más
importantes auxiliares de la ment
e, por cuyo intermedio se puede
descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vida. Su
aplicación puede desgarrar un tanto el Velo de Isis, de tal manera
que nos permita ver, aunque más no sea, algunos de los rasgos de
la diosa. De igual manera que el
comprender los principios de la
geometría habilita al hombre para
medir el diámetro, órbita y
movimiento de las más lejanas es
trellas, mientras permanece
sentado en su observatorio, as
í también el conocimiento del
principio de correspondencia habilita al hombre a razonar
inteligentemente de lo conocido o
lo desconocido; estudiando la
mónada se llega a comprender al arcángel.

3. El principio de vibración

«Nada está inmóvil; todo
se mueve; todo vibra.»
El Kybalion.


Este principio encierra la ver
dad de que todo está en movimiento,
de que nada permanece inmóvil, cosas ambas que confirma por su
parte la ciencia moderna, y cada nuev
o descubrimiento lo verifica y
comprueba. Y, a pesar de todo,
este principio hermético fue
enunciado cientos de años ha por los
Maestros del antiguo Egipto.
Este principio explica las di
ferencias entre las diversas
manifestaciones de la materia, de
la fuerza, de la mente y aun del
mismo espíritu, las que no son sino el resultado de los varios
estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro espíritu, hasta la
más grosera forma de materia, todo
está en vibración: cuanto más
alta es esta, tanto más elevada es su posición en la escala. La
vibración del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que
prácticamente puede considerarse co
mo si estuviera en reposo, de
igual manera que una rueda que gira
rapidísimamente parece que
está sin movimiento. Y en el otro
extremo de la escala hay formas
de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece
también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de
millones de grados de intensidad vibratoria. Desde el corpúsculo y
el electrón, desde el átomo y la molécula hasta el astro y los
Universos, todo está en vibración.
Y esto es igualmente cierto en lo
que respecta a los estados o planos de la energía o fuerza (la que
no es más que un determinado estado
vibratorio), y a los planos
mentales y espirituales. Una
perfecta comprensión de este
principio habilita al estudiante
hermético a controlar sus propias
vibraciones mentales, así como
las de los demás. Los Maestros
también emplean este principi
o para conquistar los fenómenos
naturales. «El que comprenda el prin
cipio vibratorio ha alcanzado
el cetro del poder», ha dicho uno de los más antiguos escritores.

4. El principio de polaridad

«Todo es doble, todo tiene dos
polos; todo, su par de
opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo;
los opuestos son idénticos en natur
aleza, pero diferentes en
grado; los extremos se tocan; todas las verdades son
medias verdades, todas las paradojas pueden
reconciliarse.»
El Kybalion.


Este principio encierra la verdad de que todo es dual; todo tiene
dos polos; todo su par de opuestos, afirmaciones que son de otros
tantos axiomas herméticos. Ex
plica y dilucida las antiguas
paradojas que han dejado perplejos a
tantísimos investigadores, y
que literalmente decían: «La tesis y
la antítesis son idénticas en
naturaleza, difiriendo sólo en grado»; «los opuestos son idénticos
en realidad, diferenciándose en su gradación»; «los pares de
opuestos pueden conciliarse, los extr
emos se tocan»; «todo es y
no es al mismo tiempo», «toda verdad no es sino media verdad»;
«toda verdad es medio falsa», etc.
Este principio explica que en
cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los «opuestos» no
son, en realidad, sino los dos extremos de la misma cosa,
consistiendo la diferencia, simp
lemente, en diversos grados entre
ambos. El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente la misma
cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados
de aquella. Mirad un termómetro
y tratad de averiguar donde
empieza el calor y donde termina el frío. No hay nada que sea
calor absoluto en realidad, indica
ndo simplemente ambos términos,
frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que ésta se
manifiesta en esos opuestos no es más que los polos de eso que
se llama Calor, o sea la manife
stación del prin
cipio de polaridad
que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la «luz» y la
«oscuridad», las que, en resumen,
no son sino la misma cosa,
siendo ocasionada la diferencia por la diversidad de grado entre los
dos polos del fenómeno. ¿Dónde termina la oscuridad y dónde
empieza la luz? ¿Cuál es la
diferencia entre grande y pequeño?
¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál
entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo
y negativo? El principio de polari
dad explica esta paradoja. El
mismo principio opera de idént
ica manera en el plano mental.
Tomemos, por ejemplo, el amor
y el odio, dos estados mentales
completamente distintos aparent
emente, y notaremos que hay
muchos grados entre ambos; tantos, que las palabras que nosotros
usamos para designarlos, «agr
adable» y «desagradable», se
esfuman una en la otra, hasta tal punto que muchas veces somos
incapaces de afirmar si una cosa nos causa placer o disgusto.
Todas no son más que gradaciones de una misma cosa, como lo
comprenderéis claramente por poco
que meditéis sobre ello. Y aun
más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de
odio por vibraciones de amor, en la
propia mente y en la mente de
los demás, lo que es considerado como lo más importante por los
hermetistas. Muchos de los que leéi
s estas páginas habréis tenido
experiencias en vosotros mismos y en los demás de la rápida e
involuntaria transición del amor
en odio y recíprocamente. Y ahora
comprenderéis la posibilidad de ef
ectuar esto por medio del poder
de la voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El «Bien»
y el «Mal» no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el
hermetista comprende y conoce
perfectamente el arte de
transmutar el mal en el bien aplica
ndo inteligentemente el principio
de polaridad. En una palabra, el «arte de polarizar» se convierte en
una fase de la alquimia mental
, conocida y practicada por los
antiguos y modernos Maestros
herméticos. La perfecta
comprensión de este principio capacita para cambiar la propia
polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y
estudia lo necesario para
dominar este arte.
 
Top
astaroth1
view post Posted on 20/12/2015, 03:27




5. El principio del ritmo

«Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y
retroceso, todo asciende y de
sciende; todo se mueve como
un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha,
es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el
ritmo es la compensación.»
El Kybalion.


Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un
determinado movimiento de ida y
vuelta; un flujo y reflujo, una
oscilación de péndulo entre los dos
polos que existen de acuerdo
con el principio de polaridad, de
scrito un momento
ha. Hay siempre
una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una
ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo; soles, mundos,
animales, mente, energía, materia.
Esta ley lo mismo se manifiesta
en la creación como en la destrucción de los mundos, en el
progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida, en las
cosas todas, y, finalmente, en los
estados mentales del hombre, y
es con frecuencia a esto último que creen los hermetistas que este
principio es el más importante.
Los hermetistas han descubierto
este principio, encontrándolo de aplicación universal, y han
asimismo descubierto ciertos métodos para escapar a sus efectos,
mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados.
Emplean para ello la ley mental de neutralización. No pueden
anular el principio o impedir que o
pere, pero han aprend
ido a eludir
sus efectos hasta un cierto
grado, grado que depende del dominio
que se tenga de dicho principio. Saben como usarlo, en vez de ser
usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la
ciencia hermética. El Maestro se
polariza a sí mismo en el punto
donde desea quedarse, y entonces neutraliza la oscilación rítmica
pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. Todos los
que han adquirido cierto grado de
dominio sobre sí mismos
ejecutan esto hasta cierto punto,
consciente o inconscientemente,
pero el Maestro lo efectúa consci
entemente, y por el solo poder de
su voluntad alcanza un grado tal
de estabilidad y firmeza mental
casi imposible de concebir por esa inmensa muchedumbre que va
y viene en un continuado movimi
ento ondulatorio, impulsada por
ese principio de ritmo. Este, así
como el de la polaridad, ha sido
cuidadosamente estudiado por los hermetistas, y los métodos de
contrabalancearlos, neutralizarlo
s y emplearlos, forman una de las
partes más importantes de la al
quimia mental hermética.

6. El principio de causa y efecto

«Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa;
todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el
nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos
planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley.»
El Kybalion.


Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa,
y toda causa su efecto. Afirma
que nada ocurre casualmente y que
todo ocurre conforme a la Ley.
La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de
causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun
así ninguno escapa totalmente a la Ley. Los hermetistas conocen
los medios y los métodos por los cuales se pude ascender más allá
del plano ordinario de causas y ef
ectos, hasta cierto grado, y
alcanzando mentalment
e el plano superior se convierten en causas
en vez de efectos. Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas
por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y
voluntades de los demás, si éstos s
on superiores a las de ellas. La
herencia, las sugestiones y otras
múltiples causas externas las
empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los
Maestros, habiendo alcanzado el
plano superior, dominan sus
modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como
el medio ambiente que los rodea
, convirtiéndose de esta manera
en dirigentes, en vez de ser los dirigidos.
Ayudan a las masas y a los individuos
a divertirse
en el juego de la
vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos
por ajenas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus
instrumentos. Los Maestros obedecen a la causalidad de los
planos superiores en que se
encuentran, pero prestan su
colaboración para regular y regir en
su propio plano. En lo dicho
está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el
que sea capaz de leer entre líneas
lo descubra, es nuestro deseo.

7. El principio de generación

«La generación existe por doquier
; todo tiene su principio
masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos
los planos.»
El Kybalion.


Este principio encierra la verdad de que la generación se manifiesta en
todo, estando siempre en acción los
principios masculino y femenino.
Esto es verdad, no solamente en el plano físico, sino también en el mental
y en el espiritual. En el mundo físico
este principio se manifiesta como
«sexo», y en los planos superiores to
ma formas más elevadas, pero el
principio subsiste siempre el mism
o. Ninguna creación física, mental o
espiritual, es posible sin este prin
cipio. La comprensión del mismo ilumina
muchos de los problemas que tanto han confundido la mente de los
hombres. Este principio creador obra si
empre en el sentido de «generar»,
«regenerar» y «crear». Cada
ser contiene en sí mismo los dos elementos
de este principio. Si deseáis conocer la filosofía de la creación,
generación y regeneración mental y es
piritual, debéis estudiar este
principio hermético, pues él contiene la solución de muchos de los
misterios de la vida. Os advertimo
s que este principio nada tiene que ver
con las perniciosas y degradantes teor
ías, enseñanzas y prácticas, que
se anuncian con llamativos títulos, las que no son más que una
prostitución del gran principio nat
ural de generación. Tales teorías y
prácticas no son más que la resurrecci
ón de las antiguas doctrinas fálicas,
que sólo pueden producir la ruina de la
mente, del alma y del cuerpo, y la
Filosofía Hermética siempre ha alcanz
ado su verbo de protesta contra
esas licencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que
deseáis son tales enseñanzas, debéis ir
las a buscar a otra parte: el
hermetismo nada contiene sobre ellas. Para el puro todas las cosas son
puras; para el ruin todas son ruines.
 
Top
astaroth1
view post Posted on 20/12/2015, 03:46




Capítulo III Transmutación mental

«La mente así como todos los metales y demás elementos,
pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en
grado, de condición en condición, de polo a polo, de
vibración en vibración. La verdadera transmutación
hermética es una práctica, un método, un arte mental.»
El Kybalion.


