| Nuevos viajes a Jerusalén
XII
1. Camino de Jerusalén, pasaba Jesús por Jericó. 2. Y el publicano Zaqueo le ofreció devolver cuanto debiese, cuadruplicado, y dar la mitad de sus bienes a los pobres, y Jesús paró en su casa. 3. Porque decía: En verdad que él también es hijo de Abraham. 4. Y llegándose ciegos a él, a grandes voces pedían que los sanase y los curó. 5. Y parando en Bethania en casa de Simón el leproso, vino Marta a servir. 6. Y su hermana María quebró un vaso de alabastro lleno de ungüento precioso sobre la cabeza del Señor, para ungirlo. 7. Y los discípulos murmuraban de aquel dispendio, que podía haberse dado a los pobres. 8. Y dijo Jesús: Siempre tendréis pobres entre vosotros, mas a mí no siempre me tendréis. 9. Dejad a esta mujer, que ha guardado esto para mi sepultura. 10. Y llegando a Bethfagé, mandó Jesús tomar un pollino para entrar sobre él en Jerusalén. 11. Y muchos niños y gentes lo recibían con aclamaciones, y lo saludaban con ramas de árbol. 12. Diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel! 13. Y llegando a la ciudad, lloró sobre ella. 14. Porque sabía que sería destruida por los romanos Vespasiano y Tito. 15. Y entrando en Jerusalén, decían: ¿Quién es éste que llega así? 16. Y, yendo al templo, echó fuera a los que negociaban allí. 17. Y devolvió la vista a muchos ciegos y curó a muchos cojos. 18. Y dijo a los judíos que él derribaría y restauraría en tres días el templo. 19. Y viendo Jesús a una viuda pobre echar dos monedas pequeñas en el gazofilacio, dijo que aquella ofrenda era la mayor. 20. Entonces contó a la gente la parábola del publicano humilde y del fariseo jactancioso ante Dios. 21. Y dijo que el publicano sería justificado antes que el fariseo. 22. Y como era tarde, fuese a Bethania. 23. Y Nicodemo fue a verlo de noche, y hablaron de los secretos celestiales. 24. Y dijo Jesús que quien creyera que él era el Cristo no perecería, sino que tendría vida eterna. 25. Y volviendo a Jerusalén, tuvo hambre. 26. Y llegándose a una higuera, y hallando que no tenía frutos, la maldijo. 27. Y la higuera se secó. 28. Y estando en el templo, trajeron los escribas fariseos una mujer tomada en adulterio, 29. Y Jesús, absolviéndola, dijo que él no había venido a abrogar la ley de Moisés. 30. Mas que, siendo todos pecadores, no había de aplicarse la ley a una sola infeliz. 31. Y, llegando unos gentiles, pidieron a Andrés y a Felipe que les enseñase a Jesús. 32. Y dijo Jesús: He aquí que llega la hora en que será glorificado el Hijo del hombre. 33. Y se volvió a Bethania. 34. Y, viendo los discípulos la higuera seca, sintieron gran admiración. 35. Mas el Señor les dijo que conseguirían todo lo que pidiesen con fe y con perseverancia. 36. Y a este propósito les contó la parábola del juez injusto. 37. Que no temía a Dios ni a los hombres, mas siendo muy insistido por una viuda, le hizo justicia, por librarse de ella. 38. Y, viniendo al templo, le dijeron los sacerdotes: ¿Con qué autoridad enseñas? 39. Y Jesús les contestó preguntándoles: El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? 40. Y, al referirles que los publicanos y las meretrices serían preferidos a los incrédulos, les relató la parábola del padre que mandó a sus dos hijos a trabajar en la viña. 41. Y uno dijo: No quiero y fue. Y otro dijo: Iré y no fue. 42. Después contó la parábola del hombre que envió a cobrar a los colonos los frutos de su viña. 43. Y, habiendo matado a los que envió, fue y condenó a los colonos. 44. Porque la piedra que rechazaron los que edificaban quedó por cabeza de esquina. 45. Y quien sobre ella cayere será quebrantado. 46. Y también les contó la parábola del rey que celebró las bodas de su hijo. 47. Y querían los judíos ver de encontrarlo en algún error. 48. Y, sobornando los fariseos a unos discípulos, fueron con unos herodianos, para preguntarle si había de darse tributo al César. 49. Y él, viendo la inscripción de la moneda que le presentaban, dijo que la pagasen al César, pues suya era, y a Dios lo que se le ha de pagar. 50. Vinieron después unos saduceos, que no creen en la resurrección, y le presentaron argumentos. 51. Y dijo: El Dios de Abraham, e Isaac, y Jacob no es Dios de muertos, mas de vivos. 52. Y los doctores de la Ley le preguntaron cuál era el mandamiento primero, y dijo que amar al prójimo, después de Dios. 53. Y contó la parábola del hombre herido de ladrones, que abandonaron un levita y un sacerdote, mas del que tuvo caridad un samaritano. 54. Y, habiendo mandado los judíos prenderlo, no lo hicieron los ministriles, porque nunca habían a hombre alguno oído hablar como a él. 55. Y decía Jesús: Me buscaréis, y no me encontraréis. 56. Y muchos de la multitud creyeron en que Jesús era profeta y el Cristo. 57. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea? ¿No ha de venir de la casa de David, de la aldea de Bethlehem? 58. Mas Jesús preguntó a los fariseos: ¿De quién es hijo el Cristo? 59. Y le dijeron: De David. 60. Y él les hizo ver que entonces era absurdo que David, en los salmos, llamase Señor a su hijo. 61. Y entonces dijo Jesús a las gentes que, sobre la ley que Dios dio a Moisés, se habían sentado los escribas y los fariseos. 62. Porque cargaban a los hombres con pesos que ellos no llevaban. 63. Y amaban ser llamados maestros, no habiendo más maestro que el Padre que está en los cielos. 64. Y dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, que cerráis el reino de los cielos ante los hombres! 65. Porque andáis mar y tierra para hacer un prosélito, y meterlo en vuestras supersticiones. 66. He aquí a los ciegos que quieren ser guías de los ciegos. 67. Porque vertisteis la sangre de los profetas y los apóstoles.
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