| 108. El hombre santo lo es enteramente, incluso en lo que afecta a su cuerpo, puesto que si al recibir el pan él lo santifica —lo mismo que el cáliz o cualquiera otra cosa que recibe, él lo santifica—, ¿cómo no va a hacer santo también el cuerpo?. 109. De la misma manera que Jesús (ha hecho) perfecta el agua del bautismo, asimismo ha liquidado la muerte. Por eso nosotros descendemos —es verdad— hasta el agua, pero no bajamos hasta la muerte, para no quedar anegados en el espíritu del mundo. Cuando éste sopla hace sobrevenir el invierno, mas cuando es el Espíritu Santo el que sopla se hace verano. 110. Quien posee el conocimiento de la verdad es libre; ahora bien, el que es libre no peca, pues quien peca es esclavo del pecado. La madre es la verdad, mientras que el conocimiento es el padre. Aquellos a quienes no está permitido pecar, el mundo los llama libres. Aquellos a quienes no está permitido pecar, el conocimiento de la verdad eleva sus corazones, esto es, los hace libres y los pone por encima de todo el lugar. El amor, por su parte, edifica, mas el que ha sido hecho libre por el conocimiento hace de esclavo por amor hacia aquellos que todavía no llegaron a recibir la libertad del conocimiento; luego éste los capacita para hacerse libres. [El] amor [no se apropia] nada, pues ¿cómo [va a apropiarse algo, si todo] le pertenece? No [dice «Esto es mío»] o «Aquello me pertenece a mí», [sino que dice «Esto es] tuyo». 111. El amor espiritual es vino y bálsamo. De él gozan los que se dejan ungir con él, pero también aquellos que son ajenos a éstos, con tal de que los ungidos continúen (a su lado). En el momento en que los que fueron ungidos con bálsamo dejan de (ungirse) y se marchan, quedan despidiendo de nuevo mal olor los no ungidos que tan sólo estaban junto a ellos. El samaritano no proporcionó al herido más que vino y aceite. Ésto no es otra cosa que la unción. Y (así) curó las heridas, pues el amor cubre multitud de pecados. 112. Los (hijos) que da a luz una mujer se parecen a aquel que ama a ésta. Si se trata de su marido, se parecen al marido; si se trata de un adúltero, se parecen al adúltero. Sucede también con frecuencia que cuando una mujer se acuesta por necesidad con su marido —mientras su corazón está al lado del adúltero, con quien mantiene relaciones— da a luz lo que tiene que dar a luz manteniendo su parecido con el amante. Mas vosotros, que estáis en compañía del Hijo de Dios, no améis al mundo, sino al Señor, de manera que aquellos que vayáis a engendrar no se parezcan al mundo, sino al Señor. 113. El hombre copula con el hombre, el caballo con el caballo, el asno con el asno: las especies copulan con sus congéneres. De esta misma manera se une el espíritu con el espíritu, el Logos con el Logos [y la luz con la luz. Si tú] te haces hombre, [es el hombre el que te] amará; si te haces [espíritu], es el espíritu el que se unirá contigo; si te haces Logos, es el Logos el que se unirá contigo; si te haces luz, es la luz la que se unirá contigo; si te haces como uno de los de arriba, son los de arriba los que vendrán a reposar sobre ti; si te haces caballo, asno, vaca, perro, oveja u otro cualquiera de los animales que están afuera y que están abajo, no podrás ser amado ni por el hombre, ni por el espíritu, ni por el Logos, ni por la luz, ni por los de arriba, ni por los del interior. Estos no podrán venir a reposar dentro de ti y tú no formarás parte de ellos.
|