Como indicamos anteriormente, los
hermetistas fueron los verdaderos
creadores de la alquimia, de la astrol
ogía y la sicología, habiendo sido
Hermes el fundador de esas escuelas
de pensamiento. De la astrología
ha derivado la astronomía moderna; de
la alquimia ha surgido la química
y de la sicología mística la sico
logía moderna. Mas no debe suponerse
que los antiguos fueron unos ignorantes respecto a lo que las escuelas
modernas creen de su exclusiva propiedad. Las inscripciones grabadas
en las piedras y monumentos de Eg
ipto prueban concluyentemente que
los antiguos poseían el más perfe
cto conocimiento acerca de la
astronomía, mostrando la constru
cción de las mismas pirámides una
relación estrechísima entre sus design
ios y su conocimiento de la ciencia
astronómica. Tampoco debe suponerse
que ignoran la química, pues los
fragmentos de antiguas escrituras
descubiertas muestran que estaban
muy familiarizados con las propiedades químicas de los cuerpos. En una
palabra, sus teorías respecto a
la física han sido posteriormente
verificadas y confirmadas por los úl
timos descubrimientos de la ciencia
moderna, sobre todo en lo que se refier
e a la constitución de la materia.
Lejos de ignorar los llamados modernos
descubrimientos psicológicos, los
egipcios estaban muy al corriente de
todo ello, especialmente en ciertas
ramas que ignoran completamente las
escuelas modernas, y sobre todo
en «ciencia psíquica», la que tanto es
tá confundiendo a los psicólogos de
hoy en día, y haciéndoles confesar
al fin que, «después de todo, bien
puede haber algo de cierto en ello».
Lo cierto es que, además de la química
, astronomía y sicología (esto es,
la sicología en su aspecto de funci
ón cerebral), los antiguos poseían un
conocimiento trascendental de la as
tronomía que se llamó alquimia y de
la sicología trascendental titulada
sicología mística. Y no solamente
poseían este conocimiento interno, si
no también el externo, siendo este
último el único que conocen los hombres de ciencia modernos. Entre los
muchos aspectos y tópicos de conocimi
entos secretos de los hermetistas
se encuentra lo que se conoce como «transmutación mental», de la que
vamos a tratar en este capítulo.
«Transmutación» es el término general
mente empleado para designar el
antiguo arte de transmutar los metale
s, especialmente los de poco valor,
en oro. La palabra «transmutar» signi
fica «cambiar de naturaleza, de
sustancia y de forma, convirtiéndose en
otra; transformarse en otra cosa»
(Webster). Y de acuerdo con esa def
inición, «transmutación menta»
significa el arte de transformar o cambiar los estados, cualidades, formas,
condiciones mentales etc., en
otros. Así que podéis ver que la
transmutación mental no es otra co
sa que una especie de química mental;
y si preferís el término, una forma espec
ial práctica de sico
logía mística.
Mas esto tiene un significado muchísimo mayor de lo que parece a simple
vista. La transmutación alquímica en el
plano mental es tan importante en
sus efectos que de ser conocida sería uno de los estudios más
importantes para el hombre. Y esto
no es más que el principio. Veamos
por qué.
El primero de los siete principios
herméticos es el de mentalismo, que
afirma que «el TODO es
mente, que el universo es mental», lo que
significa que la única realidad que se
oculta tras todo cuanto existe es
mente; y el universo en sí mismo es
una creación mental, esto es, existe
en la mente del TODO. Consideraremos
este principio en las sucesivas
lecciones, pues ahora vamos a estudiar sus efectos, suponiendo que
dicho principio fuera cierto.
Si el universo es de naturaleza mental, entonces la transmutación mental
debe ser el arte de cambiar o transf
ormar las condiciones del universo,
trátese de la materia, de la ener
gía o de la mente. Así que esa
transmutación, no es otra cosa que la magia, de la que tanto han hablado
los escritores antiguos en sus obras místicas, pero acerca de la cual
daban tan pocas instrucciones prácticas. Si todo es mental, entonces la
posesión del medio que permita tr
ansmutar las condiciones mentales
debe hacer del Maestro el dirigente y controlador de las condiciones
materiales, así como de las oper
aciones llamadas mentales.
Es muy cierto que nadie, excepto
los alquimistas mentales más
avanzados, han alcanzado el grado de
poder necesario para dominar las
condiciones físicas más densas, tales como los elementos de la
naturaleza, la producción y cesación de
las tempestades, la producción y
cesación de terremotos u
otros fenómenos físicos de
cualquier clase, pero
que tales hombres existieron y que existen es una cosa que no duda
ningún ocultista, sea de la escuel
a que sea. Los mejores instructores
aseguran a sus estudiantes que los Maes
tros existen, habiendo aquellos
tenido algunas experiencias personales que justificaban su creencia.
Estos Maestros no hacen exhibición
pública de sus poderes, sino que, por
el contrario, permanecen solitarios par
a poder así actuar
y trabajar mejor
en el sendero de la realización.
Mencionamos aquí su existencia,
meramente para llamar vuestra atención acerca de que sus poderes son
enteramente mentales y que operan en
el sentido de la más elevada
transmutación mental, según el
principio del mentalismo de
El Kybalion
,
que dice: «El universo es una creación mental».
Mas los estudiantes y hermetistas de los grados inferiores al de Maestro
—los iniciados e instructores— pueden
también actuar y obrar libremente
en el plano mental.
Todo cuanto llamamos «fenómenos psí
quicos», «influencia mental»,
«mentalismo» etc., son transmutación
mental, pues existe un principio
único, y nada importa el nombre que
se dé a los fenómenos que se
produzcan.
El que practica la transmutaci
ón mental trabaja en ese plano,
transformando condiciones y estados m
entales en otros, de acuerdo con
fórmulas más o menos eficaces. Los varios «tratamientos»,
«afirmaciones», «autosugestiones», etc.
, de las escuelas mentalistas no
son más que esas mismas fórmulas (muy a menudo imperfectas y
empíricas), del arte hermético. La
mayoría de los que las practican son
unos ignorantes comparados con lo
s antiguos Maestros, porque no
poseen el conocimiento fundamental
sobre la cual está basada esa
operación.
No solamente los estados mentales de uno mismo pueden ser
transmutados según los métodos he
rméticos, sino que también puede
hacerse esto con la mentalidad de
los demás y, efectivamente, todos
sufrimos transformaciones mentales de cualquier índole,
inconscientemente, por lo general,
pero a veces conscientemente, cuando
comprendemos algo acerca de las leyes y principios que los rigen, y
sobre todo cuando los demás ignoran
los medios de protegerse a si
mismos. Muchos estudiantes de ment
alismo saben que las condiciones
materiales dependen de las mentes de los demás, y pueden ser
transmutadas y cambiadas de acuerdo con los deseos de la persona que
quiere modificar sus condiciones de vida. Se ha hecho esto tan público
hoy en día, que no creemos necesario
mencionarlo en detalle, siendo
nuestro propósito únicamente el de most
rar la acción de este principio
hermético que se oculta tras todas
esas varias formas de operar, buenas
o malas, porque la fuerza puede se
r empleada en ambas direcciones, de
acuerdo con el principio hermético de polaridad.
En esta obrita indicaremos los principios básicos en los que se funda la
transmutación mental, de tal manera que todos los que la estudien
puedan comprender las leyes a que obedecen, y poseyendo así la clave
maestra, sean capaces de abrir las
muchas puertas del principio de
polaridad.
Ahora procederemos a considerar el
primero de los siete principios
herméticos, el del mentalismo, el que se
explica y desarrolla el axioma de
que el TODO es mental, de que el
universo es una creación mental,
según las palabras de
El Kybalion.
Este principio debe estudiarse cuidad
osamente, porque él es, en realidad,
la base de toda la Filosofía Hermética y del arte hermético de
transmutación mental.
 
Top
astaroth1
view post Posted on 20/12/2015, 04:12




Capítulo IV El Todo

«Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo
cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad
Substancial, la Ve
rdad Fundamental.»
El Kybalion.


«Sustancia» significa lo que yace oc
ulto bajo toda manifestación externa,
la realidad esencial, la cosa en sí
misma. «Substancial» significa
actualmente existente, el elemento
esencial, el ser real. «Realidad»
significa el estado del ser verdadero,
real, eterno, permanente, fijo.
Más allá de toda apariencia externa
o manifestación debe haber siempre
una realidad substancial. Esta es la
ley. El hombre al considerar y
examinar el universo, del cual es
una unidad, no ve otra cosa que un
cambio continuo en la materia, en la
s fuerzas en los estados mentales. Ve
que nada es realmente, que todo se transforma y cambia. Nada
permanece: todo nace, crece, muere;
tan pronto como una cosa ha
adquirido su máximo desarrollo empieza
a declinar; la ley del ritmo está
en constante operación; no hay
realidades, nada firme, nada duradero,
fijo o substancial, nada permanente,
todo es cambio. Todas las cosas
surgen y evolucionan de otras cosas.
Hay una acción continua que es
seguida siempre de su reacción corre
spondiente; todo fluye y refluye,
todo se construye y derrumba, todo
es creación y destrucción, vida y
muerte. Y si el hombre que tal examen hace y tales cosas ve fuera un
pensador, comprendería que todas esas cosas en perpetuo cambio no
pueden ser sino simples apariencias exte
rnas o manifestaciones de algún
poder que se oculta tras ellas, de
alguna realidad substancial encerrada
en las mismas.
Todos los pensadores, de cualquier paí
s o época, se han visto obligados
a afirmar la existencia de esta realid
ad substancial. Todas las filosofías,
cualquiera que haya sido su nombre,
se han basado en esta idea. Los
hombres han dado a esta realidad subs
tancial muchos nombres: algunos
la han denominado «Dios», otros «Divinid
ad Infinita» y «Eterna Energía»,
«Materia», etc.,
pero todos han reconocido su ex
istencia. Es evidente por
sí misma. No necesita argumentos.
En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de algunos de los más
grandes pensadores del mundo, antiguos
y modernos —los Maestros
herméticos— y hemos denominado a ese poder que se oculta tras todas
las manifestaciones, a esa realidad s
ubstancial, por su nombre hermético
del TODO, cuyo término nos parece es el más amplio de los que puede
emplear el hombre.
Aceptamos y enseñamos las teor
ías de los grandes pensadores
herméticos, como también las de esas almas iluminadas que han
ascendido a planos superiores de exist
encia. Unos y otros afirman que la
naturaleza íntima del TODO es incognoscible. Y esto debe ser así
efectivamente, pues nadie, excepto
el TODO mismo, puede comprender
su propia naturaleza y su propio se
r. Los hermetistas creen y enseñan
que el TODO en sí mismo es y debe
ser incognoscible. Consideran las
teorías y especulaciones de los teólogos y metafísicos respecto a la
naturaleza íntima del TODO como
esfuerzos infantiles de mentes
mortales para sorprender el secreto del
Infinito. Todos esos esfuerzos han
fracasado siempre, y seguirán fracas
ando, debido a la naturaleza misma
de la tarea. El que especula sobre ello se encuentra perdido en un
laberinto de pensamientos sin salida, y
si persiste en su intento acaba por
perder toda capacidad para razonar
sanamente, hasta llegar a serle
imposible la vida. Se encontraría en una situación parecida a la de la
ardilla, que en la jaula se pone a gi
rar en su rueda, sin moverse del
mismo sitio, continuando tan prisioner
a como antes de haber comenzado.
Y aun muchos más presuntuosos son esos
que tratan de atribuir al TODO
la personalidad, cualidades, propiedades,
características y atributos de
ellos mismos, como si el TODO tuviera las emociones, sentimientos y
características de los humanos. Y llega hasta atribuirle malas cualidades,
como los celos, la susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de
que se le ofrende y se le adore y todas esas otras cosas que nos han
legado como herencia de los primeros dí
as de la infancia de la humanidad.
Tales ideas no le sirven para nada al hombre desarrollado y acaba por
dejarlas a un lado.
Creemos debe indicar que hacemos una distinción entre la filosofía y la
metafísica. Religión significa para nos
otros la realización intuitiva de la
existencia del TODO y de la relaci
ón entre uno mismo y ÉL, mientras que
la teología significa para nosotros el
esfuerzo o los esfuerzos que hace el
hombre para atribuirle las propi
as cualidades, personalidad,
características, etc., así como sus
teorías proyectos, deseos y designios,
asumiendo el papel del intermediario
entre el TODO y el pueblo. La
filosofía significa para nosotros la especulación que tiende a comprender
las cosas cognoscibles y pensables (
permítasenos la palabra), en tanto
que la metafísica indica la tentativa de inquirir entre las nebulosidades de
las regiones de lo incognoscible y de lo
impensable, la que, al fin y al
cabo, tiene la misma tendencia que la
teología. Consecuentemente, la
religión y la filosofía significan
para nosotros cosas que tienen realidad
por sí mismas, en tanto que la teología
y la metafísica son algo así como
senderos tortuosos y laberínticos, por
los que circula la ignorancia, y
forman la base más insegura e inestable sobre la que puede apoyarse la
mente o el alma del hombre. No
insistiremos para que aceptéis estas
definiciones; las mencionamos con
el único objeto de deslindar nuestra
posición. De todas maneras, muy
poco hablaremos en estas lecciones de
teología y metafísica.
Si bien es cierto que la naturaleza
esencial del TODO es incognoscible,
hay, sin embargo, ciertas verdades rela
cionadas con su existencia, que la
mente humana se ve obligada a aceptar
. El examen de éstas constituye
un asunto apropiado para la investigació
n, particularmente por lo que se
refiere a lo que el iluminado nos trans
mite de sus impresiones en los más
elevados planos de existencia. Y a esta investigación os invitamos ahora.

«Lo que constituye la Verdad fundament
al, la Realidad substancial,
está más allá de toda denominación, pero el sabio lo llama el
TODO.»
El Kybalion

«En su esencia, el TODO es incognoscible.»
El Kybalion

«Mas el dictamen de la razón debe ser recibido
hospitalariamente, y tratado con respeto.»
El Kybalion


La razón humana, cuyo dictamen debemos aceptar tanto como lo
juzguemos conveniente, nos dice
respeto al TODO, sin pretender
desgarrar el velo de lo incognoscible:

1. EL TODO debe ser todo lo que r
ealmente es. Nada puede existir fuera
del TODO, o, de lo contrario,
el TODO no sería tal.

2. EL TODO debe ser infinito, por
que nada puede existir que defina, limite
o ponga restricciones al TODO. Debe ser
infinito en tiempo, o Eterno,
debe haber existido siempre, cont
inuamente, pues nada puede haberlo
creado jamás, y algo no puede nunca surgir de nada, y si alguna vez no
hubiera sido, aunque sólo fuera un instant
e, no podría ser. Debe existir
por siempre, porque nada hay que pueda
destruirlo, y jamás puede dejar
de ser ni aun por un solo moment
o, porque algo nunca puede convertirse
en nada. Debe ser infinito en el Espacio, debe encontrarse en todas
partes, porque nada existe, ni hay si
tio alguno que esté más allá del
TODO. No puede ser de otra manera, si
no continuo y omnipresente en el
espacio, sin cesación, separación o interrupción, porque no hay nada en
ÉL que pueda interrumpirse, separarse o cesar en su absoluta
continuidad, y nada existe tampoco
que pueda «llenar las grietas». Debe
ser infinito en Poder, o Absoluto, porque nada hay que pueda limitarlo,
restringirlo, confinarlo u obstaculiza
rlo. No está sujeto a ningún poder,
porque no hay otro que el Suyo.

3. EL TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su
naturaleza real, porque nada existe
que pueda obligarlo a cambiar, ni
nada de lo que pueda haberse transformado. No puede ser aumentado ni
disminuido, ni ser mayor o menor
, bajo ningún aspecto. Debe haber
«sido» siempre, y debe seguir «siendo»
siempre también, idéntico a lo
que es ahora: el TODO. Nunca ha habido, ni hay, ni habrá algo en lo que
pueda transformarse o cambiar.
Siendo el TODO Infinito, Absoluto
, Eterno, Inmutable, debe deducirse que
todo lo que es finito, mudable,
transformable y condicionado, no puede
ser el TODO. Y como nada
existe fuera de Él en realidad, todo lo que sea
finito debe ser nada realmente. No os vayáis a sorprender o asustar,
porque no tratamos de embarcaros en
Ciencia Cristiana, cubriendo estas
enseñanzas bajo el título de Filosofía
Hermética. Hay una reconciliación
entre estos aparentemente contradict
orios asuntos. Tened paciencia, que
a todo llegaremos a su debido tiempo.
Vemos en torno a nosotros eso que se llama «materia», la que constituye
las bases físicas de todas las formas.
¿Es el TODO materia simplemente?
Absolutamente no. La materia no puede manifestar Vida o Mentalidad, y
como la mente está manifestada en
el universo, el TODO no puede ser
materia, pues nada asciende más allá de su propia fuente, nada puede
manifestarse en un efecto si no lo está también en la causa, nada puede
evolucionar o emerger como cons
ecuente si no está involucrado o
involucionado como antecedente. Y adem
ás la ciencia moderna nos dice
que la materia no existe realmente, sino que es «energía o fuerza
interrumpida», esto es, energía o f
uerza en un grado menor de intensidad
vibratoria. Como ha dicho recientem
ente un escritor, «la materia se
sumerge en el Misterio». Aun la
ciencia materialista ha abandonado la
teoría de la materia y ahora descansa sobre la base de la «energía».
¿Es pues, el TODO mera fuerza o
energía? No. La fuerza, tal como la
entiendan los materialistas, es una co
sa ciega, mecánica, carente de vida
o mentalidad. La vida y la mente
no pueden nacer de ciega energía, por
las razones dadas un momento ha: «Nada puede subir más alto que su
propia fuente, nada evoluciona si no ha
involucionado, nada se manifiesta
en un efecto si no está en la causa». Así que el TODO no puede ser mera
fuerza o energía, porque si lo fuera
no existiría eso que se llama mente y
vida, y ambas sabemos que existen, porque nosotros estamos vivos y
estamos empleando nuestra mente en cons
iderar esta cuestión; y en
iguales condiciones se encuentran los
que afirman que la energía es todo.
¿Que es lo que hay superior a la ma
teria y a la energía, y que sepamos
que existe en el Universo? ¡Vida y m
ente en todos sus diversos grados de
desenvolvimiento! Entonces preguntar
éis: ¿Queréis significar que el
TODO es vida y mente? Si y no, es
nuestra respuesta. Si entendéis por
vida y mente lo que nosotros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No,
el TODO no es eso! Mas ¿qué clase
de vida y mentalidad significáis?,
preguntaréis.
La contestación es mente viviente, tan amplia como nosotros podamos
concebirla, puesto que la vida y la m
ente son muy superiores a la fuerza
puramente mecánica o a la materia.
Mente infinita y viviente, si se
compara con la vida y la mentalidad
finitas. Queremos indicar eso que
quieren significar las almas
iluminadas, cuando reverentemente
pronuncian la palabra: ¡ESPÍRITU!.
El TODO es mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu.
 
Top
satanas1
view post Posted on 21/12/2015, 03:04




Capítulo V El universo mental

«El universo es una creación mental sostenida en la mente
del TODO.»
El Kybalion


El TODO es espíritu. Mas ¿qué es
el espíritu? Esa pregunta no puede ser
contestada, puesto que definirla sería
prácticamente definir al TODO, el
cual no puede explicarse. El espíritu
es simplemente el nombre que los
hombres dan a la más elevada concepción de la infinita Mente Viviente,
significa la esencia real, tan superior a todo cuanto entendemos por
mente y vida, como estas últimas a la ener
gía y la materia. El espíritu está
más allá de nuestra comprensión,
y usamos dicho término en el mismo
sentido y queriendo significar lo mi
smo que cuando hablamos del TODO.
Para nuestro entendimiento podemos
pensar del espíritu como de una
Infinita Mente Viviente, teniendo
en cuenta, al mismo tiempo, que no
podemos comprenderlo del todo. O hacemos esto, o nos vemos obligados
a dejar de pensar.
Procederemos ahora a estudiar la Natu
raleza del Universo, como un todo,
y también en sus partes. ¿Qué es el Universo? Hemos visto ya que nada
puede existir fuera del TODO; entonces
¿El Universo es el TODO? No, no
puede serlo, porque el Universo parece estar hecho de muchas, de
múltiples unidades, y está en conti
nuo cambio; Y de todas maneras, no
está de acuerdo con las ideas que nos hemos visto obligados a aceptar
respecto al TODO, según ya indicamos en nuestra lección anterior.
Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la inevitable
consecuencia que se presenta en la
mente aparentemente.
Pero esto no
satisface la pregunta, porque nosotros
somos sensibles y sentimos la
existencia del Universo. Y si el uni
verso es algo y no es el TODO, ¿Qué
puede ser? Examinemos la cuestión.
Si el Universo existe absolutament
e, o por lo menos parece que existe,
debe proceder en alguna forma del TODO, ser su creación. Pero como
algo no puede venir de nada, ¿de qué
pudo crearlo el TODO? Algunos
filósofos han contestado a esta pr
egunta diciendo que el TODO creó el
Universo del sí mismo, esto es, sa
cándolo de su propia sustancia. Mas
esta respuesta no sirve, puesto que el
TODO no puede ser aumentado, ni
disminuido, ni dividido, según hemos
ya visto, y aunque así fuera no
podría cada partícula del Universo esta
r segura de ser el TODO, puesto
que éste no puede perder el conocimiento
de sí mismo, ni convertirse en
un átomo o fuerza ciega o un ser vi
viente inferior. Algunos, habiendo
realizado que el TODO
es todo, y reconociendo
que ellos existían, han
llegado a la extraordinaria conclusi
ón de que ellos y el TODO eran
idénticos, y han llenado el aire con sus gritos de «yo soy Dios», sirviendo
de solaz a las multitudes y de motivo de pena para los sabios.
Si el átomo gritara «yo soy hom
bre», todavía sería modesto en
comparación.
Pero ¿qué es, en realidad, el Universo, si no es el TODO ni ha sido
creado por Él separándolo de su propi
a sustancia? ¿Que otra cosa debe
ser? O, mejor preguntado. ¿De qué otra cosa puede haberlo hecho? Esta
es la gran cuestión. Nos encontramos con que el principio de
correspondencia (véase el capítulo I) viene en nuestra ayuda. El antiguo
axioma hermético «como es arriba es abajo» puede ser empleado ahora
para iluminar este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que
pasa en los planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro
propio. El principio de correspondencia
puede aplicarse a esto lo mismo
que a cualquier otro problema. Veamos
. En su propio plano de existencia,
¿cómo crea el hombre? Primero,
puede crear haciendo o construyendo
algo con los materiales que el mundo externo le brinda. Mas esto no nos
sirve, porque fuera del TODO no exist
en materiales de ninguna clase con
los que Él pueda crear. En segundo
lugar, el hombre puede crear por
medio de la fecundación, que no es más que su multiplicación,
acompañada por la transferencia de una par
te de su propia sustancia a la
matriz de la madre. Mas esto tam
poco nos sirve, porque el TODO no
puede transferir o substraerse a sí mismo una porción, ni puede
reproducirse o multiplicarse a sí mi
smo. En el primer caso habrá una
substracción de su sustancia o adición al TODO, lo que es un absurdo.
¿No existe otro medio por el cual cr
ea el hombre? Sí, hay otro: la creación
mental. Al crear en esta forma, él no
emplea materiales que le aporte el
mundo externo, ni se reproduce a sí mi
smo, y, sin embargo, su espíritu
compenetra su creación mental.
Siguiendo el principio de
correspondencia, se puede pensar
justificadamente que el TODO crea el
Universo mentalmente, de una
manera parecida al proceso mediant
e el cual el hombre crea sus
imágenes mentales. Y he aquí que en esta
descripción coinciden tanto el
dictamen dado por la razón como el de las almas iluminadas, según se
puede encontrar en sus escritos o en sus enseñanzas. Tales son las
doctrinas de los sabios. Tales las que enseñó Hermes.
El TODO no puede crear de ninguna maner
a, excepto mentalmente, sin
emplear ni materiales (pues no hay
ninguno), ni reproduciéndose (lo que
también es imposible). No hay escapatoria para esta conclusión de la
razón, la que, como hemos ya vist
o, concuerda perfectamente con lo que
dicen los iluminados. De igual m
anera que podéis vosotros crear un
universo en vuestra propia mente, as
í el TODO crea los Kosmos en la
suya propia.
Mas vuestro universo sería la creación de una mente finita, en tanto que
la del TODO sería la creación de un in
finito. Las dos son iguales en clase,
pero difieren infinitamente en grado.
Examinaremos más estrictamente el
proceso de la creación y manifestac
ión conforme vayamos avanzando en
nuestro estudio. Mas este es el punto que debéis fijar por ahora en
vuestras mentes: El Universo y todo lo que él contiene es una creación
mental del TODO; todo es mente.

«El TODO crea en su mente infini
ta, innumerables universos, los
que existen durante eones de tiempo,
y así y todo, para Él, la
creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de
universos no significa más que el
tiempo que se emplea en un abrir
y cerrar de ojos.»
El Kybalion

«La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos.»
El Kybalion


El principio de género o generación (véase el capítulo I y otros que
seguirán) se manifiesta en todos los pl
anos de la vida: material, mental y
espiritual. Pero, según ya hemos indicado anteriormente, el «género» no
significa «sexo», pues este último
no es más que la manifestación
material del género. «Género» significa «lo relativo» a la generación o
creación. Y dondequiera que algo se
genera o se crea, sea en el plano
que sea, es principio de género se es
tá allí manifestando. Y esto es
verdad, aun en lo que se refiere a
la creación de los universos.
 
Top
satanas1
view post Posted on 21/12/2015, 03:26




Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando que hay un dios
creador macho y otro hembra. Esto
no sería más que una mistificación de
las antiguas enseñanzas al respecto.
La verdad es que el TODO, en sí
mismo, está más allá del género, así
como también está más allá de toda
otra ley, incluyendo las del tiempo y del espacio. Él es la ley de la cual
todas las leyes proceden, y, por lo
tanto no puede estar sujeto a estas
últimas. Mas cuando el TODO se mani
fiesta en el plano de la generación
o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el Principio, pues
se está moviendo en un plano inferior
de existencia. Y consecuentemente,
Él manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino y
femenino, en el plano mental, por supuesto.
Esta idea podría parecer
un tanto chocante, si la
oís por primera vez, mas
otras veces la habéis aceptado pasiva
mente en vuestras concepciones
diarias. Habláis de la paternidad
de Dios y de la maternidad de la
Naturaleza, de Dios como padre divino y de la Naturaleza como madre
Universal, y así habréis conocido instin
tivamente el principio del Género
en el Universo. ¿No es así?
Mas las enseñanzas herméticas no implican una dualidad real —el TODO
es UNO— siendo los dos aspectos simples fases de manifestación. La
doctrina es que el principio masc
ulino manifestado por el TODO
permanece, en cierta manera, aparte de
la creación mental del Universo.
Proyecta su voluntad sobre el pr
incipio femenino (que puede ser llamado
naturaleza), siendo en ésta que comienza la obra evolutiva de un
Universo, desde simples «centros de actividad» hasta el hombre, y aun a
más elevados planos de existencia
que el humano, todo ello de acuerdo
con bien establecidas leyes de la Na
turaleza. Si preferís las antiguas
imágenes mentales, podéis concebir el pr
incipio masculino como Dios, el
padre, y el principio femenino como
Naturaleza, la madre universal, de
cuya matriz todas las cosas nacen. Esto es algo más que una simple
figura poética de lenguaje, es una i
dea del proceso de la creación de un
Universo. Pero recordad siempre que el TODO es UNO, y que en su
mente infinita es donde crean y generan y existen los Kosmos.
Podría ayudaros a concebir esto propiamente el aplicarle la ley de
correspondencia en vuestra propia
mente. Sabéis que esa parte de
vosotros que llamáis «yo», en cierto
sentido, permanece aparte de la
creación y de vuestras imágenes mentales
en el intelecto. La parte de la
mente en la que se efectúa la generación de imágenes puede ser llamada
el «mí», en distinción con el «y
o», que permanece aparte y que examina
los pensamientos, ideas e imágenes del «mí». Como «arriba es abajo»,
acordaos, y los fenómenos de un pl
ano pueden emplearse para resolver
los enigmas de los planos superiores e inferiores.
¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos, sintáis una reverencia
instintiva hacia Padre-Madre? ¿Es maravilloso que cuando consideráis
las obras y maravillas de la Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo
más profundo de vuestro ser? Es a
vuestra madre-mente a quien os
estáis estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre.
No vayáis a suponer que el pequeñí
simo mundo que os circunda —la
Tierra— que no es más que un grano de arena en el Universo, es el
universo mismo. Hay millones y millo
nes de tales mundos, y aun muchos
mayores que él. Y aun hay millones de millones de tales universos que
existen en la Mente del Único.
Y aun en nuestro sistema solar hay
regiones y planos de vida muy superiores a los nuestros, y seres
comparados con los que nosotros somos lo que las amebas respecto al
hombre. Hay seres cuyos poderes y atributos son mucho más elevados
que los del hombre, y éste jamás ha
soñado que pudieran existir. Mas, a
pesar de esto, esos seres fueron en
poco tiempo lo que nosotros ahora, y
seremos un tiempo como ellos son y aun superiores, porque tal es el
destino del hombre, a juzgar por lo que nos dicen los iluminados.
La muerte no es real, ni aun en senti
do relativo: no es sino nacer en una
vida nueva, y ascendemos y seguiremos ascendiendo a planos de vida
cada vez más elevados, durante eones
y eones de tiempo. El universo es
nuestra casa, nuestro hogar y podemos explorarlo hasta sus más lejanos
confines, antes de la consumación de
los tiempos. Estamos en la mente
del TODO y nuestras posib
ilidades y oportunidades son infinitas, lo mismo
en el tiempo que en el espacio. Y al fin del gran ciclo de eones, cuando el
TODO reabsorba sus creaciones en sí
mismo, marcharemos alegremente
porque entonces seremos capaces de comprender la verdad toda de ser
UNO con el TODO. Esto es lo que nos afirman los iluminados, esos que
han avanzado tanto en el sender
o de la realización.
Y, en el entretanto, estemos tranquilos y serenos; estamos seguros y
protegidos por el Poder Infini
to del Padre-Madre Mente.

«En la Mente del Padre-Madre,
los hijos están en su hogar.»
El Kybalion

«No hay nadie que no tenga padre
y madre en el Universo.»
El Kybalion.
 
Top
satanas1
view post Posted on 21/12/2015, 03:47




Capítulo VI La paradoja divina

«El sabio a medias, reconociendo
la irrealidad relativa del
Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése no
es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará
contra las rocas y será aplastado por los elementos, en
razón de su locura. El verdadero sabio conociendo la
naturaleza del universo, emplea la
Ley contra las leyes: las
superiores contra las inferiores
, y por medio de la alquimia
transmuta lo que no es deseable, en lo valioso y de esta
manera triunfa. La maestr
ía consiste, no en sueños
anormales, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el
sabio empleo de las fuerzas super
iores contra las inferiores
vibrando en los más elevados. La transmutación (no la
negación presuntuosa), es el arma del Maestro.»
El Kybalion


Ésa es la paradoja del Universo, la que resulta del principio de polaridad,
principio que se manifiesta c
uando el TODO empieza a crear.
Aunque para el TODO infinito el Univ
erso, sus leyes, su
s poderes, su vida,
sus fenómenos, son como cosas contempladas en el estado de
meditación o ensueño, el Universo debe
ser tratado como real, y la vida,
las acciones y los pensamientos deben estar basados en ello,
acordemente, si bien se tenga un claro
conocimiento y realización de la
Verdad Superior cada uno respecto a su
propio plano y leyes. Si el TODO
hubiera imaginado un Universo real
sería desastroso para éste, porque
entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo superior, el universo se
habría convertido en una cosa fija, inmóvil y el progreso resultaría
imposible. Y si el hombre, por su
parte, debido a su media-sabiduría,
actúa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a
sus propios ensueños a finitos), así se c
onvertirá efectivamente para él, y,
al igual de un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más
vueltas en un círculo, sin hacer el
menor progreso y siendo forzado por
último a despertarse y vivir por las le
yes naturales que él hubiera olvidado.
Conservad siempre la mente fija
en la Estrella, pero mirad donde ponéis
los pies, no vayáis a hundirlos en
algún abismo. Recordad la paradoja
divina que afirma que si bien el «U
niverso no es, sin embargo es».
Recordemos siempre los dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo.
Guardémonos de las verdades a medias.
Lo que los hermetistas conocen como «Ley de la paradoja» es un aspecto
del principio de polaridad. Las escrit
uras herméticas están llenas de toda
clase de referencias respecto a esa paradoja que se descubre en todos
los problemas de la Vida y del Ser.
Los instructores están siempre
batallando para imped
ir que sus estudiantes omitan el «otro lado» de
cualquier cuestión, y sus recomendacio
nes se dirigen especialmente a los
problemas de lo absoluto y de lo
relativo, que tanto confunden a los
estudiantes de filosofía, y que obli
gan a tantos a obrar y a pensar
contrariamente a lo que se conoce como «sentido común».
Recomendamos mucho a nuestros es
tudiantes el que se aseguren de
haber comprendido bien la paradoja divina de lo absoluto y lo relativo,
evitando el ser hipnotizados por el fals
o miraje de la verdad a medias.
Desde este punto de vista ha sido
escrita esta lección. Leedla
cuidadosamente.
La primera idea que se le ocurre
al pensador que ha comprendido y
realizado la verdad de que
el Universo es una creación mental del TODO,
es la de que el Universo y todo cuant
o éste contiene son una pura ilusión,
una irrealidad, contra cuya idea se re
vuelve instantáneamente. Pero esto,
al igual de otras grandes verdades,
debe ser considerado desde los
puntos de vista absoluto, el Univer
so es, por supuesto, una ilusión, un
sueño, una fantasmagoría, si se com
para con el TODO en sí mismo. Esto
lo reconocemos nosotros mismos cuando hablamos del mundo como de
un sueño, que va y viene, que nace y m
uere, desde el momento que todo
lo que es mudable, que cambia, que es finito e insustancial, debe estar
ligado a la idea de un Universo creado,
cuando se compara con el TODO
mismo, no importando cual puede ser nuestra creencia respecto a la
naturaleza de ambos.
Filósofos, metafísicos, científicos y teólogos, todos están de acuerdo
sobre ello, y esta concepción se encuentra en todos los sistemas
filosóficos y religiosos, así como en las respectivas teorías de las
escuelas metafísica y teológicas.
Las enseñanzas herméticas no predican
la insubstancialidad del Universo
en términos más fuertes que los que os son más familiares, aunque la
exposición del asunto pueda parecer
os algo más contundente. Todo
cuanto tenga un principio y un fin, en
cierto sentido debe ser irreal e
ilusorio, y el Universo se encuentra en
este caso, sea cual sea el sistema
de las escuelas de pensamiento. De
sde el punto de vista absoluto nada
hay real excepto el TODO, no importando los términos que empleemos al
pensar sobre ello o al discutirlo. Bien sea que el Universo haya sido
creado de materia, o bien que sea una cr
eación mental en la mente del
TODO, es insustancial, mudable, sujeto
al tiempo, al espacio, al cambio.
Debemos comprender y sentir bien es
to antes de pensar y examinar la
concepción hermética de la naturalez
a mental del Universo. Examina
cualesquiera otras concepciones, y v
ed si existe alguna que no lo admita.
Mas el punto de vista absoluto muestr
a únicamente un solo lado de la
cuestión, siendo el otro el aspecto
relativo de la misma. Las verdades
absolutas han sido definidas «como las cosas, tal como las conoce y las
ve la mente de Dios», mientras que las verdades relativas son «las cosas
tal como la más elevada razón del hombre las comprende». Y de esta
manera, mientras que para el TODO el
Universo debe ser ilusorio e irreal,
un simple sueño o resultado de la meditación, sin embargo para las
mentes finitas que forman parte de es
e Universo, y mirando a través de
las mortales facultades, el Universo es ciertamente real, y así debe ser
considerado. Al reconocer así el
punto de vista absoluto, no cometeremos
el error de ignorar o negar los hechos y fenómenos del Universo, tal como
se nos presentan antes nuestras facu
ltades mortales: no somos el TODO,
recordémoslo.
Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer el hecho de
que la materia «existe» para nuestros s
entidos, y haríamos muy mal si así
no lo reconociéramos. Y, a pesar de ello
, nuestra mente finita reconoce la
verdad científica de que no hay tal materia desde el punto de vista de la
ciencia, y que lo que llamamos materia no es más que un agregado de
átomos, átomos los cuales a su vez,
no son más que unidades de fuerza
agrupadas que llamamos «electr
ones» o «iones», vibrando
constantemente con movimiento ci
rcular. Golpeamos una piedra y
sentimos el impacto, parece ser real, y, a pesar de ello, sabemos que no
es más que lo ya expuesto.
Pero recuerden que nuestro pie, que
siente el golpe mediante la
intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por
electrones, y por que de esa materia está hecho también nuestro cerebro.
 
Top
satanas1
view post Posted on 23/12/2015, 02:01




Y, por último, si no fuera por la ment
e, no sabríamos nada ni del pie ni de
la piedra absolutamente.
Además, el ideal que un artista o un
escultor tratan de
reproducir en el
mármol o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con los
personajes que crea la mente de un aut
or teatral, quien trata de
expresarlos para que los demás puedan re
conocerlos. Y si esto fuera
cierto en el caso de nuestras mentes
finitas, ¿cuál sería el grado de
realidad de las imágenes mentales cr
eadas en la mente del Infinito? ¡Oh,
para los mortales este universo de m
entalidad es ciertamente muy real!
Es el único que jamás podremos c
onocer, aunque nos elevemos de plano
en plano, cada vez más alto. Para que lo pudiéramos conocer de otra
manera, por experiencia actual, tendr
íamos que ser el TODO mismo. Es
muy cierto que, cuanto más nos elevam
os en la escala, tanto más cerca
nos encontraremos de la mente del P
adre y tanto más evidente se hace la
naturaleza ilusoria de las cosas finita
s, pero hasta que el TODO no nos
absorba finalmente dentro de Él mismo no se desvanecerá la visión.
De manera, pues, que no necesitam
os basarnos en esa ilusión.
Reconozcamos más bien la verdadera nat
uraleza del Universo y tratemos
de comprender sus leyes mentales,
esforzándonos en emplearlas en la
forma más efectiva para nuestro pr
ogreso ascendente en toda la vida
conforme vamos viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del
Universo no dejan de ser «leyes de hierro» porque sean de naturaleza
mental. Todos excepto el TODO, est
án sujetos a ellas. Lo que está en la
infinita mente del TODO es real,
sólo un grado menos que la realidad
misma que constituye la naturaleza del TODO.
No nos sintamos, pues, inseguros o
temerosos; sintámonos firmemente
sostenidos en la mente infinita
, y nada existe que pueda dañarnos o
causarnos miedo. No hay poder
alguno fuera del TODO que pueda
afectarnos. Podemos permanecer
tranquilos y seguros. Y en esta
realización, una vez alcanzada, exis
te una plenitud de seguridad y calma.
Entonces dormiremos serenamente sobr
e la firmeza inconcebible de lo
Profundo, y descansaremos seguram
ente sobre el Océano de la mente
Infinita que constituye al TODO. En
Él, ciertamente, vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser.
La materia no es menos materia par
a nosotros mientras permanezcamos
en ese plano, aunque sepamos que no es más que un agregado de
partículas de fuerza, o electrones,
que vibran rápidamente, girando unas
en torno de otras, en la formación de
los átomos. Los átomos, a su vez
giran y vibran y forman así las molécu
las, y la agrupación de estas últimas
componen las grandes masas de materia.
Y no será menos materia por el
hecho de que, cuando avancemos en nues
tra investigación, sepamos que
la fuerza, cuyas unidades son los electrones, no son a su vez más que
unidades de manifestación de la m
ente del TODO, y que como todo lo
demás en el universo es puramente m
ental en su naturaleza. Aunque en
el plano de la Materia tenemos
que reconocer sus fenómenos, podemos
dominarla (como lo hacen todos los
maestros en menor o mayor grado),
aplicándoles las fuerzas superiores.
Cometeríamos así una locura si
negáramos la existencia de la materia en ese aspecto relativo. Podemos,
sí, negar su dominio sobre nosotros;
está bien, pero no debemos intentar
ignorarla en su aspecto relativo, por
lo menos mientras vivamos en este
plano.
Las leyes de la naturaleza tampoco se hacen menos constantes o
efectivas por el hecho de que las conozcamos y sepamos que son
simples creaciones mentales. Obr
an plenamente en todos los planos. Y
nos libertamos de las leyes inferiores,
aplicándoles las superiores, y sólo
podemos conseguirlo de ésta manera.
Pero no podemos escapar a la Ley
o elevarnos por encima de ella comp
letamente. Nadie, sino el TODO,
puede escapar a la Ley, y esto es debido a que el TODO es la ley misma,
de la cual todas las demás brotan
. Los más avanzados maestros pueden
adquirir los poderes que se atribuyen generalmente a los dioses, y existen
muchos grados del ser en la gran jerarquía de la vida, cuyos poderes
trascienden hasta los de los más elevados maestros, en un grado
inconcebible para los mortales, pero
hasta el Maestro más grande y el ser
más elevado debe inclinarse ante la Ley y son como nada ante los ojos
del TODO. Así que si hasta esos elev
ados seres, cuyos poderes exceden
a los atribuidos por el hombre a sus di
oses, están sujetos y sirven a la Ley,
imagina la presunción del mortal de nues
tra raza cuando mira las leyes de
la Naturaleza como «irreales»,
visionarias e ilusorias, porque ha podido
alcanzar a ver que esas leyes son de naturaleza mental, o simples
creaciones del TODO. Esas leye
s que el TODO quiere que rijan no
pueden ser desafiadas o transgredidas. Mientras subsista el Universo
subsistirán, porque aquel existe en virt
ud de esas leyes, las que forman la
trama o el esqueleto en que el
Universo se apoya.
El Principio hermético del Mentalismo
, a la vez que explica la verdadera
naturaleza del Universo sobre la bas
e de que todo es m
ental, no cambia
las concepciones científicas del Universo
, de la vida o de la evolución. En
realidad, la ciencia no hace más que corroborar las enseñanzas
herméticas. Estas últimas enseñan que la naturaleza del Universo es
mental, mientras que la ciencia afirma que es «material»; o, según sus
últimas noticias, que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas
herméticas tampoco están en pugna con el principio básico de Herbert
Spencer, que postuló la existencia de una «Energía Infinita y Eterna, de la
cual proceden todas las cosas». En
realidad, los hermetistas reconocen
en la filosofía de Spencer la más
elevada expresión de la obra de las
leyes naturales que jamás se prom
ulgara, y creen que Spencer era una
reencarnación de un antiguo filósofo que vivió en Egipto millares de años
ha, y que más tarde vivió como Heráclito,
el filósofo griego que viviera en
el año 500 A. C. Y consideran su doctr
ina de la «energía infinita y eterna»
como de acuerdo con las enseñanzas herméticas siempre con el
agregado de que esa energía es la m
ente del TODO. Con esta clave
maestra de la filosofía Hermética puede el estudiante de Spencer abrir
muchas puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo
inglés, cuyas obras demuestran los re
sultados de su preparación en sus
encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas
respecto a la Evolución y al
Ritmo están casi de perfecto acuerdo
con la Doctrina Hermética referente
al principio del Ritmo.
Así, pues, el estudiante no necesita dej
ar a un lado los puntos de vista
científicos referentes al Universo. Todo lo que se le pide es que
comprenda el principio básico de
que el TODO es mente, de que el
Universo es mental: sostenido firme
mente en la mente del TODO. Y
encontrará que los otros seis prin
cipios concuerdan perfectamente con
este conocimiento científico, y serv
irán para dilucidar plenamente los
puntos oscuros. No hay que maravillar
se de ello, si se considera la
influencia que el pensamiento herméti
co ejerciera sobre los filósofos
primitivos de Grecia, sobre cuyas
doctrinas descansan en gran parte las
teorías de la ciencia actual. La aceptación del primer principio hermético
(mentalismo) es la única gran diferencia entre la ciencia moderna y los
estudiantes herméticos, y la ciencia se va dirigiendo gradualmente hacia
ese punto, conforme avanza a través de la oscuridad y va encontrando su
camino en el laberinto en que se ha metido en busca de la Realidad.
El objeto de esta lección es imprimir
en la mente del estudiante el hecho
de que el Universo y sus leyes y sus fenómenos son tan reales, en lo que
al hombre concierne, como lo serían bajo la hipótesis del materialismo y
de la energía. Bajo cualquier hipótesis,
el Universo, en su aspecto externo,
está siempre cambiando y es transito
rio, y, por consiguiente, está
desprovisto de realidad substancial.
Pero, y nótese el otro polo de la
verdad, bajo cualquiera de dichas hi
pótesis estamos obligados a obrar y a
vivir como si esas cosas fugaces fueran reales y substanciales. Con esta
diferencia siempre, que según las doc
trinas se ignoraba el poder mental
como Fuerza Natural, mientras que ahora vemos que el Mentalismo es la
mayor fuerza de esa clase. Y esta sola diferencia basta para revolucionar
la vida de aquellos que comprenden el
principio y la práctica y leyes
resultantes.
Por último, una vez que se comprenda
la ventaja del Mentalismo se
aprende a conocer, emplear y aplicar la
s leyes resultantes. Pero no se
caiga en la tentación que, según indica
El Kybalion
, acecha al medio-
sabio que lo hace hipnotizarse por
la aparente irrealidad de las cosas,
siendo su conciencia que camina de
un lado para otro como soñando,
viviendo en un mundo de ensueños, ignoran
do la vida diaria y su trabajo,
siendo su final que se destrozará contra las rocas y se disolverá en los
elementos, en razón de su locura. Má
s bien seguid el ejemplo del sabio
que la misma autoridad indica: «úsese la Ley contra las leyes; lo superior
contra lo inferior, y por el arte de la alquimia trasmutad lo que no es
deseable en lo estimable, triunfando en esa forma». De acuerdo con esta
doctrina, debe evitarse la media-sabi
duría, que es locura y que ignora la
verdad de que: «El dominio consiste,
no en sueños anormales o visiones
y fantásticas imaginaciones, sino en
emplear las fuerzas superiores
contra las inferiores, escapando así a
los dolores de los planos inferiores
mediante la elevación a los superiores». Recuérdese siempre que la
«transmutación y no la negación presunt
uosa es el arma del Maestro».
Las citas antedichas pertenecen a
El Kybalion
, y son muy dignas de
tenerlas siempre presentes.
No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que, si bien es
relativo, es real, por lo menos en
lo que concierne a nuestra vida y obras.
Nuestra misión en el Universo no es
negar su existencia, sino vivir,
empleando debidamente sus leyes para
ascender de lo inferior a lo
superior, viviendo y haciendo lo mejor que podamos dentro de las
circunstancias que surgen cada día, y
viviendo, todo lo posible, nuestras
más elevadas ideas e ideales. El ve
rdadero significado de la vida no es
conocido por el hombre en este plano —si es que alguien lo conoce—;
pero los más sabios, y nuestras propi
as intuiciones también, nos enseñan
que no nos equivocaremos si tratamos de vivir lo mejor posible y realizar
la tendencia universal en el mismo
sentido, a pesar de las aparentes
evidencias en contra. Todos estamos en
el Camino, y esta vía va siempre
ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo.
Léase el mensaje de
El Kybalion
, y sígase el ejemplo del sabio, evitando
el error del medio-sabio, quien
perece en razón de su locura.
 
Top
satanas1
view post Posted on 23/12/2015, 02:32




Capítulo VII El Todo en todo

«Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos
que el TODO está en todas las cosas. El que comprende
esto debidamente, ha adqui
rido gran conocimiento.»
El Kybalion


¡Cuan a menudo se ha oído a la mayoría
repetir la afirmación de que su
Deidad era «todo en todo», y cuán poc
o ha sospechado el íntimo
significado oculto encerrado en esas palabr
as emitidas tan sin ton ni son!
La presión comúnmente
empleada es lo que ha quedado de la máxima
hermética del epígrafe. Como dice
El Kybalion
: «El que comprende esto
debidamente, ha adquirido gran conocimiento».
Y si esto es así, tratemos
de comprender lo que significa, dada su gran importancia.
En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades
filosóficas, científicas y religiosas.
Ya hemos dado la enseñanza hermética concerniente a la naturaleza
mental del Universo —la verdad de que
«el Universo es Mental, sostenido
en la mente del TODO». Como dice
El Kybalion
en el pasaje citado:
«todas las cosas están en el TODO».
Pero nótese también la siguiente
afirmación correlacionada: «Es igualm
ente cierto que el TODO está en
todas las cosas». Esta contradicción aparente es conciliable según la ley
de la Paradoja. Es, además, una afi
rmación hermética exacta sobre las
relaciones que existen en el TODO y su
Universo mental. Ya hemos visto
como es que todo está en el TODO; examinemos ahora el segundo
aspecto del asunto.
La doctrina hermética indica que el
TODO es inminente e inherente al
Universo, así como en toda parte, partíc
ula, unidad o combinación, dentro
del universo.
Los maestros suelen ilustrar este pos
tulado, refiriéndose al Principio de
Correspondencia. El instructor pide al estudiante que forme una imagen
mental de algo, de una persona, una
idea o alguna cosa que tenga forma
mental, siendo el ejemplo preferido
el de un autor que se esté formando
una idea de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la
imagen mental de lo que trat
a de expresar con su arte. En cada caso el
estudiante verá que, aunque la imagen ti
ene existencia y ser únicamente
dentro de su propia mente, sin embar
go, el estudiante mismo, autor,
pintor, o escultor es, en cierto s
entido, inmanente en
dicha imagen. En
otras palabras, toda la virtud, vida, espí
ritu o realidad de la imagen mental
se deriva de la «inmanente mente»
del pensador. Medítese esto un
instante hasta que se comprenda bien la idea.
Empleando otro ejemplo,
podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear,
Ricardo III, etc., existieron en la m
ente de Shakespeare en el momento de
su concepción o creación. Y, sin
embargo, Shakespeare existió también
dentro de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu
y su acción.
¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como Micawber,
Oliver Twist, Uriah Heep?... ¿Es Charles Dickens o tiene cada uno de
ellos un espíritu personal, inde
pendiente de su creador? ¿Tienen la
Venus de Médicis, la Madonna Sixtina,
el Apolo de Belvedere, espíritus y
realidad propios o representan los poder
es mentales y espirituales de sus
creadores? La Ley de la Paradoja expl
ica que ambas proposiciones son
ciertas, consideradas desde los puntos
de vista apropiados. Micawber es,
a la vez, Micawber y Dickens. Y mientras puede decirse que Micawber es
Dickens, Dickens no es idéntico a Mica
wber. El hombre,
como Micawber,
puede exclamar: «El espíritu de mi
creador me es inherente, y, sin
embargo, yo no soy Él». Esto es
muy diferente de la chocante media-
verdad que clamorosamente anuncian al
gunos medio-sabios, diciendo:
«Yo soy Dios». Imaginad al pobre Mi
cawber o al ratero Uriah Heep
exclamando: «Yo soy Dickens», o a c
ualquier otro personaje de las obras
de Shakespeare anunciando: «Yo soy Shak
espeare». El TODO está en la
lombriz, pero la lombriz está muy le
jos de ser el TODO. Pero aunque la
lombriz exista meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su
ser únicamente en la mente del TODO,
el TODO es inmanente a ella, así
como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún misterio
mayor que el encerrado en esa proposición: «Todo está en el TODO y el
TODO está en todo?».
El estudiante comprenderá, por
supuesto, que las ilustraciones dadas
más arriba son necesariamente
imperfectas e inadecuadas, porque
representan la creación de imágenes
mentales en mentes finitas,
mientras que el Universo es la cr
eación de una mente infinita, y la
diferencia entre los dos polos las separ
a. Y, sin embargo, es sólo cuestión
de grado —el mismo Principio es
el que opera— el Principio de
Correspondencia se manifiesta en cada
una: «Como es arriba, es abajo;
como es abajo, es arriba».
Y en proporción a la realización que obt
enga el hombre de la existencia
del Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser se elevará en la
escala de la vida. Esto es lo que si
gnifica el desarrollo espiritual; el
reconocimiento, la realización y la
manifestación del Espíritu interno.
Recuérdese siempre esta definición (l
a del desenvolvimiento espiritual),
porque contiene la verdad de
toda verdadera Religión.
Existen muchos Planos del Ser, mu
chos subplanos de vida, muchos
grados de existencia en el Univer
so. Y todos dependen del adelanto de
los seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa,
estando el Ser más elevado separado del Espíritu del TODO sólo por una
sutilísima división, y por todas partes,
a lo largo de esta escala de la vida,
todo está en movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el
TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia
arriba, adelante, a pesar de las aparent
es contradicciones. Éste es el
mensaje del iluminado.
La doctrina hermética concerniente al
proceso de la creación mental del
Universo es que, al principio del ci
clo creador, el TODO, en su aspecto de
ser, proyecta su voluntad hacia su
aspecto de «Devenir» y el proceso de
la creación comienza. Se dice qu
e este proceso se reduce a una
disminución gradual de intensidad vi
bratoria hasta que se alcanza un
grado muy bajo de energía vibr
ante, en cuyo punto se manifiesta la forma
más densa posible de materia. Este proc
eso se llama involución porque el
TODO se «envuelve» en su creación. Y esto tiene su correspondencia en
los procesos mentales de un artist
a, escritor o in
ventor, quien se
«envuelve» tanto en su creación ment
al que olvida casi completamente
su propia existencia, pues en esos momentos «vive en su creación». Si
en vez de la palabra «envolverse» empleáramos la de «absorberse»,
quizá se diera una idea más clara del significado que trata de sugerir.
A este estado involucionario de la creación suele también llamársele la
«Emanación» de la energía divina, así
como el estado evolucionario se
denomina «Absorción». Al polo más extr
emo del proceso creador, se le
considera como el más separado del
TODO, en tanto que el principio del
estado evolutivo es mirado como un
retorno de la oscilación del péndulo
del Ritmo, como una vuelta al hogar.
La enseñanza es que durante la Efus
ión las vibraciones se van
amortiguando gradualmente hasta que el
impulso amortiguador cesa por
último, y entonces se produce el retorno de la oscilación pendular. Pero
existe esta diferencia: que mientras en la efusión se manifiestan las
fuerzas creadoras compactamente,
como un todo desde el comienzo
mismo del estado evolutivo o de «reabsorción» se manifiesta la ley de la
individualización; esto es, la tendencia
a separarse en unidades de fuerza,
de tal manera que lo que dejó al TODO
como no individualizada energía
vuelve a su fuente originaria co
mo innumerables unidades de vida,
altamente desarrolladas, que se han
ido levantando cada vez más alto en
la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual.
Los antiguos herméticos empleaban la palabra «meditación» para
describir el proceso de la creación
mental del Universo en la mente del
TODO, habiéndose empleado también frecuentemente la palabra
«contemplación».
Pero la idea que parece sugerir es
la del empleo de la Atención Divina.
«Atención» es una palabra
derivada de raíz latina, que significa «alcanzar,
llegar», y el acto de atención es r
ealmente un «alcance, una extensión»
de la energía mental; de maner
a, pues, que comprenderemos
perfectamente el concepto si exami
namos el verdadero significado de la
atención.
La doctrina hermética concerniente
a la evolución es que el TODO,
habiendo meditado sobre el
principio de la creación, y establecido así la
base material del Cosmos, pensándolo en
la existencia, gradualmente va
despertándose de su meditación, y al
hacerlo produce la manifestación
del proceso evolutivo, en los planos
material, mental
y espiritual,
sucesivamente en orden. Así empieza el movimiento ascendente, y todos
los seres comienzan a dirigirse hacia
el Espíritu. La materia se va
haciendo menos densa, las unidades vi
enen a ser, las combinaciones se
inician, la vida aparece y va manifestándose en formas cada vez más
elevadas y la mente se va hacie
ndo más evidente, vibrando todo cada
vez más intensamente. En una palabra,
el proceso entero de la evolución,
en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del
proceso de «absorción». Todo esto ocupa eones y eones de tiempo,
estando compuesto cada eón por millones de años; pero, según dice el
iluminado, toda la creación, incluyendo
la involución y la evolución de un
universo, no es más que un abrir y ce
rrar de ojos para el TODO. Al final
de innúmeros ciclos de eones de tiempo el TODO retira su atención
(contemplación) o meditación del
Universo, porque la Gran Obra ha
terminado, y todo queda absorbido en Él
de quien otrora emergiera.
Pero el misterio de los misterios es
que el Espíritu de cada alma no queda
aniquilado, sino que se expande infi
nitamente, sumergiéndose uno en
otro el Creador y el Creado. Ésa es la voz de la iluminación.
La iluminación expuesta sobre la medi
tación y el subsiguiente despertar
de ella del TODO no es, por supues
to, más que un intento de descripción
del proceso infinito, mediante un ejem
plo finito. Pero, no obstante: «Como
es arriba es abajo». La diferencia es
sólo de grado. Y así, como el TODO
se despierta de su meditación sobre el
Universo, así tambi
én el hombre (a
su debido tiempo) cesará de manifestarse
sobre el plano material y se irá
retirando cada vez más en el espíritu In
terno, que, ciertamente, es el
«Ego Divino».
Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y esto
llega muy cerca del campo metafísico de especulación, aunque nuestro
propósito es simplemente el mostrar la futilidad de tal especulación.
Aludimos a la pregunta que inevitablem
ente se presenta ante la mente de
todos los pensadores que se han av
enturado a buscar la Verdad, la
pregunta es: ¿Por qué creó el TODO
al Universo? Esta pregunta podrá
ser formulada en diferente forma, pero su
esencia es siempre la misma.
Mucho han luchado los hombres par
a contestársela, pero aún no se
posee respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han
imaginado que el TODO ganaría algo c
on ello, pero eso es absurdo,
porque ¿qué es lo que podrá obtener el TODO que ya no posea? Otros
dicen que el TODO desea amar
a algo, o que lo había creado para
divertirse, o porque estaba silo, o para
manifestar su poder. Pero todas
esas respuestas son pueriles e inf
antiles y pertenecen a la primera
infancia del pensamiento.
Algunos han tratado de explicar el mi
sterio presumiendo que el TODO se
vio «compelido» a crear, en razón
de su «naturaleza interna», o su
«instinto creador».
Esa idea, si bien representa un adel
anto sobre las ot
ras, tiene un punto
débil. Si su «naturaleza interna o in
stinto creador» lo impulsara a hacer
algo, entonces la naturaleza interna o
instinto creador sería el Absoluto,
en vez del TODO, y de ahí que la proposición falle por su misma base.
Sin embargo, el TODO crea y se m
anifiesta y parece encontrar cierta
satisfacción al hacerlo. Y es muy difíc
il escapar a la conclusión de que en
algún grado infinito tendría que t
ener algo que correspondiera a una
naturaleza interna o instinto cr
eador en el hombre, con un deseo y
Voluntad correspondientemente infinito
. No podría obrar si no quisiera
hacerlo, no podría hacerlo a menos que lo deseara, y no lo desearía si no
obtuviera con ello una satisfacción.
Y todas estas cosas pertenecerían a
una Naturaleza interna, y podría postu
larse su existencia de acuerdo con
la Ley de Correspondencia, tanto interna como externa. Éste es el
problema que yace en la raíz misma de la
dificultad y la dificultad que se
encuentra en la misma raíz del problema.
Estrictamente hablando, no puede
decirse que haya ninguna «razón»
para obrar, porque una razón implica un
a causa, y el todo está por
encima de la causa y del efecto, salvo cuando su voluntad misma se
convierte en una causa, en cuyo
momento el principio se pone en
movimiento. De manera, pues, que no puede pensarse en el mismo
asunto, porque como el mismo TODO
es incognoscible. Así como nos
vemos obligados a decir simplemente:
EL TODO ES, así también sólo
podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en último
término, el TODO es la razón en
sí misma, y puede decirse en verdad que
Él es su propia razón, su propia ley;
su propio acto, mejor aún: Que el
TODO, su razón, su acto y su ley,
son uno, siendo las palabras diferentes
nombres de la misma cosa. En opi
nión de los que esto escriben, la
respuesta se halla encerrada en el íntimo ser del TODO, en su ser
secreto. La Ley de correspondencia,
en nuestra opinión, sólo llega al
aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir o de estado.
Tras ese aspecto está el de ser, en el
cual todas las leyes se pierden en
la Ley, todos los principios en el Princi
pio y el TODO, el Principio y el Ser,
son idénticos, uno y lo mismo.
Por consiguiente, toda especulación meta
física sobre el punto es fútil. Si
nos ocupamos aquí de la cuestión es sólo para mostrar que, si bien
reconocemos el hecho, reconocemos también lo absurdo de las
respuestas dadas por metafísicos y teólogos.
En conclusión, podrá ser de interés para los estudiantes el saber que en
tanto que algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos se
inclinan más bien a aplicar el Princi
pio de Correspondencia a la cuestión,
que da por resultado la «naturaleza interna», la leyenda dice que Hermes,
el Grande, cuando le fue hecha esa
pregunta por algunos de sus más
avanzados estudiantes, contestó apr
etando los labios fuertemente y no
diciendo una palabra, como si indi
cara que no había respuesta. Pero
también puede ser que quisiera aplicar
el axioma de esta filosofía que
dice que «los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para
los oídos del entendimiento», en la creencia de que aún sus más
aventajados discípulos no poseían la
comprensión necesaria que los
calificara para esa enseñanza. De cualquier manera, si Hermes poseyó el
Secreto no lo comunicó, y por lo m
enos en lo que al mundo concierne los
labios de Hermes están cerrados al
respecto. Y si Hermes el Grande
vaciló en hablar, ¿quién sería el os
ado mortal que tratara de enseñarlo?
Pero, recordémoslo, cualquiera que sea la respuesta de este problema, si
es que hay alguna, la verdad es que: «Si bien es cierto que todo está en
el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas». La
proposición en este punto es enfática.
Y, para terminar, repetiremos las
palabras de la cita: «El que comprenda esto debidamente, ha adquirido
gran conocimiento».
 
Top
satanas1
view post Posted on 24/12/2015, 02:27




Capítulo VIII Los planos de correspondencia

«Como es arriba, es abajo;
como es abajo, es arriba.»
El Kybalion


El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe
entre los diversos planos de manifestación de la vida y del ser una
armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es porque todo
cuanto hay en el Universo emanó de la
misma fuente, y las mismas leyes,
principios y características se
aplican a cada unidad o combinación de
unidades de actividad, conforme c
ada una manifiesta su propio fenómeno
en su propio plano.
Para facilitar la meditación y el est
udio, la Filosofía hermética considera
que el Universo puede dividirse en
tres grandes clases de fenómenos,
conocidas como los tres Grandes Planos:

I. EL PLANO FÍSICO.
II. EL PLANO MENTAL.
III. EL PLANO ESPIRITUAL.

Estas divisiones son más o menos arti
ficiales y arbitrarias, porque la
verdad es que las tres divisiones no son más que grados ascendentes en
la gran escala de la vida, siendo el punto más bajo la materia
indiferenciada, y el más elevado el del
Espíritu. Y, además, los diferentes
planos se esfuman unos en otros, de manera que no puede establecerse
una división firme y nítida entre la
parte superior del Plano Físico y la
inferior del Mental.
En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como
tres grandes grupos de grados de vi
da en manifestación. Y aunque el
propósito de este libro no nos permi
te entrar en una explicación extensa
de los mismos, daremos una de
scripción general de ellos.
Para principiar podemos consider
ar la pregunta tan a menudo formulada
por el neófito, que desea saber lo que
significa realmente la palabra
«Plano», término que se usa librement
e, y que apenas ha sido explicado,
en muchas obras de ocultismo. La pr
egunta se formula generalmente así:
«¿Un Plano es un lugar que tiene
dimensiones, o no es más que una
condición o estado?» Y podemos contestar «No, no es un lugar ni una
dimensión ordinaria del espacio;
pero, sin embargo, es más que un
estado o condición». Puede ser consi
derado como un estado o condición;
pero, no obstante, el estado o condi
ción es un grado dimensional, es una
escala, y está sujeto a medida. Parecerá esto quizá una paradoja, pero
examinemos el punto. Una «dimensió
n» es una medida en línea recta,
relacionada con una medida base, etc.
Las dimensiones ordinarias del
espacio son longitud o largo,
latitud o ancho, y grosor o altura. Pero existe
otra dimensión de las cosas creadas,
o medida en línea recta, conocida
por los ocultistas y también por
los hombres de ciencia, aunque estos
últimos no le hayan dado todavía el
nombre de dimensión. Esta nueva
dimensión, que por el momento es
la base de muchas especulaciones
bajo el nombre de Cuarta Dimensión,
es el tipo usado para determinar los
«grados» o planos.
Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la «Vibración». Es un
hecho bien conocido por la ciencia m
oderna, así como por los hermetistas,
quienes han encerrado esa verdad en su
tercer principio, que «todo está
en movimiento, todo vibra, nada está en reposo». Desde la más elevada
manifestación hasta la más baja, t
odas las cosas vibran. Y no solamente
vibran con diferente intensidad, si
no en diferentes dimensiones y de
diferente manera. Los grados de «intens
idad» vibratoria constituyen los
grados para medir en la escala de vibraciones, o sea los grados de la
Cuarta Dimensión. Todos estos grados
forman lo que los ocultistas llaman
«planos».
Cuanto más elevado es el grado de vibr
ación, tanto más elevado es el
plano. De manera, pues, que aunque un pl
ano no es un lugar, ni estado o
condición, posee, sin embargo, cual
idades comunes a ambos. Algo más
tendremos que decir sobre la
s vibraciones en los próximos capítulos, en
los que estudiaremos el princi
pio hermético de Vibración.
Se recordará, no obstante, que los tres
grandes planos no son divisiones
actuales y reales de los fenómenos del Universo, sino simples medios
arbitrarios empleados por los herméti
cos para ayudar al pensamiento y al
estudio de los diversos grados y formas de la actividad y de la vida
universales. El átomo de la materia,
la unidad de fuerza, la mente del
hombre y el ser del arcángel, no son más que grados de una sola y
misma escala, y todos son fundamentalmente los mismos, siendo la
diferencia sólo cuestión de grado y
de intensidad vibratoria: todos son
creaciones del TODO, y tienen su exist
encia dentro de su mente infinita.
Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete
planos menores, y cada uno de éstos en siete subplanos, siendo estas
divisiones más o menos arbitrarias,
esfumándose unas en otras, pero han
sido adoptadas por conveniencias del estudio científico.
El Gran Plano Físico, y sus siete pl
anos menores, es la división que
comprende todos los fenómenos del uni
verso que se refieren a las cosas,
fuerzas y manifestaciones físicas.
Incluye todas las formas de lo que
conocemos como materia, y toas
las formas de lo que llamamos energía
o fuerza. Pero se debe recordar que la
Filosofía Hermética no reconoce la
materia como una cosa en sí misma,
o como si tuviera una existencia
separada de la mente del TODO. La pr
oposición es que la materia no es
más que una forma de energía, esto
es, energía de una intensidad
vibratoria inferior de cierta clase. Y de acuerdo con ello, los herméticos
clasifican la materia bajo el título
de energía, y le adjudican tres de los
siete planos menores del
Gran Plano Físico.
Dichas siete divisiones menor
es son las siguientes:

I. EL PLANO DE MATERIA (A)
II. EL PLANO DE MATERIA (B)
III. EL PLANO DE MATERIA (C)
IV. EL PLANO DE SUSTANCIA ETÉRICA.
V. EL PLANO DE ENERGÍA (A)
VI. EL PLANO DE ENERGÍA (B)
VII. EL PLANO DE ENERGÍA (C)

El Plano de Materia A comprende las
formas materiales sólidas, líquidas y
gases, tal como lo reconocen generalmente las obras de texto físicas. El
Plano de Materia B comprende ciertas formas más elevadas y sutiles de
la existencia que la ciencia recién comienza a conocer: los fenómenos de
la materia radiante, bajo sus fase
s de radium, etc., que pertenecen a la
subdivisión más inferior de este pl
ano menor. El Plano de la Materia C
comprende formas de la materia más su
til y tenue, cuya existencia ni
siquiera sospechan los hom
bres de ciencia actuales. El Plano de la
sustancia Etérea comprende lo que la
ciencia denomina «éter», sustancia
de tenuidad extrema y de prodigiosa
elasticidad, que compenetra todo el
Espacio Universal y que obra como
médium para la transmisión de ondas
de energía tales como la luz, el calor,
la electricidad, etc. Esta sustancia
etérica es el eslabón de unión entre la llamada materia y la energía,
participando de la naturaleza de ambas
. La doctrina hermética dice que
ese plano tiene siete subdivisiones (como las tienen los demás planos
menores), y que, en real
idad, hay siete éteres en vez de uno.
Inmediatamente después viene el Plan
o de la Energía A, que comprende
las formas de energía que la ciencia
conoce corrientemente, siendo sus
siete subdivisiones respectivamente:
Calor, Luz, Magnetismo, Electricidad,
Atracción (gravitación, cohesión, afinid
ad química, etc.) y otras varias
formas de fuerza que revelan los expe
rimentos científicos, pero que aún
no han sido denominadas o clasificadas
. El Plano de la Energía B
comprende siete subdivisiones de
las más elevadas modalidades de
energía, que aún no ha descubierto la ciencia, pero que han sido
llamadas «Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza», cuya manifestación se
provoca mediante ciertos fenómenos
mentales, cuyos fenómenos son
posibles merced a ellas. El Plano de la Energía C comprende siete
subdivisiones de energía tan elevadam
ente organizada que tiene muchas
de las características de la vida, per
o no son reconocidas por el hombre
en el actual estado de desarrollo, si
endo utilizables solamente para los
seres del Planeta Espiritual. Esa energía es inconcebible y puede ser
considerada casi como «poder divi
no». Los seres que la emplean son
como dioses, aun comparándolos con el tipo humano más elevado que
conozcamos.
El Gran Plano Mental comprende es
as formas de cosas vivientes que
conocemos en la vida ordinaria, as
í como otras formas no tan bien
conocidas, salvo por los ocultistas.
La clasificación de los siete plano
s mentales menores no es muy
satisfactoria sino más bien arbitraria (salvo que se acompañara por
complicadas explicaciones que son ajenas al propósito de este libro), pero
la mencionaremos.
 
Top
satanas1
view post Posted on 24/12/2015, 02:51




I. EL PLANO DE LA MENTE MINERAL
II. EL PLANO DE LA MENTE ELEMENTAL A
III. EL PLANO DE LA MENTE VEGETAL
IV. EL PLANO DE LA MENTE ELEMENTAL B
V. EL PLANO DE LA MENTE ANIMAL
VI. EL PLANO DE LA MENTE ELEMENTAL C
VII. EL PLANO DE LA MENTE HUMANA.

El Plano de la Mente
Mineral comprende los estados o condiciones de las
unidades o entidades, o grupos y combinaciones de las mismas, que
animan las formas conocidas bajo el
nombre de minerales, substancias
químicas, etc. Estas entidades no deben ser confundidas con las
moléculas, átomos y corpúsculos si
endo estos últimos sólo el cuerpo
material de dichas entidades, así como
el cuerpo del hombre no es más
que su forma material y no él mismo. A esas entidades se las puede
llamar «almas» en cierto sentido, y
son seres vivientes de escaso grado
de desarrollo, vida y mentalidad,
apenas un poco más que las unidades
de «energía viviente» que comprenden las subdivisiones superiores del
más elevado plano físico. El hombre
corriente no suele atribuir mente,
alma o vida al reino mineral, pero todos los ocultistas reconocen la
existencia del mismo, y la ci
encia moderna se está encaminando
rápidamente hacia este punto de vist
a. Las moléculas, átomos y
corpúsculos tienen sus «odios y amores», gustos y desagrados,
atracciones y repulsiones, afinidades
y no-afinidades, etc., y algunos
hombres de ciencia han expresado la opinión de que el deseo y la
voluntad, las emociones y sentimient
os de los átomos sólo difieren en
grado de los del hombre. No tenemos espac
io para discutir el asunto aquí.
Todos los ocultistas saben que es un hecho, y otros se refieren a los
descubrimientos científicos más recientes para que se vea su
corroboración. Este plano tiene las siete subdivisiones habituales.
El Plano de la Mente Elemental A
comprende el estado o condición y
grado de desarrollo mental y vital de una clase de entidades
desconocidas para el hombre corriente,
pero que el ocultista conoce. Son
invisibles para los sentidos ordina
rios del hombre, pero, no obstante,
existen y desempeñan su papel en el Dr
ama del Universo. Su grado de
inteligencia es intermedio entre la
s entidades minerales y químicas por
una parte y las entidades del rein
o animal por la otra. Hay siete
subdivisiones en este plano también.
El Plano de la Mente Vegetal y su
s siete subdivisiones comprende los
estados o condiciones de las entidades que encierra el mundo vegetal,
los fenómenos mentales y vitale
s que se conocen corrientemente.
Muchas e interesantes obras científi
cas se han escrito últimamente sobre
la mente y la vida en las plantas. Los
vegetales tienen vida, mente y alma,
tanto como los animales, el hombre y el superhombre.
El Plano de la Mente Elemental B
y sus siete subdivisiones comprende
los estados y condiciones de una
forma de elementales o entidades
invisibles, que hacen su obra en el Univ
erso, cuya mente y vitalidad forma
parte de la escala entre el Plano de la Mente Vegetal y el Plano de la
mente Animal, participando dichas enti
dades de la naturaleza de ambos.
El Plano de la Mente Animal y su
s siete subdivisiones comprende los
estados y condiciones de las entidades
, seres o almas, que animan los
cuerpos vivientes de los animales y que son familiares a todos. No es
necesario entrar en detalles concernientes a este reino o plano de vida,
porque el mundo animal nos es tan fa
miliar como el nuestro propio.
El Plano de la Mente Elemental C
y sus siete subdivisiones comprende
las entidades o seres invisibles, que parti
cipan de la naturaleza de la vida
animal y humana, en determinado grado
y combinación. Los elementos
pertenecientes a este plano y que
están en el grado más elevado del
mismo, son semihumanos en inteligencia.
El Plano de la mente Humana y su
s siete subdivisiones comprende las
manifestaciones de la vida y menta
lidad que son comunes al hombre en
sus varios grados y divisiones. En este punto debemos indicar el hecho
de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivisión del Plano
de la mente Humana, y sólo los má
s inteligentes han cruzado los límites
de la quinta subdivisión. Millones de años ha empleado la raza para
alcanzar este estadio, y tardar
á muchos años más en llegar a las
subdivisiones sexta y séptima.
Pero debemos recordar que ha habido
razas anteriores a las nuestras que han pasado por esos grados y
después más allá de ellos. Nuestra propia raza es la quinta (con más los
rezagados de la cuarta) que huella el Sendero. En ella ha habido unas
cuantas almas avanzadas que han s
obrepasado a la masa y han llegado
a la sexta y hasta la séptima subdivisión, y algunos un poco más allá
todavía. El hombre de la sexta subdivisi
ón será el superhombre, y el de la
séptima el ultra hombre.
Al considerar los siete planos mental
es menores nos hemos referido a los
tres planos elementales en un senti
do general. No deseamos entrar en
mayores detalles en esta obra, porque el asunto no pertenece a este
plano de la filosofía y enseñanzas generales. Pero hemos dicho esto para
dar una idea un poco más clara de las relaciones de estos planos con los
que nos más familiares. Los Planos Elementales guardan la misma
relación en mentalidad y vitalidad c
on los Planos Mineral, Vegetal, Animal
y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas. Las teclas
blancas bastan para producir música, per
o hay ciertas escalas, melodías
y armonías en las que las teclas negras desempeñan su parte, siendo
necesaria su presencia. Son también necesarias como eslabones de
unión en las condiciones anímicas, o es
tados de ser diversos, entre los
demás planos, alcanzándose así cierta
s formas de desenvolvimiento. Y
este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas una luz nueva sobre
el proceso de la evolución, una nueva
clave para la secreta puerta de la
vida que se oculta entre reino y rei
no. Todos los ocultistas conocen
perfectamente esos grandes rein
os de Elementales, y las obras
esotéricas están llenas de alusiones a los mismos.
Pasando del gran Plano Mental al
Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que
podríamos decir?, ¿Cómo podríamos expl
icar esos elevados estados del
ser, de la vida y de la mentalidad a
mentes que son todavía incapaces de
comprender las subdivisiones más
elevadas del Plano de la Mente
Humana? Esa tarea es imposible. Só
lo podemos hablar en los términos
más generales. ¿Cómo podría describirse la luz a un hombre que haya
nacido ciego?, ¿Cómo explicar el
azúcar a quien nunca ha probado algo
dulce?, ¿Cómo hablar de armonía a un sordo?.
Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran
Plano Espiritual (cada uno de los c
uales tiene las usuales siete
subdivisiones), comprenden seres tan s
uperiores al hombre actual como
este último es superior al gusano o
quizás a formas aún inferiores. La vida
de esos seres trasciende tanto a
la nuestra que ni siquiera podemos
pensar en los detalles de las mismas.
Su mente es tan elevada que, por
ellos, nosotros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales les
parecen puros procesos materiales. La materia que forma sus cuerpos es
del plano más elevado, y algunos se dicen que están envueltos por pura
energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres?
En los siete planos menores del Gran
Plano Espiritual existen seres de
quienes hablamos como Ángeles, Arcángeles o semi-dioses. En los
planos menores inferiores viven aquel
los a quienes damos el nombre de
Maestros y Adeptos. Sobre ellos es
tán las grandes jerarquías de huestes
angélicas, inconcebibles para el hombr
e, y sobre ellas están los que sin
irreverencia alguna podrían llamarse dioses, pues su grado de elevación
en la escala es tan alto, tan grande su poder e inteligencia, que
sobrepasan a todas las concepciones
que el hombre se ha formado sobre
la Deidad. Esos hombres están de
todo cuanto se pueda imaginar, siendo
la palabra «Divino» la única que se les podría aplicar. Muchos de esos
seres, incluso las huestes angelicales, tienen sumo interés por las cosas
del Universo y desempeñan un papel
importantísimo en sus procesos.
Esas invisibles divinidades y auxi
liares angélicas ejercen su influencia
libremente y poderosamente en la obra de la evolución y del progreso
cósmico. Su intervención ocasional y auxilio directo en los asuntos
humanos han dado origen a muchas le
yendas, creencias, religiones y
tradiciones de las razas pasadas y actuales. Han superpuesto su
conocimiento y poder sobre el mundo una y
otra vez, todo bajo la ley del
TODO, por supuesto.
Pero sin embargo, aún esos elevadísimos seres existen meramente como
creaciones de la mente del TODO
y están sujetos a los procesos
cósmicos y a las leyes universales. Son todavía mortales, podemos
llamarlos «dioses» si nos agrada, pero no son más que nuestros
hermanos mayores: las almas avanzadas que han sobrepasado a sus
compañeras y que han renunciado tem
poralmente al éxtasis de la
absorción en el TODO, para poder ay
udar a la raza en su ascendente
jornada en el Sendero. Pero pertenecen
al Universo y están sujetos a sus
condiciones —son mortales y su plano es in
ferior al del Espíritu Absoluto.
Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las
enseñanzas secretas concernientes
al estado de existencia y a los
poderes manifestados en los planos es
pirituales. El fenómeno es tan
superior al que se produce en los Planos
Mentales que cualquier intento
de descripción sólo serviría para produc
ir una gran confusión de ideas.
Únicamente aquellos cuya mentalid
ad ha sido cuidadosamente educada
en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído
consigo, de encarnaciones anterio
res, el conocimiento adquirido
previamente, pueden comprender adecuada
mente lo que significan las
enseñanzas referentes a los planos espirituales. Y muchas de ellas las
guardan celosamente los herméticos
por considerarlas demasiado
sagradas, importantes y hasta peligrosas, como para divulgarlas
públicamente. El estudiante inteligent
e comprenderá lo que esto significa
si dijéramos que el significado de la pal
abra «Espíritu», tal como lo usan
los herméticos, es sinónimo de «poder
viviente», de fuerza animada, de
esencia interna o vital, etc., signi
ficación que no debe confundirse con lo
que generalmente se atribuye al té
rmino en cuestión: «religioso,
eclesiástico, espiritual, etéreo, santo,
etc.». El ocultist
a emplea la palabra
Espíritu en el sentido de «principio
animador», lo que lleva consigo la idea
de poder, de energía viviente, de fuerza
mística, etc. El ocultista sabe
muy bien que lo que él conoce como poder espiritual puede ser empleado
con fines buenos o malos (de acuerdo con el principio de polaridad),
hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las religiones en sus
concepciones de Satanás, Belcebú, el Dia
blo, Lucifer, Ánge
les caídos, etc.
por esta razón el conocimiento refe
rente a esos planos ha sido mantenido
en el secreto, en el Santuario de los
Santuarios de todas las fraternidades
esotéricas y órdenes ocultas. Ha sido guardado en la más secreta cámara
del Templo. Pero, y esto si podemos decirlo, los que han alcanzado
grandes poderes espirituales y
los han empleado mal se han creado un
Destino terrible, y la oscilación de
l péndulo del Ritmo
inevitablemente los
llevará al otro extremo de la ex
istencia material, desde cuyo punto
tendrán que volver nuevamente a hacer el
mismo camino a lo largo de las
múltiples espirales del Sendero, pero
siempre tendrán como castigo el
recuerdo vibrante de las cumbres donde cayeron debido a su mal obrar.
Las leyendas sobre los ángeles caídos tienen una base real, como saben
todos los ocultistas. La lucha interesada por el poder en los planos
espirituales inevitablemente produc
e que el alma egoísta pierda su
equilibrio espiritual y caiga tan abaj
o como había ascendido. Pero, aun a
estas almas, se les presenta la opor
tunidad de volver sobre sus pasos, y
hacen la jornada de vuelta pagando
la tremenda penalidad, de acuerdo
con la invariable ley.
Para concluir, recordamos que, de acuerdo con el principio de
Correspondencia que encierra la verdad de que «Como es arriba, es
abajo; como es abajo, es arriba», t
odos los siete principios herméticos
están en plena operación en los diversos
planos, físico, mental y espiritual.
El Principio de la Sustancia Mental
se aplica, por supuesto, a todos los
planos, porque todos están en la ment
e del TODO. El Principio de
Correspondencia se manifiesta en t
odos, porque existe analogía, acuerdo,
correspondencia y concordancia entre lo
s varios planos. El Principio de
Vibración se manifiesta también en todos los planos, pues las
diferenciales que los dividen son consec
uencia de la vibración, como ya
hemos explicado. El Principio de Pola
ridad se manifiesta en cada plano,
siendo los extremos o polos aparentement
e opuestos y contradictorios. El
Principio del ritmo se manifiesta
en cada plano, con flujo y reflujo,
ascenso y descenso, ingreso y egreso.
El Principio de Causa y Efecto se
manifiesta en cada plano, teniendo todo
efecto su causa y toda causa su
efecto. El Principio de Género se
manifiesta en cada plano, estando
siempre expresada la
energía creadora y operando mediante los aspectos
masculino y femenino.
«Como es arriba, es abajo; como es
abajo, es arriba».
Los milenarios
axiomas herméticos encierran los grandes principios de los fenómenos
universales. Conforme vayamos consi
derando los restantes principios,
veremos cada vez más clara la verdad
de la naturaleza universal de este
gran Principio de Correspondencia.
 
Top
satanas1
view post Posted on 25/12/2015, 22:56




Capítulo IX Vibración

«Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.»
El Kybalion


El tercer Gran Principio Hermético
—el Principio de la Vibración—
encierra la verdad de que el movimiento
se manifiesta en todo el Universo.
Nada está en reposo, todo se mueve
vibra y circula. Este principio
hermético fue reconocido por algunos
de los primitivos filósofos griegos,
quienes lo expusieron en sus sist
emas. Pero después, durante siglos
enteros, quedó olvidado, salvo por lo
s perseguidores de las doctrinas
herméticas. En el siglo XIX la cien
cia física ha redescubierto esa verdad,
y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio
en corroboración de esa verdad sostenida por la antiquísima Filosofía
Hermética.
La doctrina hermética no afirma sola
mente que todo está en movimiento
constante, sino que las dife
rencias entre las divers
as manifestaciones del
poder universal se deben por completo al diferente modo e intensidad
vibratoria. Y no sólo esto, sino que aun el TODO mismo manifiesta una
vibración constante de tal infinita
intensidad y rapidez, que prácticamente
puede considerarse como si estuviera
en reposo. Los instructores llaman
la atención del estudiante sobre el hecho de que aun en el plano físico un
objeto que gire rápidamente, como
una rueda, por ejemplo, parece estar
inmóvil. El espíritu es uno de los polos
de la vibración, constituyendo el
otro polo formas de materia extremadamente densas. Entre ambos polos
hay millones y millones de diferentes
intensidades y modos de vibración.
La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y
energía no es más que «modos de movimientos vibratorios», y algunos
de los más avanzados hombres de ciencia se están encaminando
rápidamente hacia el punto de vista
que los ocultistas tienen sobre los
fenómenos de la mente: simples m
odos de vibración o movimiento.
Veamos ahora lo que la ciencia tiene
que decir sobre las vibraciones en la
materia y en la energía.
En primer lugar, la ciencia dice q
ue toda materia manifiesta, en algún
grado, la vibración produci
da por la temperatura o el calor. Esté un objeto
frío o caliente (pues ambos no son
más que grados de la misma cosa),
manifiesta ciertas vibraciones calóricas, y en ese sentido está en
vibración. Todas las partículas de
materia están siguiendo un movimiento
circular, lo mismo los corpúsculos
que los astros. Los planetas giran en
torno de un sol, y muchos de ellos gi
ran también sobre sus propios ejes.
Los soles, a su vez, giran en torno de puntos centrales mayores, y se cree
que éstos giran también alrededor
de otros todavía más grandes, y así
sucesivamente, ad
infinitum
. Las moléculas de que se compone cualquier
clase de materia están en constante
vibración, moviéndose unas en torno
de otras, y también unas contra otra
s. Las moléculas
están compuestas
por átomos, los que, como aquella
s, también están en constante
movimiento y vibración. Los átomos
están compuestos por corpúsculos,
llamados también «electrones», «iones
», etc., los que también están en
un estado de rapidísima moción, gi
rando unos en torno de otros, con
diversas modalidades vibratorias.
Y de esta manera toda materia
manifiesta vibración, de acuerdo con el principio hermético
correspondiente.
Y así sucede también con las diversas formas de energía. La ciencia dice
que la luz, el calor, el magnetismo y la electricidad no son más que
formas de movimiento vibr
atorio relacionado de alguna
manera con el éter,
o probablemente emanado de él. La ciencia
no ha tratado aún de explicar
la naturaleza del fenómeno conocido como
cohesión, que es el principio
de la atracción molecular, ni de la af
inidad química, que es el principio de
la atracción atómica; ni de la gravit
ación (el mayor misterio de los tres),
que es el principio de atracción por el cual toda partícula o masa de
materia se siente atraída hacia toda
otra partícula o masa. Estas tres
modalidades de la energía no las comp
rende aún la ciencia, si bien los
estudiosos se inclinan a pensar
que son también manifestaciones de
alguna forma de energía vibratoria, cosa que los herméticos han
enseñado durante largas edades en el pasado.
El éter universal, cuya existencia
postula la ciencia sin comprender
claramente su naturaleza, ya había
sido explicado por los herméticos,
quienes aseguraban que era una mani
festación superior de lo que
erróneamente se llamaba materia; es dec
ir, que el éter era materia en un
grado de vibración superior. El nom
bre que le daban era el de Sustancia
Etérea, y decían que esta sustanc
ia era de tenuidad y elasticidad
extremas, llenando el espacio univer
sal, sirviendo como médium de
transmisión para las ondas de energía vibrat
oria como el calor, la luz, la
electricidad, el magnetismo, etc. La
sustancia etérea es el eslabón de
unión entre la modalidad de energía
vibratoria que conocemos como
materia por un lado y la que conocemos como energía o fuerza, por el
otro, manifestando además un grado de
vibración, en intensidad y modo,
completamente propio.
Los hombres de ciencia proponen como ilustración para ver los efectos
del aumento de vibración una r
ueda girando con gran rapidez.
Supongamos primeramente que la r
ueda gira lentamente. Entonces
diríamos que es un «objeto». Si el objet
o gira lentamente lo podremos ver
fácilmente, pero no sentimos
el menor sonido. Aumentándose
gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida
que comienza a oírse una nota muy
baja y grave. Conforme sigue
aumentando la velocidad la nota se va
elevando en la escala musical, y
así se van distinguiendo unas tras
otras las diversas notas conforme
aumenta la velocidad de rotación. Fi
nalmente, cuando el movimiento ha
llegado a cierto límite se llega a la
última nota perceptible por el oído
humano, y si la velocidad aumenta aún, sigue el mayor silencio.
Nada se oye ya, pues la intensidad del
movimiento es tan alta que el oído
humano no puede registrar sus vibr
aciones. Entonces comienzan a
percibirse poco a poco sucesivos grados
de color. Después de un tiempo
el ojo comienza a percibir un oscuro co
lor rojo. Este rojo va haciéndose
cada vez más brillante. Si la ve
locidad sigue aumentando el rojo se
convertirá en anaranjado, el anar
anjado en amarillo. Después seguirán
sucesivamente matices verdes, azules
y añil, y finalmente aparecerá el
matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: entonces desaparece
todo color, porque el ojo humano ya no
puede registrarlos. Pero ciertas
radiaciones humanas emanan
del objeto en revolución: los rayos que se
usan en la fotografía y otras radiaciones sutiles de la luz.
Después comienzan a manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre
de X, y más tarde empiezan a emanarse electricidad y magnetismo.
Cuando el objeto ha alcanzado cierto
grado de vibración, sus moléculas
se desintegran, resolviéndose en sus
elementos originales o átomos.
Después de los átomos, según el princi
pio de vibración, se separarían en
innumerables corpúsculos o electrones, de los que están compuestos. Y,
finalmente, hasta los corpúsculos
desaparecerían y podría decirse que el
objeto estaría compuesto
por sustancia etérea. La ciencia no se atreve a
llevar la ilustración más allá, pero los herméticos dicen que si las
vibraciones continuaran aumentando el
objeto pasaría sucesivamente por
estados de manifestación superiores,
llegando al plano mental y después
al espiritual, hasta ser por últi
mo absorbido en el TODO QUE ES EL
Espíritu Absoluto. El «objeto»,
sin embargo, habría dejado de ser tal
mucho antes de llegar a la sustancia
etérea, pero de todas maneras la
ilustración es correcta en cuanto
demuestra los efectos del aumento
continuo de la intensidad vibratoria.
Debe recordarse que en la ilustración
anterior, con el llegar a los estados en
que el objeto irradia color, luz, etc.,
no se ha resuelto aún la cuestión en esas formas de energía (que están
en un grado mucho más elevado), sino que simplemente llega a un grado
de vibración en el que esas energías se
libertan hasta cierto punto de las
limitadoras influencias de las molécula
s, átomos y corpúsculos. Esas
energías, si bien son muy superiores en
la escala a la materia, están
aprisionadas y confinadas en las combinaciones materiales, en razón de
las fuerzas que se manifiestan a través de ellas, y empleando formas
materiales, y de esta manera se conf
inan en sus creaciones corpóreas, lo
que, hasta cierto punto, es cierto
en toda creación, quedando la fuerza
creadora envuelta en su propia creación.
Pero la doctrina hermética va muc
ho más allá que la ciencia moderna, y
afirma que toda manifestación de pensam
iento, emoción,
razón, voluntad,
deseo o cualquier otro estado mental, va acompañada por vibraciones,
parte de las cuales se emanan al exte
rior y tienden a afectar las mentes
de los demás por «inducción». Esta es la causa de la telepatía, de la
influencia mental y de otros efectos
del poder de una mente sobre otra, la
que ya va siendo de dominio público,
debido a la gran cantidad de obras
de ocultismo que están publicando discípul
os e instructores sobre estas
materias.
Cada pensamiento, emoción o estado mental tiene en su correspondiente
intensidad y modalidad vibratoria. Y,
otras, esos estados mentales
pueden ser reproducidos, así como una nota musical puede ser
reproducida haciendo vibrar las c
uerdas de un instrumento con la
velocidad requerida, o como se p
uede reproducir un color cualquiera.
Conociendo el Principio de Vibración,
aplicado a los fenómenos mentales,
uno puede polarizar su mente en el
grado que quiera, obteniendo así un
perfecto dominio y contralor sobre su
s estados mentales. De la misma
manera, podrá afectar las mentes de
los demás, produciendo en ellos los
requeridos estados mentales. En una
palabra, podrá producir en el Plano
Mental lo que la ciencia produce en el físico, o sea las vibraciones a
voluntad. Este poder, por supuesto, puede adquirirse únicamente
mediante las instrucciones, ejercicios
y prácticas apropiadas, siendo la
ciencia que las enseña, la de la «transmutación mental», una de la rama
de la Filosofía Hermética.
Un poco de reflexión sobre lo que hem
os dicho mostrará que el Principio
de Vibración está oculto tras todos
los maravillosos fenómenos de los
poderes manifestados por los Maestros y Adeptos, quienes pueden
aparentemente eludir las leyes de la
Naturaleza, pero que, realmente, no
hacen más que emplear una ley contra ot
ra, un principio contra otros, y
que llevan a cabo sus resultados modificando las vibraciones de las cosas
materiales o de las energías, realiz
ando así lo que comúnmente llamamos
milagros.
Como dijo una de las más antiguas autoridades herméticas: «Aquel que
ha comprendido el Principio de Vibrac
ión, ha alcanzado el cetro del
Poder».
 
Top
20 replies since 19/12/2015, 04:18   1211 views
  Share